Nubes pasajeras
1996 

7,5
4.012
Drama
Historia de un matrimonio (Ilona y Lauri) cuya relación y dignidad son puestas a prueba por los duros golpes de la vida. La pareja no suele correr riesgos y vive en un modesto apartamento de alquiler. Pero Ilona (Kati Outinen) pierde su empleo como camarera en el restaurante Dubrovnik, en Helsinki. Por si esto fuera poco, acaba enterándose de que Lauri (Kari Väänänen) ya hace un mes que ha sido despedido de su trabajo como conductor de tranvía. (FILMAFFINITY) [+]
30 de octubre de 2015
30 de octubre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filme de Kaurismäki desarrolla el drama de un matrimonio, Ilona la mujer y Lauri el marido, que uno detrás de otro y en muy poco lapso de tiempo se van al paro, dentro de una de las crisis económicas recurrentes en Europa, y lo primero que quiero destacar es que el realizador finés no se ceba en el drama de la situación, que es considerable, sino que intercala pasajes cómicos, o más bien mini-gags para aliviar la dureza de lo narrado.
Puedo explicitar dos de esos momentos, que como suceden al principio de la película no arruino su final a nadie. El primero consiste en que dicho matrimonio sale de una película, muy indignado el marido y exige a la taquillera que les devuelva su dinero, a lo que la joven responde que no han pagado nada al entrar.
El otro detalle que quiero mencionar es que acto seguido, en la escena que continúa, la mujer afea la marido que haya sido tan descortés con la taquillera, a lo que éste contesta:
—Así se entera.
—Pero si es tu hermana.
—Peor para ella.
Humor finlandés, como puede comprobarse, así como el motivo de por qué no habían pagado al entrar.
Un tercer momento, al que no me resisto, y es que en el momento de cerrar el restaurante donde Ilona trabaja de mâitre, la propietaria, una mujer que desde luego no se halla en su primera juventud, se lamenta por la nostalgia de los 39 años dedicados a ese negocio, a lo que la mujer de Lauri contesta con total hieratismo:
—Nuestros clientes son mayores y no pueden ya beber tanto.
No serán desde luego las únicas chispas de comicidad dentro de una temática tan crítica.
Y lo segundo que me gustaría destacar es la gigantesca metáfora sobre el paso del tiempo que constituye Nubes pasajeras, pues si el restaurante se cierra es porque su estética es manifiestamente años cincuenta, quizá sesenta, con pianista que canta en vivo, o banda de música en directo. En vez de eso, los tiempos modernos exigen fast food de salchichas. Y si Lauri, orgulloso conductor de tranvías, se queda sin trabajo es porque la sociedad demanda otro tipo de transporte.
A partir de ahí, el progresivo descenso en la ambición laboral por un nuevo puesto es la plasmación del declive personal que impone ese ligero desajuste al que denominamos tiempo, algo que desde el afamado TEMPVS FUGIT, y su consecuencia natural CARPE DIEM, ha venido inquietando al ser humano desde los mismísimos orígenes de la especie.
Conocida es la metáfora del río de Heráclito, así como las coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, donde el río vuelve a ser la imagen de la decadencia. Estamos hechos de tiempo, afirmaba Borges, y es evidente que Kaurismäki ha querido incorporar su particular visión a un tema tan universal. Quizá el alma racional sea lo único que pueda durar eternamente, si nos ajustamos a la psicología platónica.
Puedo explicitar dos de esos momentos, que como suceden al principio de la película no arruino su final a nadie. El primero consiste en que dicho matrimonio sale de una película, muy indignado el marido y exige a la taquillera que les devuelva su dinero, a lo que la joven responde que no han pagado nada al entrar.
El otro detalle que quiero mencionar es que acto seguido, en la escena que continúa, la mujer afea la marido que haya sido tan descortés con la taquillera, a lo que éste contesta:
—Así se entera.
—Pero si es tu hermana.
—Peor para ella.
Humor finlandés, como puede comprobarse, así como el motivo de por qué no habían pagado al entrar.
Un tercer momento, al que no me resisto, y es que en el momento de cerrar el restaurante donde Ilona trabaja de mâitre, la propietaria, una mujer que desde luego no se halla en su primera juventud, se lamenta por la nostalgia de los 39 años dedicados a ese negocio, a lo que la mujer de Lauri contesta con total hieratismo:
—Nuestros clientes son mayores y no pueden ya beber tanto.
No serán desde luego las únicas chispas de comicidad dentro de una temática tan crítica.
Y lo segundo que me gustaría destacar es la gigantesca metáfora sobre el paso del tiempo que constituye Nubes pasajeras, pues si el restaurante se cierra es porque su estética es manifiestamente años cincuenta, quizá sesenta, con pianista que canta en vivo, o banda de música en directo. En vez de eso, los tiempos modernos exigen fast food de salchichas. Y si Lauri, orgulloso conductor de tranvías, se queda sin trabajo es porque la sociedad demanda otro tipo de transporte.
