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Críticas ordenadas por utilidad
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6,6
40.844
7
9 de febrero de 2015
9 de febrero de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se podría decir que la Segunda Guerra Mundial es un tema bastante recurrente en la historia del cine, ya que es sin duda ha sido la mayor contienda bélica de la Historia, con más de cien millones de militares movilizados y un estado de guerra total, en el que se vieron implicadas la mayor parte de las naciones del mundo, incluidas todas las grandes potencias. Grandes filmes han recreado con más o menos acierto prácticamente todas las fases, desde el comienzo del conflicto en 1939, con la invasión alemana de Polonia, pasando por la expansión de la Alemania Nazi en la Europa Continental, la invasión de la Unión Soviética, el ataque asiático a los Estados Unidos, y terminando en la rendición incondicional alemana en 1945. Sirva como ejemplo "El gran dictador" (Charles Chaplin, 1940), "El puente sobre el río Kwai" (David Lean, 1957), "Das Boot (El submarino)" (Wolfgang Petersen, 1981), "La Lista de Schindler" (Steven Spielberg, 1993), o ésta que nos concierne, titulada "Corazones de Acero", de entre otras muchas.
"Corazones de Acero" nos sitúa en abril de 1945, en el que una brigada de cinco soldados americanos a bordo de un tanque 'el Fury', capitaneados por el veterano sargento Wardaddy, ha de luchar contra un ejército nazi al borde de la desesperación, pues los alemanes sabían que su derrota estaba ya cantada por aquel entonces.
Uno de los puntos fuertes de la película reside en las interpretaciones del elenco actoral, encabezado por un genial Brad Pitt que encarna del sargento al mando del escuadrón, y bien secundado por Shia LaBeouf, Jon Bernthal y el joven Logan Lerman. Para que esa hermandad existente entre los miembros de la dotación del tanque fuera lo más auténtica posible, su director contó con el asesoramiento de dos militares especialistas, que diseñaron un campo de entrenamiento básico para que los cinco actores protagonistas fueran expuestos (a una escala menor) a los elementos que padecieron los soldados: lluvias, barro, viento, y falta de sueño. El hecho de haber pasado por tal proceso logra que el filme tenga un realismo increíble, ya que los actores muestran una compenetración auténtica.
La factura técnica es muy buena, y ayuda a la verosimilitud de la premisa; además, su director David Ayer compone un entramado notable, que se ciñe casi a la perfección a los hechos reales acontecidos en la Segunda Guerra Mundial, tomándose ciertas licencias narrativas; aunque éstas le hacen restar credibilidad al final, pero sin desmerecer el conjunto del filme, que es notable.
En síntesis, "Corazones de Acero" es una gran película bélica, de las mejores realizadas últimamente, que nos ofrece un realismo auténtico, bastante parecido al mostrado en el clásico de Spielberg "Salvar al Soldado Ryan", con un conjunto de buenas interpretaciones, y una premisa que plasma el horror y absurdo de la guerra.
"Corazones de Acero" nos sitúa en abril de 1945, en el que una brigada de cinco soldados americanos a bordo de un tanque 'el Fury', capitaneados por el veterano sargento Wardaddy, ha de luchar contra un ejército nazi al borde de la desesperación, pues los alemanes sabían que su derrota estaba ya cantada por aquel entonces.
Uno de los puntos fuertes de la película reside en las interpretaciones del elenco actoral, encabezado por un genial Brad Pitt que encarna del sargento al mando del escuadrón, y bien secundado por Shia LaBeouf, Jon Bernthal y el joven Logan Lerman. Para que esa hermandad existente entre los miembros de la dotación del tanque fuera lo más auténtica posible, su director contó con el asesoramiento de dos militares especialistas, que diseñaron un campo de entrenamiento básico para que los cinco actores protagonistas fueran expuestos (a una escala menor) a los elementos que padecieron los soldados: lluvias, barro, viento, y falta de sueño. El hecho de haber pasado por tal proceso logra que el filme tenga un realismo increíble, ya que los actores muestran una compenetración auténtica.
