Cena de acusados
Intriga. Drama
Quince años después de terminada la guerra, un grupo de veteranos de la Resistencia francesa se reúne para cenar en casa de uno de ellos. Quieren conmemorar la muerte de su antiguo líder a manos del ejército alemán. Con el paso del tiempo han cambiado mucho y ya no son los mismos de antes. Pero todavía les queda un asunto por resolver: averiguar quién de ellos fue el traidor que los delató a la Gestapo. (FILMAFFINITY)
18 de mayo de 2021
18 de mayo de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante peli, con formato de obra teatral y personajes encerrados en una habitación donde se desarrolla toda la acción. Más que acción, la peli se basa en el diálogo, como suele pasar con estos formatos, pero la verdad es que funciona y sustituye bastante bien a la acción en sí. Gran dirección, buenos actores y constantes vueltas de tuerca. Elegante y turbador retrato de la condición humana por parte de Duvivier. Muy recomendable.
15 de abril de 2017
15 de abril de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basado en una novela Jacques Robert, que también colabora con Duvivier en el guion, la película nos ofrece un tour de forcé de gran contenido teatral –virtud y defecto principal de la película a un tiempo- que reúne a un grupo de antiguos partisanos franceses en el salón de la casa en la que uno de sus compañeros murió asesinado por los nazis, un día antes de la liberación y en el que quince años después son convocados para tratar de dilucidar quién de ellos le traicionó. Con la ayuda de un conocido elenco de actores franceses como Danielle Darrieux, Lino Ventura o Serge Reggiani, Duvivier dirige con habilidad y en un único escenario, a través de constantes alternativas que, paradójicamente, acaban por cansar un poco debido a lo convencional y reiterativo del argumento, que más parece un cuento alargado de Agatha Christie que una propuesta de calado. Pese a estar muy lejos de la calidad alcanzada por Duvivier en sus mejores películas, tanto en Francia e Inglaterra como en Estados Unidos, se deja ver con gran interés por el competente trabajo de los actores .
30 de septiembre de 2015
30 de septiembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí es un interesante film de intriga detectivesca, recuerdos post-bélicos y hasta retrato generacional, con un guión que trata de la dificultad de hallar la verdad cuando se intenta desentrañar un asesinato situado quince años antes, en 1944, justo antes de la Liberación. Especialmente, cuando las versiones de cada uno de los sospechosos se contradicen entre sí, y, más aún, cuando estos sospechosos van cambiando sus versiones, en el mismo lugar en el que se produjo dicho asesinato. Este largometraje de Duvivier contiene un curioso sentimiento de (necesidad de) confesión, catarsis y expiación, en relación con la actuación de muchos franceses durante la Segunda Guerra Mundial.
Destaca el reparto, que conforma un protagonismo coral. Dentro de este reparto yo destacaría a Serge Reggiani, muy convincente en su papel, y por supuesto a Lino Ventura, actor de una gran presencia física.
Destaca el reparto, que conforma un protagonismo coral. Dentro de este reparto yo destacaría a Serge Reggiani, muy convincente en su papel, y por supuesto a Lino Ventura, actor de una gran presencia física.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Danielle Darrieux da a su papel un giro final muy duro, que sorprende, al ser la única mujer del grupo de amigos y sospechosos: es la única que se atreve a hacer lo que no se atreven a hacer los demás, es decir, erigirse en juez, jurado y verdugo.
1 de enero de 2024
1 de enero de 2024
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
349/22(24/12/23) Más que sólido film francés de misterio y suspense con estructura teatral y argumento muy al estilo ‘whodunit’ del que Agatha Christie era adalid, donde se ha producido un crimen y en una sala hay un puñado de sospechosos, habiendo de dar con el culpable en medio de un desarrollo con múltiples giros donde las sospechas van pasando por diferentes personajes. Dirige por Julien Duvivier, con guion propio y Jacques Robert (“Voto decisivo”), con diálogo de Henri Jeanson (“Bola de sebo”), se basa en la novela homónima de Jacques Robert, se inspiró en la suerte de René Hardy, el luchador de la resistencia acusado de estar implicado en la detención de Jean Moulin y que será juzgado y absuelto dos veces. En cuanto a la forma, Duvivier, muy impresionado por “12 hombres sin piedad” (1957), de Sidney Lumet, se inspiró en ella en la elección de las puertas cerradas y en ciertos elementos de su puesta en escena, pero aquí al servicio de una novela policíaca, siendo uno de los personajes un cuasi-calco en su despreocupación y ligereza al que da vida Jack Warden en el referido film estadounidense. Aquí están en su coral reparto un buen puñado de grandes intérpretes galos como Danielle Darrieux, Noël Roquevert, Paul Frankeur, Bernard Blier, Lino Ventura, Robert Dalban y Paul Meurisse, además de Serge Reggiani. Todo ello regado de jugosos diálogos, mientras se hace un retrato de la Francia colaboracionista, así como la del momento
Marie-Octobre, el nombre en clave de Marie-Hélène Dumoulin (Danielle Darrieux), reúne a un grupo de ex combatientes de la resistencia. Los antiguos miembros de la red continuaron con sus vidas después de la guerra, pero esta tarde tendrán que volver a vivir una noche fatídica. La noche en que mataron a su líder. Había sido traicionado y su nombre había sido dado a los alemanes. La búsqueda del traidor pone a cada personalidad en el centro de atención, y también a la del líder asesinado, Castille.
