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Críticas de Palomitasconchoco
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Críticas 445
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
1 de diciembre de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tienes escrúpulos, si aún queda dentro de ti algo de corazón, si aún eres capaz de temblar de indignación ante las injusticias, Techo y comida dejará un poquito de su esencia en tu interior. Porque el drama de esta mujer señalando una situación que viven cientos de familias en un país descosido por la crisis, es uno de los trabajos más honestos, concienciados y directos que el cine español ha logrado en los últimos años.

El argumento es el que cientos de veces hemos visto en los informativos, el de la herida social que la burbuja inmobiliaria ha dejado tras de sí. Una mujer joven, madre soltera, se enfrenta al paro, a la desesperación y a una amenaza de desahucio. Ella luchará desesperadamente por revertir una situación cada vez más complicada y esa es en esencia la historia que nos relata Techo y comida, la lucha de un ser humano por lograr la dignidad.
El hecho de que Techo y Comida tenga ese efecto tan devastador sobre las conciencias, se debe principalmente a dos factores, un guión sutil y sobresaliente y una actuación prodigiosa de una Natalia de Molina que simplemente se sale.
La historia de Techo y comida es una progresiva bajada a los infiernos de un personaje luchador y bueno en esencia al que las circunstancias empujan al abismo. Rocío, madre soltera en paro intenta sostener su vida y la de su hijo en circunstancias dramáticas que poco a poco van empeorando. El guión hilvana este descenso con sutileza, con una coherencia y un realismo tal que marcan el agudo retrato de las víctimas colaterales de la crisis. Cada escalón que se baja parace lógico e irremediable, la sensación de impotencia te abraza cada vez más conforme avanza la película. Además, la historia de Rocío y su hijo está salpicada de pequeños detalles entrañables, de muestras simbólicas de cómo avanza la sociedad mientras otros se quedan al margen, que dan lugar a la reflexión y a tener al menos una mirada de consternación ante hechos descritos de una forma tan realista.
El otro punto fuerte de la película es la magistral actuación de Natalia de Molina, demacrada hasta los poros por la pobreza y que en las escenas de lucha y desesperación es elevada a unos niveles interpretativos prodigiosos. Al menos merecería estar desde ya entre las candidata finales al Goya a la mejor actriz ya que borda y transmite una emoción que le dan el empujón final que necesita la película para hacerse grande ante los ojos del espectador. Natalia de Molina ya recogió el galardón a mejor actriz en el Festival de Málaga y en el Festival de Cine Indie de Albacete (Abycine) y a buen seguro que le quedan un buen puñado de estatuillas por recoger tras una interpretación sobresaliente.

Acompañan bien los actores secundarios de la trama que, eso sí, dejan casi todo el protagonismo a Rocío, ya que la cinta elude las tramas secundarias y deja la participación de otros personajes en meramente testimoniales.
Si algo se le puede achacar a la cinta es su compromiso. Hay ideología en cada segundo de metraje, hay un claro viraje hacia la Izquierda pero ¿Acaso hay otra manera de afrontar un tema tan delicado y vergonzoso como este? La frase final con la que acaba la película lo dice todo: ¿A ti quién te rescata?

http://www.viveiberoamerica.com/techo-y-comida-y-a-ti-quien-te-rescata/
@Iberoamericavi
Palomitasconchoco
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7
30 de noviembre de 2015
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Ocurrió un 11 de agosto de 1984. En el pueblo pesquero de Isla Cristina aún se recuerda la tragedia. Para muchos lugareños el naufragio del Islamar Tercero es, más de tres décadas después, un tema tabú, para otros, el silencio que se guardó durante tanto tiempo debe dejar paso a la memoria, elevar los recuerdos y homenajear a las 26 víctimas que perecieron en aquella tragedia marítima.

Eso es lo que debió pensar Fernando Arroyo para rescatar esta historia de las profundidades del olvido, una historia de héroes y víctimas, de dolor y consternación, una historia que resultó ser la primera gran tragedia marítima cubierta por los medios de comunicación de todo el país y que ocupó portadas e informativos durante días, una historia con 26 muertos y sólo cuatro cadáveres rescatados, una historia en la que sólo dos personas sobrevivieron al naufragio. Hoy día uno de ellos, José Martín, todavía está vivo y lúcido como para recordar su odisea y quiso participar en este documental en el que se recuerda con precisión los sucesos acaecidos en aquel verano de 1984.