La factura técnica es muy buena, y ayuda a la verosimilitud de la premisa; además, su director David Ayer compone un entramado notable, que se ciñe casi a la perfección a los hechos reales acontecidos en la Segunda Guerra Mundial, tomándose ciertas licencias narrativas; aunque éstas le hacen restar credibilidad al final, pero sin desmerecer el conjunto del filme, que es notable.
En síntesis, "Corazones de Acero" es una gran película bélica, de las mejores realizadas últimamente, que nos ofrece un realismo auténtico, bastante parecido al mostrado en el clásico de Spielberg "Salvar al Soldado Ryan", con un conjunto de buenas interpretaciones, y una premisa que plasma el horror y absurdo de la guerra.
Documental

6,6
289
7
26 de enero de 2018
26 de enero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la actualidad el crowdfunding se ha convertido en todo un fenómeno económico, que ha permitido brindar la oportunidad de hacer realidad cualquier proyecto de alguién que, a priori, no dispone de medios para llevarlo a cabo. La expansión de Internet ha sido el factor fundamental que permitió, ya a finales del siglo XX, desarrollar los primeros proyectos basados en crowdfunding. La palabra surge de la unión de los vocablos ingleses: crowd, que significa multitud y funding, que significa financiación. El uso del método del micromecenaje en la industria cinematográfica española se remonta al año 2007, cuando el cineasta gallego Fernando Cortizo lanzó una campaña de donaciones por internet para financiar su película de animación en stop-motion "O Apóstolo", que a pesar de que pasó desapercibida en nuestro país, tuvo un gran éxito internacional, estando presente en festivales de los cinco continentes y con numerosos e importantes premios. Sin embargo, uno de los casos más conocidos del uso de la financiación en masa fue el de "El Cosmonauta", una película transmedia que quería crear una alternativa al modelo de producción usado actualmente en la industria cinematográfica española.
Fue en 2008, cuando tres amigos veinteañeros, Carola Rodriguez, Bruno Teixidor y Nicolás Alcalá, decidieron embarcarse en un ambicioso y visionario proyecto con el firme propósito de desafiar las clásicas ventanas de distribución de las películas. El proyecto llegó en pleno auge de las descargas ilegales, de Napster, Emule y otros programas que unos veían como apología de la piratería y otros como el futuro. Seis años y cuatro mil quinientos productores es lo que necesitó el proyecto para recorrer el camino hacia el estreno de la considerada la primera película española libre. Sus máximos artífices, a través de su productora Riot Cinema Collective, construyeron una de las experiencias virales más grandilocuentes del mundo con una treintena de pequeñas piezas audiovisuales que complementan el film (webisodios), diverso material de libre acceso y la propia película que fue estrenada en 2013 de forma multiplataforma; es decir, en televisión, internet, DVD plataformas digitales y salas cinematográficas.
No obstante... ¿Porqué un proyecto que atesoraba todos los requisitos para triunfar y revolucionar el cine español fracasó estrepitosamente? ¿Cuáles fueron los motivos y detonantes de su descalabro?
Pienso que la clave estuvo en que abarcaron más de lo que podían realizar. Su ambición desmesurada unido a la falta de experiencia, las precarias condiciones que se encontraron en el rodaje en los países del este, las tensiones que surgieron entre los integrantes del equipo técnico, el timo de aquella misteriosa productora rusa y los problemas legales con el ICAA (instituto del cine y las artes audiovisuales de España), acabaron por naufragar un proyecto que se presentaba como pionero e insólito en nuestro país.
"Hard as Indie" expone todas las claves que hicieron que el proyecto naufragase, ya que reúne todo el material rodado durante los seis años que duró. Tal y como la describen en su web oficial, se trata de un 'making of' doloroso, una lección de cómo es el cine y sus mecanismos. La mirada objetiva del joven realizador y montador plantea al espectador un viaje descarnado al rodaje de "El Cosmonauta", aquel filme maldito que generó auténticos ríos de tinta en las redes sociales y círculos cinematográficos, para bien y para mal, tanto en España como en el extranjero.
