Cuenta la historia de un joven matrimonio con una niña pequeña, la cual no es hija de él sino de otro, pero que no fue obstáculo para que él aceptase casarse con ella aún estando embarazada de otro.

Es decir, la película nos presenta a un padre de familia, joven, buena persona, mejor padre y amante de su esposa; pero que no es el hombre con el que soñaba ella sino sólo alguien que le vino bien en un momento dado para no ser una madre soltera ya que lo utilizó para que se hiciera cargo de su hija como si fuera su padre. También hay que reconocer, que él es un tipo algo dejado, sin trabajo, que se pasa casi todo el tiempo en casa mientras ella trabaja como enfermera en una clínica. Esto también es importante como causa para que ella esté harta de él y no lo respete demasiado; pues si algo hay que cause falta de respeto a una mujer es ver a su hombre o marido trabajando como amo de casa en lugar de fuera de ella ganando dinero y recolectando para su familia.

La película pone de manifiesto, lo que le ocurre a muchas mujeres con el hombre que verdaderamente las ama; como cuando lo han utilizado para sus intereses coyunturales le dan la patada, ya no lo quieren a su vera, lo echan de casa, lo culpabilizan de sus frustraciones uterinas, se divorcian o separan de él.

Así de crudo es cierto amor femenino, el cual abunda por doquier en nuestras civilizadas sociedades.

Preciosa película del cine clásico japonés en blanco y negro.

La historia es la de un joven actor de teatro que rompe con su padre, actor también pero muy famoso, a causa de una criada de su casa, que es la única que se atreve a decirle la verdad y por lo mismo esto es suficiente atractivo como para quedar enamorado de ella; el problema es que al no ser de su clase no es aprobada para él por sus padres y familia. Entonces el joven tiene que elegir entre someterse a la tradición de obedecer las órdenes y gusto de sus mayores o desobedecerles yéndose tras esa mujer de la que se ha enamorado y empezar desde cero labrándose su propia trayectoria profesional sin el aval de su padre.

Sin duda es una película muy delicada, romántica, sentimental y amorosa a más no poder. Muy recomendable.

El argumento principal de este filme es el siguiente: Un actor y maduro empresario de teatro japonés, algo anticuado, con la mano bastante larga para pegarle a las mujeres bajo sus órdenes, al menos cuando éstas no le obedecen, llega a un pueblo con su compañía teatral y una vez allí, a pesar del poco público que va a verles y lo poco que ganan, se comporta extrañamente quedándose más tiempo del debido en aquel lugar y entablando una relación muy cercana con una mujer y el hijo de ésta. Se trata de un hombre tranquilo, aunque a veces iracundo y violento, sin embargo también sabio, pues es capaz de pedir perdón y de reconocer que él no es mejor que los demás. Así puede describirse al personaje principal de esta película, interpretado por Ganjiro Nakamura..

El guión es muy pesado y serio, lento —no apto para gente que va al cine en búsqueda de dinamismo apasionanate—, de una lentitud casi plomiza. La historia es propia de un ser humano errante o poco sedentario, con su amores, sus misterios, sus fracasos y echar para adelante sin hundirse en el desconsuelo.

El inicio es extraordinario, a pesar de hallarnos narrativamente en el siglo XV: un hombre trata de huir elevándose en un casi globo aerostático no perfeccionado; pero el artefacto acaba dandóse un piñazo en el suelo, lo cual es sintomático de la mismísima película, pues parecidamente comienza tomando altura y poco a poco se da de bruces sobre tierra.

Tratándose de cine sobre santos, me quedo antes con otras películas desacreditadas y nada famosas, también en blanco y negro, pero que al menos relucen por ofrecer un apasionante contenido espiritual, religioso y de la santidad; por ej.: "El hombre que no quería ser santo" (de Edward Dmytryk, USA 1962), "Fray Escoba" (de Ramón Torrado, España 1961) o "Molokai, la isla maldita" (de Luis Lucía, España 1959).

Lo que quizás le pasó a este filme, "Andrei Rublev", para tener tanta resonancia y aduladores, es que provenía de la Unión Rusa Socialista Soviética (URSS), nos contaba la hitoria de un santo ordotoxo de Rusia —Andrei Rublev (¿1360–1430?)—, y esto en los setenta del siglo XX era todo un reclamo ideológico para muchos militantes occidentales del "progresismo pro-soviético, marxista o comunista". De no haberse dado estas circunstancias, quizás esta película de Andrei Tarkovsy no habría sido tan ensalzada ni mitificada como si fuera una de las obras relevantes de la cinematografía. De hecho, la película no nos calienta demasiado el alma, al contrario, nos la deja medio fría. Por cierto, la fotografía de paisajes invernales y escenas climáticas propias de la abrigada Rusia, sí son destacables y notorias.

Curiosa y rarísima película en blanco y negro. Trama de gánster. Un registrador de escrituras o notario es envenenado de muerte en unas vacaciones. Los médicos le aseguran que tiene "las horas contadas", pero aún así el tipo se dedica a desenredar el misterio, al asesino, a la trama gansteril y al asesino concreto que le ha envenenado, lo cual le provocará la muerte en cuestión de días. Así toda la película es un continuo correr del protagonista tras la desvelación el enigma por el cual él ha sido asesinado-condenado a muerte.

No obstante, a lo largo de esta dinámica incesante, Rudolph Maté entremezcla en la filmación bastantes momentos o escenas de enamorados, de besos, de ternura, entre el notario y su secretaria, o sea entre el hombre que tiene "las horas contadas" y la mujer que lo ama y por la que él también siente lo mismo.