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España España · Barcelona
Críticas de David MS
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Críticas 603
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
27 de mayo de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blade Runner Meets Alien (Blade Runner se reúne con Alien), con esta frase se atrevieron a vender en su momento, allá por 1992, a Segundo Sangriento. Se trata de una modesta serie B británica dirigida por el desconocido Tony Maylam, y protagonizada por un reparto con caras algo más conocidas: Rutger Hauer (de ahí la conexión con Blade Runner), Kim Catrall (Sexo en Nueva York), Pete Postlehwaite (1946-2011, Sospechosos Habituales), Neil Duncan y el músico Ian Dury (1942-2000).

2008, en una Londres inundada por las lluvias e infestada de ratas, es el desolador marco en el que sucede Segundo Sangriento. Dos policías (Hauer y Duncan) investigan los crímenes cometidos por un asesino que arranca el corazón a las víctimas, y que para más señas resulta ser un extraterrestre (ésta la conexión con Alien). El bicho tiene una conexión telepática con uno de los dos policías, debido a un incidente en el que este último perdió a su anterior compañero -por cierto, se trata de Hauer, que para algo es el famoso de los dos polis-.

Combinación de psycho-thriller con ciencia ficción futurista, Segundo Sangriento se queda a medias en su intento por tratar de ser una película pasarratos, una de esas que te pones a ver sin buscar nada más que lo que dice la misma expresión que da nombre al combinado de frutos secos de Churruca, pasar el rato. Se puede ver pero el aburrimiento rápido asoma por el ecuador de la cinta. Su mayor logro, que no escatima en violencia, y los convincentes decorados y exteriores donde rodaron, encajando con el futuro que trata de vender,

Lo malo viene de lo precario del dinero que disponían, de los ochenta y pocos minutos que dura solo aparece el villano en cinco de ellos, los últimos -algo cutre el traje por cierto-. Hasta llegar ahí, un par de rácanos tiroteos contra un villano que no se ve, y un Rutger Hauer pasado de peso y aún mucho más pasado de revoluciones, teniendo conversaciones de risa con su compañero pesado, y cuando no, con una Kim Catrall que desfila por aquí sin mucho entusiasmo aunque enseñe los pechotes.
David MS
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7
22 de mayo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarenta años cumple en 2014 Yakuza, película de Sidney Pollack (1934-2008) surgida de una historia de Leonard Schrader plasmada en guion por los prestigiosos Paul Schrader (Taxi Driver) y Robert Towne (Chinatown). Se trata de un thriller ambientado en Japón con reparto del propio país. Las excepciones son la estrella de la película, Robert Mitchum (1917-1997), Brian Keith (1921-1997) y Richard Jordan (1937-1993, La Fuga de Logan). De los actores japoneses el más conocido es Ken Takakura, visto en el Black Rain (1989) de Ridley Scott.

El detective retirado Harry Kilman (Mitchum) viaja a Japón para tratar de liberar a la hija de su mejor amigo (Keith), secuestrada por una peligrosa banda mafiosa japonesa, los Yakuza del título. Asimismo, el propio Kilman pide ayuda para ello a un japonés (Takakura) que le debe un favor -en plena guerra, Kilman se hizo cargo de la hermana del japonés, que al volver prohibió la relación entre ambos-.

Los trescientos mil dólares que se pagaron por el guion de Yakuza fueron la mayor cantidad pagada en el momento por un libreto para trasladarlo a la gran pantalla. Hay que decir que tal cantidad fue bien invertida porque el guion de Yakuza es impecable. El retrato de cada personaje, la justificación de cada acción que comete cada uno de ellos, sus diálogos y la historia, que bien encaja en el thriller con sustancia que se hacía en los setenta, y en el que Sidney Pollack ya bordó alguna otra gran película (Los Tres Días del Cóndor).

Pollack es un gran director, tampoco hace falta que lo diga yo, lo demuestra con su prolífica carrera. Comedido en los momentos más dramáticos, intimistas y con muchos silencios; especialmente acertado cuando la trama gira sobre la relación entre Mitchum y Takakura, con una conexión especial pese a lo introspectivo de los caracteres, sirviendo ambos protagonistas para mostrar la cultura japonesa yakuza, sus maneras de obrar, sus códigos honor, el respeto... bueno, lo que uno espera encontrar con una película que se llama Yakuza.

Lo mejor de la película y lo que más contenta es su tercer acto, que a buen seguro debió mirarse Tarantino cuando realizó su díptico Kill Bill, duelos a katana y escopetazos por parte de la pareja protagónica contra una casa repleta con 30 yakuzas, una media hora final épica y muy visceral, todo muy violento pero muy artístico -las poses, los movimientos-.

Otros aspectos a destacar: la dirección de fotografía, que se aprovecha de una Japón que empezaba a ser moderna. Y escenas como el epílogo, de lo mejorcito.

