Hay películas americanas que se complacen en presentar a unos personajes descerebrados y que se hacen odiosos por su gilipollez. Esta es una de ellas.

Todo el argumento resulta completamente vacío y lento. Cuando ya empiezas a entrever por dónde van los tiros, resulta que lo mejor que puedes hacer es apagar el televisor para no seguir viendo tanta violencia sin sentido.

Desde el punto de vista fílmico (dirección, actuaciones, montaje, etc.) esta obra es correcta, sin más.

Desde un punto de vista más subjetivo (como entretenimiento para el espectador) esta obra adolece de una mayor profundidad. Los personajes y las situaciones son demasiado tópicos y facilones.

Las películas de fantasmas suelen caer en el tremendismo, mientras que ésta se mantiene en unos niveles aceptables de misterio e intriga. Por eso se ve con interés.

El único inconveniente es que le falta ritmo. Hacia la mitad de la película notas que la acción no avanza, o que avanza demasiado lentamente. Casi parece un tedioso experimento científico más que una narración novelada de fenómenos parapsicológicos.

Por lo demás la dirección, actuaciones, diálogos, etcétera son discretos.

Se trata de una película larga que se desdobla en dos. La primera es de intriga policial y resulta bastante interesante. La segunda es de suspense psicológico y resulta gratuita y tediosa.

Da la impresión de que existen dos guionistas, o uno solo que ha querido yuxtaponer dos borradores que tenía escritos por separado, o un solo guionista que no sabía cómo acabar la primera parte y se enreda en otra segunda un tanto liosa.

Es una pena, porque la trama estaba bien trazada. Los actores convencen, las situaciones parecen reales, el ritmo te mantiene expectante... Sólamente algunas escenas no vienen a cuento porque no añaden nada y más bien sobran.

Realmente la policía neoyorkina debe ser muy estrafalaria por lo que nos suelen contar la mayoría de las películas de este género. En este caso, además de todos los tópicos en uso, los guionistas se han empeñado en acumular sinsentidos que restan cualquier credibilidad a la historia.