El monstruo de los tiempos remotos
1953 

6,1
849
Ciencia ficción. Terror
Tras un experimento nuclear, un deshielo provoca la vuelta a la vida de un dinosaurio, que sembrará el pánico entre la población. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2022
31 de agosto de 2022
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Y si les digo que no está tan mal, que hasta lo pasé bien en su última parte y que incluso no me reí demasiado, seguro que no me creerán. Pero si además les digo que aunque llegó dos décadas tarde, tras el inigualable, inimitable, inverosímil, King Kong, fue el primer lagarto, reptil, ovíparo gigante, o Godzilla, ya que se adelantó en un año a de su archiconocido primo nipón, que atacó Nueva york, nueve lustros antes de que lo hiciese su tataranieta, en el Godzilla de Matthew Broderick. Esto querrán comprobarlo, y harán bien, pero entonces, esto, creerán, y así quizá crean si les digo; que los efectos especiales son bastante buenos, lógicamente a base de transparencias, maquetas y plastilina, pero la verdad que este monstruo familia de los saurios –no me pregunten de que especie, ni hagan que tal nombre les deletree– les quedó bastante chulo, dando muy bien en la escena del faro y en la que cruzó el puente de Brooklyn, demostró que poseía tablas.
Por otro lado, desgraciadamente, es lo único que se puede destacar en ella, ya que narrativamente deja bastante que desear, con una trama que nunca llega a interesarnos, y lo único que nos mantiene ante la pantalla son las estelares apariciones de la criatura. Interpretativamente es una película casi deplorable, es cierto que es una serie B y que los actores son muy secundarios, y la estrella de este subgénero, Kenneth Tobey, en esta ocasión sólo está, y poco aporta. Para rematar esta cuestión y esta reseña, les puedo decir que con creces, el verdadero protagonista y sin duda quien realizó la mejor actuación, fue “el monstruo que vino a cenar desde de los tiempos remotos”.
Y como último apunte, no quería dejar pasar, el hacer referencia, al episodio en el que vemos una denodada lucha entre un pulpo y un tiburón, una escena que fue filmada de la realidad. Y que, aunque seguramente fuese obtenida en un acuario, no deja de ser sumamente interesante, sobre todo para los entusiastas de la vida subacuática, incluso a pesar de la limitación que, en este caso, supone el blanco y negro.
Por otro lado, desgraciadamente, es lo único que se puede destacar en ella, ya que narrativamente deja bastante que desear, con una trama que nunca llega a interesarnos, y lo único que nos mantiene ante la pantalla son las estelares apariciones de la criatura. Interpretativamente es una película casi deplorable, es cierto que es una serie B y que los actores son muy secundarios, y la estrella de este subgénero, Kenneth Tobey, en esta ocasión sólo está, y poco aporta. Para rematar esta cuestión y esta reseña, les puedo decir que con creces, el verdadero protagonista y sin duda quien realizó la mejor actuación, fue “el monstruo que vino a cenar desde de los tiempos remotos”.
Y como último apunte, no quería dejar pasar, el hacer referencia, al episodio en el que vemos una denodada lucha entre un pulpo y un tiburón, una escena que fue filmada de la realidad. Y que, aunque seguramente fuese obtenida en un acuario, no deja de ser sumamente interesante, sobre todo para los entusiastas de la vida subacuática, incluso a pesar de la limitación que, en este caso, supone el blanco y negro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Bajo el gélido Ártico hay escondido,
un espléndido espécimen de saurio,
un enorme y feroz tiranosaurio,
que tras el hongo atómico ha surgido.
Pero el mundo no se haya prevenido,
contra tal ejemplar de dinosaurio,
contra este tan temible y bronco saurio,
que de "tiempos remotos" ha venido.
El gran puente de Brooklyn ha cruzado,
para así asolar, La Gran Manzana,
cuál, se merienda un tierno emparedado.
No sólo corta sino que rebana,
este bicho de tronco exagerado.
¡Menudo monstruo!; yendo de jarana.
un espléndido espécimen de saurio,
un enorme y feroz tiranosaurio,
que tras el hongo atómico ha surgido.
