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My Mexican Bretzel

7,1
2.333
Documental. Drama Diario íntimo de una mujer de clase acomodada, Vivian Barrett, ilustrado por las filmaciones caseras de su marido León, un rico industrial, entre los años 40 y 60 del siglo pasado. La película es también un melodrama clásico a lo Douglas Sirk o Todd Haynes, con los sentimientos a flor de piel. Un viaje en volandas a través de la vieja Europa. Un ensueño romántico.
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Única, imprescindible, sorprendente y conmovedora. Estos son algunos de los adjetivos que pueden intentar definir esta difícilmente definible película elaborada con metraje real de las vacaciones de los abuelos de su directora y guionista, Nuria Giménez Lorang, que se inventa una historia totalmente nueva, creando un imaginario de creatividad y originalidad ilimitada.

Para relatarlo solamente tenemos el texto de su narradora, lo cual te sumerge aún más en unas imágenes inicialmente cotidianas que se reconvierten en estampas evocadoras de un amor secreto del que el espectador es totalmente cómplice y confidente hasta niveles pocas veces alcanzado en una obra cinematográfica.

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Cine de Patio
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8 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descubrí mi interés por el subgénero del cine basado en la re-elaboración del cine doméstico en un largometraje que recogía filmaciones amateurs de los años 30 del prestigioso abogado parisino Gérard Fleury. Era Tren de sombras de José Luis Guerín (1997). Su tercer largometraje experimental, una ficción que lanza ese género -sin serlo- en la conmemoración del centenario del cinematógrafo.

Mas recientemente, pasados más de veinte años, en 2019 encontramos dos obras realizadas a partir de las grabaciones familiares amateurs con epicentro en Suiza. Dos largometrajes notables y particulares.

1. Centrado en Ginebra el documental autobiográfico Madame (2019 Suiza) de Stephane Riethauser, ideado como diálogo con su querida abuela Caroline Della Beffa, que adopta también la forma de superposición de confesiones.

Stephane usa las filmaciones familiares de su padre y las suyas propias, así como las grabaciones de audio del contestador telefónico, para realizar un trayecto vital por el pasado y así poder contar cómo se fueron revelando las verdades de su homosexualidad. Conectando, al otro extremo, con parecidas dificultades que sufrió su abuela para hallar la libertad y la feminidad para desarrollarse como persona, y crear sus propios negocios entre hombres. Una crítica al androcentrismo de tiempos pasados desde distintas ópticas. Un film directo, urgente, ecléctico y sincero.

2. My Mexican Bretzel (2019 España) de Nuria Giménez Lorang, es para mí el último peldaño en el cine construido a partir del cine doméstico (erróneamente clasificado como documental).
Ella nos cuenta como en 2010 “Poco después de que mi abuelo muriera, mi madre y yo fuimos a Suiza para recoger sus cosas y nos encontramos con unas 50 bobinas (la mayoría de 16mm, el resto de 8mm) en el sótano de su casa” Así Nuria Giménez Lorang parte exclusivamente de esa herencia de 29 horas filmadas por sus abuelos durante tres décadas (desde los años 40 hasta los 60) para concebir y realizar una fascinante historia de amor.

Su abuelo Frank A. Lorang interpreta a León Barret y su abuela Ilse G. Ringier a Vivian Barret. Tanto el diario íntimo de Vivian Barret como las citas del libro rojo de Paravadin Kanvar Kharjappali, o el medicamento Lovedyn, sirven para dar una dimensión que excede los límites del documental y así poder construir una ficción con reflexiones entorno a la vida y el amor mientras recorren el mundo entero: París, Nueva York, Barcelona, Mallorca, Londres, la Bretaña francesa, la Polinesia...

'My Mexican Bretzel' es un largometraje único, poético, un hito singular, un film experimental que se convertirá pronto en un clásico, casi del cine mudo. Una obra maestra con la que debuta Núria Giménez Lorang.

Título que se refiere a esos pastelitos alemanes de cuerpos enlazados, como imagen del amor y así mismo del encadenamiento que conlleva. My Bretzel es también su amante Leo, el mejicano que Vivian descubre apasionadamente en Mallorca.