El joven cineasta Arturo M. Antolín, en su opera prima, recopila con minuciosidad y rigor todo el proceso de gestación del ambicioso y maldito proyecto transmedia, entremezclando de manera certera el material audiovisual filmado y documentado durante el rodaje en los distintos países del este a los que fueron (como Letonia y Rusia), con nuevas y exclusivas entrevistas a sus artífices, que sirven como el testimonio perfecto sobre la experiencia que supuso la creación del filme, con la correspondiente perspectiva adquirida con el trascurso de los años. Un exquisito e imprescindible documental que muestra los entresijos de la creación de una obra cinematográfica... una mirada de metaficción sin concesiones ni medias tintas, que no se posiciona en ninguna de sus posturas, sino que muestra los hechos tal cual se desarrollaron. También es una oda al cine independiente y todos aquellos individuos que luchan contra viento y marea para sacar adelante sus proyectos... aunque no dispongan de medios para ello; es decir, aunque se tiren de cabeza a una piscina de cemento carente de agua. Sin duda y en conclusión, es un sentido homenaje a una forma distinta y moderna de entender y concebir el cine, así como una última recompensa a todas aquellas personas que participaron en los crowdfundings, que lanzó la extinta Riot Cinema y aportaron dinero... un notable ejercicio de estilo para que el cinéfilo sacie su curiosidad sobre las dificultades de llevar a puerto un proyecto tan ambicioso como indie como lo fue "El Cosmonauta".
Fue en 2008, cuando tres amigos veinteañeros, Carola Rodriguez, Bruno Teixidor y Nicolás Alcalá, decidieron embarcarse en un ambicioso y visionario proyecto con el firme propósito de desafiar las clásicas ventanas de distribución de las películas. El proyecto llegó en pleno auge de las descargas ilegales, de Napster, Emule y otros programas que unos veían como apología de la piratería y otros como el futuro. Seis años y cuatro mil quinientos productores es lo que necesitó el proyecto para recorrer el camino hacia el estreno de la considerada la primera película española libre. Sus máximos artífices, a través de su productora Riot Cinema Collective, construyeron una de las experiencias virales más grandilocuentes del mundo con una treintena de pequeñas piezas audiovisuales que complementan el film (webisodios), diverso material de libre acceso y la propia película que fue estrenada en 2013 de forma multiplataforma; es decir, en televisión, internet, DVD plataformas digitales y salas cinematográficas.
No obstante... ¿Porqué un proyecto que atesoraba todos los requisitos para triunfar y revolucionar el cine español fracasó estrepitosamente? ¿Cuáles fueron los motivos y detonantes de su descalabro?
Pienso que la clave estuvo en que abarcaron más de lo que podían realizar. Su ambición desmesurada unido a la falta de experiencia, las precarias condiciones que se encontraron en el rodaje en los países del este, las tensiones que surgieron entre los integrantes del equipo técnico, el timo de aquella misteriosa productora rusa y los problemas legales con el ICAA (instituto del cine y las artes audiovisuales de España), acabaron por naufragar un proyecto que se presentaba como pionero e insólito en nuestro país.
"Hard as Indie" expone todas las claves que hicieron que el proyecto naufragase, ya que reúne todo el material rodado durante los seis años que duró. Tal y como la describen en su web oficial, se trata de un 'making of' doloroso, una lección de cómo es el cine y sus mecanismos. La mirada objetiva del joven realizador y montador plantea al espectador un viaje descarnado al rodaje de "El Cosmonauta", aquel filme maldito que generó auténticos ríos de tinta en las redes sociales y círculos cinematográficos, para bien y para mal, tanto en España como en el extranjero.
El joven cineasta Arturo M. Antolín, en su opera prima, recopila con minuciosidad y rigor todo el proceso de gestación del ambicioso y maldito proyecto transmedia, entremezclando de manera certera el material audiovisual filmado y documentado durante el rodaje en los distintos países del este a los que fueron (como Letonia y Rusia), con nuevas y exclusivas entrevistas a sus artífices, que sirven como el testimonio perfecto sobre la experiencia que supuso la creación del filme, con la correspondiente perspectiva adquirida con el trascurso de los años. Un exquisito e imprescindible documental que muestra los entresijos de la creación de una obra cinematográfica... una mirada de metaficción sin concesiones ni medias tintas, que no se posiciona en ninguna de sus posturas, sino que muestra los hechos tal cual se desarrollaron. También es una oda al cine independiente y todos aquellos individuos que luchan contra viento y marea para sacar adelante sus proyectos... aunque no dispongan de medios para ello; es decir, aunque se tiren de cabeza a una piscina de cemento carente de agua. Sin duda y en conclusión, es un sentido homenaje a una forma distinta y moderna de entender y concebir el cine, así como una última recompensa a todas aquellas personas que participaron en los crowdfundings, que lanzó la extinta Riot Cinema y aportaron dinero... un notable ejercicio de estilo para que el cinéfilo sacie su curiosidad sobre las dificultades de llevar a puerto un proyecto tan ambicioso como indie como lo fue "El Cosmonauta".