Pero el mundo no se haya prevenido,
contra tal ejemplar de dinosaurio,
contra este tan temible y bronco saurio,
que de "tiempos remotos" ha venido.
El gran puente de Brooklyn ha cruzado,
para así asolar, La Gran Manzana,
cuál, se merienda un tierno emparedado.
No sólo corta sino que rebana,
este bicho de tronco exagerado.
¡Menudo monstruo!; yendo de jarana.
7 de diciembre de 2022
7 de diciembre de 2022
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Un título, una película y una historia tan rimbombante. Dirigida por Eugène Lourié y Ray Harryhausen en los efectos especiales, definitivamente, no se olvidará en un buen tiempo. La creatividad y la originalidad de la época no se puede desmerecer. Este filme, creado en el año 1953 logró su objetivo: asustar y sembrar miedo en los niños, pero diversión y entretenimiento en los adultos. La cinta comienza en el polo norte, escenario que, de hecho, está muy bien logrado. ¡Sorprendente stop motion!
7 de diciembre de 2022
7 de diciembre de 2022
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Sin duda es una película increíble, si lo vemos por la forma de la ejecución de la obra es simplemente perfecta. El stop motion utilizado es bastante bueno para ser de 1953... Algo que no me gustó fue meter romance en mitad del "terror", siento que era una forma muy obvia de aliviar el ambiente, cosa que, en lo personal, no me gusta demasiado. Pero eso no le quita lo bueno al film; está bien justificado y no se ve forzado, y ha aportado mucho teniendo en cuenta que esta arqueóloga ayuda al científico a pensar más rápido en las situaciones de presión. Es cierto que es una película que puede resultar "vieja" para los espectadores de la actualidad, pero es totalmente grandiosa; sus escenas son limpias, están bien grabadas y el guion desarrolla la trama con gran suspenso.
7 de diciembre de 2022
7 de diciembre de 2022
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La película me pareció muy común y simple, no muy entretenida que digamos. En una parte me causó un poco de risa cuando apareció el monstruo, porque lo vi como un juguete de niños. Capaz que en el tiempo que se estrenó la película, a los niños les causó miedo y se asustaron, ya que nunca habían visto un dinosaurio, y eran otros tiempos. Actualmente, he visto otras película de este estilo con mejores gráficos y actuaciones.
1 de marzo de 2019
1 de marzo de 2019
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy escritor de género y un amante del Fantástico, en especial del cine de Ciencia Ficción. Nací el año que estrenaron la primera "Guerra de los mundos", así que no me dejo llevar por los juicios rápidos e insensatos. La presente merece el calificativo de: FLOJA.
A mí entender, no son pocos los entusiastas de este género, que llevados de su pasión olvidan que se trata de un producto de serie B. Esto debería decirlo todo, ya que este tipo de cine era objeto de una producción fácil, en manos de unos directores desconocidos que filmaban con rapidez y pocas pretensiones, siguiendo las directrices de las productoras. Y así, la mayor parte de las veces el conjunto fructificó con una serie de premisas ingenuas, tanto en el tratamiento escénico como en todo lo referente a la introspección de los personajes y sus perfiles psicológicos. Y, claro está, el paso del tiempo lo evidencia con rotundidad.
Muchos aficionados valoran algunas de estas películas llevados de un pulso sentimental. Guardan en su memoria algunos planos o secuencias que les provocaron en su día un gran deleite, al margen de la valía real del filme. Esta subjetividad hace que nos encontremos con exuberantes análisis en películas rematadamente malas, que acumulan tópico sobre tópico, ingenuidad a raudales, planos y situaciones ridículas, interpretaciones estólidas basadas en la mera fotogenia y un virtuosismo técnico lastrado por la época. Esto es algo que comparto a día de hoy con muchos profesionales del medio: «Como quiera que sea, y aparte de sus muchas ingenuidades, por otra parte bastante frecuentes en el cine de ciencia-ficción de aquella época…», es uno de los comentarios más eufemísticos de la mano de José María Latorre de Nosferatu.
