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La puerta del cielo

Western. Drama. Romance En el verano de 1870, Averill e Irvine terminan sus estudios en la Universidad de Harvard. Veinte años después, viven en circunstancias muy distintas. Averill, más serio y visiblemente más viejo, se ha convertido en un "marshall" federal. Por su parte, Irvine, destruido y arruinado por la bebida, pero todavía en su sano juicio, es miembro de la asociación Stock Growers Agricultores, que está involucrada en un conflicto. (FILMAFFINITY)
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
23 de julio de 2008
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, vi la versión comercial hace muchos años y apenas la recordaba. Buscaba este Director's Cut desde entonces y hace poco por fin me lo despaché.
El empacho de ego que se dio Cimino con esta película es de altura. Su gusto por las escenas costumbristas con cientos de extras es llevado aquí al límite (la primera hora es apabullante en este sentido), al igual que la maravillosa y preciosísima fotografía. Y es grande. Pero la película naufraga por que Cimino casi le da más importancia al retrato histórico, al drama de los inmigrantes y a esas magníficas escenas de masas que al drama íntimo de los personajes, que quedan, como poco, desdibujados. Ni Kristofferson ni Walken ni Huppert están especialmente memorables pero tampoco es que sus personajes den para mucho más según el guión y el montaje de Cimino. Puede que la intención de Cimino sea ésa, dar preponderancia al momento histórico, pero el resultado final es un tanto desequilibrado.
La historia la ha encasillado como un gran "lo que pudo ser y no fue" y éso es lo que es, a mi parecer. Aunque los varapalos que recibió fueron, sin duda, desproporcionados
Peter Gabriel 77
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26 de mayo de 2016
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que esta es una película excesiva,autocomplaciente, que Cimino tenía el ego muy subido...no es decir nada en contra de la película.

Y si hay que juzgar peyorativamente un film por la soberbia de su realizador, entonces habría que poner patas arriba TODA LA HISTORIA DEL CINE, empezando por Griffith, y continuando con Stroheim, Eisenstein, Welles ( posiblemente el cineasta más soberbio y prepotente de toda la historia del cine sin dejar de ser un genio por ello), y actualmente con los Scorsese y Tarantino, cineastas con un ego más grande que sus propias filmografías.

Bien, empezando por ahí entonces, hay que valorar a La puerta del cielo como el gran y excelente film que es, de ese cine grande, al nivel de Intolerancia, Avaricia, Apocalypse Now, 2001 o Stalker...cine muy ambicioso, pretencioso incluso, pero hecho con una categoría y una magia que se echan hoy día en falta...cine hecho con arrojo, con las tripas, sin esconder nada, con un cineasta dando todo lo que tiene, su talento, su pasión...somos muchos los cinefilos que pensamos que el cine se muere porque ya no se hace cine así.

De lo que se habla siempre del film que nos ocupa, es de los problemas de producción, del sobrecoste en el presupuesto, del gran fracaso de taquilla que hizo reventar a la United Artists...leyendas y anécdotas que han quedado para la historia a la hora de hablar de La puerta del cielo.

Como toda obra de arte, al final lo que queda es verla, dejarse llevar por sus deslumbrantes imágenes, por esa melancolía que Cimino imprime a su film..una tristeza por la grandeza y miseria de un gran país, sí...pero también cimentado en la violencia y la sangre.

Cimino es un poeta, y La puerta del cielo es un precioso poema visual, del que están hechos los grandes films, que, como se suele decir, son más grandes que la vida.

Yo opino que una obra maestra puede tener imperfecciones..esta película para mi las tiene, se le puede achacar que es un film deslavazado..sí, pero de una belleza impresionante.

Recomiendo encarecidamente a los lectores que se compren la excelente edición en bluray con la copia definitiva restaurada de la película, supervisada por el propio Cimino.

