Lejos de los tiempos en los que jugábamos más en la calle y apenas nos aburríamos sin la irrupción tecnológica de ahora, ésta parece más una historia para niños de nuevas generaciones cuyas obsesiones pre-adolescentes están más que nunca en querer besarse con chicas o tener novia. Y aquí se ve bien claro.
Pero ante todo se transmite la esencia de tu pandilla y de la verdadera amistad desde niños.

Siguiendo el modelo de películas como ‘Superbad’ y otras tantas similares, el debut de Gene Stupnitsky se da con una comedia que va a contracorriente de los tiempos actuales dominados por la corrección política, en una comedia de iniciación efectiva y rompedora.

Los protagonistas son tres pequeños amigos del sexto año, quienes se ubican en la difícil etapa que significa abandonar la niñez y volverse adolescente, Max (Jacob Tremblay), Lucas (Keith L. Williams) y Thor (Brady Noon) han estados juntos desde el jardín de niños, no son populares y buscan la manera de pasar al bando de los chicos cool de la escuela.

Pero cuando Max es invitado a una fiesta especial por uno de los chicos populares, todo se revoluciona para los amigos, pues la temática serán los besos y ahí estará la niña que le gusta, por lo que consigue que inviten a sus amigos y así juntos deberán investigar lo necesario para aprender esas nuevas experiencias que no los haga ver tan mal en la fiesta, pero todo empezará a salirles mal y entrarán en varios y complicados problemas.

Teniendo entre sus productores a Seth Rogen, ‘Chicos buenos’ es una efectiva comedia de iniciación que pone a tres niños en situaciones impropias para su edad, entre juegos sexuales, alcohol o drogas sin que ellos tengan la menor idea, siendo este el principal recurso para arrancar las risas de los espectadores, en una película que además profundiza en temas como la amistad y lo que significa crecer.

Si bien el relato no es del todo consistente y a Stupnitsky le es imposible sostener el ritmo inicial de la película, esta funciona por lo acertado de las situaciones en las que se meten los chicos, quienes debido a su ingenuidad no saben bien con lo que están lidiando, pero lo acertado de la propuesta es que se apoya en un guion ingenioso e irreverente que cuenta con algunos personajes secundarios bien delineados, como el par de chicas drogadictas que se convierten en la pesadilla de los tres amigos.

Pero la película no solo se centra en esas situaciones, sino que va mucho más allá, siguiendo la estela de películas como la ya mencionada ‘Superbad’ o la muy reciente ‘La noche de amistades las nerds’, se convierte en una madura y profunda reflexión de las primeras y lo que representa abandonar la niñez, sin abandonar nunca ese tono desmadroso y descarado de una comedia protagonizada por chicos, pero dirigida a un público mayor.

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Una película de comedia que en realidad toca la fibra. Con gran ternura y avanzando sin complejos por la vida, los tres protagonistas nos dejan unos diálogos geniales y unas situaciones que nos acercan a la mente del niño que está a punto de ser adulto.

Entretenida, bien montada y con un guión bastante bueno.

Comedia de preadolescentes bastante entretenida en la que los protagonistas son un grupo de menor edad de la que suelen ser en estas películas, con algunos secundarios quizá un poco desperdiciados pero que en general tiene la suficiente personalidad por sí misma. Quizás la relación de los tres amigos protagonistas en algunas fases parezca poco desarrollada y eso hace que la película tenga por momentos un ritmo irregular; pero en general es bastante decente si nos gusta este subgénero de comedia adolescente de colegio/instituto/universidad.

Para ser un género bastante trillado, “Chicos buenos” consigue hacerse simpática y dejar buenas sensaciones, incluso cuando podría parecer lógico pensar que, a estas alturas, las inquietudes de una pandilla de preadolescentes en materia amorosa o sus andanzas para encajar en un mundo que empieza a ampliar sus horizontes, no van a ofrecernos nada que no hayamos visto. Realmente no lo hace… o puede que sí, es complicado determinar hasta qué punto su humor ya es conocido, es novedoso o es conocido pero con un enfoque novedoso. En realidad da un poco lo mismo porque el resultado global es suficientemente correcto como para darle el beneficio de la duda y dejarse sumergir en un no parar de chistes y sketches bastante bien escritos y ejecutados.

Porque el gran secreto de la cinta es establecer un contexto humorístico sin perder la naturalidad y luego establecer un ritmo altísimo en cuanto a encadenar un gag tras otro. “Chicos buenos” alcance muy pronto un estado de gracia en el que casi cualquier chiste, por grosero o fuera de tono, es aceptable para el espectador y, a partir de ahí, los chistes flojos quedan como parte del paisaje y los que funcionan parecen pensados por Gene Wilder, si Gene Wilder hubiese dispuesto de material como los tampones o el porno para hacer humor.

Bastante e inesperadamente entretenida.