Este largo preludio ha sido necesario para abrirme camino entre la hojarasca que preside el claro de este bosque: El monstruo de los tiempos remotos; por cierto, bastante ensoñado. Nadie puede discutirle al filme que históricamente sea el primero en inaugurar el tema del bicho vuelto a la vida a causa de las explosiones atómicas y de la radioactividad, que tanto rendimiento le ha dado al cine. Pero un plano, una secuencia, un rizo sentimental o un bagaje histórico, no puede tenerse en cuenta a la hora de valorar de forma objetiva el producto final. Como alguien dijo ya en su día: «El monstruo de tiempos remotos tiene su mayor inconveniente en el guión firmado por Lou Mortheim y Fred Freiberger, quienes no hicieron otra cosa que hinchar el apático relato original de Ray Bradbury en el que se basa el filme». Otro asunto es el del gran Harryhausen, quien más adelante mejoró notoriamente su técnica de Dynamation y la desplegó en una serie de títulos inolvidables. Aquí, y por más que algunos puedan argüir, es pobre y rayano en lo más decididamente infantil. Creo que hasta los niños de no mucha edad, se reirían al ver este elemental monstruo; sobre todo, después de disfrutar con los de Jurassic Park, y otros por el estilo. Estoy seguro que cuando los de mi generación seamos ya polvo de estrellas, apenas nadie recordará ni ensalzará estas películas, propias de una era de vitales soñadores.
A mí entender, no son pocos los entusiastas de este género, que llevados de su pasión olvidan que se trata de un producto de serie B. Esto debería decirlo todo, ya que este tipo de cine era objeto de una producción fácil, en manos de unos directores desconocidos que filmaban con rapidez y pocas pretensiones, siguiendo las directrices de las productoras. Y así, la mayor parte de las veces el conjunto fructificó con una serie de premisas ingenuas, tanto en el tratamiento escénico como en todo lo referente a la introspección de los personajes y sus perfiles psicológicos. Y, claro está, el paso del tiempo lo evidencia con rotundidad.
Muchos aficionados valoran algunas de estas películas llevados de un pulso sentimental. Guardan en su memoria algunos planos o secuencias que les provocaron en su día un gran deleite, al margen de la valía real del filme. Esta subjetividad hace que nos encontremos con exuberantes análisis en películas rematadamente malas, que acumulan tópico sobre tópico, ingenuidad a raudales, planos y situaciones ridículas, interpretaciones estólidas basadas en la mera fotogenia y un virtuosismo técnico lastrado por la época. Esto es algo que comparto a día de hoy con muchos profesionales del medio: «Como quiera que sea, y aparte de sus muchas ingenuidades, por otra parte bastante frecuentes en el cine de ciencia-ficción de aquella época…», es uno de los comentarios más eufemísticos de la mano de José María Latorre de Nosferatu.
Este largo preludio ha sido necesario para abrirme camino entre la hojarasca que preside el claro de este bosque: El monstruo de los tiempos remotos; por cierto, bastante ensoñado. Nadie puede discutirle al filme que históricamente sea el primero en inaugurar el tema del bicho vuelto a la vida a causa de las explosiones atómicas y de la radioactividad, que tanto rendimiento le ha dado al cine. Pero un plano, una secuencia, un rizo sentimental o un bagaje histórico, no puede tenerse en cuenta a la hora de valorar de forma objetiva el producto final. Como alguien dijo ya en su día: «El monstruo de tiempos remotos tiene su mayor inconveniente en el guión firmado por Lou Mortheim y Fred Freiberger, quienes no hicieron otra cosa que hinchar el apático relato original de Ray Bradbury en el que se basa el filme». Otro asunto es el del gran Harryhausen, quien más adelante mejoró notoriamente su técnica de Dynamation y la desplegó en una serie de títulos inolvidables. Aquí, y por más que algunos puedan argüir, es pobre y rayano en lo más decididamente infantil. Creo que hasta los niños de no mucha edad, se reirían al ver este elemental monstruo; sobre todo, después de disfrutar con los de Jurassic Park, y otros por el estilo. Estoy seguro que cuando los de mi generación seamos ya polvo de estrellas, apenas nadie recordará ni ensalzará estas películas, propias de una era de vitales soñadores.
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