Tenemos una primera parte en que durante la cena se van presentado los personajes, de modo distendidito, sin tensiones, recordando tiempos pasados y haciéndonos saber a que se dedican ahora los antiguos de la ‘resistencia’. Marie es modista de alta costura, Simoneau (Paul Meurisse) es abogado, Carlo Bernardi (Lino Ventura) es dueño de un club de striptease, Vandamme (Noël Roquevert) es inspector fiscal, Blanchet (Robert Dalban) es cerrajero fontanero, Marinval (Paul Frankeur) es carnicero, Rougier (Serge Reggiani) es impresor, Paul Guers (Père Yves Le Guen) es un sacerdote, y Thibaud (Daniel Ivernel) es médico-partero. Hasta que el motivo se destapa y la tensión dramática corta el aire, primero con debates sustanciosos sobre si merece la pena una ‘vendetta’ después de 15 años, y también punzante el castigo que deciden imponer si sale a luz el culpable. Comenzando las pesquisas de rememorar ese día y lo acontecido con los anteriores, con elementos que cubren de dudas a casi todos, desde hacer recuento de quien no estuvo en la reunión fatídica y sus ‘coartadas’, que si el robo de dinero, que si una sospechosa liberación de la Gestapo, que si resquemores amorosos, que si antiguas simpatías con los fascistas, que si versiones de unos y otras contrapuestas sobre lo sucedido con la muerte de Castille, incluso entra en este tiovivo de sospechas la criada Victorinne (Jeanne Fusier-Gir), que da un testimonio que se mueve entre el humor y el patetismo.
Se cruzan de modo ingenioso acusaciones que pueden ser acertadas, creando un collage de protagonistas matizados, con aristas, con debilidades humanas. Con elementos tan jugosos como cuando Vandamme sugiere una votación secreta para designar quien cree cada uno que pudo ser el traidor, estableciéndose entonces un ataque subrepticio a la democracia y sus debilidades, como que si la masa de gente se convierte en un ente con prejuicios con sus papeletas se pierde la justicia y se entra en ser una turba linchadora. Afloran amores ocultos que dan pie a que las motivaciones puedan estar en quitarse de en medio a ‘competidores’. Prácticamente todos pasan por la picota de ser sospechosos y todos van exponiendo sus ´méritos’ para no serlos.
Todo desarrollado por Duvivier con solidez narrativa, con fluidez, gracias a la buena labor del DP Robert Lefebvre (“París, bajos fondos”), que en glorioso b/n se mueve con soltura exquisita entre los protagonistas, aportando profundidad de campo, con planos alternados entre la toma general del grupo y saber crear un ingenioso halo de soledad en sus tomas a cada sospechoso que se erige en el salón, dotando de intensidad a las actuaciones con agudos primeros planos, actuando el objetivo de la cámara en algún momento de dedo acusador. Ello azuzado por un vigoroso trabajo de edición de Marthe Poncin (“La fiesta de Henriette”), en como juega en los interrogatorios con vibra con los planos contra-plano, insertando de vez en cuando las imágenes de un combate de lucha libre que Marinval ve por la tv, ello como alegoría del combate que acontece en el salón. Surtido el metraje de diálogos sólidos que atrapan, provocando al espectador a involucrarse y ser uno más en la ‘inquisidora’ habitación, haciéndonos partícipes de este claustro. Al final será menos importante la meta (saber quién es el culpable) que el camino, de hecho, lo que es la conclusión me ha sido poco sorpresiva, esperaba algo más impactante, sin ser mala, no me ha hecho tilín.