6,5
13.405
7
12 de marzo de 2017
12 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El fundador", inspirada en hechos reales, nos mete de lleno en plena década de los cincuenta, cuando Raymond Kroc no era más que un vendedor de batidoras malteadas de tres al cuarto, que recorría Estados Unidos tratando de ganarse la vida. Un pedido inusual le llevó al sur de California donde conoció a los hermanos Dick y Mac McDonald, los cuales dirigían una particular hamburguesería que servía hamburguesas perfectas en 15 segundos, con una calidad y trato social excepcional. Nuestro asombrado protagonista vio en ello una oportunidad de negocio única, así que consiguió los derechos exclusivos de McDonald’s para convertirlos, primero en una franquicia a nivel estatal y luego en el imperio mundial de comida rápida que conocemos en la actualidad.
El cineasta estadounidense John Lee Hancock, guionista de la notable cinta de Clint Eastwood "Un mundo perfecto" (A perfect world, 1993) y director de las interesantes "Al encuentro de Mr. Banks" (Saving Mr. Banks, 2013) y "The Blind Side (Un sueño posible)" (Id., 2009), nos relata la amarga crónica sobre los inicios y creación del imperio McDonald's, siguiendo un esquema narrativo similar a otras propuestas, como "Pozos de ambición" de Paul Thomas Anderson o "La red social" de David Fincher... y centrada exclusivamente en el trepa Raymond, un auténtico oportunista que no le tembló el pulso a la hora de adueñarse de las ideas y trabajo de otras personas. Michael Keaton es el encargado de dar vida a ese emprendedor sinvergüenza y sin escrúpulos, un lobo con piel de cordero en el que Keaton demuestra toda su versatilidad como actor, al interpretar tanto al héroe como al villano de la función; y además, evidencia el buen momento por el que atraviesa el actor estadounidense, tras su resurgimiento hace unos años en "Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia)" de Alejandro González Iñárritu.
Aparte de la gran interpretación de Keaton, me ha gustado bastante el inicio, cuando los hermanos McDonald desgranan como gestaron las ideas de su proyecto. Es fascinante y sumamente interesante ver como crearon la innovadora forma de trabajar en la cocina (genial la escena del croquis marcado con tiza en el suelo!!!), así como el verdadero control de calidad que tenían sus productos en la época; antes de que se adueñara de todo Kroc e impusiera sus "prefabricados" métodos. Tras este rutilante principio, el desarrollo se muestra bastante convencional, pero sin perder el poder de sugestión que ya de por si desprende la historia. No se puede decir lo mismo del elenco de secundarios, todos ellos totalmente desaprovechados y ensombrecidos por el carisma y rol protagónico de Keaton, sobretodo una Laura Dern desangelada y prácticamente sin personaje.
En definitiva, "El fundador" es una película interesante, que nos cuenta los inicios del restaurante de comida rápida más famoso del mundo, pero que se queda a medio camino; aunque bien podría complementar al notable filme de Richard Linklater "Fast Food Nation" y sobretodo al imprescindible documental de Morgan Spurlock "Super Size Me".