Otras películas a las que puede recordar: a Kill Bill por su clímax, y las también posteriores Black Rain y Lobezno Inmortal -ésta más o menos cuenta lo mismo, pasándolo por el filtro Marvel-.
David MS
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5
22 de mayo de 2014
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito de Contacto Sangriento (1988) por lo menos en formato doméstico convirtió a su actor principal en estrella de las artes marciales, Jean-Claude Van Damme. La misma productora de esta peli, la Cannon Group, quiso aprovechar el filón y producir un par de vehículos de acción más para el actor belga; llegaron en 1989, la recordada Kickboxer y la olvidada Cyborg. Cyborg está dirigida Albert Pyun, experto en cine de acción de muy bajo presupuesto, ejemplos son la primera versión del Capitán América (1990), Némesis (1992) y unas cuantas secuelas de Kickboxer -ya sin JCVD-.

No menciono a los secundarios de Cyborg, porque a duras penas merecen ser llamado actores casi todos ellos, y lo mismo pasa con el guion -escrito por vete a saber quién-. De que va Cyborg: la venganza de Gibson Rickenbacker (JCVD) contra la banda que mató a su familia, todo esto de camino a Atlanta, lugar en el que se encuentra la cura para la peste que ha dejado al mundo en una situación apocalíptica.

Cuando era crío me flipó Contacto Sangriento -como a muchos-, de ahí que cada nueva producción con Van Damme la esperase con ganas. Una que me dejó frío es Cyborg, una serie B que reciclaba ideas vistas en el cine sci/fi de los ochenta: de Mad Max -el apocalipsis-, Terminator -la presencia de robots- y Los Inmortales -los espacios naturales, un villano similar-.

Vuelta a ver hoy, me ha parecido curioso que me ha entretenido más que en su momento, y eso que la he visto para echarme unas risas con el cine casposo de la época, en especial el que producía la Cannon. Sus méritos son modestos, la pericia de Van Damme en las escenas de artes marciales, la ajustada duración, y un diseño de producción bastante apañado -aprovechando los escenarios que no se pudieron utilizar para la segunda parte de Masters del Universo, prevista pero sin llegar a realizarse-.

Su principal defecto, el abuso del recurso narrativo del flashback -constantes y a veces hasta repetidos-. Como curiosidad, hay una secuela que llegó cuatro años después, en ella salen Angelina Jolie, Jack Palance y Elias Koteas.
David MS
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7
20 de mayo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
1993 es el mejor año en la carrera de Steven Spielberg, estrenando dos de las películas más relevantes de su excelente filmografía. La primera en llegar fue Jurassic Park, la adaptación de la novela de Michael Crichton, un exitoso blockbuster veraniego que reventó la taquilla y revolucionó el campo de los FX; la otra es La Lista de Schindler, ésta otra adaptación de un libro previo -de Thomas Keneally- que le sirvió para acumular Oscars (7), inmejorables críticas y también dinero en taquilla. La que he visto es la primera de ellas. Protagonizan Sam Neill, Laura Dern, Richard Attenborough, Jeff Goldblum y Samuel L. Jackson.

Josh Hammond (Attenborough) consigue clonar dinosaurios -a través de la sangre que contienen mosquitos fosilizados- y crea el parque jurásico del título en una isla de Costa Rica. La muerte de un obrero hace necesario que algún especialista en la materia dé luz verde a la viabilidad del proyecto. El grupo de científicos encargados de ello lo integran los personajes de Neill, Dern y Goldblum. Un error en la instalación eléctrica deja a los dinosaurios libres por el lugar.

El año pasado se reestrenó Parque Jurásico en 3D rememorando el veinte aniversario, una manera de sacar la pasta y que la gente se acercase a los cines a ver una película que no se ideó para el formato tridimensional, y que a estas alturas ya todos deberíamos estar cansados de ver tras comprarla en VHS, DVD, Blu-Ray o los miles de pases que le han dado por TV. De paso, se aprovecha para traerla al presente y que a nadie pille descolocado la siguiente parte, Jurassic World (2015).

Todavía hoy Parque Jurásico me sigue pareciendo una buena película, un espectáculo de primera que tiene muchos pros y otros contras:

- Entre los primeros se encuentran sin duda los efectos especiales, junto a los de Terminator 2: El Juicio Final (1992) el inicio de los (buenos) efectos digitales. Aquí fueron capaces de traer a los dinosaurios al siglo XX, y que éstos parecieran totalmente reales.