Entre las actuaciones destaca Danielle Darrieux como la impulsiva y visceral amante de Castille, impregnando de rabia y carácter su pétreo rol; Robert Dalban riega sus apariciones de un gran carisma atractivo; Lino Ventura despliega su habitual fuerza dramática amenazante, notable; Serge Reggiani es muy bueno en su papel cargado de ambigüedad moral; Paul Frankeur está estupendo como el despreocupado tipo al que, en medio de la tormenta de acusaciones, solo le importa ver por tv un combate de lucha libre, soltando chascarrillos nihilistas;... (sigo en spoiler)
Marie-Octobre, el nombre en clave de Marie-Hélène Dumoulin (Danielle Darrieux), reúne a un grupo de ex combatientes de la resistencia. Los antiguos miembros de la red continuaron con sus vidas después de la guerra, pero esta tarde tendrán que volver a vivir una noche fatídica. La noche en que mataron a su líder. Había sido traicionado y su nombre había sido dado a los alemanes. La búsqueda del traidor pone a cada personalidad en el centro de atención, y también a la del líder asesinado, Castille.
Tenemos una primera parte en que durante la cena se van presentado los personajes, de modo distendidito, sin tensiones, recordando tiempos pasados y haciéndonos saber a que se dedican ahora los antiguos de la ‘resistencia’. Marie es modista de alta costura, Simoneau (Paul Meurisse) es abogado, Carlo Bernardi (Lino Ventura) es dueño de un club de striptease, Vandamme (Noël Roquevert) es inspector fiscal, Blanchet (Robert Dalban) es cerrajero fontanero, Marinval (Paul Frankeur) es carnicero, Rougier (Serge Reggiani) es impresor, Paul Guers (Père Yves Le Guen) es un sacerdote, y Thibaud (Daniel Ivernel) es médico-partero. Hasta que el motivo se destapa y la tensión dramática corta el aire, primero con debates sustanciosos sobre si merece la pena una ‘vendetta’ después de 15 años, y también punzante el castigo que deciden imponer si sale a luz el culpable. Comenzando las pesquisas de rememorar ese día y lo acontecido con los anteriores, con elementos que cubren de dudas a casi todos, desde hacer recuento de quien no estuvo en la reunión fatídica y sus ‘coartadas’, que si el robo de dinero, que si una sospechosa liberación de la Gestapo, que si resquemores amorosos, que si antiguas simpatías con los fascistas, que si versiones de unos y otras contrapuestas sobre lo sucedido con la muerte de Castille, incluso entra en este tiovivo de sospechas la criada Victorinne (Jeanne Fusier-Gir), que da un testimonio que se mueve entre el humor y el patetismo.
Se cruzan de modo ingenioso acusaciones que pueden ser acertadas, creando un collage de protagonistas matizados, con aristas, con debilidades humanas. Con elementos tan jugosos como cuando Vandamme sugiere una votación secreta para designar quien cree cada uno que pudo ser el traidor, estableciéndose entonces un ataque subrepticio a la democracia y sus debilidades, como que si la masa de gente se convierte en un ente con prejuicios con sus papeletas se pierde la justicia y se entra en ser una turba linchadora. Afloran amores ocultos que dan pie a que las motivaciones puedan estar en quitarse de en medio a ‘competidores’. Prácticamente todos pasan por la picota de ser sospechosos y todos van exponiendo sus ´méritos’ para no serlos.
Todo desarrollado por Duvivier con solidez narrativa, con fluidez, gracias a la buena labor del DP Robert Lefebvre (“París, bajos fondos”), que en glorioso b/n se mueve con soltura exquisita entre los protagonistas, aportando profundidad de campo, con planos alternados entre la toma general del grupo y saber crear un ingenioso halo de soledad en sus tomas a cada sospechoso que se erige en el salón, dotando de intensidad a las actuaciones con agudos primeros planos, actuando el objetivo de la cámara en algún momento de dedo acusador. Ello azuzado por un vigoroso trabajo de edición de Marthe Poncin (“La fiesta de Henriette”), en como juega en los interrogatorios con vibra con los planos contra-plano, insertando de vez en cuando las imágenes de un combate de lucha libre que Marinval ve por la tv, ello como alegoría del combate que acontece en el salón. Surtido el metraje de diálogos sólidos que atrapan, provocando al espectador a involucrarse y ser uno más en la ‘inquisidora’ habitación, haciéndonos partícipes de este claustro. Al final será menos importante la meta (saber quién es el culpable) que el camino, de hecho, lo que es la conclusión me ha sido poco sorpresiva, esperaba algo más impactante, sin ser mala, no me ha hecho tilín.
