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El juez del patíbulo

Western. Comedia A finales del siglo XIX, en Texas, el río Pecos marcaba los límites entre la civilización y el comienzo del salvaje Oeste. En una pequeña población, los ciudadanos están a punto de ahorcar a Roy Bean, un forajido ladrón de bancos, pero una joven mexicana le salva la vida. Roy entonces se autonombrará juez, impartiendo su propia justicia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
1 de agosto de 2005
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
PAUL NEWMAN encarna en esta película al legendario héroe del oeste americano, pero... excesivo en su papel de hombre duro y tierno a la vez, pillo y violento en muchas ocasiones, bondadoso en otras, romántico al rudo estilo. Una Ava Gardner en sus últimos destellos de belleza demuestra que todavía puede ser objeto de deseo (platónico, al menos), en tanto que otra belleza más actual (la Bisset) tiene que representar el modesto y sacrificado papel de esposa-objeto. En la segunda parte de la historia (que para mi gusto, es la más endeble) la propia Bisset se une al padre (Paul Newman) para consumar una hiperbólica venganza y, desde luego, desaparece el buen humor que reina en la primera mitad. Película, en fin, solo interesante o entretenida, pero a la que un soberbio director y unos actores de primera fila podían haber sacado mejor partido.
ANTOINE
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7 de octubre de 2015
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atípico e inclasificable western americano que cuenta con la presencia de Paul Newman en lo que es un remake de una producción anterior, plagada de humor e irregularidades.
Dirigida por el célebre John Huston, la película presenta un ritmo irregular y se apoya en un argumento insólito e insostenible que nos presenta y desarrolla las aventuras de un hombre que comienza a impartir justicia.
Tiene un comienzo prometedor, pero a medida que avanza va dejando síntomas de debilidad en cuanto a coherencia, cohesión y ritmo, ofreciendo, de esta manera, un producto que no es redondo aunque ofrezca momentos de verdadera brillantez. Pero claro, una película no se valora por los momentos sino por el conjunto y, en este caso, El juez de la horca no llega a ser redonda.
El argumento presenta diversas situaciones extrañas que mezclan el western tradicional y la comedia, haciendo que resulte confuso su seguimiento. Paul Newman ofrece un personaje gamberro y simpático, con su carisma logra mantener el interés en los momentos que posiblemente decaiga. Mención especial para la etapa del oso, que resulta excesivamente larga. Los mejores momentos llegan cuando el director se olvida de intentar dar sentido a la historia y se vuelca en las secuencias de acción con balas, polvo y sangre. El resto es puro relleno, a base de humor y situaciones ilógicas que no deberían haberse desarrollado.
No llega a ser una película fácil de ver y llega a decepcionar teniendo en cuenta que el comienzo es muy prometedor, pero todo parece una montaña rusa con subidas y bajadas que marean al espectador, dejando una sensación final de confusión importante. Como anécdota está bien, pero no aguanta un segundo visionado, la historia que intenta contar no queda clara y John Huston no logra ofrecer un trabajo satisfactorio.
Jon
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22 de julio de 2007
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva incursión del maestro Huston en el Western, terreno en el que no se movía precisamente con comodidad. Al trillado argumento de la emergencia de un orden en el lejano oeste que permita asentar las bases de una nueva sociedad, Huston plantea una nueva perspectiva, la que nacerá de una ley y un orden, mejor que el anterior, pero no necesariamente "justo".
El Juez Roy, un excelente Paul Newman, hace ley de su criterio e interpretación personal de la norma jurídica (siempre va acompañado de un manual de la constitución de Tejas), por supuesto, imponiéndola por la fuerza y la violencia (a la que se supone que combate).
Un poco larga, decae hacia mitad, los personajes poco perfilados, excepto el del Juez, muy buena la secuencia en San Antonio y la del nacimiento de su hija, supone el toque "del fracaso" muy característico en el mejor Huston.
La llegada de un nuevo-nuevo orden no deja de ser para Huston la constatación de que no representa garantía de justicia, parabólicamente el personaje que lo impondrá había llegado al pueblo otorgándose derechos concedidios que por S.A.R. el Rey de España, muy irónico.
El final catársico y el epílogo se agradecen. La música muy machacona, el leit motiv muy apegaloso (estamos hablando de Jarre, claro) y la escena del baño del oso totalmente estrambótica.
Relativo valor como western y película interesante.
polelo
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1 de abril de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que Newman cuando se decidía a entrar en un western lo hacía si tenía suficientes argumentos heterodoxos para meterse en este género, lo hace en Dos hombres y un destino, y lo hace aquí también.

No es un Western clásico ni mucho menos y en ciertas ocasiones roza el absurdo (como también lo exige la Leyenda de Roy Bean), eso sí, cumple con todas las premisas del Western Crepuscular, entrando en el siglo XX con todos sus avances y el fin de un modo de vida propio del Oeste del XIX.

