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El sabor de las cerezas

Drama Un hombre de mediana edad decide suicidarse. Su única preocupación es encontrar a alguien que le ayude y se comprometa a enterrarlo. Esta situación le permite conocer a una gran variedad de personajes. (FILMAFFINITY)
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Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
27 de abril de 2007
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kiarostami sigue fiel a sus film costumbristas con esta especie de road-movie, en donde, un hombre decidido a suicidarse recoge a todo tipo de pasajeros con el único fin de que lo entierren una vez haya concluido con su cometido, ante tal tesitura se encontrará con todo tipo de respuestas: miedo, compasión, negación... a la vez que se da cuenta de que realmente existen cosas por las que rebatir su decisión.
Genial de nuevo el director, que pese a que imprime a sus films un ritmo lento, por veces anodino, consigue mantener al espectador atento en todo momento, mientras muestra al mundo a sus gentes y paisajes de Irán.
o0_oscar_0o
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21 de diciembre de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los tiempos que corren y con los distintos Festivales de Cine que se celebran a lo largo y ancho del globo, el público general está teniendo acceso a cinematografías distintas de las que suelen inundar nuestras pantallas, principalmente la estadounidense y en menor medida la europea. Así, cada vez es menos extraño tener noticias de directores y producciones japonesas, latinoamericanas o, como el caso de la película que nos ocupa hoy, iraníes. La punta de lanza del cine iraní a día de hoy se llama Abbas Kiarostami, y con su película El sabor de las cerezas logró la Palma de Oro en Cannes en 1997.
El sabor de las cerezas es una reflexión sobre la vida que nos presenta a un hombre (Homayoun Ershadi) que se quiere suicidar y busca alguien que esté dispuesto a enterrarle. A través de las distintas "entrevistas de trabajo" que realiza a los candidatos a enterradores, el hombre va recibiendo diversas razones para no llevar a cabo tan indeseable empresa en una sociead tan fundamentalista como es la iraní.
Kiarostami cuenta una historia bonita e interesante, pero en mi opinión no la cuenta bien, o por lo menos a mí no me ha gustado cómo me la ha contado. Eso de enganchar una cámara al asiento del copiloto enfocando al conductor, poner a Homayoun Ershadi a dar vueltas con el coche y construir la película principalmente a base de los planos que la cámara ha ido tomando, es angustioso, claustrofóbico y puede que hasta mareante. Desagradable en cualquier caso, y lleva a cogerle un poco de tirria a la película.
En esta película también abundan los planos largos en los que no se corta ni a la de tres, y a mí personalmente me gusta este tipo de planos que hacen directores como Angelopoulos o Tarkovski, pero si el paisaje que presentan es entre feo y horrible y la acción carece por completo de interés (como es el caso de El sabor de las cerezas) es difícil que el espectador pueda ver un mínimo de atractivo en ellos.
Del mismo modo, y acorde con lo anterior, pueden llegar a cansar esas tomas exteriores al coche en las que únicamente oímos las voces de los personajes. Obtenemos así un exceso de voz en off que nos lleva a plantearnos si no será ésta una película para escuchar más que para ver.
Tras ver este filme de Kiarostami uno quiere pensar que son esas pequeñas pero agradables cosas las que hacen de la vida algo digno de ser vivido. Todos hemos de encontrar nuestro particular sabor de las cerezas y hallar motivos para tirar hacia delante, a pesar de los palos que vayamos recibiendo por el camino. Como ya digo, la historia no puede ser más bonita, pero lo cierto es que el filme no llega a emocionar ni por asomo, y las cerezas saben a poco.
Fernando Puertas
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11 de diciembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las razones son profundas y personalísimas. En el caso del personaje protagonista de esta película, no las explicita. El director ha decidido no hacernos partícipes de los motivos por los que el Sr. Badii se quiere quitar la vida, pero este detalle es puramente anecdótico. Puede deberse a un sentimiento opresivo de soledad o de fracaso vital; puede deberse a una enfermedad; puede estar motivado por un fracaso amoroso o alguna pérdida irreparable… quien sabe. Y qué importa. Las formas del dolor humano son tan variadas y complejas como las personas mismas. “Llega un momento en que un hombre ya no puede continuar”, expresa Badii en un momento.