Entre las actuaciones destaca Danielle Darrieux como la impulsiva y visceral amante de Castille, impregnando de rabia y carácter su pétreo rol; Robert Dalban riega sus apariciones de un gran carisma atractivo; Lino Ventura despliega su habitual fuerza dramática amenazante, notable; Serge Reggiani es muy bueno en su papel cargado de ambigüedad moral; Paul Frankeur está estupendo como el despreocupado tipo al que, en medio de la tormenta de acusaciones, solo le importa ver por tv un combate de lucha libre, soltando chascarrillos nihilistas;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
…Paul Meurisse borda su rol de abogado al que todos ven como la peste, excelentes sus intervenciones enérgicas; Paul Guers como el sacerdote ex mujeriego da bien con su figura que quiere ser la brújula moral en medio de esta cacería.
Spoiler:
Rush final: Como no dan con el culpable, Marie-Octobre y Renaud-Picart deciden utilizar una estratagema para detenerlos durante cinco minutos más que serán decisivos. Afirman que Wilfrid Muller, el ex oficial de la Gestapo, espera en el piso superior. Accedió a venir para identificar al traidor, cuyo nombre olvidó, pero no sus rasgos faciales. La trampa funciona, porque creyendo oírlo bajar las escaleras, uno de ellos intenta en vano escapar. Bernardeau, el ex luchador, lo atrapa y lo golpea. Admite haber robado los tres millones y haber matado a Castille por celos, porque amaba a Marie-Octobre. Se arrodilla ante sus antiguos compañeros para suplicarles clemencia. Ellos permanecen impasibles. Firma obligado por todos su confesión bajo el dictado de Renaud-Picart. Está condenado a suicidarse. El sacerdote intenta oponerse a lo que considera un asesinato, del que todos tendrán que responder ante la justicia, la de Dios como la de los hombres. Renaud-Picart saca entonces un cuaderno de su bolsillo, lo abre y comienza a recitar los nombres de los miembros de la red que murieron bajo tortura o durante la deportación. Cuando pronuncia las palabras "Capitán Castille", suena un disparo antes del final de la frase, el traidor acaba de ser ejecutado por Marie-Octobre. Luego llama a la gendarmería para denunciarse, antes de romper la confesión escrita del culpable: “¿Hola, gendarmería? Aquí la finca La Chênaie. Acabo de matar a un hombre».
Hijo del Consejero General, socialista y humanista, Antoine-Émile Moulin, desde muy chico, Jean Moulin (1899-1943), se sintió tan influido por el pensamiento de su padre que decidió estudiar Derecho, y durante ese tiempo, fue vicepresidente de la Unión General de Estudiantes de Montpellier. En 1936, convertido en miembro del Ministerio del Aire del Frente Popular, apoyó a los republicanos españoles enviándoles aviones y pilotos profesionales. Expulsado de la administración pública por el colaboracionista mariscal Pétain, debido a su posición política de izquierda y su vinculación a la masonería, una llamada que recibe, Moulin, del general Charles de Gaulle, lo anima a vincularse a la Resistencia Francesa… y es, él mismo, quien informará al general las condiciones en que se mueven los diferentes grupos de la resistencia, al tiempo que obtiene de él los diversos recursos (armamento, insumos…) para que puedan actuar. En 1943, al recibir de parte de De Gaulle, la Cruz de la Liberación, se reconoce, al propio general y a Jean Moulin, como jefes políticos de la Resistencia. Ese mismo año, René Hardy, otro miembro de la resistencia que había sido arrestado por la Gestapo, al salir de prisión el 21 de junio, se dirige a la casa del Dr. F. Dugoujon, en Lyon, donde tendría lugar una reunión entre los principales jefes de la resistencia. La Gestapo -que le había seguido- irrumpe entonces allí… y tras capturar a Moulin, le tortura de manera brutal y salvaje en repetidas ocasiones… y su muerte se produce, el 8 de julio de 1943, mientras es llevado en un tren con rumbo a Berlín, donde esperaban seguir interrogándolo. Desde entonces, muchos sostuvieron que, Hardy, era un traidor e intentaron asesinarlo, pero, éste fue liberado en dos ocasiones al contar con una duda razonable. Inspirado en estos hechos, el escritor Jacques Robert, construye la trama de una novela que titularía, “Marie-Octobre” (1948), la cual sería adaptada primero al teatro, y luego al cine, con guion del propio autor, en compañía de Julien Duvivier y con diálogos de Henri Jeanson.
