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Amor sin barreras

Musical. Romance. Drama Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical 'West Side Story', a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de 'Romeo y Julieta', de Shakespeare. (FILMAFFINITY)
Críticas 110
Críticas ordenadas por utilidad
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5
25 de enero de 2022
38 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se hace un remake, la película debe ser muy superior a su predecesora, que no es el caso. La versión inicial de West Side Story tiene un encanto enorme, y todavía resiste el paso del tiempo.

Es una película agradable, me ha gustado verla... pero en el plazo de unos años probablemente volveré a ver la versión de 1961, y sin embargo esta no creo que vuelva a verla en mi vida.

¿Qué la versión actual es técnicamente mejor? Si, lo es, Spielberg es muy bueno. Pero no son mejores los números de baile; la historia resulta menos creíble, no convence; y el "español" no suena bien, parece cubano (resulta chocante) (algunos ratos incluso parece que imitan a Chiquito de la Calzada). Y como crítica social, mucho mas valiente y real la primera.

Rita Moreno, Anita en la primera versión, estuvo fantástica; y me ha gustado que participe en esta segunda versión dando vida a Valentina, aporta un aire nostálgico. Spielberg ha sabido buscar una Anita igualmente fantástica (es lo mejor de todo el reparto, se come las escenas). El resto del reparto es solo pasable, es dificil ver la película sin estar todo el tiempo recordando a Natalie Wood.
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Un ejemplo de falta de credibilidad: María tiene un vestido para ir al baile que, al parecer, es feo y le queda grande. Llega Anita, le presta un cinturón, y con eso por lo visto el vestido le queda precioso y es la mejor vestida de la fiesta. Absurdo.

En la versión original, María pide a Anita que le agrande el escote, mas creíble verdad?
10
10 de enero de 2022
34 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi podría catalogarse de osadía, atreverse a hacer un remake de un film que acaparó diez Oscar en 1961 (película, directores, actor de reparto, actriz de reparto, dirección artística en color, fotografía en color, vestuario en color, montaje, banda sonora y sonido), convirtiéndose en el musical más premiado de la historia del cine y un éxito absoluto en el imaginario colectivo que ha perdurado en el tiempo hasta nuestros días.

West Side Story es la adaptación homónima, de un célebre musical de Broadway, que a su vez es una versión actualizada del mito de "Romeo y Julieta" de William Shakespeare.

El musical fue escrito por Arthur Laurents, con música de Leonard Bernstein, letras del recientemente fallecido Stephen Sondheim y coreografía de Jerome Robbins.

Robert Wise fue el encargado de dirigir las escenas de transición entre los números musicales, consiguiendo con su maestría, amalgamar perfectamente todo el conjunto en una experiencia vital de una fuerza dramática y narrativa inolvidables.

La extraordinaria partitura se debe a Leonard Bernstein, y es con toda la razón una de las más famosas de la historia del cine, fusiona los temas principales con la música incidental haciendo avanzar la historia e incorpora armoniosamente ritmos latinos y jazzísticos, contiene toda la lírica y toda la violencia que contiene la historia y está cuajada de temas que han tenido su propio desarrollo al margen del filme, temas como “Something Coming’s”, “América”, “María”, “Tonigth”, “I feel Pretty”, “Cool” y “Somewhere” siguen formando parte de los repertorios de los “crooners” de nuestro tiempo.

La nueva versión de Spielberg no pretende descabalgar los logros de esta obra maestra, aunque los reformula y los adapta a la estética e inquietudes de las generaciones actuales, aportando una mirada personal que siempre mantiene el respeto con el film original.

Veamos pues, cuales son sus principales aportaciones.

La primera consiste en el reparto, que incorpora a la trama, actores de origen latino para interpretar a los personajes portorriqueños, en lugar de los actores maquillados de la versión original, introduce también de forma verosímil diálogos en español que Spielberg se ha negado a subtitular para el público anglosajón.

Ambientación excepcional que sitúa la acción en el momento concreto de la demolición de una parte del Upper West Side a finales de la década de los 50, para construir viviendas de mayor rango social, enfatizándose que, junto al conflicto racial representado por las bandas, existe también un conflicto social que condena a todos los residentes del barrio a la pérdida de su espacio vital y a la marginalidad.

