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Más corazón que odio

Western. Aventuras Texas. En 1868, tres años después de la guerra de Secesión, Ethan Edwards, un hombre solitario, vuelve derrotado a su hogar. La persecución de los comanches que han raptado a una de sus sobrinas se convertirá en un modo de vida para él y para Martin, un muchacho mestizo adoptado por su familia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 218
Críticas ordenadas por utilidad
18 de junio de 2013
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay muchos, pero sí algunos, que no pueden con esta obra maestra. Que si racista, que si plana, que si ramplona.
¡Ja!
Sólo me gustaría hacer un comentario: si alguien sabe contar una historia, ése es John Ford. Y no me refiero a la historia de la niña secuestrada y la búsqueda de la misma (que también), me refiero a esos 11 segundos que transcurren cuando van a buscar a Ethan a la granja de su hermano para participar en la partida contra los indios. El Capitán (magníficamente interpretado por Ward Bond) es el único miembro de la partida que queda en la casa. Está en primer plano tomando café, aparentemente ajeno a la escena que se desarrolla detrás de él: Martha, la cuñada de Ethan, le da a éste su capote. No se habla, no hay casi acción, no se explicita nada, pero Ford nos cuenta tanto o más que lo que va a contar en el resto de la cinta, ¡Qué once segundos!
¿Y todavía hay quien le pone peros? ¡Ya quisieran!
Quietman
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28 de diciembre de 2017
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Me llamo John Ford y hago wésterns”. Así solía presentarse el director de cine por excelencia de películas del Oeste. En 'Centauros del desierto', definió el carácter americano con una historia sencilla y con el tema del racismo como telón de fondo, el mayor drama de los años 50 en Estados Unidos.

Ethan Edwards (Wayne), es un desgarrado y oscuro soldado confederado que tiene fachada de héroe y actúa con justificados prejuicios racistas. La misión en la que se embarca, aparentemente épica, oculta en realidad una tarea inmoral llena de rencor y amargura.

El paisaje mitológico de Monument Valley será testigo de una paranoica persecución por parte de este obstinado individuo, que no muestra pudor en arrebatarle los ojos a un comanche muerto. La película aplaude la condición invulnerable del hombre blanco frente a la ineptitud indígena.

Ford traza de forma circular un viaje con dos puertas, una que se abre y otra que se cierra. Es el relato de un hombre que, en la persistente búsqueda de una niña secuestrada, intentó descubrirse a sí mismo en un medio que le era extraño, el hogar. Filme lírico y extremadamente violento.
José Manuel Barba Márquez
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9 de enero de 2008
39 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo pienso que para calificar a una película de buena o mala, tienes que ser capaz de verla50 veces y no aburrirte. Con esta pasa, lo mismo que una buena comedia te hace reír aunque te sepas los chistes de memoria. Al final de Centauros del desierto tengo que decir que siempre (la he visto unas 10 veces) se me saltan las lágrimas.

Pero si escribo aquí es porque muchas críticas tachan a esta preciosidad de racista, y eso me molesta. El personaje de Ethan es un soldado confederado racista, y punto. Hay que saber distinguir de lo que es ficción y de lo que no, aquí nadie intenta transmitir mensaje de ningún tipo, nadie hace apología del racismo, solo se presenta al protagonista. En este caso un tipo hosco, violento y que odia a los Comanches con toda su alma.

John Ford siempre trató bien a los indios, (no pasa nada por llamarlos indios), de hecho los Navajo a los que empleaba como extras en muchas películas (creo que son los Navajo) le hicieron miembro de la tribu. De John Ford es la película "El gran combate" (maldita traducción del título), donde los Cheyenne (tribu pacífica, nada que ver con los comanches que se hartaron de matar misioneros españoles y de guerrear contra los Apaches) son los buenos y los militares estadounidenses los malos genocidas. Nadie ha mostrado tan crudamente como fueron tratados los indios como Ford en ese largometraje.

En resumen, no viene a cuento decir que esta película es mejor ni peor basándose en el mensaje, porque no lo hay. Decía Assimov que es difícil para un escritor poner ideas en un personaje que uno no comparte, difícil pero no imposible.
trinitotolueno
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8 de abril de 2013
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando le pongo un 10 a una peli no es porque me parezca perfecta, sino por las cosas que me ha hecho pensar o sentir. Para mucha gente, "Centauros del desierto" puede ser una obra sobrevalorada, y sin duda podría ser criticada por muchas cosas: su machismo, su racismo, los descuidos de raccord, la falta de rigor histórico... Pero a mí me emocionó la primera vez que la vi, y desde entonces no me canso de disfrutarla. Creo que "Centauros del desierto" es el mejor ejemplo de que la narración cinematográfica puede basarse más en la omisión que en el relato explícito, y que una imagen puede ser tan expresiva por lo que evoca como por lo que muestra. Quizá me influyó la edad a la que la vi por primera vez, porque para mí esta película fue toda una lección de lenguaje cinematográfico.

