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6,9
51.755
7
28 de enero de 2025
28 de enero de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con La comunidad, Álex de la Iglesia despliega su maestría en un ejercicio cinematográfico que fusiona el thriller psicológico con el humor negro y la crítica social. La película, que se desarrolla casi en su totalidad en el claustrofóbico interior de un edificio madrileño, se erige como una metáfora del aislamiento humano, donde la codicia y la desesperación llevan a los personajes a una espiral de violencia y locura.
La interpretación de Carmen Maura es, una vez más, sublime. Su personaje, Julia, encarna la desesperación y el ingenio con una sutileza y profundidad que otorgan a la película una carga emocional y dramática que trasciende el simple thriller. A su lado, un reparto de secundarios excepcionales, muchos de ellos actores que luego encontrarían mayor visibilidad en producciones como Los Serrano o Aquí no hay quien viva, enriquece la trama con una notable diversidad de matices, dotando a sus personajes de una extraña humanidad que, lejos de resultar inverosímil, se torna inquietante.
La dirección de Álex de la Iglesia, fiel a su estilo inconfundible, imprime a la película un ritmo vertiginoso que nunca decae, haciendo que cada giro de la trama se convierta en una revelación incómoda. La atmósfera de agobio, provocada por la imposibilidad de escapar del edificio, se complementa con una crítica mordaz a la hipocresía social y la avaricia humana. Aunque El día de la bestia sigue siendo su obra maestra más completa, La comunidad se mantiene como una pieza cinematográfica de gran calidad y complejidad, que demuestra la capacidad del director para abordar temas oscuros con un inconfundible sentido del humor y una estética visualmente exuberante.
En definitiva, La comunidad es un retrato inquietante y mordaz de la naturaleza humana, que, bajo su fachada de comedia negra, esconde una reflexión profunda sobre el egoísmo y la deshumanización. Una película que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión.
La interpretación de Carmen Maura es, una vez más, sublime. Su personaje, Julia, encarna la desesperación y el ingenio con una sutileza y profundidad que otorgan a la película una carga emocional y dramática que trasciende el simple thriller. A su lado, un reparto de secundarios excepcionales, muchos de ellos actores que luego encontrarían mayor visibilidad en producciones como Los Serrano o Aquí no hay quien viva, enriquece la trama con una notable diversidad de matices, dotando a sus personajes de una extraña humanidad que, lejos de resultar inverosímil, se torna inquietante.
La dirección de Álex de la Iglesia, fiel a su estilo inconfundible, imprime a la película un ritmo vertiginoso que nunca decae, haciendo que cada giro de la trama se convierta en una revelación incómoda. La atmósfera de agobio, provocada por la imposibilidad de escapar del edificio, se complementa con una crítica mordaz a la hipocresía social y la avaricia humana. Aunque El día de la bestia sigue siendo su obra maestra más completa, La comunidad se mantiene como una pieza cinematográfica de gran calidad y complejidad, que demuestra la capacidad del director para abordar temas oscuros con un inconfundible sentido del humor y una estética visualmente exuberante.
En definitiva, La comunidad es un retrato inquietante y mordaz de la naturaleza humana, que, bajo su fachada de comedia negra, esconde una reflexión profunda sobre el egoísmo y la deshumanización. Una película que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión.
9
30 de diciembre de 2024
30 de diciembre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El día de la bestia (1995), obra maestra dirigida por Álex de la Iglesia, se erige como un hito cinematográfico que transforma el paisaje del cine español de su época. El guion, meticulosamente estructurado y cargado de un ritmo imparable, mantiene al espectador cautivo a lo largo de su metraje, con una tensión creciente que nunca da respiro. Su trama, fascinante y provocadora, ofrece una reflexión profunda y se dirige con especial acierto a las sensibilidades de quienes, como nosotros, formamos parte de una generación que experimentó un cambio cultural radical.
Las interpretaciones son, por su parte, memorables. Álex Angulo, en el papel de un sacerdote atrapado en la lucha contra el apocalipsis, logra una interpretación de una complejidad emocional que otorga profundidad a un personaje que, a primera vista, podría parecer convencional. Junto a él, Santiago Segura, encarnando a un individuo excéntrico y malogrado, aporta una energía desbordante que contrasta con la oscuridad de la trama, ofreciendo momentos de humor mordaz que sirven de contrapunto a la angustia latente en la narrativa.