La incorporación de Rita Moreno al reparto en el papel de Valentina, una portorriqueña viuda de un norteamericano, es clave para entender la posibilidad de esa relación interracial, pero también, de las dificultades que entraña. Conociendo su historia es simplemente entrañable escucharla interpretar el esperanzador mensaje de la canción "Somewhere".

El film también destaca en el mayor desarrollo de varios personajes, tanto Tony como Riff, tienen motivaciones que no aparecían en el film de Wise y los personajes de Chino y Anybodys adquieren mayor entidad en esta versión.

Spielberg ya demostró en la brillante introducción de "Indiana Jones y el templo maldito" sus dotes y su amor por el cine musical, por lo que se permite, a pesar de su escrupuloso respeto a la partitura y coreografía originales, a efectuar ligeros cambios en el orden en que aparecen los números musicales, con el objetivo de añadir o aligerar tensión dramática al ritmo de la historia.

Así opta por mantener los números "Maria" y "Tonight" juntos, como en el original teatral, formando un hermoso dueto que incrementa la pulsión romántica entre las rejas formadas por la selva de balcones y escaleras, poco antes de inundar la pantalla de luz, música, ritmo y color con una espectacular representación de "America" que toma las calles de Upper West Side, con la cámaras mezclándose con los bailarines, alcanzando uno de los momentos culminantes del filme.

Esta explosión de dinamismo ya había sido prefigurada en el número del "Baile en el gimnasio" en el que asistimos al encuentro de la pareja protagonista que, en esta versión, se produce en un tono más realista y menos abstracto.

El número "Cool", se ha adelantado, con buen criterio, a antes del enfrentamiento, se ha cambiado el sentido de "Officer Krupke", que ahora ocurre en la comisaría y la dulzura de "I Feel Pretty" se utiliza para rebajar la tensión creada por el desenlace de la pelea.

Que la pareja protagonista interprete sus canciones es una clarísima mejora en el filme de Spielberg, tanto los jóvenes Rachel Zegler, como Ansel Elgort, cumplen con efectividad sus cometidos, aunque el candor y el ángel de Nathalie Wood, aún doblada, permanezca en la memoria de los espectadores más veteranos.

También Ariana deBose interpreta a una arrebatadora y apasionada versión de Anita, bien secundada por David Álvarez, en los papeles que les valieron sendos Oscar a Rita Moreno y George Chakiris.

Con buen criterio Spielberg, a pesar de que su versión es más realista y menos abstracta que la de Wise, no se aparta mucho más del original, cambia en la introducción las pistas de baloncesto por los escenarios de obras de demolición, sin osar plagiar el espectacular picado sobre Manhattan, ni los misteriosos silbidos ni los chasquidos de dedos.

También mantiene un final muy parecido, que detallo en la zona spoiler para evitar sorpresas a las almas cándidas que disfruten de esta obra por vez primera, tan solo comentaré que cuando Spielberg decide levantar el vuelo de la cámara para distanciarse de la acción y recorrer nuevamente las calles del Upper West Side, deja en el espectador la misma conciencia que Wise, la dulce sensación de haber asistido al descubrimiento de un clásico de nuestro tiempo, una obra que ya es clásica, desde el mismo momento de nacer.
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Ambos finales son en efecto muy parecidos, tras afrontar el trágico destino, nadie ha ganado, los jóvenes enamorados han visto truncado su amor, los violentos entienden que el odio solo engendra odio y que es imposible vivir odiando a quien es distinto, un hermoso y leve gesto final de respeto de ambos bandos al recoger el cadáver de Tony, permite concebir una ligera esperanza de redención, pero ya la música de Bernstein se convierte en un lamento y la cámara de Spielberg alza de nuevo el vuelo, al igual que hiciera la de Wise, para distanciarse y recorrer nuevamente las calles del Upper West Side.
5
6 de marzo de 2022
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que hacer un nuevo West Side Story era tan necesario como volver a escribir Cien Años de Soledad o La Metamorfosis. Esta especie de clonación de Steven Spielberg del bombazo musical de los primeros sesenta apenas aporta más que una mayor autenticidad en los personajes puertorriqueños, que son verdaderos hispanos que salpican constantemente el inglés de españolismos o sencillamente, cambian de idioma. En el terreno argumental (el menos interesante de la película antigua), los paralelismos con Romeo y Julieta de Shakespeare, que ya quedaban muy forzados en el original, rechinan aún más y la historia de amor aparenta ser todavía más ñoña y convencional, pese a sus intenciones antirracistas. La música, por supuesto, era y sigue siendo el punto fuerte del producto (y la letra, en muchos momentos). Pero lo más sensacional de la película original era la impresionante coreografía, vanguardista dentro del estilo tradicional del music hall del Hollywood de siempre. En ese sentido, a pesar de lo muy digno del trabajo coreográfico de esta nueva versión, alcanzar esa altura y sobre todo esa sensación de novedad, era imposible. Spielberg lo trata de disimular metiendo más gente y más escenarios en los números de danza. Y en general, no se puede oponer nada a la dirección de Spielberg. Simplemente que deja claro lo que él es hoy en día: un buen director sin nada que decir. Un niño mimado de la industria dándose el capricho de recrear una ilusión de juventud.
1
6 de marzo de 2022
29 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película dirigida por Steven Ariel David Spielbergstenthalevytzskystein (un famoso director que dirigió una película de unos Rabinosaurios Rex con kipá que invadían la Palestina jurásica durante el Shabbat de acuerdo a la Torá) debe ser considerada una joya del cine.

