Dos extraños amantes
8,0
74.602
Romance. Comedia
Alvy Singer, un cuarentón bastante neurótico, trabaja como humorista en clubs nocturnos. Tras romper con Annie, reflexiona sobre su vida, rememorando sus amores, sus matrimonios, pero sobre todo su relación con Annie. Al final, llega a la conclusión de que son sus manías y obsesiones las que siempre acaban arruinando su relación con las mujeres. (FILMAFFINITY)
17 de mayo de 2007
17 de mayo de 2007
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de Woody Allen son como la comida oriental: no a todos les agrada; pero a los que sí les gusta, la adoran. Si bien puede parecer a primera vista que los colmados platos, repletos a más no poder de exótica comida humeante, y que para colmo se sirven con abusiva rapidez, pueden acabar con la paciencia de muchos, lo cierto es que en cada esquina hay un restaurante chino.
Annie Hall es Woody Allen en estado puro, la película donde mejor se pueden ver definidas las notas características del cine de este autor. Es una película divertida, hilarante, pero que al mismo tiempo invita a reflexionar. Es una historia de amor, y no una historia de amor más, sino quizás "la historia de amor" que todos tenemos, enterrada en el pasado unos, en viva proyección otros (los más afortunados).
¿Qué verás?
1. Una de las mejores películas de Woody Allen.
2. La irracionalidad de las relaciones personales. Refleja con fidelidad la vida cotidiana, de tal modo que la relación entre los dos personajes está dotada de un formidable realismo.
3. Un excelente trabajo, de inspiradas interpretaciones, de los dos actores protagonistas que compenetran a la perfección.
4. Una historia que con seguridad no te dejará indiferente.
¿Qué NO verás?
1. Si estás acostumbrado al cine del director neoyorquino y aún no has visto esta película, lo más seguro es que no veas nada que no hayas visto antes, pero el sabor de boca que te dejará, sin duda, será excelente.
Annie Hall es Woody Allen en estado puro, la película donde mejor se pueden ver definidas las notas características del cine de este autor. Es una película divertida, hilarante, pero que al mismo tiempo invita a reflexionar. Es una historia de amor, y no una historia de amor más, sino quizás "la historia de amor" que todos tenemos, enterrada en el pasado unos, en viva proyección otros (los más afortunados).
¿Qué verás?
1. Una de las mejores películas de Woody Allen.
2. La irracionalidad de las relaciones personales. Refleja con fidelidad la vida cotidiana, de tal modo que la relación entre los dos personajes está dotada de un formidable realismo.
3. Un excelente trabajo, de inspiradas interpretaciones, de los dos actores protagonistas que compenetran a la perfección.
4. Una historia que con seguridad no te dejará indiferente.
¿Qué NO verás?
1. Si estás acostumbrado al cine del director neoyorquino y aún no has visto esta película, lo más seguro es que no veas nada que no hayas visto antes, pero el sabor de boca que te dejará, sin duda, será excelente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(-) Resulta muy poco creíble, por no decir surrealista, las secuencias en las que Alvy presume de su vigor sexual y en las que actúa como un auténtico casanova. Esto es muy propio del humor de Allen, pero no deja de parecer ridículo.
A destacar el momento en que Annie se queda prendada de los "encantos" de Alvy. Éste actúa con bastante chulería, sobrado, cuando ella trata por todos los medios de quedar con él y llevarle a su casa. A Annie le falta poco para babear. Y lo peor es que todo esto sucede después de ver el exiguo cuerpecillo de Allen corretear por una pista de tenis. Inverosímil.
(-) Hay una escena imperdonable que bien podría ser un anuncio comercial de una conocida marca deportiva. Hasta Annie sujeta la raqueta de tal modo que se pueda leer bien lo que pone en su funda. El bolso que lleva él es de la misma marca. Sólo les falta llevar sudaderas y muñequeras a juego.
(+) Una de mis escenas preferidas, que considero estéticamente preciosa, es aquella en la que Alvy le explica a Annie qué son las mujeres "polimórficamente sensibles", con el puente de Manhattan de fondo, como único y colosal testigo de sus palabras. La oscuridad sólo permite ver sus dos siluetas; formando el espacio que las separa un perfecto corazón.
(+) Sin lugar a dudas el cierre de la película, que transforma un famoso chiste en una reflexión seria, grave, pronfunda, es lo mejor de la misma:
"Después se nos hizo tarde; los dos nos teníamos que marchar. Pero fue magnífico volver a ver a Annie. Me di cuenta de lo maravillosa que era y de lo divertido que era tratarla. Y re... recordé aquel viejo chiste... aquel, aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice:
- Doctor, mi hermano está loco. Cree que es una gallina.
Y el doctor responde:
- ¿Pues por qué no lo mete en un manicomio?
Y el tipo le dice:
- Lo haría pero... necesito los huevos.
