Una producción para televisión cuya gran virtud es que no ambiciona mucho. Además, la trama de espionaje que nos narra es intrincada pero no requiere de un gran presupuesto para salir adelante, ya que tampoco necesita hacer explotar a media ciudad para mantener esa intriga ligada al ámbito político geográfico donde se desarrolla.

El guionista y director David Hare (Un Pasado en Sombras) se pone detrás de las cámaras y nos da a conocer la primera entrega de la trilogía del espía Johnny Worricker. Con un trabajo sobrio, muestra los entresijos de un MI5 diferente a lo que nos tiene acostumbrados el agente James Bond, donde las intrigas políticas calan hondo en dicha organización. Así, dentro de esta producción elegante, vemos a Bill Nighy (Love Actually) en la piel del veterano agente Worricker, un hombre cansado y quemado por los vaivenes de su cargo que encuentra algo que no debería salir a la luz (el título castellano se parece al título original, pero lo vamos a obviar). Junto a él presenciamos a la hipnótica Rachel Weisz (La Momia) y un buen grupo de actores británicos como son Ralph Fiennes (Harry Potter), Felicity Jones (Rogue One) o Ewen Bremner (Trainspotting) y el irlandés Michael Gambon (Gosford Park) y la australiana Judy Davis (Barton Fink). Así, nos encontramos ante una cinta de actores, muy coral y bien desarrollada aunque lenta por momentos, algo entendible si sigue el canon de este tipo de películas con desarrollo sosegado.

Entre Líneas cumple bien su cometido, sin ambición, sencilla en su concepción pero capaz de narrar una buena historia.