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El extraño caso del Dr. Jekyll

Drama. Terror Un prestigioso científico vive obsesionado con la idea de encontrar una fórmula que le permita aislar los impulsos malignos del ser humano. Cuando lo consigue, decide experimentar consigo mismo y se bebe la poción que ha inventado. A partir de ese momento, se convierte en un monstruo de maldad que deambula por las calles durante la noche cometiendo todo tipo de fechorías. Adaptación de la obra homónima de Robert Louis Stevenson. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
24 de enero de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perdonadme todos pero aquí la literatura y el cine van a tener que esperar. Lo primero es lo primero, y aquí lo primero es la belleza. La belleza de Bergman y de Turner. No voy a hacer una competición entre ellas, eso resultaría ofensivo, así que lo único que puedo decir es que Ingrid Bergman demuestra que el rostro imperfecto (esa nariz...) es fuente de hermosura inagotable y que Lana Turner supera la barrera de lo plausible para pasar sencillamente a lo prodigioso en cuanto a belleza se refiere. Spencer Tracy seguro que no sabía a quién mirar.

Adaptación de 1941 del clásico de ciencia ficción, o de misterio, o de intriga, porque lo es todo a la vez y más, de Robert Louis Stevenson a cargo de Victor Fleming. Y aunque no quiero sonar repetitiva no puedo dejar de señalar que «Lo que el viento se llevó», del mismo director, se hizo dos años antes. Nótese la diferencia. No quiere decir que «El extraño caso del Dr. Jekyll» sea una película mala, pero es que el salto cualitativo y artístico que supuso la de 1939 es algo que todavía está por esclarecer en los libros de historia cinematográfica.

En fin, que me ando por las ramas y estamos hablando del Doctor Jekyll y su amigo Mister Hyde. Yo la verdad es que le he cogido un asco a Jekyll terrible. Porque Hyde no es más que una materialización de los peores instintos de Jekyll y un medio para que el deleznable doctor pueda llevarlos a cabo. Así pues, la decisión de cometer el mal es en exclusiva de Jekyll, y además lo hace de la manera más hipócrita, falsa y cobarde posible, tal y como lo describe el propio Hyde. Es Jekyll quien desata a la bestia con alevosía y premeditación mientras finge que es un hombre santo de cara a la sociedad. ¿Y de verdad pretenden que sintamos lástima por él? En absoluto. Le deseamos lo peor, que en este caso lo peor bien podría ser que perdiera a su prometida Beatrix; eso sí que es un castigo. El retrato de los malos tratos es espeluznante y realmente es lo mejor de la película, porque logra meterte de lleno en la trama e involucrarte en el sufrimiento de Ivy.

Reprime tus instintos, chaval.
Kaori
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21 de diciembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando V. Fleming decide abrir el tarro de las esencias y dispone de un guión como el que firma J.L. Mahin podemos garantizar el resultado resultará inmejorable.
Credibilidad, buenas maneras, sencillez expositiva, dominio de la técnica, excelente ejercicio escénico, ritmo ajustado y una tensión que no cede.
Y una interpretación de las que hacen época.
Desgarrada, sutil pero atroz, inmisericorde e inquietante, las imágenes hablan de esa eterna metamorfosis que vive el ser humano desde sus orígenes aunque pocos han sabido explicarla con la claridad de R.L. Stevenson.

Los inocentes no existen.

Nuestra deuda con el cine tratamos de saldarla con efímeros comentarios pero el verdadero camino de justicia consiste en recomendar la película.
Y la novela
ABSENTA
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16 de enero de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la conocida novela de Robert Louis Stevenson “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde” (1886) dirigida por el director norteamericano Victor Fleming, segunda aproximación sonora que, junto a la de Rouben Mamoulian, realizada diez años antes en 1931, constituyen los dos mejores acercamientos a dicha obra, cada una en su estilo.

Esta es una producción de la MGM técnicamente más cuidada pero menos admirable desde un punto de vista artístico. La gramática aquí es menos original, más domesticada, sigue las reglas del cine clásico comercial en cuanto a fotografía, montaje, planificación y, a diferencia de la versión de Mamoulian, con su impresionante trabajo de cámara, nada llama la atención desde ese punto de vista. Incluso copia algunas soluciones visuales de la primera versión como la escena del espejo cuando ella brinda por la muerte de Hyde.