Así nació este documental honesto, respetuoso y sencillo para el que hubo bastantes dificultades. Durante la rueda de prensa de su presentación mundial en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, su director, Fernando Arroyo, confesaba que “para muchos era un tema que no se debía tocar, seguía siendo un tabú y no todos quisieron colaborar” de hecho, en los primeros días “nadie quería hablar con nosotros ni para darnos la hora”. Pero poco a poco fueron surgiendo los testimonios, el más importante de ellos el de José Martín y también el de algunas de las viudas que perdieron a su maridos en el mar y que aceptaron sacar a flote ese dolor aletargado por el tiempo.

La crónica periodística también tuvo un interés inusitado en la época. El documental cuenta con el testimonio de tres periodistas que participaron activamente en la crónica negra de aquellos días. Rafael Terán para Radio Nacional de España (RNE), José Luis Manfredi para Canal Sur y la hoy escritora Rosa Montero, que por aquel entonces fue la encargada de informar de la tragedia para el diario El País.

Si hay algo que los tres periodistas recuerdan es “la catarsis colectiva” los gritos de dolor por las calles que Rosa Montero describía como “alaridos”. Durante días una nigérrima sombra se cernió sobre toda la población, un dolor compartido cuyo recuerdo nunca se ha ido del todo.

Algunas de las imágenes y sonidos de radio rescatados para este documental son realmente escalofriantes, el desconsuelo de las mujeres esperando noticias de sus maridos es realmente esclarecedor de la capacidad de sufrimiento del ser humano. Es muy difícil no acongojarse al escucharlos en la película.

En cuanto a la estructura narrativa del documental, Fernando Arroyo apuesta por lo más sencillo para encontrar una respuesta muy efectiva. No hay narrador salvo en los primeros minutos de introducción, el resto de la historia la cuentan los propios protagonistas, algunos en imágenes de archivo, otros en un plató de motivos pesqueros preparado recibir la voz de los que vivieron el suceso en primera persona.

Sin la pretensión de buscar respuestas, sin la idea de buscar culpables, Islamar Tercero: Herida Abierta trae a flote una dura historia con honestidad y sencillez en un documental que resulta emotivo y valiente. Todo un acierto que ya despertó un inusitado interés consiguieron que no hubiera butacas libres en los dos pases en los que se exhibió dentro del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.

http://www.viveiberoamerica.com/islamar-tercero-herida-abierto/
@iberoamericavi
Palomitasconchoco
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6
30 de noviembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine vanguardista con un marcado carácter independiente es la propuesta que Jorge Forero hace en su película Violencia, una cinta sobre el mundo de las guerrillas en Colombia, el tráfico de drogas o la actividad paramilitar, en la que el director deja todo el protagonismo a la cámara. Rodada en apenas 17 días entre un grupo de amigos, su descarnada visión sobre el problema colombiano, ya empieza a recorrer el mundo.

En Violencia veremos tres historias diferentes en la que todo se desarrolla de una forma muy natural. Se sacrifica el guión en nombre del realismo, de lo que sucede, por lo que no te encontrarás ni grandes diálogos ni escenas de acción que pongan sangre a esa violencia que da título a la película. Muy al contrario, la violencia real, aunque aparece fulgurante en determinadas escenas de la película, no se reivindica ni se gusta, no se detiene en charcos de sangre o enfoca los rostros destrozados. La violencia, y ese es en mi opinión el gran logro del filme, subyace en todo el metraje, se adivina escondido y cuando salta a la luz, lo hace con naturalidad, como el efecto secundario e inevitable de una enfermedad social que asola a Colombia.

La cámara que pone Jorge Forero no llama la atención, parece que se paseara por las escenas, recoge con cierta distancia lo que ocurre, como si de un documental se tratase, dando rostro a la violencia sin artificios, con total naturalidad y sin remarcar los elementos dramáticos. El realismo que consigue Forero es otro de los grandes logros de esta cinta que en apenas algunas pinceladas y con un bajo presupuesto consigue dibujar todo el complejo entramado en el que se gesta la violencia en un país como Colombia.