Por mucho que yo diga, lo mejor es ver esta joya de película y dejarse llevar por un cine que ya casi no se hace.
Jaime Rodríguez
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23 de diciembre de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí es un peliculón, de las del western, la mejor sin duda. Aporta una historia diferente, interesante, creo que en el año de estreno (1980), había un sentimiento americano muy fuerte, muy imperialista, se creían muy superiores a otras sociedades occidentales y la película refleja una crítica al comportamiento estadounidense hacia los emigrantes que venían mayoritariamente de asia y de europa del este. De ahí que creo que no tuvo la acogida que merece, pero es muy grande, para mí es una gran pena no haber visto la versión extendida pues se notan cortes, en el largometraje definitivo, que te dejan con cara de tonto pues no sabes como llegan a esa siguiente escena. Me hubiese gustado verla y poder valorarla bien.
La recomiendo a todo público que no busque tiros y violencia gratuita. El papel de la Huppert, muy bien interpretado, el de John Hurt, genial. El protagonista no sé si está a la altura de la película pero en general tengo que decir que todos los actores hacen un buen trabajo.
La banda sonora me encanta, es formidable, soy consciente de las escenas largas que le gustal al Cimino donde salen festividades como es la del baile de graduación donde se explaya, como ya hace en la boda en El Cazador y el entierro o luto en la del Año del Dragón. Utiliza muy minuciosamente todo el decorado y el ritmo de la escena haciéndolas muy conseguidas.
En resumen, peliculón no entendido en la época que mi padre me la recomendó y le agradezco sumamente películas de este tipo.
Schranz
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24 de agosto de 2016
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
150/08(14/07/16) Irregular western crepuscular escrito y dirigido por Michael Cimino, ha pasado a la historia como film maldito, fracaso que marcaron un antes y después en el cine, causante del hundimiento de la United Artists, tras un rodaje caótico, la productora ante el megalómano metraje, el que era el nuevo niño mimado de Hollywood, Cimino, tras su éxito (y oscarizada) con “El cazador” sufrió un varapalo tal que jamás se recuperaría de la hecatombe, tardó cinco años volver a filmar otro film, “Manhattan Sur”, solo rodaría cuatro films más. Cimino se embarcó en un relato sobre el Nacimiento de la Nación, historia oscura sobre una batalla desigual a finales del SXIX entre ganaderos adinerados apoyados por leyes estatales frente a colonos granjeros recién llegados de Europa, en el estado Wyoming, la llamada Guerra del Condado de Johnson, para ello la UA le dio libertad presupuestaria que el realizador italoamericano sobrepasó en su grandilocuencia y enfermizo perfeccionismo por mucho, multiplicando por cuatro el presupuesto inicial hasta los 44 millones $, solo recaudó 3,5 millones $, ni una décima parte del costo, encima la crítica se cebó con ella, siendo nominada a cinco Razzie, ganando Cimino al de peor realizador dos años de ganar el Oscar, siendo además nominada a cuatro más. La crítica en general con el paso de los años se ha ido dividiendo entre los que les gusta el film y los que ve un ataque de pomposidad sin entramado sólido que sostenga su gran ambientación, yo me encuentro en el segundo grupo. Hay varias versiones del film, yo he visto la de 216 minutos, estrenada en 2012.

Western envuelto en la melancolía, ocasísticos, crepuscular, sobre el fin del oeste salvaje, nos habla con afán crítico sobre el doloroso parto de un país, sobre las luchas intestinas que edificaron los confines de los Estados Unidos, sobre como a través de la violencia se gesta la colonización de los pioneros que poblaron esta extensa tierra, sobre la eterna guerra entre ganaderos poderosos que necesitan infinitas tierras para su ganado paste y los granjeros inmigrantes que llegan después con sus penurias, siendo un obstáculo para la expansión física y económica de los ganaderos, para su progreso. Siendo en este sentido una cinta de clara tendencia política de izquierdas, arremetiendo con saña contra el “Sueño Americano”, para ello se encarga de hacer múltipresente en muchas escenas la bandera de las barras y estrellas, refleja el racismo, xenofobia y clasismo más atroz de la sociedad americana del momento, pero que Cimino intentó extrapolarla al contemporáneamente, sobre su doble moral, su hipocresía, sobre codicia desmedida, y sobre todo atacando el capitalismo salvaje, ello en un tiempo en el que estaba llegando al despacho oval un “cowboy” conservador como Ronald Reagan. Relato de amores compartidos, frustraciones, amistades, desengaños, amoralidad, y sobre todo de perdedores.