Yo, como soy varón y no tengo la suerte de estar racializado, fui a redimir mis pecados porque me encontraba deeply concerned sobre mi falta de resiliencia. Así que acudí al cine a desaprender mi cultura heteropatriarcal, opresora y racista para poder descubrirme ante una versión verdaderamente resiliente de un musical tan opresor, homófobo y machista.

Para ir al cine pedí unas palomitas sin gluten, veganas, de maíz cultivado por mujeres negras, y una Coca Cola de soja con un vaso decorado con el arco iris para mostrar mi respeto hacia el colectivo LGTBQ+ (¡Mira! ¡Como Disney Plus! ¿Será algo del Canal Plus?). Entré concienciado a la sala mostrando mis respetos por los pobres homosexuales negros, lesbianas japonesas y les seis millones de judíes no binaries que exterminaron en el Tercer Reich.

Así pues, me quedé maravillado ante la técnica actoral de esa nueva promesa del cine llamade Iris Menas (en realidad, "iris menas", en minúscule, para no desacreditar su género), que, gracias a su aporte no binario de su personaje, su interpretación mayúscula de un humano con aspecto de lesbiana camionera ¡pero que en realidad no lo es! del personaje Anybody, que brilla aún más gracias al guion de Tony Nathael Kushnerosvsky cuyo guión "alumbra el racismo, el daño del aburguesamiento y la frustración que sienten las personas al margen de una sociedad de posguerra que no las valora porque no encajan en la narrativa del sueño americano", en palabras de una revista tan subversiva, moderna, resiliente y ecológica como Variety.

En definitiva, atrás quedó esa imperdonable costumbre de Hollywood de poner puertorriqueños blancos y heterosexuales, que siempre fue opresivo para las minorías invisibilizadas y, por fin, el judío Bob Amon Igerstein, a través de su amigo Steven Ariel David Spielbergstenthalevytzskystein, escogió a una negra bien racializada, que es lo que, en realidad, todos los espectadores de la película original querían y no tuvieron el gusto de ver porque la hegemonía opresora machista de aquel momento se lo impidió.

La mala suerte es que, ahora que en 2022 todo Hollywood es antirracista, antitránsfobo, antihomófobo, antisemita (bueno, ¡esto no!), antisionista (¡tampoco! Error de tipo por mi parte), antiopresor y visibiliza a todas las minorías, resulta que se invirtieron las tornas y es ahora el público de 2022 el fascista, opresor y machirulo blanco que se niega a ver esta película tan ecorresiliente, transversal y, sobre todo, por si no lo dejé claro, INCLUSIVA.

Tanto es así, que dicha audiencia facha y fascista, nazi y racista, sólo gastó 72 millones en verla, para los 100 que costó, así que, por desgracia, la productora y todo el Estado de Israel perdieron decenas de millones de dólares por culpa de una audiencia que no sabe lo que es bueno.