El cineasta estadounidense John Lee Hancock, guionista de la notable cinta de Clint Eastwood "Un mundo perfecto" (A perfect world, 1993) y director de las interesantes "Al encuentro de Mr. Banks" (Saving Mr. Banks, 2013) y "The Blind Side (Un sueño posible)" (Id., 2009), nos relata la amarga crónica sobre los inicios y creación del imperio McDonald's, siguiendo un esquema narrativo similar a otras propuestas, como "Pozos de ambición" de Paul Thomas Anderson o "La red social" de David Fincher... y centrada exclusivamente en el trepa Raymond, un auténtico oportunista que no le tembló el pulso a la hora de adueñarse de las ideas y trabajo de otras personas. Michael Keaton es el encargado de dar vida a ese emprendedor sinvergüenza y sin escrúpulos, un lobo con piel de cordero en el que Keaton demuestra toda su versatilidad como actor, al interpretar tanto al héroe como al villano de la función; y además, evidencia el buen momento por el que atraviesa el actor estadounidense, tras su resurgimiento hace unos años en "Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia)" de Alejandro González Iñárritu.
Aparte de la gran interpretación de Keaton, me ha gustado bastante el inicio, cuando los hermanos McDonald desgranan como gestaron las ideas de su proyecto. Es fascinante y sumamente interesante ver como crearon la innovadora forma de trabajar en la cocina (genial la escena del croquis marcado con tiza en el suelo!!!), así como el verdadero control de calidad que tenían sus productos en la época; antes de que se adueñara de todo Kroc e impusiera sus "prefabricados" métodos. Tras este rutilante principio, el desarrollo se muestra bastante convencional, pero sin perder el poder de sugestión que ya de por si desprende la historia. No se puede decir lo mismo del elenco de secundarios, todos ellos totalmente desaprovechados y ensombrecidos por el carisma y rol protagónico de Keaton, sobretodo una Laura Dern desangelada y prácticamente sin personaje.
En definitiva, "El fundador" es una película interesante, que nos cuenta los inicios del restaurante de comida rápida más famoso del mundo, pero que se queda a medio camino; aunque bien podría complementar al notable filme de Richard Linklater "Fast Food Nation" y sobretodo al imprescindible documental de Morgan Spurlock "Super Size Me".

6,6
27.447
8
14 de noviembre de 2016
14 de noviembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clint Eastwood es uno de los grandes directores clásicos que aun siguen vivos, al igual que Woody Allen, Martin Scorsese o George Miller, entre otros... los cuales asiduamente nos presentan sus trabajos de igual modo que cuando empezaron. El cine de Eastwood siempre raya a muy buen nivel, en ocasiones se podría decir que de forma excelente; solamente basta con ver obras maestras como "Sin Perdón" (Unforgiven, 1992), "Los Puentes de Madison" (The Bridges of Madison County, 1995), "Mystic River" (Id., 2003) o "Million Dollar Baby" (Id., 2004), entre otras tantas... para darnos cuenta de ello. En estos últimos años ha encadenado cuatro biopics consecutivos, incluyendo éste que nos concierne... titulado simple y llanamente "Sully". Aunque ha cambiado el tono completamente con respecto a su anterior película, la estimable vida del marine Chris Kyle titulado "El Francotirador" (American Sniper, 2014), en la presente película ha conservado su estructura narrativa y su particular estilo que le caracteriza en sus films biográficos; desde que filmara a finales de los ochenta del Siglo XX la notable vida del genio del jazz Charlie Parker, con "Bird" (Id., 1988).
La historia del filme se podría afirmar que generalmente es conocida por todos. Basada en hechos reales, se centra en Chesley "Sully" Sullenberger, un piloto aéreo que en 2009 se convirtió en un héroe cuando, al poco de despegar, su avión se averió y logró realizar un aterrizaje forzoso del aparato en pleno río Hudson, en Nueva York, con 155 pasajeros a bordo, salvándolos a todos.
El inicio de la película es toda una declaración de intenciones, en el que Eastwood nos muestra de un plumazo la esencia del filme, para que el espectador sea consciente de la magnitud de los hechos que va a relatar. Vemos a Sully mirando a través de un enorme ventanal de un edificio prácticamente acristalado, con la mirada perdida y asustado, mientras presencia la imagen de un avión surcando el cielo de Manhattan y estrellándose finalmente contra un rascacielos. No tardamos en descubrir que se trata de las pesadillas que tiene nuestro protagonista, y podría aventurarme a afirmar que las de cualquier ciudadano estadounidense, desde los terribles atentados del 11-S; un suceso que marcó un antes y un después en la humanidad, abriendo una brecha en la gente norteamericana que aún colea en nuestros días. Por esa misma razón, el acto heroico que realizo Sully fue acogido como una gran noticia para la nación norteamericana, siendo sin duda la antítesis de lo acontecido en los atentados del World Trace Center, y que en cierto sentido, reescribió la historia de un avión estrellándose en el corazón de la ciudad que culminó esta vez en un final feliz. Por si no había quedado suficientemente claro el mensaje, Eastwood lo ratifica en las secuencias posteriores, en el que comprobamos las consecuencias de la hazaña, en el que diversos ciudadanos agradecen al piloto sus acciones: el taxista que lo traslada al juicio, el dueño del bar de toda la vida que ha bautizado una bebida con su nombre, la trabajadora del hotel que lo abraza de forma espontanea, entre otros.
