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La cruz de los años

Drama Un anciano matrimonio reúne a cuatro de sus hijos, ya independizados, para comunicarles que están arruinados y los van a desahuciar en un plazo muy breve. Los hijos deciden entonces repartirse a sus padres: uno se queda con la madre y otro con el padre, lo que supone un duro golpe para los ancianos, ya que han vivido juntos toda la vida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
15 de diciembre de 2010
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría empezar encumbrando este maravilloso legado de Leo McCarey, del que no conocía nada, como uno de los exponentes fílmicos más emocionantes y sinceros que jamás he visto. Podría lanzar mil alabanzas acerca de las interpretaciones de cada uno de sus personajes (si el cine sólo fuera interpretación, aquí tendríamos un doctorado). Podría hablar de su atmósfera, hermosa y única, triste y luminosa al mismo tiempo, que se desmarca de mostrar blanco o negro para definir el gris, el sobrio y doloroso gris. Podría hacer hincapié en los aciertos de la historia, plagada de detalles y verdades como puños; incómoda y certera, como un buen derechazo. Podría extenderme resumiendo ese épico final que sabe a transición, a reencuentro y despedida, a cine y a la pasión de un amor despreocupado por el tiempo y la distancia, capaz de romper cualquier concepto dictado por relojes y lugares. Podría, en fin, declarar mi fugaz romance de 90 minutos para el recuerdo con una obra que no ha envejecido lo más mínimo, acaso influida por la magia de sus personajes, y que cobra hoy día una significación que la convierte no sólo en Imprescindible, sino en Obligatoria. Podría, si quisiera, sincerarme y reconocer que hacía años que no lloraba tanto y que jamás me supieron las lágrimas tan dulces. Y es que también hay momentos para dedicar una sonrisa.

Pero no quería decir nada de eso. En realidad no. Sólo desmentir que la película pueda ser manipuladora... Va a ser que no, manipuladora sería si desvirtuase los hechos y forzara situaciones, y en ningún caso es así. Dicen que la verdad duele más cuando se presenta como evidente, y en este caso es objetivo: estamos ante una puta obraza maestra. No puedo decir más. Véanla y que la disfruten. Yo me voy a abrazar a mi madre.

"En caso de que no te vuelva a ver, sólo quería decirte que cada momento junto a ti en estos 50 años ha sido maravilloso".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
José (FullPush)
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25 de septiembre de 2010
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas películas logran palpar el tema de la vejez y sus consecuencias como esta joya.
Las actuaciones de la pareja protagónica son admirables. El guión es muy honesto, no entra en exageraciones, planteando un problema del modo más verídico posible. No se dirige directamente al público de edad avanzada, sino más bien al público joven y adulto con tenues insinuaciones de que todos llegaremos a viejos, al fin y al cabo entre la juventud y la vejez tan sólo existe vida.

Llama la atención lo poco difundido que está este filme y confieso haberlo buscado gracias a la sugerencia de nuestra página, es interesante ver como tampoco repercutió en su época siendo ignorado por los miembros de la Academia. McCarey la consideraba su “obra maestra” y al aceptar el premio Oscar a mejor director por “The awful truth” dijo: “Gracias, pero me entregan este premio por la película equivocada”.
Un gran error de filmaffinity fue al momento de catalogarla, en género colocan: Drama, vejez, familia y no lo más importante: ROMANCE. O es que acaso los únicos que pueden enamorarse o seguir enamorados son los jóvenes. La pasión con la que se miran y hablan los protagonistas es emocionante, produce una envidia sana si es que ésta existe: encontrar una pareja a la cual veas con la misma belleza y amor 50 años después de mirarla por vez primera, alguien con quien quieras estar todo el tiempo posible, alguien de quien sabes que nadie podrá amar jamás como tú lo haces.
Dr.Juventus
DrJuve
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14 de febrero de 2009
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dejad paso al mañana" es una obra lúcida, sensible, dura, pero a la vez necesaria. Desconocida por razones que realmente no alcanzo a entender, cuando su propuesta es tan brillante como la de filmes más reconocidos y de calidad equiparable (...Y el mundo marcha, Cuentos de Tokyo), Leo McCay firmó aquí una de las mejores cintas de los años 30, en la que se nos narra la dura realidad de la vida no sólo en aquellos años sino en cualquier época. La historia de unos padres -ya ancianos- que deben ser acogidos por sus hijos adultos -cada uno con sus propias vidas resueltas- por causas mayores.

Por supuesto, el rechazo hace acto de presencia desde la primera imagen. "Cría cuervos y te arrancarán los ojos", un refrán que ha señalado muy bien otro usuario como título de su crítica y que, en esencia, resume un film que no es fácil de ver por la veracidad (y franqueza) de sus secuencias. Esa madre chismosa, que sólo quiere ayudar pero que para su hija es una simple carga y molestia, es sólo la punta del iceberg, uno de los muchos personajes magníficamente perfilados -e interpretados-, dejando algunas secuencias para el recuerdo.