Teneis que perdonarme los que seais de alguna minoría que no haya mencionado. No es que esté contra vosotros. Os respeto y os empodero aunque no os mencione. Pero no puedo seguir tecleando porque debo apagar mi computadora para no consumir más Co2 por hoy, ya que sería terrible que Greta Thunbergsteinsky tuviese que sacar otra pancarta más al bajar de su velero transversal y ecológico.

Gracias por leerme y nos vemos en la próxima crítica, que espero que sea una revisión de 'Tarzán' de Disney donde el protagonista sea más negro que el ojete de un grillo.
7
20 de enero de 2022
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es lícita y hasta cierto punto compresible la controversia generada en torno a la necesidad o no de presentar a estas alturas una nueva versión actualizada de “West Side Story”. Me pregunto si esa misma controversia surgiría en parecidos términos hace ahora sesenta años cuando la película original llegó a las pantallas. A fin de cuentas, el “West Side Story” de Wise y Robbins no dejaba de ser el remake de otro remake que a su vez había llevado a los escenarios de Broadway, y este sí de una forma totalmente vanguardista y transgresora, el clásico de William Shakespeare, “Romeo y Julieta”.

¿Se escandalizaría el público de la época viendo las andanzas de los Montescos y los Capuletos trasplantadas de las calles de Verona al Nueva York del siglo XX? ¿Lo consideraría necesario y pertinente? Cabe preguntarse también por qué en estas circunstancias el “West Side Story“ de Wise y Robbins ha llegado hasta nosotros como un musical canónico. Tal vez la respuesta está en que el texto original shakespereano lo aguanta todo. Y así lleva representándose en un sinfín de modos y maneras más de cuatro siglos. Y aún así, cada nueva revisión no está exenta como vemos de las dudas y la polémica. Así pues, por qué no ver el “West Side Story” de Spielberg como el último eslabón de la cadena.

Lo que percibo ante todo en este nuevo remake del clásico es respeto, respeto en la forma con la que Spielberg se acerca a la trágica historia de Tony y María, no desde la suficiencia de alguien que se cree el más listo de la clase porque él lo vale – realmente lo vale; todos en el fondo sabemos que si había alguien capaz de salir airoso en el cine actual de un envite así ése no era otro que Mr. Steven- sino desde la humildad de alguien que ama realmente su oficio, y de alguna manera, lo ha reinventado en las últimas décadas. Más que la reescritura de un texto mítico, West Side Story es en manos de Spielberg, todo un homenaje al cine que le formó como director. En realidad, la respuesta al porqué Spielberg necesitaba este remake está en ese emotivo “to dad” con el que se cierra la película antes de los créditos finales. Ojala todos pudiésemos en un momento dado ser capaces de hacer dedicatorias así a quienes más queremos. Es, además, de justicia poética que la pandemia haya retrasado una y otra vez el estreno de la película hasta hoy cuando la vigencia del cine en salas está más en el alero que nunca.

Yendo al fondo del asunto, las diferencias entre esta nueva versión y su inspiradora serían en este sentido un poco peccata minuta. Además de la lógica elección de un nuevo reparto – que en general cumple con creces- algunas decisiones en cuanto a la puesta en escena que, independientemente de que sean más o menos afortunadas, siempre resultan estimulantes. A estas alturas, veo innecesario reservar para el spoiler mis impresiones al respecto. Así que allá voy.

Estimulante me parece la alteración en el orden de algunos números musicales, para colocar por ejemplo el “I feel pretty” justo en el momento previo a que María descubra el asesinato de su hermano a manos de su enamorado. O el estallido de vigor y colorido en las calles por las que se canta el “America” en contraste con el intenso, estático y nocturno “cuerpo a cuerpo” del original en la azotea. Podría decir, sí, que me gusta más el “Officer Krupke” de 1961 que el actual, o que veo algo fuera de lugar a Rita Moreno cantando “Somewhere” que por intensidad romántica y dramática requiere la presencia obligatoria de los dos amantes. Eso sí, el momento resulta de lo más entrañable.

Tal vez, este “West Side Story” haya supuesto el mayor reto en la ya larga carrera de Spielberg. Estamos hablando de un director acostumbrado a meterse en charcos y a salir más o menos airoso de ellos. Que un director, acusado una y mil veces de sensiblero, manipulador y blandengue, haya llegado a buen puerto con un material emocionalmente tan sensible como éste no sólo es digno de agradecer sino también incluso de aplaudir.
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