El guión, a pesar de su sencillez, es realmente brillante... ya que está muy bien escrito, narrando los hechos de forma rigurosa, de igual modo que se desarrolló en la realidad, sin alardes ni fuegos de artificio. Destaca también todo el elenco de actores, en el que encontramos unos notables Laura Linney y Aaron Eckhart que encarnan a la sufrida esposa de Sully y al copiloto del avión respectivamente; pero sobretodo sobresale un soberbio Tom Hanks, que al igual que hiciera en la excelente "Capitán Phillips" (Captain Phillips, Paul Greengrass, 2013) desempeña una función de contención que pone los pelos de punta, metiéndose a la perfección en la esencia del personaje, y quitándonos (dicho sea de paso) el mal sabor de boca que nos dejó en el "Inferno" de Dante (y de película). Pero lo más destacado del filme es sin duda su impresionante discurso final, en el que Eastwood, a través de un inspiradísimo Hanks, pone toda la carne en el asador, llegando con creces al mensaje que pretendía darnos el cineasta californiano, como es aquella apología al heroísmo que desempeñan cada día gente anónima, que trabaja por el bienestar de los ciudadanos sin pedir nada a cambio... un discurso que recuerda bastante, salvando las distancias obviamente, al cine del maestro Frank Capra; más concretamente a ese "Caballero sin espada" (Mr. Smith Goes to Washington, 1939) que tan bien interpretó el mítico James Stewart.
En definitiva, "Sully" es la mejor película de Clint Eastwood desde "Invictus" (Id., 2009) que nos muestra a un Eastwood en plena forma y con cuerda para rato, contándonos una historia interesante y totalmente necesaria... y es que en estos casos, debemos de tener presente que el factor humano es lo más importante, en vez de buscar culpables y negligencias varias.
La historia del filme se podría afirmar que generalmente es conocida por todos. Basada en hechos reales, se centra en Chesley "Sully" Sullenberger, un piloto aéreo que en 2009 se convirtió en un héroe cuando, al poco de despegar, su avión se averió y logró realizar un aterrizaje forzoso del aparato en pleno río Hudson, en Nueva York, con 155 pasajeros a bordo, salvándolos a todos.
El inicio de la película es toda una declaración de intenciones, en el que Eastwood nos muestra de un plumazo la esencia del filme, para que el espectador sea consciente de la magnitud de los hechos que va a relatar. Vemos a Sully mirando a través de un enorme ventanal de un edificio prácticamente acristalado, con la mirada perdida y asustado, mientras presencia la imagen de un avión surcando el cielo de Manhattan y estrellándose finalmente contra un rascacielos. No tardamos en descubrir que se trata de las pesadillas que tiene nuestro protagonista, y podría aventurarme a afirmar que las de cualquier ciudadano estadounidense, desde los terribles atentados del 11-S; un suceso que marcó un antes y un después en la humanidad, abriendo una brecha en la gente norteamericana que aún colea en nuestros días. Por esa misma razón, el acto heroico que realizo Sully fue acogido como una gran noticia para la nación norteamericana, siendo sin duda la antítesis de lo acontecido en los atentados del World Trace Center, y que en cierto sentido, reescribió la historia de un avión estrellándose en el corazón de la ciudad que culminó esta vez en un final feliz. Por si no había quedado suficientemente claro el mensaje, Eastwood lo ratifica en las secuencias posteriores, en el que comprobamos las consecuencias de la hazaña, en el que diversos ciudadanos agradecen al piloto sus acciones: el taxista que lo traslada al juicio, el dueño del bar de toda la vida que ha bautizado una bebida con su nombre, la trabajadora del hotel que lo abraza de forma espontanea, entre otros.