Las tres historias tendrán tres actores protagonistas, Rodrigo Vélez, Nelson Camayo y David Aldana. No interpretarán a personajes propiamente dichos sino a arquetipos de las víctimas y ejecutores de la violencia, no encontraremos demasiados matices, porque ni la cámara se implica ni obtendremos mucha información a través de los escasos diálogos. No lo necesitaremos tampoco, la película señala la crudeza, la violencia es la protagonista, su esencia social, por lo que sus víctimas o ejecutores poco importan.

Destaca sin embargo la actuación de Rodrigo Vélez interpretando a un secuestrado por la guerrilla, durante su parte de la historia, la primera de las tres que ofrece el filme, conseguirá angustiar con su dolor desaforado y todo ello, sin pronunciar una sola palabra durante toda su interpretación. Su rostro, será capaz de decirlo todo.

De brillante hay que calificar el trabajo de iluminación de la película. Los pasos de una historia a otra se hacen de hecho del fundido al negro a la iluminación lenta y progresiva en un manejo de la luz con intención narrativa realmente sobresaliente. Las escenas nocturnas prescinden aparentemente de elementos artificiales y son las linternas, las fogatas, o los faros de un coche los que ponen el haz sobre los personajes, con bellos juegos de sombra que aportan simbolismo a la historia y participan del estado de ánimo de los personajes.

Lo negativo es que realmente se puede hacer algo dura de ver para el espectador medio. Como ya hemos señalado, durante los primeros 25 minutos de filme no escucharemos una sola palabra lo que lastra un poco las acciones. La cámara tampoco se implicará demasiado, planos largos para recoger una realidad alejada, no habrá juegos de imágenes ni cambios en el enfoque, todo se desarrolla casi como si un observador estuviera allí sin más y no se atreviera acercarse.

Pese a que solo dura 78 minutos la película puede llegar a hacerse larga, no hay mucha acción ni un trabajo de montaje que la haga más asequible al público. Su realismo se desborda tanto que no todo el mundo querrá verla pese a que su concepto y ejecución es una interesante muestra de vanguardia.

Así lo reflejan las primeras presencias internacionales de Violencia que, en Berlín participó en la sección Forum del Festival internacional, dedicada a la vanguardia y en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, lo hizo en la sección Rábida, enfocada hacia el cine independiente y en el que ganó la Carabela de Plata a la mejor película de esta sección.

http://www.viveiberoamerica.com/el-rostro-cotidiano-de-la-violencia/
@iberoamericavi
Palomitasconchoco
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4
29 de noviembre de 2015
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carga es una cinta de carácter histórico ambientada en el siglo XVI que cuenta una historia de rebelión indígena contra el poder español en forma de una curiosa road movie.
La carga se sitúa en 1547 cuando Francisco Tenamaztle (personaje histórica real que defendió a los indígenas de la opresión española) va a ser ejecutado injustamente por la corona española, sólo un testimonio, el de una refinada dama española interpretada por María Valverde, podrá salvarle la vida en el juicio.
La propia María Valverde será La carga en esta película en el que un indio tememe la transportará a su espalda en busca de un barco que la lleve con seguridad hasta el viejo mundo para poder declarar en el juicio. Mientras, otros tratan de buscarla y retenerla para que no lo haga.
La historia, con sus alicientes de persecución, amor, conspiraciones, damiselas engalanadas e indios musculados, fue muy del agrado de los onubenses que le otorgaron el premio del público con sus votaciones después de cada proyección.
Sin embargo, esta Road Movie con la joven Valverde a cuestas de un fornido Horacio García-Rojas, no pasa la criba de una crítica más audaz. Guión simplificado y basado en clichés, personajes estereotipados, acciones forzadas buscando el efectismo y la complicidad con el público, amén de unas interpretaciones volátiles y poco convincentes como los personajes a los que pretenden honrar, convierten a la carga en la que probablemente haya sido la peor película de las 10 de la sección oficial del Festival de Cine Iberoamericano.
A la coproducción México-hispana le queda el consuelo de buscar la taquilla para lo cual cuenta con el tirón de una María Valverde que aunque no está en su mejor papel, luce belleza en pantalla y se mantiene así como una de las actrices con más proyección del panorama interpretativo español.
Si hay algo que se salva en la película, nuevamente es la ambientación. Trajes de época muy bien adaptados, poblados indígenas infestos, centros palaciegos muestras del poder español que se levantan como símbolo del colonialismo… Al menos, parece que estos detalles si están cuidados en una cinta que trata de poner el siglo XVI americano en la mente del espectador. La imbricación de la historia con personajes reales como el mencionado guerrero indígena Francisco Tenamatzle o Fray Bartolomé de la casas, también sirven para tratar de dar credibilidad y sentido común a la historia y acercar las aventuras de esta singular pareja en su travesía por los páramos americanos.
Incluso, el guiño de respetar el idioma náthuatl en algunas escenas entre los indios, es un detalle a agradecer para ahondar en la verosimilitud de una historia que, necesita de estos trucos para tener un desarrollo más acorde a la lógica.