La película tiene algunos gags y buenos momentos protagonizados por las fanfarronadas del Juez Bean pero también tiene tramos inconexos y un final extrañísimo, parece que una vez entrada en la década de los setenta había que enterrar al género lo más rápidamente posible antes de que terminase oliendo y de la forma más discreta posible.

Para amantes del Western no es un imprescindible, la película pasa algo desapercibida de no ser por Newman y Houston y también destaca Maurice Jarré en la música, sin embargo no está ni de lejos entre sus veinte mejores composiciones.

Sin embargo es una película que se ve fácil, que no exige comprensión y en la que por unas cosas o por otras acabarás amando al nostálgico Juez Bean aunque al final no te quede muy claro si la justicia es la mano derecha de la ley o la ley la mano derecha de la justicia y si el precio de una cerveza serán 25 dólares si el que pierde al poker es Bean.
MirzaDzomba
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4 de mayo de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo, o no espero ni deseo, que a estas alturas a nadie con dos dedos de frente le quepa la menor duda al respecto de que el único sistema político posible, o, por lo menos, más viable o con un mínimo sentido práctico, sea el del absolutismo regio o en su defecto, este es el parecido caso, el de la tiranía feroz perpetrada por un solo hombre de armas tomar, de los de pistola antigua, libro gordo y oso bebedor, estructura social y legal infinitamente más justa y adecuada que todas las demás, muy superior, qué duda cabe, a la malhadada democracia que hoy día con tanta mala baba nos asola, esa burda estafa o grosera farsa que convierte a la ridícula mayoría fantasma en la excusa perfecta para cometer todo tipo de profusas bellaquerías y cutres tropelías en su gastado y fundamentalista nombre, bajo su égida; o qué decir del comunismo, ese bruto timo solo apto para las mentes más imberbes y los desalmados más crueles; o del fascismo que de lo malo es más de lo mismo; o la anarquía si ya hasta nos da la risa; en fin, para qué seguir con esta de morcillas ristra si está muy comprobado, como se puede apreciar de manera prístina en esta bonita película, que es mucho mejor que todo el control y la capacidad de decisión recaigan sobre los hombros de un solo y muy distinguido señor, si es que además, por si no fuera suficiente lo que ya se ha expuesto, nos ahorraríamos de paso, de este bello modo, un montón de perniciosas cosas que nos minan el alma como la insidiosa gota de la famosa tortura china, por ejemplo, los presupuestos, el papeleo, el tiempo, el dinero, las elecciones, las subvenciones, los mítines, los parlamentos, congresos, senados, diputados, concejales, ayuntamientos, autonomías, alcaldes, qué puedo añadir si la lista nunca termina y es todo lo que de un feliz plumazo te quitarías de una vez por todas de encima, si solo, como ya hemos dicho más arriba, pero hay que insistir en ello, tendrías que depositar todo el poder omnímodo en un solo ser elegido, nacido para gobernar con pasión, dirigir el país con mano de hierro y guiar el destino de todos nosotros, tanto necio y borrego, es triste pero cierto, hacia el bien y la belleza, qué hermoso todo.
La Biblia y el Derecho Romano como los dos pilares fundamentales de la civilización occidental; las sagradas escrituras, las leyes y el rifle, a dios rogando y con el mazo dando.
Y enfrente las rameras y los rufianes en aparente y dichosa armonía, oficios ambos la mar de dignos que solo tienen su razón de ser si mantienen la esencia de su origen casi divino, el motivo santo por el que nacieron, más o menos, no tanto si se convierten o transforman en otra cosa peor, es decir, mucho más respetable y buena, la moral y sus garras siempre tan peligrosas, pervierten todo lo que tocan.
Paul Newman se autodetermina como juez supremo, tras un referéndum en el que saca la mayoría absoluta, por lo que asume el mandato ineludible del pueblo, nada menos, su misma persona es todo el censo, por ejemplo, por lo que su voto fue a sí mismo, no hay mayor prodigio, casualmente además, el que parte y reparte se lleva siempre la mejor parte, y líder abismal de una comunidad que aquí empieza de cero, como los primeros pioneros, tábula rasa, lo echábamos de menos, como Adán y Eva, ese par de memos; los mexicanos buenos y recios y los blancos algo más anglosajones con muchos huevos y algún seso despierto, mestizaje feliz entre sangres encontradas y felizmente mezcladas en el altar de la tierra elegida y bendecida por el buen señor; al principio fue el verbo, poco después la violencia, finalmente, el amor.
Y es Roy Bean, el fugitivo, casi como Don Quijote, que tiene a su diosa Dulcinea Lily y a su amada más de la tierra, la bellísima y serena Victoria que tanto le quiere y admira, también a un rozagante animal, el oso y el madroño, y a un escudero camarero que no por ser apenas mileurista de nada el pobre se queja.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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