La película fue rehecha en 2008 por el director Josée Dayan, protagonizada por Nathalie Baye.
Buena muestra de cine de intriga y suspense con sustancia. Gloria Ucrania!!!
Spoiler:
Rush final: Como no dan con el culpable, Marie-Octobre y Renaud-Picart deciden utilizar una estratagema para detenerlos durante cinco minutos más que serán decisivos. Afirman que Wilfrid Muller, el ex oficial de la Gestapo, espera en el piso superior. Accedió a venir para identificar al traidor, cuyo nombre olvidó, pero no sus rasgos faciales. La trampa funciona, porque creyendo oírlo bajar las escaleras, uno de ellos intenta en vano escapar. Bernardeau, el ex luchador, lo atrapa y lo golpea. Admite haber robado los tres millones y haber matado a Castille por celos, porque amaba a Marie-Octobre. Se arrodilla ante sus antiguos compañeros para suplicarles clemencia. Ellos permanecen impasibles. Firma obligado por todos su confesión bajo el dictado de Renaud-Picart. Está condenado a suicidarse. El sacerdote intenta oponerse a lo que considera un asesinato, del que todos tendrán que responder ante la justicia, la de Dios como la de los hombres. Renaud-Picart saca entonces un cuaderno de su bolsillo, lo abre y comienza a recitar los nombres de los miembros de la red que murieron bajo tortura o durante la deportación. Cuando pronuncia las palabras "Capitán Castille", suena un disparo antes del final de la frase, el traidor acaba de ser ejecutado por Marie-Octobre. Luego llama a la gendarmería para denunciarse, antes de romper la confesión escrita del culpable: “¿Hola, gendarmería? Aquí la finca La Chênaie. Acabo de matar a un hombre».
Hijo del Consejero General, socialista y humanista, Antoine-Émile Moulin, desde muy chico, Jean Moulin (1899-1943), se sintió tan influido por el pensamiento de su padre que decidió estudiar Derecho, y durante ese tiempo, fue vicepresidente de la Unión General de Estudiantes de Montpellier. En 1936, convertido en miembro del Ministerio del Aire del Frente Popular, apoyó a los republicanos españoles enviándoles aviones y pilotos profesionales. Expulsado de la administración pública por el colaboracionista mariscal Pétain, debido a su posición política de izquierda y su vinculación a la masonería, una llamada que recibe, Moulin, del general Charles de Gaulle, lo anima a vincularse a la Resistencia Francesa… y es, él mismo, quien informará al general las condiciones en que se mueven los diferentes grupos de la resistencia, al tiempo que obtiene de él los diversos recursos (armamento, insumos…) para que puedan actuar. En 1943, al recibir de parte de De Gaulle, la Cruz de la Liberación, se reconoce, al propio general y a Jean Moulin, como jefes políticos de la Resistencia. Ese mismo año, René Hardy, otro miembro de la resistencia que había sido arrestado por la Gestapo, al salir de prisión el 21 de junio, se dirige a la casa del Dr. F. Dugoujon, en Lyon, donde tendría lugar una reunión entre los principales jefes de la resistencia. La Gestapo -que le había seguido- irrumpe entonces allí… y tras capturar a Moulin, le tortura de manera brutal y salvaje en repetidas ocasiones… y su muerte se produce, el 8 de julio de 1943, mientras es llevado en un tren con rumbo a Berlín, donde esperaban seguir interrogándolo. Desde entonces, muchos sostuvieron que, Hardy, era un traidor e intentaron asesinarlo, pero, éste fue liberado en dos ocasiones al contar con una duda razonable. Inspirado en estos hechos, el escritor Jacques Robert, construye la trama de una novela que titularía, “Marie-Octobre” (1948), la cual sería adaptada primero al teatro, y luego al cine, con guion del propio autor, en compañía de Julien Duvivier y con diálogos de Henri Jeanson.
La película fue rehecha en 2008 por el director Josée Dayan, protagonizada por Nathalie Baye.
Buena muestra de cine de intriga y suspense con sustancia. Gloria Ucrania!!!
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