Una film redondo donde despunta una velada crítica al androcentrismo de los tiempos pasados, en un estilo radicalmente distinto a los de Madame.
Andrej Kar Ray
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11 de diciembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando parece que ya se ha inventado todo en el universo cinematográfico, Núria Giménez debuta con un título que demuestra que eso no es así. Su obra reflexiona sobre la idea de cine en un ejercicio muy inteligente.

El film presenta extractos del diario de Vivian Barrett –como subtítulos, sin necesidad de una voz en off– acompañados por imágenes que filmó su marido entre la década de los 40 y los 60 del siglo XX. Para ello, hace un uso magistral de los silencios y de algún sonido puntual para subrayar ciertos momentos. Esta característica le da mucho poder a la narración, que no es más que otro relato familiar, en concreto acerca del matrimonio. Y, en este caso, se cuenta a través de los pensamientos íntimos (incluso confesiones) de la mujer y consideraciones acerca de las citas de su autor de referencia: Paravadin Kanvar Kharjappali.

Sin embargo, todo esto no es más que una ilusión, aunque quizá sea una que vale la pena descubrir a posteriori, después de haber visto la película. Y es que resulta que ni Vivian, ni su marido, ni Kharjappali, ni la crónica que los relaciona a todos existieron nunca. Lo cierto es que Núria Giménez encontró las cintas que grabaron sus abuelos en vacaciones y decidió hacer un excelente montaje con ellas. Después, elaboró un guion inventado acerca de unos personajes que creó, convirtiendo así a sus abuelos en actores que los interpretan, sin ellos saberlo.

De esta manera, la directora propone un concepto un tanto enrevesado: un documental “de mentira”. Por eso, a pesar de que las imágenes son reales, narran una trama de ficción muy verosímil, que atrapa al espectador y logra mantener el interés hasta el final. Y ahí es donde se difumina la línea entre la verdad y la mentira, entre la realidad y la ficción, entre el material de archivo y el manipulado, pues no se concluye qué género (un documental al uso o unas grabaciones caseras pero versionadas) tiene más valor de veracidad. Y es que, como el propio Kharjappali afirma: “la mentira es solo otra forma de contar de la verdad”.

Por todo esto, My mexican bretzel es un experimento formal prodigioso y poético. Es una propuesta completamente novedosa, bastante valiente, a la que merece la pena dedicarle un pensamiento. Está claro que no es un divertimento para pasar el rato, sino una reinvención que puede desarmar a la audiencia, no solo por sus cavilaciones acerca del matrimonio, la intimidad o la insatisfacción vital, sino por la interesante ironía con la que juega.

www.contraste.info
Revista Contraste
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31 de marzo de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No estoy de acuerdo en que sea aburrida. Me han encantado las postalitas en color de lo que debía ser la mejor cámara tomavistas de la época. También me ha mantenido pegado a la silla mi curiosidad por saber adónde llevaba todo eso. Por lo demás, me ha parecido un producto con un planteamiento superficial, una trama frágil y unas ínfulas artísticas sin fundamento.
Para que me resulte interesante la vida y milagros de una señora pija, tiene que haber algo más que secuencias de surfistas, vistas de Mallorca, esquiadores en los Alpes, frases profundas y silencios pretenciosos. Si una cosa así atrae tanta atención y elogios es que estamos peor de lo que imaginaba. Lo de compararlo a Douglas Sirk ya me parece grotesco.
mimitos
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2 de julio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me habían vendido esto como una de las grandes pelis del año y es una tomadura de pelo como historia de cuidado, mi enhorabuena a los engañados.

Un conjunto de escenas de “metraje encontrado” por la nieta de unos abuelos dedicados a la industria en la década de los 40 a 60.
A partir de ellos se marca una historia del 15, sobre amoríos de la abuela.

Lo único interesante son las imágenes de la época y los viajes de puta madre que se pegaban los abuelos que tenían pasta.

Lo mejor: Ver ciudades del mundo en los años 60.
Lo peor: Tomadura de pelo la historia que se inventa la nieta.
Shevchenko
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