Mommy

La historia no tiene nada de nuevo. El niño difícil y la mamá que no sabe qué hacer. Por momentos el planteamiento resulta original por algunas frases, algún diálogo desenvuelto, directa. Más allá de eso se hace muy larga, pesada, monótona, repetitiva y deja de interesarme. La introducción de un tercer personaje para mantener algo el ritmo, una friki que dé juego y haga más underground la historia, no hace sino que se vuelva todo más forzado, incoherente, cada vez más alejado de la realidad. Te miras el reloj otra vez.
Hay que ser muy bueno para plantear una historia de este tipo y es evidente que este cineasta no lo es pues le falta ritmo y le sobra pose.
Un programa de Supernanny puede ser más revelador que estas interioridades transgresoras de personajes al límite (si no no sería una película alternativa).
Me quedo con el marido de la friki. Ese sí que es un personaje transgresor en esta película que se hace bastante aburrida

No, no creo que dolan sea el nuevo Godard evidentemente, es más, hay directores y directoras mejores ahí fuera asomando la cabeza. Pero sí hay que reconocerle mérito al Dolan personaje por ser capaz de colarse en todas las fiestas importantes. De hecho, tras ver ayer Mommy, me apetecía romper una lanza tras leer palos de la crítica más especializada. ¿Es Mommy la mejor peli de Dolan hasta la fecha?? no, para mi sigue siendo "j’ai tué ma mère", pero tal vez en Mommy se adivine más el (potencial) talento susceptible de ser desarrollado por el Dolan director. Porque sí, todavía peca de exceso de maquillaje, el día que haga bueno el menos es más, y se olvide de la sobredimensionada querencia por el hipermelodrama o el histrionismo de la puesta en escena, dejará de ser previsible y llegarán (presumiblemente) películas que sí podrían perdurar. Porque el cabr*n sabe donde poner la cámara para conseguir planos que hablan solos y Mommy, además, está muy bien escrita.

Salí del cine pensando qué podría hacer el Zonca de "le petit voleur" o "la vie rêvée des anges" o los Dardenne de "le gamin au vélo" con todos esos brutos en la sala de montaje. Porque tanto Anne Dorval como Suzanne Clément (especialmente) están maravillosas compartiendo el papel de madre. Habrá quién me diga: “coño rafa, si anulas música, contrapicados y exceso de sal, ya no sería Dolan” y sí, puede ser, pero vamos, toda esa voluptuosidad roza a veces la vergüenza ajena y hay formas de combinar el melodrama con la música sin ponerse rojo, pienso en "la guerre est déclarée" por ejemplo. Vamos, que yo sigo esperando al Dolan que intuyo, el que está más cerca de François Ozon que de Almodóvar.

Xavier Dolan-Tadros, nacido en Montreal el 20 de marzo de 1989, es un actor, productor, guionista y director de cine canadiense. Es decir, el jovencísimo realizador de cinco multipremiadas películas es piscis. Ha llegado a ser comparado con Almodóvar, Allen, Cassavetes, David Lynch, Gus van Sant y Wong Kar-wai. No está mal. Y su película preferida —atención al dato— es Titanic. Creo recordar que comentó en una entrevista que ha visto la obra de Cameron 35 veces. Por lo tanto, a su escasa existencia hay que quitarle más o menos un año de vida que ha gastado viendo escupir a Leonardo Dicaprio. El resto lo ha aprovechado muy bien.

Cinéfilo, melómano y amante de la moda, ha logrado hacer un cine personal y repleto de señas de autor que, a pesar de sus repetitivos conflictos, no pasa desapercibido para público y crítica, ya que se supera historia tras historia. Su indisciplina cinematográfica, sus excesivos juegos narrativos y de imagen y sus gritos continuados en el guión, cargan y fascinan. La verborrea vociferada del protagonista de Mommy recuerda mucho a la del intérprete principal de Yo maté a mi madre, su primera película. Puede que en esta última esté algo más justificada debido a los problemas mentales del chaval. No obstante, las purgas musicales obtienen ese sosiego necesario para no acabar con dolor de cabeza.