- La segunda hora de película, cuando Spielberg ofrece los mejores momentos. Escapan los dinosaurios y desde entonces dan lugar buenas escenas de suspense y la magia a la que tiene acostumbrado el cine del director. Los velociraptores persiguiendo a unos críos en una cocina, cada aparición del T-Rex, y alguna escena más violenta de lo esperado teniendo en cuenta que se trataba de un film pensado para todo tipo de públicos. Haciendo un símil, a ratos la versión jurásica de Aliens, el Regreso (1986).

- Otros aspectos a destacar: la recordada melodía de John Williams, y un par de actores, los que mejor aguantan el peso del film. Sam Neill y Jeff Goldblum se ganan la simpatía porque parece que sus personajes no se tomen muy en serio a sí mismos.

Los contras:

- A Spielberg se le da bien escoger a niños para protagonizar sus cintas (El Imperio del Sol, Los Goonies o E.T. El Extraterrestre) pero con las dos primeras de Parque Jurásico cometió errores de bulto. Son los dos críos que aparecen en ésta repelentes y gritones, y además tienen mucho protagonismo -en una subtrama paternal con el personaje de un Sam Neill que le gustan tan poco los niños como a mí los de este film-.

- El facilón guion del propio escritor del libro, Michael Crichton (acompañado de David Koepp). La primera hora de Parque Jurásico no cuenta ni es gran cosa; la presentación de personajes es efectiva y rápida, la explicación de cómo traen a los dinosaurios de vuelta -crítica al hombre jugando a ser dios incluida- está bien sintetizada en un video informativo que ven los protas. Con esto bastaba para arrancar, pero lo bueno tarda en llegar.

- Y por una vez aporto soluciones: dejando fuera la historia del gordo traidor que quiere vender dinosaurios en el mercado negro, y a un pesado Richard Attenborough repitiendo cada cinco minutos que en su parque no se ha escatimado en gastos, y defendiendo la poca ética que ha tenido al montar su peligroso parque temático.
David MS
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9
19 de mayo de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le Trasperceneige (de Jacques Lob, Jean-Marc Rochette y Benjamin Legrand) es la novela gráfica de la que surge Snowpiercer (2013) -traducida en España como Rompenieves-, la película más cara del cine surcoreano, con cuarenta millones de dólares invertidos ya recuperados en su explotación comercial -ochenta recaudados-. Dirige Bong John Ho (Memoirs of Murder) y el reparto es internacional, para llegar a todo tipo de público: Chris Evans, Jamie Bell, Tilda Swinton, John Hurt, Ed Harris, Kang-ho Song, Ewen Bremner y Octavia Spencer.

El calentamiento global ha mandado a la Tierra a hacer gárgaras; lo único que queda de ella es el Snowpiercer, un tren que da la vuelta al mundo donde sobreviven los últimos seres humanos del planeta. En los primeros vagones vive la alta sociedad, con todo tipo de lujos, en los últimos subsisten los pobres, sin comida, higiene ni ningún derecho humano. Éstos últimos planean un motín para hacerse con el control del tren. Curtis Everett (Evans) es el líder de la revuelta.

Lo mejor de la ciencia ficción, aparte de la espectacularidad intrínseca asociada al género, es que sus historias, o por lo menos muchas de las buenas, tienen un trasfondo para denunciar alguna situación injusta. La de Snowpiercer no es nada sutil, leyendo la sinopsis queda claro que lo que se va a ver es una crítica a la diferencias entre las clases sociales, los lujos de unos y las miserias de otros. La película pasa algo de puntillas sobre este tema, la razón cabe encontrarla en que la versión que ha llegado aquí es media hora más corta que la que llegó a Corea del Sur -líos de productores y director-.

En la versión que ha llegado a España, de momento solo en versión original, va muy directa al grano, prima la acción sobre lo sesudo, y a falta de ver el director's cut que espero llegue algún día, la impresión ha sido muy grata. De hecho si no es por su desencantado desenlace, que me ha dejado algo frío -nunca mejor dicho- estaría ante una de las mejores muestras de sci/fi de los últimos tiempos, a la altura de Distrito 9 o Moon, dos de las mejores bajo mi punto de vista.

Las razones para echarle un vistazo o dos proceden sobre todo de lo visual, la dirección artística del tren -a veces extravagante-, la oscura fotografía, y destacando sobre los demás, el estilo del director. Escenas de acción que combinan belleza y la elegancia de cómo está filmado todo, con la brutalidad que muestran las mismas imágenes. Ejemplos similares, la cámara lenta de 300 -hay un plano secuencia que la trae en mente-, o la panorámica de Oldboy con su protagonista con un martillo -para nada casual que ambas sean de Corea del Sur-.

Otros aspectos a destacar: la banda sonora de Marco Beltrami, los personajes (y lo que dicen) y correspondientes actores que los interpretan.

Otras películas a las que recuerda -de pasada-: Cuando el Destino nos Alcance, la citada Oldboy, 1984, V de Vendetta, 1984, Sunshine...
David MS
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