Fleming no se interesa mucho por los efectos especiales o el proceso de transformación de Jekyll en Hyde, tan detallado y repetido en la anterior versión, que aquí se reserva para prácticamente el final de la película, pero, a cambio, el resultado es mejor -la primera era más discutible desde el punto de vista del maquillaje, entre simiesco y negroide, políticamente incorrecto en estos aburridos tiempos de seráfica corrección-. Por el contrario, en esta versión la música tiene aquí un valor añadido que en la primera no existía –o, sencillamente no le hacía falta.

Tracy es más ambiguo e irónico, más amable, menos sulfuroso que Frederic March, pura anarquía y destrucción. La violencia y energía de la primera se ve dulcificada y se pierden todas las alusiones sexuales típicas del cine “precode” de la primera. A cambio, las ampulosas y acarameladas escenas románticas de la primera versión, que han envejecido sin piedad, aquí se sostienen sin dificultades. En ese sentido, el plantel femenino sí es superior a la primera versión, con unas subyugantes Ingrid Bergman y Lana Turner. Por cierto, fue esta una de las primeras películas que Bergman rodó en EEUU, después de una docena de filmes en Suecia y justo antes de rodar “Casablanca” (1942) con Michael Curtiz, que la convertiría en un mito del cine para la eternidad.
Gould
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17 de enero de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me imagino yo a algún intelectual poniendo pegas con la presencia de Ingrid Bergman y Lana Turner, que no concuerda con el texto original, y a los productores dándole collejas para juntarlas en la gran pantalla. Sea como fuere, nueva adaptación de la novela de Robert Louis Stevenson "El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde" (1886), después de aquella de 1931 y otras muchas más antes y en especial, después. A pesar de todo, no he encontrado la versión definitiva por su rigurosidad respecto al libro de Stevenson. En esta ocasión, al principio pensé que el que fallaba es Spencer Tracy como el Dr. Jekyll, luego las dos actrices femeninas y por último, que según la idea, ha quedado bien tal cual. Por cierto, que Lana Turner e Ingrid Bergman están muy guapas las dos así que decidid vosotros quién os gusta más.

La clave de la obra de Victor Fleming es que traspasa al lado ético-religioso lo que en la novela es una cuestión más psicológica, en plan freudiano. En el libro, lo que prima es la "protesta", por parte de Jekyll, hacia la hipocresía social y la atracción que ejerce el propio mal. El doctor es un reprimido que ansia liberarse mediante una fórmula química. Por eso no hace falta mujeres. En cambio, en la película no es tanto esto como una llamada de alerta contra la tentación, por lo que ellas son necesarias, y una apuesta por la corrección moral. En cualquier caso, el largometraje es más bien drama psicológico que terror. En este sentido, ofrece uno de los primeros retratos, además de fidedignos, de violencia de género. Por cierto, Jekyll es tonto: arriesgarse con experimentos con una prometida como Bea (Lana Turner).
Reaccionario
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7 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable adaptación del famoso personaje de Jekill y Hide, basado en la novela de Stevenson, llevada a la pantalla por el magistral Victor Fleming, acompañado de un reparto sensacional.
Destaca la ambientación sombría de Londres, con una fotografía esplendida, que ayuda a desarrollar la historia de un personaje atormentado por el lado oscuro del mal.
El director presenta y desarrolla con habilidad las dos personalidades que presenta el personaje principal, gracias en parta a la soberbia interpretación de Spencer Tracy, capaz de mostrar dos personalidades claramente definidas, ayudado también por el trabajo de maquillaje y al ofrecer la historia de dos mujeres que comparten el mismo hombre, de diferente manera, destacando la participación como secundarias de Ingrid Bergman y Lanna Turner.
Gracias a la doble personalidad del personaje de principal y a la relación que mantiene con las dos mujeres, permite ofrecer una visión nítida y concisa del carácter que esconde cada personalidad.
Destaca el ingenioso empleo de unos sencillos efectos especiales, una sucesión de imágenes a cámara lenta, que permiten mostrar paulatinamente la transformación que sufre el personaje principal de una forma convincente, con la que el director ofrece la batalla del bien y del mal, en un solo hombre.
Jon
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