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No puedes comprar mi amor

Comedia. Romance Ronald Miller, un chico cualquiera, está enamorado en secreto de Cindy Mancini, la chica más guapa y popular del campus. Cuando Cindy se ve envuelta en un tremendo apuro, Ronny aparece y arregla el embrollo, pero todo tiene un precio: Cindy tiene que hacerse pasar por su novia, esperando que así la popularidad de ella "se le pegue". Pero el camino para conseguirla toma un giro inesperado cuando Ronny pasa a ser tan "guay" que sus amigos ... [+]
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
30 de mayo de 2024
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Decía en una entrevista Amanda Peterson, la preciosa, eterna rubia de Colorado que nunca olvidaremos, que ella sería incapaz de querer pertenecer a un pequeño grupo porque eso la limitaría como persona y el hecho de desear convertirse en alguien popular es por desgracia algo muy prominente en los institutos. Igual que sucede en esta historia...

En el barullo de las "teen comedies" en el cine norteamericano a mitad de los '80 hay títulos que destacan más allá de la grosería de "Porky's" y de la cursilería de John Hughes. El guión de la llamada en un principio "Boy rents Girl" consiguió asustar al director Steve Rash, pero los responsables de esta humilde producción acertaron al dejarle transformar la sobredosis de comedia "raunchy" que había concebido Michael Swerdlick en un producto mucho más asequible y destinado a edades más amplias, aunque no sin despojarlo de su visión un tanto peculiar de los adolescentes, eso que lo hacía tan especial...
Y "eso" se transmite a través de su protagonista, Ronald, un Patrick Dempsey que ganaría el estatus de estrella juvenil, pero que entonces era un desconocido, tanto como su álter-ego, el clásico "freak" al que nadie hace caso pero, a diferencia de sus colegas, él quiere encajar y que todos le presten atención, si bien al principio sólo anhela la atención de su vecina Cindy, la "popular girl" que no puede faltar en el instituto, el estereotipo perfecto de animadora superficial y cabeza hueca que todos desean beneficiarse, desde los borricos del equipo de football a los pobres de la casta de Ronald, los inadaptados, empollones y marginados.

La descripción de este panorama es sangrante (ante la llegada de nuevas animadoras las de años anteriores quedan obsoletas para los jugadores del equipo, como objetos que han perdido el brillo), pero aún más lo es el modo en que Ronald, gracias a la coincidencia menos ingeniosa de la Historia del cine, saca su ticket para viajar a ese mundo tan despreciable que él considera increíble. Que se aproveche de una Cindy desesperada porque ha echado a perder el traje favorito de su madre y le proponga fingir ser su novia si le compra otro igual echa por tierra toda la simpatía y credibilidad que se había estado ganando...
Ella tal vez era una niñata consentida a la que le venían bien seis guantazos, igual que las furcias de sus amigas (un trío que presagiaba al de "Heathers"), sin embargo gracias al incidente de los 1.000 dólares podemos conocer realmente a Cindy y asombrarnos de lo poco que conocíamos a Ronald. De esta forma es ella quien se gana nuestra confianza, pues a través de él se muestra, y en el fondo resulta ser una pobre idiota demasiado romántica sin un referente materno digno que quiso fingirse una superficial cabeza hueca para encajar; ella fue igual que Ronald, pero al menos (se supone) no lo hizo alquilando a otra persona, y lo mejor es que ha tenido tiempo de comprender perfectamente el cinismo de esa popularidad.

Ronald no comprenderá nada hasta que las cosas se den la vuelta y le regresen de un puñetazo a la realidad, porque eso es lo que pasará (la premisa no es nada original y se sabe desde el principio). Mientras, nos podemos asquear con la distancia que éste pone con sus amigos de toda la vida, con la misoginia de la que hacen gala los chavales para impresionar a las malinfluenciadas y descerebradas chicas, con la poca vergüenza con la que éstas se acercan a Ronald y, obviando a su amiga, hablan de compartirlo como perras peleando por un pedazo de carne.
Qué pandilla tan desoladora de imbéciles inmorales, sin ningún respeto, sin valores y sin auténtica autoestima. Y Cindy, que fue la que dio pie a todo esto, justo cuando parece estar descubriendo el verdadero amor (que no verdadera amistad, y ahí mete la pata hasta el fondo la película) se da de bruces contra el muro de la estupidez de Ronald; aunque más desconcertante es la forma en que se la degrada, primero haciendo que ella acepte su propuesta (¿por qué?, de haber sido inteligente el personaje se habría quedado con el dinero y mandado a freír espárragos al tonto ese...pero claro, tampoco habría historia), y luego siendo relegada a un segundo plano tras la fingida pelea y centrándose en la escalada de popularidad de Ronald.

A partir de aquí la trama pierde toda la fuerza, pero también es lo que pretendían Rash y Swerdlick: cuando la sobredosis de azúcar empezaba a volverse alarmante, en lugar de ofrecernos un romance fácil nos sacuden en la cara para que, a ser posible, sintamos más repulsión, más vergüenza ajena por el protagonista y por los especímenes con los que decide juntarse. Bueno, esto está muy bien, pero no era necesario ni dejar tan atrás a Cindy ni ponerla al lado de un gilipollas aún peor como parche emocional. Debió haber sido mejor escrita y aprovechada...una lástima, porque Peterson tenía mucho que dar como actriz dramática.
Lo peor es esa forma tan facilona, incluso insultante, en que el guión quiere resolver las cosas, plantear una especie de redención increíble para Ronald, hacer caer en picado la inteligencia de Cindy y dar al público adolescente lo que lleva queriendo ver desde el principio (detallada en Zona Spoiler). La desagradable sátira se pierde por completo a bordo de una cortacésped camino del amanecer...y así lograron convencer los productores a Disney, que invirtió millones para anunciar la película a bombo y platillo, y con un título más adecuado: "No Puedes comprar mi Amor".

La crítica no fue tan benevolente como la taquilla, y por una vez estoy de acuerdo con ellos.
Por cierto, el pequeño Seth Green se zampa a todos sus compañeros de reparto, sin excepción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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29 de agosto de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues no había visto nunca esta película, y me ha gustado verla hoy en día, me encantan los 80, soy un apasionado de esa década y esta película tiene esencia total, vestidos, ambientación, música, eso es de lo que más me gusta.

La historia es previsible, pero que importa, lo bueno es entretenerse viéndola, y no aburre en ningún momento en la hora y media que dura.
Kyo Jackson
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