Pues... eso más o menos es lo que pienso sobre las relaciones humanas, ¿saben? Son totalmente irracionales... y locas... y absurdas... pero... supongo que continuamos manteniéndolas porque la mayoría necesitamos los huevos".
Genial, Woody, genial.
A destacar el momento en que Annie se queda prendada de los "encantos" de Alvy. Éste actúa con bastante chulería, sobrado, cuando ella trata por todos los medios de quedar con él y llevarle a su casa. A Annie le falta poco para babear. Y lo peor es que todo esto sucede después de ver el exiguo cuerpecillo de Allen corretear por una pista de tenis. Inverosímil.
(-) Hay una escena imperdonable que bien podría ser un anuncio comercial de una conocida marca deportiva. Hasta Annie sujeta la raqueta de tal modo que se pueda leer bien lo que pone en su funda. El bolso que lleva él es de la misma marca. Sólo les falta llevar sudaderas y muñequeras a juego.
(+) Una de mis escenas preferidas, que considero estéticamente preciosa, es aquella en la que Alvy le explica a Annie qué son las mujeres "polimórficamente sensibles", con el puente de Manhattan de fondo, como único y colosal testigo de sus palabras. La oscuridad sólo permite ver sus dos siluetas; formando el espacio que las separa un perfecto corazón.
(+) Sin lugar a dudas el cierre de la película, que transforma un famoso chiste en una reflexión seria, grave, pronfunda, es lo mejor de la misma:
"Después se nos hizo tarde; los dos nos teníamos que marchar. Pero fue magnífico volver a ver a Annie. Me di cuenta de lo maravillosa que era y de lo divertido que era tratarla. Y re... recordé aquel viejo chiste... aquel, aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice:
- Doctor, mi hermano está loco. Cree que es una gallina.
Y el doctor responde:
- ¿Pues por qué no lo mete en un manicomio?
Y el tipo le dice:
- Lo haría pero... necesito los huevos.
Pues... eso más o menos es lo que pienso sobre las relaciones humanas, ¿saben? Son totalmente irracionales... y locas... y absurdas... pero... supongo que continuamos manteniéndolas porque la mayoría necesitamos los huevos".
Genial, Woody, genial.
18 de junio de 2006
18 de junio de 2006
46 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Visionar esta cinta de Allen llena de un sutil, ácido y mordaz sentido del humor sobre las inseguridades de un ser humano constituye un delicioso y orgiástico deleite sensorial.
Observar las evoluciones del personaje fantásticamente interpretado por el genial Allen es sumergirse tal vez en la psique del propio artista, algo así como ver la película "Quiero ser John Malkovich" pero con Woody Allen acaparando el título.
Nadie como él para saber plasmar las obsesiones compulsivo-perfeccionistas de un maníaco como él mismo. Nadie como Allen para mezclar en un mismo cóctel el incisivo, irónico y mordaz sentido del humor de Wilder con la hilaridad surrealista y brillante de los hermanos Marx.
Así es en cierta medida Alvyn Singer un personaje rayando en lo freak (por atípico), nacido y críado en el seno de una familia judía que no para de discutir por las más inverosímiles razones, y vive además justo debajo de una montaña rusa en un parque de atracciones... aunque tal vez ésto sea una invención más de un ser humano hiperbólico y vitriólico, lleno de obsesiones maníaco compulsivas que le hacen fracasar una y mil veces a la hora de aventurarse en el proceloso mundo de las relaciones de pareja.
Así mediante un ágil y sorprendente esquema narrativo, matizado por peculiarísimas maneras del genio creador, nos adentramos en el maravilloso mundo de Alvyn Singer, un comediante de clubs nocturnos que acaba de romper con su última pareja, Annie Hall (brillante también Diane Keaton) y súbitamente empieza a reconsiderar su vida personal, obesionado por sus crecientes inseguridades.
Resulta sumamente delicioso e hilarante asistir a los brillantes diálogos impregnados de un brillante sarcasmo y fina ironía, cuando Alvyn empieza a entremezclar anacrónicamente recuerdos de su vida privada de pareja; desde el momento que vemos discutir a Alvyn con su íntimo amigo Robert (Tony Roberts) sobre el antisemitismo de la sociedad americana en general, camino de la pista de tenis donde conocerá por primera vez a Annie, hasta cuando después del partido ninguno de los dos se decide a fijar una cita, pasando por sus caóticas (por diversos motivos) relaciones anteriores ; hasta darse cuenta finalmente de que Annie Hall quizá haya supesto una verdadera oportunidad perdida, a pesar de que inicialmente parecía como si ambos estuviesen plenamente de acuerdo en sellar su relación con un pacto amistoso.
SENCILLAMENTE APABULLANTE, GENIAL Y ENORMEMENTE RECOMENDABLE.