http://www.viveiberoamerica.com/la-carga-road-movie-a-cuestas/
@iberoamericavi
Palomitasconchoco
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7
29 de noviembre de 2015
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La casa más grande del mundo ha sido una de las grandes sorpresas del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Esta coproducción entre Guatemala y México dirigida a dúo por las féminas Ana V. Bojórquez y Lucía Carreras es una historia sencilla en su esencia pero enorme en su concepción y simbolismo. A modo de las pequeñas producciones que catapultaron a la fama al cine iraní durante años, La casa más grande del mundo acoge una trama simple y de arraigo sentimental, sin grandes giros ni artificios, pero que van mucho más allá de lo que se cuenta en los fotogramas. El concepto de menos es más se hace realidad en esta cinta minimalista, pero potente.
Rocío es una niña Maya que tendrá que crecer de golpe. Su madre está en un avanzado estado de gestación y su abuela es muy mayor por lo que será ella la que tendrá que hacerse cargo del pequeño rebaño de ovejas con el que subsisten. Este paso de la niñez a la madurez en un solo día debido a pequeñas vicisitudes que le ocurren tanto con las ovejas como con algunos de los habitantes del entorno, son los únicos ingredientes que necesita La casa más grande del mundo para hacerse un hueco en el corazón del espectador.
Su humilde guión es una oda a la reflexión sobre los sueños de la niñez, la toma de responsabilidad, la desaparición de las culturas y modos de vida autóctonos, la fragilidad del miedo y sobre todo, es una película que sabe poner en valor las cosas importantes de la vida. Todo ello cabe en un frasco minúsculo de 76 minutos, hecho con corazón, con diálogos cargados de sinceridad y con la actuación de unos niños que evocan todos los valores que se quieren transmitir en la película.
La fuerza de La casa más grande del mundo radica también en su escenario. Su poderosísima fotografía fue premiada por el jurado oficial del Festival de cine Iberoamericano de Huelva. Y es que las tomas del altiplano guatemalteco, casi en su frontera con México, son de las que quitan el aliento. Ver a los niños pasear por encima de las nubes o rodear montañas y valles erosionados por el frío y el viento, dejan un halo especial a la película que pone la guinda para hacer de La casa más grande del mundo una cinta muy recomendable.

Ana J. Bojórquez, concibió la película en su Guatemala natal, simplemente hablando con la gente, con los habitantes locales del altiplano que en su mayoría se dedican al pastoreo por las condiciones climáticas de la zona. Sólo así escribió un guión y se lanzó en busca de la financiación tarea que le llevaría cinco años de su vida y que encontraría en México junto a la más experimentada Lucía Carreras.
Antes de llegar al Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, la cinta ha pasado por el Festival de Morelia (México) y por el de Berlín. Ahora, además de recibir los aplausos del público ha encontrado el reconocimiento de un jurado que ha destacado su fotografía y al que además le ha dado el premio especial del jurado, como película destacada del certamen. Un reconocimiento al cine de autor, pequeño y sin pretensiones pero que tiene el corazón más grande de lo que representa su presupuesto.

http://www.viveiberoamerica.com/la-casa-mas-grande-del-mundo/
@iberoamericavi
Palomitasconchoco
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