Badii es un hombre noble que sufre en aparente modestia y con una profunda tristeza contenida. No pide que lo maten, solamente que lo entierren, luego de comprobar que esté efectivamente muerto. El desea procurarse una muerte digna y le interesa ayudar y beneficiar a quien lo asista en ese objetivo.

“El suicidio es un pecado”, le manifiesta uno de los jóvenes que intenta disuadirlo en su propósito. “Pero ser infeliz también es un gran pecado” intenta explicar. “Cuando no eres feliz dañas a otras personas, eso es un pecado”.

La simpleza de la puesta en escena es notable. Con un peculiar paisaje de fondo en donde hay un predominio casi total del tono marrón árido propio del paisaje iraní, con una omnipresencia de la tierra seca, se nos transmite una textura visual que acaso es una metáfora del hastío y la asfixia que agobian al personaje.

Algunas críticas tachan a esta película de lenta y aburrida. A mí en lo particular me interesa mucho esta mirada sencilla y sin estridencias sobre el dolor más personal. El retrato de los personajes secundarios es muy bello, particularmente el último de los personajes con el que Badii interactúa, el más elocuente y el más sabio. Y la belleza y simpleza de sus diálogos me han conmovido verdaderamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
urbana
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20 de junio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incluso para descomponerse dignamente en el estómago del desierto, un hombre necesita peregrinar en busca de otro hombre que le ayude.

El escenario, yermo, nos remite constantemente a polvo de huesos, a paletadas de tierra, a la milenaria soledad arenosa del viejo Irán.
—Bonito lugar.
—¿Bonito? No hay nada excepto tierra y polvo.

La cámara documental de Kiarostami, en casi todas sus obras, inquiere sobre los particulares. Les observa: mira cómo trabajan, pululan, merodean, incluso les observa observar... Crea un universo de criaturas huérfanas de futuro y de rústica maquinaria pesada; niños que juegan en coches canibalizados, militares poco más que adolescentes, seminaristas obreros, excavadoras y tractores sin alma horadando la piedra huera... Entrevista a varios de estos individuos, tan anónimos como el último bereber del desierto menfita o como el último persa de los Zagros, y les pregunta si ayudarían a un hombre a morir. Las reacciones de cada uno conforman una panoplia bastante ilustrativa de las reacciones que la muerte ajena auto-impuesta suscita en el corazón humano: rechazo, compasión, solidaridad...

Cierto personaje, hacia la mitad de la película, espeta un pensamiento que bien podría sintetizar todo Kiarostami: "Todo lo bueno que la tierra nos da regresa a ella". Y, efectivamente, uno tiene la constante percepción, viendo esta película, de que incluso la carne y el fruto es tierra.

Gracias.
Nuño
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23 de febrero de 2007
21 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
El encuentro bohemio se convirtió en una batalla campal cuando los cinéfilos empezaron a discutir sobre la película El sabor de las cerezas.
Unos decían que era una obra de arte, otros decían que era un truño. Para unos resultaba larga, para otros resultaba corta. Uno opinaba que le faltaba ritmo, otro que precisamente ese anti-ritmo era la esencia de su encanto pausado y contemplativo. Para alguien la peli era un hermoso, complejo y maravilloso poema minimalista y para otro la peli era una tomadura de pelo y una falta de respeto al espectador. "¡Una joya!", "¡Un coñazo croquetero!"...

Ya habíamos empezado a lanzarnos las botellas de absenta a la cabeza cuando nos dimos cuenta de que algunos estaban hablando de la obra cumbre del cine iraní dirigida por Abbas Kiarostami y protagonizada por Homayon Irshadi, mientras que otros se referían a un micrometraje homónimo que corre por el youtube, que está basado en un cómic del Listo y rodado por una pandilla de borrachos amateurs.
Listocomics Puntocom
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