Observar las evoluciones del personaje fantásticamente interpretado por el genial Allen es sumergirse tal vez en la psique del propio artista, algo así como ver la película "Quiero ser John Malkovich" pero con Woody Allen acaparando el título.
Nadie como él para saber plasmar las obsesiones compulsivo-perfeccionistas de un maníaco como él mismo. Nadie como Allen para mezclar en un mismo cóctel el incisivo, irónico y mordaz sentido del humor de Wilder con la hilaridad surrealista y brillante de los hermanos Marx.
Así es en cierta medida Alvyn Singer un personaje rayando en lo freak (por atípico), nacido y críado en el seno de una familia judía que no para de discutir por las más inverosímiles razones, y vive además justo debajo de una montaña rusa en un parque de atracciones... aunque tal vez ésto sea una invención más de un ser humano hiperbólico y vitriólico, lleno de obsesiones maníaco compulsivas que le hacen fracasar una y mil veces a la hora de aventurarse en el proceloso mundo de las relaciones de pareja.
Así mediante un ágil y sorprendente esquema narrativo, matizado por peculiarísimas maneras del genio creador, nos adentramos en el maravilloso mundo de Alvyn Singer, un comediante de clubs nocturnos que acaba de romper con su última pareja, Annie Hall (brillante también Diane Keaton) y súbitamente empieza a reconsiderar su vida personal, obesionado por sus crecientes inseguridades.
Resulta sumamente delicioso e hilarante asistir a los brillantes diálogos impregnados de un brillante sarcasmo y fina ironía, cuando Alvyn empieza a entremezclar anacrónicamente recuerdos de su vida privada de pareja; desde el momento que vemos discutir a Alvyn con su íntimo amigo Robert (Tony Roberts) sobre el antisemitismo de la sociedad americana en general, camino de la pista de tenis donde conocerá por primera vez a Annie, hasta cuando después del partido ninguno de los dos se decide a fijar una cita, pasando por sus caóticas (por diversos motivos) relaciones anteriores ; hasta darse cuenta finalmente de que Annie Hall quizá haya supesto una verdadera oportunidad perdida, a pesar de que inicialmente parecía como si ambos estuviesen plenamente de acuerdo en sellar su relación con un pacto amistoso.
SENCILLAMENTE APABULLANTE, GENIAL Y ENORMEMENTE RECOMENDABLE.
Yo intento hacer con las mujeres lo que Einsenhower ha estado haciendo al país desde hace ocho años.
21 de julio de 2007
21 de julio de 2007
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque “Annie Hall” no sea probablemente la mejor película de Woody Allen sí es la más premiada, la más recordada en Estados Unidos y encima la que con diferencia ofrece un guión y unos diálogos más inteligentes pero a mi juicio no es perfecta entre otras cosas porque decae en el último tramo y sobre todo porque la historia con Diane Keaton y el papel de ella por mucho que se diga no termina de cuajar en casi ningún momento. Es más, algunas de las mejores escenas con mujeres de Allen en la película las obtiene con las secundarios, y no con la protagonista, y en general el genio judío de Nueva York está siempre mejor en todas las escenas donde está más sólo o se siente más protagonista.
“Annie Hall” es importante por muchos aspectos, pero quizá lo principal es que con esta obra pasa a ser ya un monstruo del cine, hasta entonces Woody Allen era considerado como un tipo de comedias ingeniosas que tenía más o menos interés pero no se sabía si era realmente un cine de humor de intelectual, de autor, de reflexión... con esta película se demuestra que el humor es la máxima expresión de inteligencia y que Allen tiene ambas cosas muy altas.
La cantidad de aforismos de nivel que encontramos en ella son de tal calidad que pudiera merecer un libro por sí solos como aquel que dice que la vida está dividida en lo horrible y lo miserable o el que señala que las relación de pareja es como un tiburón; tiene que estar continuamente avanzando o se muere. Pero es que lo divertido y no sólo lo profundo tiene una presencia maestra. Una de las mejores escenas cómicas que recuerdo es cuando Christopher Walken cuenta a Allen que a veces tiene ganas de estrellarse contra otro coche, y a la escena siguiente por determinadas razones se ve a Walken en el coche con Allen y su novia. Esa pequeña historia es tan buena que pocos publicitarios o creativos han podido superarlo jamás.
Porque esa es la clave de la película, su gran cantidad de buenos momentos de pequeñas historias y gags que unidas hacen una extraordinaria obra pero que en realidad no termina de hilvanar un guión completo y totalmente compacto, aunque ni falta que le hace porque los retazos son tan buenos que compensa las partes con el todo.
Y sí, yo también estoy de acuerdo que en Beverly Hills –y en más sitios muy cercanos- no tiran la basura, la convierten en televisión.
Nota: 8,8.