Lo que distingue a El día de la bestia es, en última instancia, su frescura y audacia. En una época en la que el cine español parecía inclinado hacia el sensacionalismo superficial y la explotación del cuerpo femenino como reclamo, Álex de la Iglesia rompe con las convenciones al centrarse en una historia que, sin abandonar el género fantástico, se sumerge en los vericuetos de lo que realmente importa: la profundidad de los personajes, la riqueza de la trama y la crítica implícita a la sociedad de su tiempo. Esta es una obra que no solo busca el entretenimiento, sino que aspira a provocar una reflexión en su público, alcanzando a todos, sin claudicar ante la tentación de apelar a lo fácil.
El día de la bestia representa un punto de inflexión en el cine español. No solo renovó las formas narrativas y visuales, sino que también marcó una ruptura con una tradición cineasta en la que primaba la superficialidad y el oportunismo. Con esta película, De la Iglesia abrió un nuevo camino, que no solo revitalizó el cine fantástico y de terror, sino que también demostró que era posible ofrecer un cine popular de calidad, con sustancia y sin concesiones.
Las interpretaciones son, por su parte, memorables. Álex Angulo, en el papel de un sacerdote atrapado en la lucha contra el apocalipsis, logra una interpretación de una complejidad emocional que otorga profundidad a un personaje que, a primera vista, podría parecer convencional. Junto a él, Santiago Segura, encarnando a un individuo excéntrico y malogrado, aporta una energía desbordante que contrasta con la oscuridad de la trama, ofreciendo momentos de humor mordaz que sirven de contrapunto a la angustia latente en la narrativa.
Lo que distingue a El día de la bestia es, en última instancia, su frescura y audacia. En una época en la que el cine español parecía inclinado hacia el sensacionalismo superficial y la explotación del cuerpo femenino como reclamo, Álex de la Iglesia rompe con las convenciones al centrarse en una historia que, sin abandonar el género fantástico, se sumerge en los vericuetos de lo que realmente importa: la profundidad de los personajes, la riqueza de la trama y la crítica implícita a la sociedad de su tiempo. Esta es una obra que no solo busca el entretenimiento, sino que aspira a provocar una reflexión en su público, alcanzando a todos, sin claudicar ante la tentación de apelar a lo fácil.
El día de la bestia representa un punto de inflexión en el cine español. No solo renovó las formas narrativas y visuales, sino que también marcó una ruptura con una tradición cineasta en la que primaba la superficialidad y el oportunismo. Con esta película, De la Iglesia abrió un nuevo camino, que no solo revitalizó el cine fantástico y de terror, sino que también demostró que era posible ofrecer un cine popular de calidad, con sustancia y sin concesiones.
Documental

6,4
997
1
29 de diciembre de 2024
29 de diciembre de 2024
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi mayor decepción con "Marisol, llámame Pepa" es haberme dejado engañar, sabiendo de lo que venimos. Prometía una exploración fascinante sobre una figura icónica, pero lo que entrega es un ejemplo más de cómo una gran historia puede ser arruinada por una dirección mediocre.
En lugar de profundizar en la complejidad de Marisol, la directora parece más interesada en llenar el metraje con testimonios de mujeres que no aportan nada relevante. Sus intervenciones se reducen a reflexiones egocéntricas del tipo "porque yo" o "porque a mí", repitiéndose hasta el tedio sin ofrecer ni un solo dato que enriquezca el relato.
La obsesión por cumplir con una cuota de género es evidente, pero el resultado no tiene calidad ni profundidad. Es un desfile de comentarios vacíos, sin análisis ni contexto, que deslucen cualquier intento de homenaje a una figura tan poderosa.
Lo más indignante es cómo se desaprovecha la oportunidad de redescubrir a Marisol bajo una lente comprometida y bien trabajada. En manos más hábiles, este documental podría haber sido extraordinario. Pero aquí no queda más que una obra plana y olvidable, víctima de una mediocridad imperdonable.
En lugar de profundizar en la complejidad de Marisol, la directora parece más interesada en llenar el metraje con testimonios de mujeres que no aportan nada relevante. Sus intervenciones se reducen a reflexiones egocéntricas del tipo "porque yo" o "porque a mí", repitiéndose hasta el tedio sin ofrecer ni un solo dato que enriquezca el relato.
La obsesión por cumplir con una cuota de género es evidente, pero el resultado no tiene calidad ni profundidad. Es un desfile de comentarios vacíos, sin análisis ni contexto, que deslucen cualquier intento de homenaje a una figura tan poderosa.
Lo más indignante es cómo se desaprovecha la oportunidad de redescubrir a Marisol bajo una lente comprometida y bien trabajada. En manos más hábiles, este documental podría haber sido extraordinario. Pero aquí no queda más que una obra plana y olvidable, víctima de una mediocridad imperdonable.