El guión, a pesar de su sencillez, es realmente brillante... ya que está muy bien escrito, narrando los hechos de forma rigurosa, de igual modo que se desarrolló en la realidad, sin alardes ni fuegos de artificio. Destaca también todo el elenco de actores, en el que encontramos unos notables Laura Linney y Aaron Eckhart que encarnan a la sufrida esposa de Sully y al copiloto del avión respectivamente; pero sobretodo sobresale un soberbio Tom Hanks, que al igual que hiciera en la excelente "Capitán Phillips" (Captain Phillips, Paul Greengrass, 2013) desempeña una función de contención que pone los pelos de punta, metiéndose a la perfección en la esencia del personaje, y quitándonos (dicho sea de paso) el mal sabor de boca que nos dejó en el "Inferno" de Dante (y de película). Pero lo más destacado del filme es sin duda su impresionante discurso final, en el que Eastwood, a través de un inspiradísimo Hanks, pone toda la carne en el asador, llegando con creces al mensaje que pretendía darnos el cineasta californiano, como es aquella apología al heroísmo que desempeñan cada día gente anónima, que trabaja por el bienestar de los ciudadanos sin pedir nada a cambio... un discurso que recuerda bastante, salvando las distancias obviamente, al cine del maestro Frank Capra; más concretamente a ese "Caballero sin espada" (Mr. Smith Goes to Washington, 1939) que tan bien interpretó el mítico James Stewart.
En definitiva, "Sully" es la mejor película de Clint Eastwood desde "Invictus" (Id., 2009) que nos muestra a un Eastwood en plena forma y con cuerda para rato, contándonos una historia interesante y totalmente necesaria... y es que en estos casos, debemos de tener presente que el factor humano es lo más importante, en vez de buscar culpables y negligencias varias.

6,1
1.638
6
29 de julio de 2016
29 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El western es posiblemente uno de los géneros cinematográficos que más ha evolucionado en los últimos tiempos. Originariamente estaba considerado como 'El cine americano por antonomasia', ya que relataba en clave heroica o crítica la conquista del oeste de Estados Unidos y la difícil gestión de la nación americana. Sin embargo, a mediados de los cincuenta, vino el 'Spaghetti western' con Leone, Corbucci, Sollima y Barboni como principales exponentes, que redefinieron las claves, algo evidente si tenemos en cuenta la localización geológica. Aunque a principios de los ochenta parecía que era un género estancado, devaluado y pasado de moda... hasta que llegaron cineastas como Quentin Tarantino, Robert Rodríguez, Kevin Costner o Tommy Lee Jones que volvieron a actualizar los mecanismos del western a los cánones que rigen en la actualidad, brindando una visión contemporánea, pero manteniendo la esencia que hizo especial a uno de los géneros más laureados e importantes de la historia del séptimo arte. Esa visión contemporánea consiste en narrar historias de venganza desarrolladas en ambientes sombríos y difusos, así como tener un protagonista que carece de los atributos que antaño daban la identidad al vaquero, pero que insiste en desempeñar una tarea épica. Sirva como ejemplo películas como "Django desencadenado" y "Los odiosos ocho" de Tarantino, "Los tres entierros de Melquiades Estrada" y "Deuda de honor" de Lee Jones, o "Bailando con lobos" y "Open range" de Kostner, entre otras muchas.
