Primer

Película crispante, irritante y lenta, protagonizada por cuatro tíos que van inexplicablemente vestidos como mormones todo el rato.

En cuanto al argumento en sí, la idea no está mal, pero dejó de importarme muy pronto.

Fase uno: Interés
Fase dos: Ligero nerviosismo
Fase tres: Indicios de crispación
Fase cuatro: Aborrecimiento de los personajes
Fase cinco: Grave pérdida de interés
Fase seis: Sensación aguda de estar perdiendo el tiempo
Fase siete: Firme intento de aguantar, aun cuando una parte de mí me grita que el buen cine no es aguantar, es pasar un buen rato.
Fase ocho: Me rindo.
Fase nueve: Me alegra haberme rendido.
Fase diez: Procedo a alertar al máximo número posible de personas sobre este bodrio. Ni siendo de ciencias ni siendo de letras, ni siendo un genio, ni siendo brillante, ni siendo loco o cuerdo, ni con un CI de 180 o uno de 65; esta peli es una mierda seas quien seas o seas como seas.

Tras más de un siglo de cine debe de resultar bastante difícil innovar en esto del cine. Pues bien, el señor Carruth lo ha hecho. Resulta estimulante encontrarse con una película que como ésta no te da nada mascado y te deja pensando en ella una buena temporada. No sé si habrá algún fallo de guión, para ello tendría que volver a verla (2 o 3 veces por lo menos), pero eso casi es lo de menos. No dura mucho, apenas unos 80 minutos de metraje, pero solo por la cantidad de tiempo que voy a pasar con mis amigos discutiendo sobre que narices ocurre merece la pena. Me parece que en realidad va a durar más que las tres del señor de los anillos juntas. Va a haber que seguir al señor Carruth.

Shane Carruth está tan ensimismado en su obra, de la que es demiurgo absoluto (escritor, director, productor, montador, fotógrafo, músico… ¡hasta en el apartado de catering aparece su nombre!), que durante un dilatado arranque parece olvidar que también está, además, el espectador.
El guirigay de las conversaciones de los personajes en un garaje —jóvenes ingenieros con corbata, pinta de repartidores de propaganda mormona, hablando febrilmente, sin parar y a la vez, de trabajo y vender sus productos tecnológicos— presentado de forma distante y salteada para subrayar la calidad de jerga profesional de lo hablado, deliberadamente oscurecido por cortes que dejan inconexos los pasajes, refuerza el ninguneo, el trato de extraño absoluto dedicado al espectador. Es normal que quite las ganas de seguir y provoque justas reacciones de irritado sarcasmo y afán de librarse al fin de de esa monserga sin interés ni gracia sobre

(…) tubos, inyecciones de argón, conveniencia de medir en decagramos, control alimentación placa, circuito autorregulado, dos puntos de reducción al llegar al máximo, incremento registrado contador, concentración proteínas, hongo aspergirus, alimentación parabólica, mejor en los diafragmas, sabías que era impar, supongamos punto A y punto B, no efecto agujero gusano, básicamente mecánica y calor, tentetieso termina rebotando y saliendo por punto B encontramos armario para series montón de minicampos mucho trabajo voltio y medio más de lo que metemos (…)

Pero cuando pasa esta exasperante introducción con la que el factótum Carruth ha ahuyentado sin querer a gran parte del público, la narración se desatasca con la ejecución visible del experimento, coincidiendo más o menos con la voz en off que abre una escotilla en el búnker del relato autista. Al centrarse en dos de los personajes, que experimentan con la máquina un mundo virtual, paralelo, la acción y los diálogos adquieren ritmo y se normalizan, y una cerebral y de veras interesante especulación sobre el doble y asimismo sobre la relación práctica con el doble, en aguda casuística, se abre paso con minuciosa originalidad.
Esos viajes dimensionales iniciados en un guardamuebles generan mil cuestiones vertiginosas acerca de si un doble actúa en el mundo real sólo por diversión, si lo hace impunemente, por encima de la ley, o acerca de por qué los dobles no pueden escribir…

La mente matemático-ingenieril de Carruth se fija en las paradojas temporales, en la simultaneidad y en la anticipación, pero también pone en boca de sus personajes frases como:
—Mi doble y el tuyo son amigos.

El Shane Carruth es tan listo y superior a nosotros, oh plebeyos, que no necesita explicar sus películas, total, con que le entienda Stephen Hawkins le sirve... o está la segunda opción que es la que yo apoyo: al amigo se le ocurrio una idea, pero como en realidad es más corto que las mangas de un chaleco, fue completamente incapaz de desarrollarla. Rodó, a huevo, lo primero que se le pasó por la cabeza y dijo "si me preguntan digo que es una peli para listos".
Por cierto, ¿nadie se ha dado cuenta, a parte de la rallada que es, de que la cámara y todos esos detalles técnicos, recuerdan a un telefilm de Antena 3?

O si han sido algunos los que no lo han hecho. Incluyo en el segundo apartado tanto a los que van de catedráticos de física como a los que tachan a la película de alimento para matemáticos empollones. La estructura narrativa puede ser más o menos enrevesada, y se puede respetar en la misma más o menos los métodos 'clásicos', pero hasta donde yo veo no hace falta saber NADA de 'ciencia' (prácticamente mi caso) para entender la película en líneas generales. Hay alguna jerga técnica pero nada que influya en el desarrollo de la cinta. Es perfectamente comprensible para cualquiera, otra cosa es captar todos los detalles a la primera (esto es más difícil pero tampoco es nada que no pase en muchas otras películas 'convencionales').

Voy al spoiler y comento lo que yo entiendo a grosso modo, y se verá que no tiene nada de especial.