6,8
17.607
8
29 de diciembre de 2024
29 de diciembre de 2024
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva versión de Nosferatu (2024), bajo la dirección de Robert Eggers, se erige como un ejercicio visualmente deslumbrante que homenajea al clásico de 1922. La fotografía destaca por su maestría, creando una atmósfera gótica y expresionista que envuelve al espectador y captura la esencia del terror primigenio.
Las interpretaciones son destacables, especialmente la de Bill Skarsgård como el enigmático Conde Orlok y Lily-Rose Depp como Ellen, aunque adolecen de una mayor profundidad en el desarrollo de sus personajes. Esta carencia limita la conexión emocional y narrativa que podría haber elevado aún más la obra.
El diseño del monstruo, si bien respetuoso con la iconografía del original, podría haber sido más audaz en su reinterpretación. El maquillaje y ciertos detalles, como el bigote, restan impacto al personaje y le privan de la gravitas que cabría esperar en una figura tan icónica.
La película, sin embargo, despliega momentos de gran fuerza visual y narrativa, logrando evocar la esencia del terror clásico en varias secuencias memorables. Aunque se perciben algunos altibajos emocionales, la obra consigue mantenerse como una experiencia cinematográfica notable.
En conjunto, Nosferatu (2024) es un esfuerzo digno, que si bien no está exento de críticas, ofrece una experiencia estética y atmosférica que rinde tributo a su predecesora y merece ser apreciada por los amantes del cine de terror.
Las interpretaciones son destacables, especialmente la de Bill Skarsgård como el enigmático Conde Orlok y Lily-Rose Depp como Ellen, aunque adolecen de una mayor profundidad en el desarrollo de sus personajes. Esta carencia limita la conexión emocional y narrativa que podría haber elevado aún más la obra.
El diseño del monstruo, si bien respetuoso con la iconografía del original, podría haber sido más audaz en su reinterpretación. El maquillaje y ciertos detalles, como el bigote, restan impacto al personaje y le privan de la gravitas que cabría esperar en una figura tan icónica.
La película, sin embargo, despliega momentos de gran fuerza visual y narrativa, logrando evocar la esencia del terror clásico en varias secuencias memorables. Aunque se perciben algunos altibajos emocionales, la obra consigue mantenerse como una experiencia cinematográfica notable.
En conjunto, Nosferatu (2024) es un esfuerzo digno, que si bien no está exento de críticas, ofrece una experiencia estética y atmosférica que rinde tributo a su predecesora y merece ser apreciada por los amantes del cine de terror.

7,2
34.332
4
23 de marzo de 2025
23 de marzo de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprende que Pobres criaturas haya arrasado en premios cuando su historia, lejos de resultar fascinante, se vuelve tediosa y reiterativa. Aunque visualmente es una propuesta ambiciosa, con una dirección de arte y una fotografía que buscan impresionar, la película se apoya demasiado en su estética sin ofrecer una narrativa que realmente justifique su metraje.
El mayor problema es Bella Baxter, un personaje que no solo resulta desagradable, sino que es uno de los protagonistas más odiosos que he visto en el cine. Su evolución no se siente natural ni interesante, sino como una sucesión de situaciones cada vez más grotescas que buscan epatar sin un verdadero desarrollo de fondo. Que alguien haya podido interpretarla como un símbolo feminista es, cuanto menos, cuestionable, porque la película no ofrece un discurso claro en ese sentido. De hecho, en lugar de representar una emancipación femenina significativa, podría incluso estar caricaturizando el comportamiento femenino, exagerando ciertos rasgos hasta el punto de hacerlos ridículos.
Técnicamente impecable, sí, pero el vacío de su contenido y su incapacidad para generar verdadera emoción hacen que su éxito sea difícil de entender.
El mayor problema es Bella Baxter, un personaje que no solo resulta desagradable, sino que es uno de los protagonistas más odiosos que he visto en el cine. Su evolución no se siente natural ni interesante, sino como una sucesión de situaciones cada vez más grotescas que buscan epatar sin un verdadero desarrollo de fondo. Que alguien haya podido interpretarla como un símbolo feminista es, cuanto menos, cuestionable, porque la película no ofrece un discurso claro en ese sentido. De hecho, en lugar de representar una emancipación femenina significativa, podría incluso estar caricaturizando el comportamiento femenino, exagerando ciertos rasgos hasta el punto de hacerlos ridículos.
Técnicamente impecable, sí, pero el vacío de su contenido y su incapacidad para generar verdadera emoción hacen que su éxito sea difícil de entender.
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