La reflexión que Haneke nos pretende dejar con el visionado de esta película es uno que eventualmente seguirá formando parte de su filmografía: el tratamiento de la violencia en nuestra sociedad.

Con planos fijos, estética fría y diálogos cerrados, el director sigue explorando una forma de relatar sucesos que es única, sobre todo después de mostrar siempre una escena impactante.

Ópera prima del austríaco Michael Haneke que ya desde sus inicios iba moldeando la que sería una de las bases de su filmografía: la hipocresía de la clase burguesa.

En este caso relata un caso que aparentemente si sucedió, en el que una familia acomodada se despojó de todas sus pertenencias y sin previo aviso se suicidaron. Se van sucediendo escenas cotidianas de la mencionada familia para de alguna forma mostrar el tedio que inunda sus superfluas vidas, en el que podrán tener de todo pero en el fondo sienten que no tienen nada.

Dividida en tres actos, es la parte final la que verdaderamente nos impacta al mostrarnos la ejecución de la decisión final que toman los tres integrantes de esta familia sumida en la más profunda depresión.

Un faro en una isla remota. Dos hombres trabajando y conviviendo en el diario porvenir dentro de un ambiente claustrofóbico. La tormenta se acerca y la pesadilla no ha hecho nada más que empezar.

Solo la he visto una vez, pero creo que la seguiré viendo constantemente por el simple placer de tratar de captar todo el simbolismo que esta obra posee. La cinematografía es absolutamente sublime, casi a la par de las actuaciones de estas dos almas errantes encerradas en un ambiente puramente malsano. De lo más destacado del 2019, sin ninguna duda.

Creo que nunca olvidaré la primera vez que vi esta magnífica ópera prima del joven director Damien Chazelle. Me encandiló de tal manera que me atrevería a decir que Whiplash es mi película preferida de la última década.

Me parece una obra brillante de principio a fin, provoca en el espectador muchas sensaciones que junto a un ritmo vibrante hacen de su visionado una experiencia espectacular.

Obviamente J.K. Simmons se adueña de cada escena en la que aparece, pero también quiero destacar a un sorprendente Miles Teller que resuelve el rol protagonista con mucha solvencia. La dinámica entre ambos personajes es lo que maneja la película ya que van pasando por distintas fases, y es lo que eventualmente permite que ambos vayan desarrollando una obsesión por conseguir la mayor perfección posible.

Podría seguir enumerando las múltiples virtudes que posee este film pero simplemente voy a decir que esta película es una genialidad de las que ya no se encuentra tan habitualmente.

Valoro positivamente el intento de Darren Aronofsky de ofrecer algo original en lo que sería su primer largometraje, pero es que a medida que avanza la trama se va haciendo todo cada vez menos comprensible.

Con una estética videoclipera en un blanco y negro bastante caótico, se plantean temáticas muy interesantes que en mi opinión van perdiendo fuelle hasta desembocar en un final un tanto esquizofrénico.