No sé si lo de este hombre es complejo de Peter Pan o exceso de drogas mata-neuronas.
No sé, tampoco, si esto es bueno o malo. Porque pelis como ésta, que el tío hizo con casi 40 castañas en su haber, hacen las delicias de los adolescentes del planeta, que también tienen derecho a que se les tenga en cuenta, digo yo.
Así que, para bien o para mal, no pasan los años por Kevin Smith, y él sigue a su bola, de la cuál han salido cosas interesantes, como Persiguiendo a Amy y, sobre todo, Clerks.

Yo, particularmente, le tengo por un enfermo. Me le imagino matándose a pajas con una foto de Britney Spears mientras sorbe un batido de fresa. Me da un poco de grima. Es como si Loquillo, hoy en día, siguiera haciendo canciones como aquel “Esto no en Hawai, ¡qué guay!” No sé si me explico.

La peli es una soplapollez importante, que se mueve entre lo simpático, lo gamberro y lo sonrojante. Por momentos, incluso peca de cursi.

Lo mejor, para mi gusto, es la secuencia en la que los protas ruedan su escena porno (los preliminares, digamos). En la película, se establece un antes y un después de ese momento:
Antes: la peli es completamente idiota.
Después: la peli es completamente idiota y pueril.

Recomendable para adolescentes y para adultos que, o bien están completamente borrachos una tarde en casa con los amigotes, o bien tienen una disfunción de la personalidad.