Maravilloso drama británico de origen teatral muy poco disimulado, pero la puesta en escena aquí es lo de menos. Un guión excelente, una tal Jean Kent que hace florecer los odios más profundos en el papel de esposa del profesor Crocker, y muy especialmente un Michael Redgrave dando una lección de interpretación en el papel del entrañable y amargado profesor. La pura antítesis de otra película de mayor fama también ubicada en el ámbito de un estricto colegio privado, y a la cual se hace un acertadísimo guiño en uno de los diálogos, Adiós Mr. Chips, que vi hace unos meses y que recuerdo como una de las películas más empalagosas que he visto en la vida.
Muy buena.

No he visto la versión mutilada, pero después de ver el Director's Cut que la bendita Criterion ha editado hace poco, con 25 minutos más de metraje a añadir a la hora escasa que tenía la versión conocida, no me extrañaría nada que David O' Selznick tuviera su parte de razón a la hora de sacar a pasear la tijera. La película tiene las maneras de De Sica, sus apuntes de neorrealismo flotando en medio de la historia de amor de inequívoco aroma a Breve Encuentro, una buena interpretación de Clift y otra demostración más de que el comedimiento interpretativo no era el fuerte de Jennifer Jones. Pero también le sobra metraje (sic) y acaba por hacerse repetitiva. Eso sí, un bonito diálogo final acaba por dejarle a uno un buen sabor de boca. Pero no le sentó bien del todo este cambio de aires a De Sica, no.

Buena película de cine independiente que parece haber desflorado anos y relajado esfínteres entre la parroquia pero que a mí, sinceramente, no me ha parecido para tanto. Aunque disfrutable es un rato. Buena actuación de Michelle Williams en un papel servido en bandeja para el lucimiento dramático, y buena dirección de Kelly Reichardt, que con lo mínimo, un guión esquelético y un estilo casi documental, llena la pantalla de melancolía y tristeza otoñal. La película promete más de lo que finalmente acaba dando, pero a pesar de todo, con ese sencillo final contenido, cuando uno preveía quizás mayores fuegos de artificio, la directora no falsea la honestidad de la propuesta y logra ser consecuente y elocuente, de nuevo con lo mínimo, y con apenas unas gotas de BSO. A mí, como siempre que aparece un animal en pantalla y se hace gala de una sensibilidad ajustada, me tuvo ganado desde el primer fotograma.

Recuerdo una apasionada reseña de Eloy, un par de años debe hacer, y vaya, no andaba desencaminado.
Notable drama en tono de fábula, con un espíritu y un tono que me trajo a la memoria a Erase Una Vez En América, salvando la distancia que sea menester y no teniendo en realidad nada que ver, pero algo hay; el aire de melancolía, la bella factura de la que hace gala, que recuerda a ese Leone, y no al otro. Mi apreciado Rutger Hauer cuaja el que seguramente sea el papel de su vida, con permiso de Roy Batty, trasegando vasos de vino sin parar como si no hubiera mañana y con un corazón que no le cabe en el pecho. Y Ermanno Olmi, tipo que conocía de lejos, sabe lo que se hace, sin duda, aunque en algún momento se guste demasiado. Y la película tiene algo, ya digo, un poso especial, una resaca limpia y clara, una glorificación del vino entrañable. La disfruté bastante. Incluso ahora, cuando pienso en ella, me parece mejor de lo que quizás fue.
Que viva el vino.

Notable película, con momentos verdaderamente emocionantes.
Si tiene un lastre es poseer un referente tan tremendamente claro como Johnny Cogió Su Fusil (que me transtornó y me perturbó mucho más, dicho sea de paso), aunque aquí se haga hincapié en otros aspectos y la historia sea otra.
Bella, poética, ligeramente artificiosa, y angustiosa. Con un buen trabajo actoral, sobre todo, obviamente, del tipo que la protagoniza y de Max Von Sydow, en un par de intervenciones verdaderamente conmovedoras.
No es la obra maestra que había leído pero es una película de gran calado, sin duda.