Al final de la proyección queda un sabor amargo, un regusto agridulce por la situación de los acontecimientos, todo tras haber asistido a una última media hora sencillamente brillante. Y se lleva a cabo una reflexión personal, un intento de imaginar que las cosas no tienen por qué ser así, que pueden cambiarse, que hay esperanza. Sinceramente, no lo creo: funcionaba así en los 30, en los 70 y sigue sucediendo hoy en día. Una pequeña joya que hay que reivindicar a toda costa como uno de los films esenciales (y que mejor han envejecido) de las primeras décadas del cine sonoro. Creo que nunca llegó a mencionarlo, pero estoy seguro de que Capra la adoraba.
Caith_Sith
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14 de junio de 2010
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si después de ver esta película no debe usted hacer muecas extrañas para contener alguna lágrima que otra, le sugiero chequee sus constantes vitales y si es posible un análisis que certifique que el líquido que corre por sus venas es rojo y contiene hematíes y estas cosas. Ah, y no lo considere ningún deshonor ni sinónimo alguno de debilidad o poca hombría, si es usted varón, que torres más altas han caído.

Dejad paso al mañana, independientemente de sus valores artísticos que los tiene, es un retrato a escala natural de la vida. Un retrato en el que salimos todos representados, unos son el mañana y otros los que deben dejarle paso. Cada cual encajamos en un rol, pero no hay que confiarse porque el rol que juguemos en el presente será, mutis mutandi, distinto al rol futuro. Y la unión entre evolución personal y visionado del film desemboca en esa lágrima que nos incomoda, en ese pensamiento que vuela hasta el reloj de nuestros años e incluso, si tenemos la suerte de compartir la vida con otra persona a la que amamos, en requerir su presencia solo porque deseamos verla. Los que hoy son el mañana seguro verán sensiblerías en este comentario mientras los que ya empezamos a dejar paso, vemos sentimientos. Así ha sido desde que el mundo es mundo y así seguirá siendo.

Por descontado que estamos ante una película más que recomendable, imprescindible. Con dos actuaciones espectaculares en su realismo, Victor Moore Y Beulah Bondi, con uno de los secundarios de oro del cine de todos los tiempos Thomas Mitchell, con un guión solido (Viña Delmar) con frases que te zigzaguean el alma o lo que tengamos dentro: “Cuando tienes 70, la máxima diversión consiste en fingir que no te importa enfrentarte a los hechos... ¿te importaría que siguiera fingiendo?” y en la que, con un presupuesto limitado donde abundan los interiores, Leo McCarey cambia de pareja. Y así los Stan Laurel y Oliver Hardy se vuelven Bark y Lucy Cooper, igualmente entrañables pero sustancialmente diferentes. La comicidad se vuelve trascendencia y el directo al corazón está lanzado.

McCarey al recibir el Oscar al mejor director por La pícara puritana dijo “Gracias, pero me dieron el premio por la película equivocada”. En la misma línea estaban John Ford o Jean Renoir, fans incondicionales de esta gran película. Para Orson Welles era la película más triste que nunca hubiese visto, “hace llorar hasta las piedras”.

Aunque lo melodramático y lo trascendental no sean su fuerte, no dejen de ver esta auténtica obra maestra. Si les deja demasiado “tocados” recupérense con algunos films cortos de El gordo y el flaco. La risa es necesaria en nuestra vida pero aplicar un electroshock a nuestras sensibilidades dormidas, también.
FATHER CAPRIO
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23 de diciembre de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando al matrimonio Cooper el banco les arrebata su casa de toda la vida, serán acogidos a regañadientes por sus hijos, incapaces éstos de darles una pizca de cariño a esos padres que en su día tanto se sacrificaron por ellos.
Cuando el mensaje de una película es tan lúcido, tan contundente y tan vigente como el de "Dejad paso al mañana" se le perdonan sus defectos (que los tiene) pues andamos sumidos en una profunda reflexión mirando pétreos los créditos finales mientras una cierta angustia oprime lentamente nuestro estómago. Ni los mejores boxeadores serían capaces de propinar semejante 'galleta' a nuestra atrofiada conciencia, de tal forma que no nos queda ni aire para llegar a nuestro rincón. Ni falta que hace. Porque si llegásemos al rincón y nos dieran un poco de refresco empezaríamos a hilvanar una excusa tras otra y a engañarnos a nosotros mismos como esos perennes buscadores de excusas de la película que viven en un mundo inventado a su medida y, sobre todo, a sus caprichos. O sea, como la mayoría de nosotros, no nos engañemos. Pero McCarey lanza un desesperado aviso para navegantes porque los siguientes Sres. Cooper podemos ser nosotros y nuestros hijos los que nos den una patada en el trasero. En nuestras manos está devolverle al anciano todo lo que nos dió, todo lo que nos enseñó y todo lo que nos amó. Y no se engañen, mejor dicho, no nos engañemos. Es ése el único camino.
el chulucu
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