El punto a destacar de este film primerizo de Truffaut es lo natural que resulta todo, a pesar de lo irreal e incluso absurdo de las situaciones que se presentan. En ocasiones la acción se detiene o se suspende unos instantes para mostrar algún aspecto que carece de importancia pero adorna estéticamente el conjunto, o se producen pequeños saltos temporales (o no tan pequeños) que creo pretenden aligerar la narración, o deliberados agujeros en el guión y sin embargo el conjunto funciona.

Con un guión sin aspavientos ni excentricidades también se pueden lograr buenas películas. Debra Granik (con lo que parece una obsesión personal por los huesos), construye una película local e íntima. Se apoya en personajes de caracter para mostrar un retazo de la vida rural en una pequeña comunidad americana. Extrapola conflictos generales de las grandes urbes (codicia, miedo, indefensión) a un núcleo aislado rodeado de naturaleza, lo que intensifica la sensación de amenaza. Cuando llega el final, la historia cierra sin más, como suele pasar en la cotidianidad de una vida aislada.

Para que una película sea novedosa debe contener elementos que lo sean en sí mismos, o que, aún sin serlo, estén dispuestos con cierta originalidad. En "The loved ones" no encuentro nada de esto; el género está tan trillado, y los films se repiten tanto, que en cuanto alguien no hace una basura de terror adolescente, por el llamado efecto rebote, inmediatamente encuentra apoyo en toda una manada de cinéfagos hambrientos hartos de casquería barata e insípida. Y no es que ésta sepa bien, sólo es admisible por comparación. Los primeros bocados engañan, y cuando la tienes a medio digerir descubres que no deja de ser comida basura, pero al menos llena el estómago y no produce acidez.

Una cinta modesta pero interesante en la que con tres personajes se articula una trama que cierra de forma muy competente. Da la sensación que el director se siente cómodo con esa fórmula, que le asusta abrir el campo de visión y mostrar lo que sucede al rededor. Se puede pensar que no es necesario, y tal vez sea cierto, pero da demasiado énfasis a ciertos aspectos por los que luego pasa casi tímidamente, de puntillas. En cualquier caso, el resultado es suficientemente bueno como para prestar cierta atención al amigo J Blakeson y ver por donde nos sale la próxima.

Sólo por la acertadísima banda sonora la cinta ya merece un notable. Si a esto sumamos un gran guión, unas notables interpretaciones, y un manejo excelso de las casi esotéricas artes del buen cine, obtenemos una historia redonda (tal vez sólo jaspeada con un par de manchas totalmente obviables) que te atrapa en el minuto uno y no te suelta hasta el último plano.
Encuentro acertadísima (nuevamente) la elección de Mia Farrow para el papel de la entrañable y vapuleada Rosemary, y desacertadísimo el título que eligieron para su difusión en España.