... y ha dejado los restos solamente. Eso sí, los restos están envueltos en papel de regalo.
Esos restos son los que nos hemos tragado los espectadores: una película plomiza, incomprensible a mis básicos ojos, desagradable y, sobre todo, y es lo peor, aburrida.
Dicen que esta película es pretenciosa. No lo sé, para eso habría que saber qué pretendía Cronenberg; en mi opinión, simplemente es un truño.
Y el papel de regalo: las correctas y esforzadas interpretaciones de Paul Weller y Judy Davis, la fotografía y la estética de película de cine negro clásico y poco más. Ni siquiera las extrañas imágenes consiguen sorprender o turbar (como suele ocurrir con David Lynch, por ejemplo) más allá de los primeros minutos.
En resumen, que a pesar de mi admiración por David Cronenberg ("Promesas del Este" me parece de lo mejorcito de los últimos años) no remiendo esta película a nadie.