Tiene mérito contar una historia en la que todo transcurre en una noche, en una sola localización y entre dos personajes. Aún así, los palos en las ruedas son demasiados como para que la historia avance con fluidez. Igual que aplaudiríamos al atleta que corre con una sola pierna, pero no podríamos pedirle que compitiera con los que tienen dos, aplaudo esta cinta de Médem, aunque no deje de parecerme aburrida.

Bonita fotografía.

Hasta ayer no tuve ocasión de ver la película. Al margen de los muchos comentarios "GAÑANES" hechos por algunos misóginos incultos, tengo que decir que Meden refleja el universo lésbico a la perfección.
Otra cosa muy diferente es lo que algunos esperaban encontrar en el film.
No es una película de Oscar,eso está claro, pero tampoco el pretendido bodrio que le han querido colgar.
Como fotógrafa diré que la fotografía es excelente, la música adecuada y los diálogos acordes con lo que se quiere transmitir.
Esta película va dirigida a un público culto y refinado y por lo que veo, en este país, andamos faltos de esas dos cosas.

Pues sí, porque no he podido acabar de verla (me ha pasado con muchas otras películas, las porno, pero por motivos diferentes: una vez desinflado el "asunto" ya no tiene sentido seguir viendo la película; además, el chico y la chica, normalmente, no se casan al final).
Pero es que, en esta, el asunto no ha llegado a inflarse siquiera. Como, entre escena y escena, quería enterarme del qué de la película y no lo conseguía, los dos cuerpazos (hay que admitirlo) tampoco me decían nada. Dos mujeres cañón, dándose caña, y no me pongo palote... ¿estaré enfermo? No lo creo, entonces debe ser que el resto de la peli me baja todos los humo(re)s que Natasha y Elena me deberían subir.
A ver si va a ser como la tónica, que la debo probar más veces...

El reto es contar la noche que pasan juntas dos mujeres en una habitación de un hotel en la capital italiana, sin salir de ese espacio y sin traspasar el margen temporal de una horas. Elena Anaya es la española, lesbiana de nacimiento, que seduce a la rusa Natasha Yarovenko, heterosexual pero atraída por primera vez por una persona de su mismo sexo.

La cámara no sale de la habitación, encuadra a las protagonistas desde el balcón que da la calle, las recoge cuando están dentro y las vuelve a dejar desde ese mismo balcón. Las factura visual de las bellas imágenes mezcladas con las repetitivas canciones de Jocelyn Pook y Russian Red, muestran el sello que va a impregnar a todo el relato. Solamente saldremos de esa habitación por medio de la pantalla del portátil con conexión a Internet dónde ellas buscarán lugares, fotografías y datos que confirman o desmienten sus identidades; así como un vídeo que la española reproduce en una cámara de fotos.

Reconozco que el tratamiento que la película da al encuentro entre estas dos mujeres, a veces cae en situaciones ridículas, cursis, pedantes y pretenciosas; que en algunos momentos acabé fuera de la historia (la facilidad con que la española se duerme antes de tener sexo, los innecesarios subrayados sobre la imagen de Cupido, las tormentosas revelaciones de cada una de las chicas sobre su vida), pero también que me gustaron la belleza de las imágenes y no me arrepentí de estar contemplándola. Igual que le puse varios peros, disfruté con detalles como la luz del amanecer sobre los cuadros o cuando ponen la tercera bandera en el balcón. También las interpretaciones me parecieron de mucho nivel.

El sexo les lleva más al amor que a otro sitio, y este amor tan fuerte, tan profundo y efímero que sienten, me llegó con toda su pasión, dolor e irrealidad. No faltan los simbolismos propios del director ni su manera de contar las cosas. Eso ya me lo esperaba aunque no creo que sea una película que nos haya devuelto al mejor Medem pero sí que es un ejercicio de valentía que, por otra parte, a este director nunca le ha faltado.

Por último, recomiendo que se vea en versión original, no tiene sentido hacerlo de otra manera. Se mezcla el español, el ruso, el inglés, el italiano y hasta un poco de vasco. Tiene mucha importancia el que hablen distintos idiomas y no sé como harán para adecuar el doblaje a determinadas escenas en las que los combinan, cómo cuando cada una de las chicas le dice a la otra lo que siente en el suyo propio, como coartada para no decírselo en el que tienen en común (el inglés) y así decirlo sin decirlo, sin desnudarse sentimentalmente. Imagino el desaguisado que el doblaje puede hacer en esa y otras muchas escenas.

La última cinta de Julio Medem presentada en España ha suscitado a lo largo de los últimos meses más críticas negativas que positivas. Tales consideraciones se han encarnizado excesivamente en el director vasco, quien tras realizar "la pelota vasca" ha visto algo mermados los elogios que su cine recibía.

En el caso que nos ocupa pienso que nos encontramos ante un trabajo sobrio y ante un correcto acercamiento hacia la homosexualidad femenina, que en el cine sigue generando un cierto tabú, así como en otros ámbitos de la sociedad. El encuentro fugaz de dos mujeres es relatado con gusto y respeto, para penetrar rápidamente en ese espeso mundo de Medem, construido por grandes amores y fuertes deseos. Y sin embargo es un trabajo que claramente imperfecto y que incluso se sitúa por debajo de trabajos anteriores del director. El principal problema es que como retrato íntimo parece que faltan ingredientes, mientras que las historias que existen en la periferia de ambas mujeres resultan un tanto hiperbólicas.

En cualquier caso yo creo que no hay que ser duro, porque el proyecto de película era difícil, pero probablemente otros directores hubieran sacado mejor partido y hubieran jugado con elementos distintos. Para encerrarnos en una habitación con dos personajes hay que tener muy buena mano y a Medem, si le privas de una historia algo más compleja, se le ven las costuras. Ciertamente los directores más brillanes de la última década del cine español no acaban de acertar con sus últimos estrenos...