Ésta es una de esas películas que inventan un universo nuevo. Dependiendo de donde se coloque el observador (dentro de ese universo o fuera de él) la apreciación que se obtendrá será bien diferente.
Vista desde dentro, desde ese nuevo universo recreado, la película es perfecta. Todo cuadra en ella: la ambientación, los decorados, los personajes, la interpretación de los actores (incluso del a veces insufrible Jim Carrey), los diálogos, etc.
Sólo que no siempre la película consigue meternos dentro de ella, hacernos partícipes de ella. Entonces, desde fuera, podemos tener la sensación de que la historia nos es ajena y el mundo recreado se nos puede aparecer como excesiva y ostensiblemente artificioso.
Pero, en definitiva, la película está bien hecha en todos los aspectos y sin duda meredce un aprobado; o quizás más, si valoramos además de su buena factura la originalidad del intento.

Basándose en unos supuestos recuerdos de su infancia, carentes según lo visto de todo interés, Boorman nos aburre con unas cuantas anécdotas bastante sosas.
A la historia le falta gracia y chispa, y esas carencias de origen tienen difícil solución en las fases posteriores de la producción (guión, dirección, montaje).
Los actores, sobre todo el abuelo, mal; poco creíbles; sobreactuados.
Los diálogos, en muchas ocasiones, fuera de lugar y superfluos.
Mediocre película.