Mommy empieza con lo que parece un error de proyección en un formato 1:1. Los personajes se manejan recluidos en la agónica verticalidad para que ningún espectador se pierda en los jarrones del fondo. Lo que no importa no cabe y, además, no se ensancha hasta que los actantes no hayan cogido un poco de aire. Ovación incluida. Sí señor. A una viuda con una vida apagada y un retoño violento, con trastorno por déficit de atención e hiperactividad no le da para campar a sus anchas, ni mucho menos para coexistir de forma panorámica. Y el respetable le acompaña.

Pero antes de ver imagen, unos rótulos nos hablan de una ley (ficticia) aprobada en Canadá, por la que los padres que no puedan convivir con sus problemáticos hijos tengan la potestad para internarlos y que el marrón se lo coma el estado. Una ley que no quitas de tu cabeza porque sabes que Dolan no sabe de Mcguffins ni de elementos gratuitos. A esperar toca. Su descomunal dramatismo puede insensibilizar por desmedido, pero el Quebequés controla y al final te acaba atrapando en su 1:1.

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La ascendente carrera del muy joven realizador canadiense Xavier Dolan nos muestra a un muy maduro realizador que ha alcanzado una plenitud narrativa en apenas su quinto film, que además, le ha valido el Premio del Jurado (ex aequo con Jean-Luc Godard, nada menos), en el pasado Festival de Cannes.

La historia de Mommy narra la relación muy particular entre una madre, Diane "Die" Després (Anne Dorval), una mujer recientemente viuda, que habla mucho y con una energía a tope, y su hijo Steve (Antoine Olivier Pilon), un chico internado en una clínica, ya que padece un trastorno de déficit de atención con hiperactividad siempre al borde de la violencia.

Ante un cambio en la legislación (la historia se ubica en un futuro cercano en Canadá), Diane tendrá que llevarse a su hijo a vivir con ella, ya que ha ocasionado un incendio en la cafetería del lugar casi accidentando a un compañero, al poco tiempo ella perderá su trabajo y después enfrentarán una dura demanda por parte de la familia del chico dañado por Steve, por lo que todo será cuesta arriba entre ellos, en una relación donde la violencia siempre latente encontrará un cierto equilibrio con el acercamiento de Kyla (Suzanne Clément), la vecina de enfrente que ha sufrido un reciente trauma.

Filmada en un formato cuadrado durante casi todo su metraje, (con algunos cambios que sucederán en ciertos momentos plenamente justificados), Mommy ubica a Dolan como un narrador en plenitud que continúa explorando ciertos temas recurrentes en su filmografía (intensas relaciones familiares, excesos, la autodestrucción) en un filme atrapante y por momentos asfixiante, tal como la relación entre madre e hijo.

Sin llegar al gran nivel alcanzado en ‘Tom en el granero’, su película más lograda, Mommy tiene una personalidad propia que adereza con grandes momentos musicales, tal y como suele utilizar en sus películas, que aligeran un poco el tono del relato.

Un cineasta al que no hay que perderle la pista (ahora prepara su sexta película con Jessica Chastain, Susan Sarandon y Kathy Bates), en un film intenso y vibrante como pocos.

El enfant terrible y niño prodigio del cine actual, Xavier Dolan vuelve a dejarnos otra grandísima película confirmando su estilo único y creando una angustiosa y sensible relación madre-hijo en los suburbios canadienses.

Dolan encierra a los personajes y al espectador visualmente en un formato vertical que se abre solo en los momentos de plena libertad y felicidad, una forma con justificación más allá de deseos estéticos. Dolan vuelve a crear personajes femeninos fuertes, atractivos y tremendamente sensibles y terribles, convirtiéndose la figura de la madre en una de sus marcas estílisticas de su ya madura filmografía.

Dos actrices habituales del joven quebequés realizan una entrega como pocas veces hemos visto estos últimos años acompañando a ese malcriado hijo interpretado por Antoine-Olivier Pilon del que no puedes apartar la mirada.

Dolan firma su película más sensible y quizás la más accesible de su carrera, un cineasta con su propio mundo y autoría, que consigue como pocos un prodigioso uso de la música en la narración y transmite una sensación de originalidad y libertad como es difícil ver en el cine contemporáneo.