Andreas Prochaska, director del filme que nos ocupa "El valle oscuro", se basa en la novela homónima de Thomas Willmann, y nos presenta a un forastero que llega al escenario en cuestión con propósitos desconocidos, en una trama que pasa del tenso y sosegado planteamiento a un desenlace violento y desenfrenado. Algo similar a lo que proponen cineastas como Tarantino, principal influencia de Prochaska a la hora de confeccionar este interesante western. Cabría decir que la figura de ese individuo ajeno al territorio, que en esta ocasión lo encarna el actor británico Sam Riley, remite claramente a filmes como "Por un puñado de dólares" (Per un pugno di dollari, 1964) de Sergio Leone —la cual huelga decir que es uno de los exponentes del 'spaghetti western'—, en el que un forastero llega a un pueblo en el que dos familias enfrentadas entre si pugnarán por sus servicios. En "El valle oscuro" Greider (el forastero) se presenta en un pequeño pueblo aislado de los Alpes y pone en alerta a los miembros de la familia Brennen, que domina el lugar. Estas claras influencias al spaghetti western en general, y al filme de Leone en particular, manifiesta la esencia del género a nivel formal y narrativo; sin embargo, la novedad está en su tesitura formal, en la cual Prochaska nos ofrece un western ambientado en un lugar distinto al habitual (los Alpes austriacos sustituye el árido desierto), retratados con una fotografía impresionante, haciendo que ese cambio de contenido sea novedoso e interesante, a la vez que impide que aquello que pretende representar se despoje de su naturaleza original, siendo sin duda lo más destacado de esta propuesta.
La parquedad en palabras de sus personajes, los arrebatadores paisajes nevados, la visceralidad de la violencia desatada en el último tercio, así como esos rostros que muestran de forma notable los sentimientos tanto de rabia como de amargura, definen exponencialmente la cinta de Prochaska, dirigida con elegancia, sutileza y mano firme, a pesar de su poca experiencia en largometrajes de primer orden —viendo su filmografía repleta de telefilmes podemos darnos cuenta de ello—; no obstante, hay algunas pérdidas de ritmo que merman un poco el conjunto, además de la inclusión de esa canción pop que, particularmente, no me ha acabado de gustar del todo. Aunque en resumidas cuentas, "El valle oscuro" es una buena película, que pone de manifiesto ese resurgimiento del cine western actualizado... llevado a cabo por cineastas que profesan su admiración y respeto por la cultura fundacional norteamericana.
Andreas Prochaska, director del filme que nos ocupa "El valle oscuro", se basa en la novela homónima de Thomas Willmann, y nos presenta a un forastero que llega al escenario en cuestión con propósitos desconocidos, en una trama que pasa del tenso y sosegado planteamiento a un desenlace violento y desenfrenado. Algo similar a lo que proponen cineastas como Tarantino, principal influencia de Prochaska a la hora de confeccionar este interesante western. Cabría decir que la figura de ese individuo ajeno al territorio, que en esta ocasión lo encarna el actor británico Sam Riley, remite claramente a filmes como "Por un puñado de dólares" (Per un pugno di dollari, 1964) de Sergio Leone —la cual huelga decir que es uno de los exponentes del 'spaghetti western'—, en el que un forastero llega a un pueblo en el que dos familias enfrentadas entre si pugnarán por sus servicios. En "El valle oscuro" Greider (el forastero) se presenta en un pequeño pueblo aislado de los Alpes y pone en alerta a los miembros de la familia Brennen, que domina el lugar. Estas claras influencias al spaghetti western en general, y al filme de Leone en particular, manifiesta la esencia del género a nivel formal y narrativo; sin embargo, la novedad está en su tesitura formal, en la cual Prochaska nos ofrece un western ambientado en un lugar distinto al habitual (los Alpes austriacos sustituye el árido desierto), retratados con una fotografía impresionante, haciendo que ese cambio de contenido sea novedoso e interesante, a la vez que impide que aquello que pretende representar se despoje de su naturaleza original, siendo sin duda lo más destacado de esta propuesta.
La parquedad en palabras de sus personajes, los arrebatadores paisajes nevados, la visceralidad de la violencia desatada en el último tercio, así como esos rostros que muestran de forma notable los sentimientos tanto de rabia como de amargura, definen exponencialmente la cinta de Prochaska, dirigida con elegancia, sutileza y mano firme, a pesar de su poca experiencia en largometrajes de primer orden —viendo su filmografía repleta de telefilmes podemos darnos cuenta de ello—; no obstante, hay algunas pérdidas de ritmo que merman un poco el conjunto, además de la inclusión de esa canción pop que, particularmente, no me ha acabado de gustar del todo. Aunque en resumidas cuentas, "El valle oscuro" es una buena película, que pone de manifiesto ese resurgimiento del cine western actualizado... llevado a cabo por cineastas que profesan su admiración y respeto por la cultura fundacional norteamericana.
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