A partir de ahí, el progresivo descenso en la ambición laboral por un nuevo puesto es la plasmación del declive personal que impone ese ligero desajuste al que denominamos tiempo, algo que desde el afamado TEMPVS FUGIT, y su consecuencia natural CARPE DIEM, ha venido inquietando al ser humano desde los mismísimos orígenes de la especie.
Conocida es la metáfora del río de Heráclito, así como las coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, donde el río vuelve a ser la imagen de la decadencia. Estamos hechos de tiempo, afirmaba Borges, y es evidente que Kaurismäki ha querido incorporar su particular visión a un tema tan universal. Quizá el alma racional sea lo único que pueda durar eternamente, si nos ajustamos a la psicología platónica.
22 de agosto de 2009
22 de agosto de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película demuestra, como otras muchas veces, que el buen cine no es cuestión de dinero sino de talento. Con escasos medios se cuenta una historia casi minimalista sobre la crisis de un matrimonio, acechado por el paro y el empleo precario. Emocionante y lúcida como pocas, la cámara retrata sin aspavientos el drama de la vida cotidiana, tan díficil y dura aquí como allí para quienes apenas tienen nada más que su fuerza de trabajo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El improbable final feliz no sirve para endulzar el gusto amargo de una obra tan desoladora: un fiel retrato de una sociedad tan triste e insolidaria, a semejanza de su desfavorable clima, como la finlandesa, por el más significativo de sus cineastas, realizador de una obra importante y al que conviene seguir descubriendo.
31 de diciembre de 2012
31 de diciembre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta difícil, por no decir imposible, agregar algo a lo que se ha escrito en este foro. Sólo puedo unirme al coro de los que dicen "¡VIVA KAURISMAKI! ¡Qué cine tan maravilloso con tan pocos elementos! Su ars poética tiene la fuerza expresiva mas la economía de medios del canto gregoriano. Eso sin contar con el aspecto político, desde el cual Kaurismaki, lejos de caer en mero formalismo, desnuda las íntimas motivaciones individuales. El cine, gracias a autores como él, no ha muerto como arte. ¡QUE VIVA!
Y esto vale para casi toda su filmografía. Aquí me refiero a "Nubes pasajeras". Pero el comentario vale para la maypría de sus films.
Y esto vale para casi toda su filmografía. Aquí me refiero a "Nubes pasajeras". Pero el comentario vale para la maypría de sus films.
20 de mayo de 2009
20 de mayo de 2009
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, pues nueva diana de Kaurismaki, pleno centro.
Qué maravilla, qué gozada de película. Me veo en todo un aprieto para poner unas películas por encima de otras cuando hablo de este tipo, pero creo que ésta ha sido a la que más salvas he dedicado mientras la veía. Qué talento el de este tipo para encontrar el humor en los parajes más desolados, en los rincones más insospechados.
Qué estoicidad, qué humilde heroísmo el de sus personajes. Y con qué cariño y compasión los trata el propio Kaurismaki en esta película. Qué grandes sus diálogos y qué grandes sus silencios. Qué final más maravilloso. A esta alturas creo que ya puedo decir que se trata de uno de mis cineastas europeos favoritos. Su inconfundible voz me atrapa por completo. Y qué grande es Kati Outinen, qué belleza más desesperada la suya.
Viva Kaurismaki!
Viva!
Qué maravilla, qué gozada de película. Me veo en todo un aprieto para poner unas películas por encima de otras cuando hablo de este tipo, pero creo que ésta ha sido a la que más salvas he dedicado mientras la veía. Qué talento el de este tipo para encontrar el humor en los parajes más desolados, en los rincones más insospechados.
Qué estoicidad, qué humilde heroísmo el de sus personajes. Y con qué cariño y compasión los trata el propio Kaurismaki en esta película. Qué grandes sus diálogos y qué grandes sus silencios. Qué final más maravilloso. A esta alturas creo que ya puedo decir que se trata de uno de mis cineastas europeos favoritos. Su inconfundible voz me atrapa por completo. Y qué grande es Kati Outinen, qué belleza más desesperada la suya.
Viva Kaurismaki!
Viva!
6 de mayo de 2009
6 de mayo de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama optimista y sencillo, no por ello simple. Magnífica lección finlandesa, hace olvidar los complejos problemas contemporáneos para dar importancia a las cosas sencillas y a menudo realmente más importantes.
Magnífica banda sonora e increíble actuación de los personajes, que consigen una proporción sentimiento/fotorgrama difícil de encontrar en el cine moderno, la quietud y el siencio hacen del filme una bonita historia optimista.
Gran agudeza humorística con la que Kaurismäki consigue establecerse entre el perfecto límite de la inteligencia más sútil y el humor más absurdo.
Magnífica banda sonora e increíble actuación de los personajes, que consigen una proporción sentimiento/fotorgrama difícil de encontrar en el cine moderno, la quietud y el siencio hacen del filme una bonita historia optimista.
Gran agudeza humorística con la que Kaurismäki consigue establecerse entre el perfecto límite de la inteligencia más sútil y el humor más absurdo.
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