La perfección estilística y narrativa de Howard Hawks.

Un espléndido (para variar) John Wayne.

Dean Martin expresando la amargura absoluta.

Bellísima y tristísima música de Dimitri Tiomkin.

La explosivamente sensual Angie Dickinson.

Unos secundarios de auténtico lujo.

Maravillosa fotografía de tonos ocres.

Lirismo, belleza, humor y poesía a partes iguales.

Tan buena que uno tiene la tentación de ponerla a la altura del mejor Ford.

Una sonrisa de felicidad se me dibuja en el rostro con tan solo escribir el título.

Si este no es uno de los mejores westerns que baje Dios y lo vea.

La esencia del oeste, reflejada en una botella de whisky, en un rifle, en un rostro y en una canción: My rifle, my poney and me...

Extraordinaria.

Puro cine.

Pura vida.

Gran western hilvanado a base de varias historias cruzadas, todas ellas con el nexo en común de un rifle que cambia de dueño constantemente, un rifle Winchester 73, "el rifle que conquistó el oeste".

Como bien indica Kick'Em Ars en su crítica, este viaje cíclico del rifle le sirve al guionista para mostrarnos una panorámica de la iconografía propia del western.

Genial James Stewart, como siempre, para esta entretenidísima historia coronada por un intenso tiroteo entre los dos personajes principales, con sorpresa final incluida.

Es difícil escribir una crítica sobre películas como esta. De nada sirve que me ponga yo ahora a explicarte las impresionantes actuaciones de los actores, el espectacular trabajo de fotografía e iluminación, la inquietante banda sonora y la espectacular puesta en escena de esta titánica obra de arte. Las sensaciones que transmite son tan terribles, y el poder de sus imágenes tan magnético y desbordante, que lo mejor que puedes hacer, tú, querido lector de filmaffinity, si no la has visto aún, es conseguirla por cualquier medio posible y verla a la voz de YA.

Me uno a la opinión generalizada al respecto. La escena del tiroteo final es simplemente brutal, un ejemplo de planificación, de realismo, con una edición de sonido tan salvajemente buena que vale la pena ponerse los auriculares a todo volumen y destrozarte el tímpano con cada balazo solo para disfrutarla en su máximo esplendor.

Eso, y la guapísima Anette Bening, hacen de este "Open Range" un western muy digno.

Ah! Se me olvidaba. De no ser por el pasteleo de los veinte últimos minutos, sería el mejor western desde Sin Perdón.

Todo buen cinéfilo sabe lo que es el "raccord". Es la continuidad, la sensación que se transmite al espectador de que la acción tiene continuidad espacial y temporal, de forma que le resulte creíble y realista. Es una de las normas básicas de cualquier producto audiovisual (a no ser que te llames David Lynch). Por eso, choca bastante que uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos, el grandísimo John Ford, se salte esta norma por doquier, en una película que lo tenía todo para convertirse en el mejor western de todos los tiempos.

El 8 va por John Wayne, por Vera Miles, y por ese plano final que como muy bien ha dicho alguien por ahí, es el plano final más bello de la historia.