Contado por Cimino con gusto sensorial prodigioso, ambientación superlativa, aprovecha al máximo la pantalla grande, expandiéndo los espacios abiertos de Wyoming, expuestos en toda épica su grandeza, muestra lo pequeño que el ser humano es ante la grandeza del mundo, explota los escenarios marcados por el fenomenal diseño de producción de Tambi Larsen (“El juez de la horca”), filma nada en Wyoming, recrea el estado en Montana, en su Parque Nacional de los Glaciares, recreando al este del parque el pueblo de los colonos de Sweetwater, y en Wallace (Idaho), la ciudad de Casper, para la escena inicial se supone era en Harvard-USA, en realidad es la Universidad de Oxford (UK), recrea con mimo cuasi-enfermizo cada lugar, ejemplo fue el traslado de un árbol para plantarlo en un patio de Oxford para la escena del vals, con unos interiores fabulosos, de tabernas, cabañas, clubs sociales, el salón de la universidad, la impresionante “Puerta del cielo”, local social en el que se reúnen los colonos y que da título al film, colosal trabajo de decorados, se suma un extraordinario diseño de vestuario de J. Allen Highfill (“Bufalo Bill y los indios”), todo muy étnico en las vestimentas de los colonos, en los pistoleros con esos quitapolvos de ondulaciones cuasi-operísticas y que puso de moda Sergio Leone en su westerns, todo esto atomizado a la epicúrea fotografía del húngaro Vilmos Zsigmond (“El cazador”), atmósfera cargada de lirismo visual, componiendo tomas de una belleza superlativa, con un patinado cálido-suave-tenue, cuadros que rezuman romanticismo estético, de una beldad arrolladora, jugando con los claroscuros, con los rayos del sol filtrándose por las ventanas, con las penumbras experimentando con la luz natural, emitiendo tristeza, nostalgia, pesadumbre anímica, con hermosos travellings circulares crea sinfonías visuales, ejemplo el vals del inicio alrededor del árbol, o cuando seguimos al violinista (El propio compositor del score del film, David Mansfield) tocando en patines en la “Puerta del cielo”, labor apabullante. Se añade la música creada por David Mansfield (“Manhattan Sur”), deliciosa partitura, envuelta en un aura estremecedora de melancolía, evocadora de sueños perdidos, maravillosa, de las que te conmueve, se añade en la escena del inicio el vals de Strauss el “Danubio Azul”.

Desgraciadamente su apoteósica ambientación no es acompañada con un buen guión, su dirección visual no está en comunión con la solidez narrativa, sintiéndose por momentos colección de preciosas viñetas mal cohexionadas, regularmente engarzadas, con personajes desequilibradamente descritos, comportamientos erráticos, deriva en un argumento confuso con el que te es difícil conectar, a medida que avanza su metraje te sientes más frío ante lo que ves. Secuencia apabullantes, pero orgánicamente se sienten torpes Los victimarios del relato son los colonos inmigrantes, con los que debiéramos conectar para empatizar con su dolor, pero el realizador nos los muestra como turba que se mueve de modo histérico,... (sigue en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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1 de octubre de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más conocida hoy en día por ser la película que arruinó a la United Artist, que por su valor artístico, en mi opinión, sigue ganando enteros con el paso del tiempo. Un duro retrato desmitificador de la colonización del Oeste. “La puerta del cielo” es puro cine de Hollywood despreciado por su mirada ácida sobre la Historia. A diferencia de los westerns de John Ford, esta película no se limita a imprimir la leyenda sino que la impugna. Pues censura la leyenda y denuncia la lucha de clases.

James Averill (Kris Kristofferson), el sheriff de Johnson County, se opone a las intenciones del terrateniente Frank Canton (Sam Waterston), que ha contratado a un grupo de mercenarios para que eliminen a los 125 emigrantes granjeros que se han instalado en el condado y que la asociación de ganaderos considera una amenaza para sus intereses, calificándolos de ladrones y anarquistas. El sheriff mantiene relaciones con la bella prostituta Ella (Isabelle Huppert), incluida en la lista por aceptar ganado robado como pago, a la vez que Nathan Champion (Christopher Walken), que trabaja para los ganaderos pretende casarse con la mujer.

La película presenta a la Asociación de Ganaderos como auténtico poder factico de la región, no como un órgano de actividad económica sino como una pervivencia de tipo feudal, tanto en la concepción de la explotación de las tierras como en la relación con los súbditos – y los emigrantes indefensos son un magnífico ejemplo de éstos –, o lo que es lo mismo, en la muy particular concepción de la ley, todavía muy lejana del derecho individual. Con ello, el cineasta desmonta la creencia de que el esfuerzo colonizador se debió a una empresa común, sin distinciones de clase, en la que el espíritu constructivo de la naciente América era el motor de la acción.

Michael Cimino realiza una puesta en escena realista y de una brutalidad atroz en este western histórico que denuncia cómo el gobierno político apoyó a los ricos ganaderos en detrimento de los desheredados colonos. Un western de izquierdas que nos ofrece una mirada cautivadora del otro lado del “sueño americano”. Rodada en escenarios maravillosos y con una fotografía fascinante que otorga un extraño misterio a los interiores y una luminosa belleza a los exteriores. El resultado es tan exultante como intimista y reflexivo, que seguramente pretendía ser una alegoría sobre la sociedad norteamericana del momento. El film es el definitivo réquiem de lo que pretendía ser “El Nuevo Cine Americano”.
Antonio Morales
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