Ford demuestra ser un maestro en la composición del plano. Los primeros veinte minutos son inolvidables, con la llegada del Ethan a casa de su hermano (¿o sería mejor decir de su cuñada?), la aparición posterior del comisario-reverendo (genial la escena del desayuno-alistamiento) y la delicada despedida de Ethan y su familia. Después asistimos a la enfermiza búsqueda por parte de Ethan de su sobrina, que es una verdadera lucha contra el destino... "Centauros del desierto" es una colección impagable de detalles sobre el paso del tiempo, la lealtad, el orgullo, el remordimiento, la responsabilidad, el odio, la venganza, la amistad... Y Ford rueda la historia con su peculiar estilo de cámara fija, mientras los personajes se mueven de una forma calculada y precisa, como en una coreografía perfecta.

Más allá del discutible tono de algún pasaje, muy poco edificante visto a día de hoy (en especial, el emparejamiento de Jeffrey Hunter con la mujer india), hay momentos de comedia típicamente fordiana muy reseñables (las lecturas de las cartas, la boda bufa del personaje de Vera Miles, etc.).

La peli se inicia y se cierra con planos complementarios. Y la historia es un continuo encuentro de polos antitéticos. La persecución es una forma de huida, y la búsqueda del ser querido no es más que la búsqueda de uno mismo. La película se caracteriza por las continuas mirada fuera de campo de los personajes, siempre es más importante lo que se intuye que lo que se ve. Todo está más allá de lo que puede verse.

Pero, si alguien me preguntase por qué creo que ésta es una de las mejores películas de la historia del cine, sólo podría explicarlo intentando describir la profunda sensación de melancolía que me invade con la escena final. Y eso es cine, ¿no?.
rober
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29 de diciembre de 2010
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vayamos al principio. Al inicio Ford nos cuenta, con una economía argumental envidiable y una elegancia que hay que agradecer, con la llegada del personaje de Wayne al hogar (que no es su hogar) una historia anterior a la propia acción y por tanto también al resto de la película que se le pasa por alto a la mayoría de personas que ven la cinta.

Es la historia de un tipo que acaba de perder una guerra (sutileza nº1: lleva una prenda de uniforme de soldado confederado), que probablemente haya sido un bandido (sutileza nº2: entrega monedas de oro a su hermano, que las recibe con sorpresa y esconde con temor). Además se nos sugiere que entre Ethan y su cuñada hubo una historia de amor (sutilezas nº3, 4 y 5: nadie le saluda con tanta emoción en su llegada como ella. Al entrar en la casa ella no se da la vuelta sino que en todo momento se mantiene encarada a él y mirándole a la cara. Y la 5ª, la cara del reverendo al ver cómo la cuñada de Ethan le acaricia el abrigo con sumo cuidado y cariño le delata, él conoce la historia que hubo entre ellos). Toda esta intrahistoria "se nos cuenta" con esas sutilezas, y otras que se me habrán escapado, en apenas 10 minutos, repito, "se nos cuenta", las comillas son un mensaje más descriptivo en este caso que las palabras.

Sólo con ese inicio enigmático, sutil y elegante ya me ha ganado. Harto de la explicación cíclica y repetitiva que nos bombardea en nuestros días, se agradece recordar que hubo algo que requería de cierta viveza intelectual en el cine. Y todo esto me hace pensar que probablemente otras cosas que me chirrían de la película son fruto de ese afán de Ford por ser sutil y huir de toda aquella explicación argumental que no pueda deducirse por el propio contexto. (Ver spoiler).

Hay cosas que no tienen perdón de dios, ya enumeradas por otros y en las que intuyo estaremos casi todos de acuerdo. Pero esa sutileza que desprende Ford en todo momento tiene más peso en mi valoración que esos errores de relativa vulgaridad que aparecen en la cinta.

Centro mi "crítica" solo en ese inicio ya descrito porque me parece el ejemplo más claro de esa sutileza, y perdón por la reiteración, de la que hace gala Ford. Ya que es este elemento el que me ha sorprendido de verdad. Sin esto estaríamos hablando de un western normalito y por tanto mi puntuación no tendría sentido más allá del apartado técnico.

Por cierto, la película no es racista. El personaje principal, Ethan, sí lo es. Descaradamente. Pero es un error asociar el racismo de un personaje con el global y el contexto de la obra, y de asociarlo con el autor ni hablemos. Es evidente que el racismo es un tema que interesaba a John Ford, pero dudo mucho que pase de ahí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nezou
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