“Annie Hall” es importante por muchos aspectos, pero quizá lo principal es que con esta obra pasa a ser ya un monstruo del cine, hasta entonces Woody Allen era considerado como un tipo de comedias ingeniosas que tenía más o menos interés pero no se sabía si era realmente un cine de humor de intelectual, de autor, de reflexión... con esta película se demuestra que el humor es la máxima expresión de inteligencia y que Allen tiene ambas cosas muy altas.
La cantidad de aforismos de nivel que encontramos en ella son de tal calidad que pudiera merecer un libro por sí solos como aquel que dice que la vida está dividida en lo horrible y lo miserable o el que señala que las relación de pareja es como un tiburón; tiene que estar continuamente avanzando o se muere. Pero es que lo divertido y no sólo lo profundo tiene una presencia maestra. Una de las mejores escenas cómicas que recuerdo es cuando Christopher Walken cuenta a Allen que a veces tiene ganas de estrellarse contra otro coche, y a la escena siguiente por determinadas razones se ve a Walken en el coche con Allen y su novia. Esa pequeña historia es tan buena que pocos publicitarios o creativos han podido superarlo jamás.
Porque esa es la clave de la película, su gran cantidad de buenos momentos de pequeñas historias y gags que unidas hacen una extraordinaria obra pero que en realidad no termina de hilvanar un guión completo y totalmente compacto, aunque ni falta que le hace porque los retazos son tan buenos que compensa las partes con el todo.
Y sí, yo también estoy de acuerdo que en Beverly Hills –y en más sitios muy cercanos- no tiran la basura, la convierten en televisión.
Nota: 8,8.
29 de diciembre de 2009
29 de diciembre de 2009
34 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente no existan dos formas de entender el cine tan dispares como las de Allen y Bergman. Aún así, ambos cineastas coinciden en esa especial destreza para bucear exhaustivamente en las complejas y turbulentas aguas de las relaciones de pareja. Quizás por ello me agradó constatar que una de las primeras secuencias de “Annie Hall” -concretamente la que nos muestra a Alvy (Allen) y Annie (Keaton) discutiendo sobre la conveniencia de entrar, o no, con dos minutos de retraso a la sala donde proyectan “Cara a cara”- se hiciera una referencia tan ostensible al realizador sueco. ¿Simple casualidad? No lo creo. Los guiones de Allen podrán parecer alocados y frenéticos, improvisados incluso, pero tras ese bombardeo de frases satíricas e ingeniosas y de extravagantes situaciones kafkianas subyace la necesidad vital del autor -la misma que la del propio Ingmar- de volcar sobre el celuloide todas y cada una de sus neuras. Unas neuras que encuentran la horma de su zapato en ese prototipo de urbanita intelectual, progresista, romántico y tremendamente desgraciado en sus relaciones sentimentales interpretado por el propio Allen, mi gafapasta predilecto.
Lo único que no me apasiona, quizás, de esta incuestionable obra maestra es su título. “Annie Hall” me parece demasiado obvio. Yo la hubiera titulado “Secretos de un noviazgo” y la hubiera programado siempre en sesión doble continua antes de “Secretos de un matrimonio” de Bergman.
Lo único que no me apasiona, quizás, de esta incuestionable obra maestra es su título. “Annie Hall” me parece demasiado obvio. Yo la hubiera titulado “Secretos de un noviazgo” y la hubiera programado siempre en sesión doble continua antes de “Secretos de un matrimonio” de Bergman.
2 de agosto de 2007
2 de agosto de 2007
99 de 171 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Annie Hall" no es más que uno de los ejemplos de como unir algunos de los peores ticks de Woody Allen con su obsesiva manía para ser el centro de atención e intentar ofrecer reflexiones que, aunque sean pretendidamente ingeniosas, pues a muchos de nosotros nos importan un cuerno...
Cuando me refiero a sus peores ticks, estoy hablando precisamente de ese ritmo sumamente endiablado del que hace gala el film durante el 75 % de su metraje, esos gags que en ocasiones sencillamente se acontecen como un relleno más y un cúmulo de secuencias interconectadas entre ellas que no hacen más que referenciar anécdotas entre el dueto protagonista e intentar mostrarnos ese mensaje tan supuestamente trascendental que Allen esconde tras su propuesta.
Cuando hablo de esa supuesta trascendencia que el neoyorkino intenta introducir en su film, hablo de todo aquello que supuestamente nos cuenta del amor trasladándonos a la historia entre Alvy Singer y Annie Hall (que, por cierto, sigo sin entender porque el título del film es "Annie Hall" cuando gira más entorno al propio Alvy que a la mismísima Annie), a saber, el enamoramiento, la nostalgia, la crisis, el reencuentro, la separación y, finalmente, el recuerdo.
Lo malo de ello, es que todo lo envuelve en un manto de frenesí y uno apenas tiene tiempo para digerir una escena, ¡cuando ya está en la otra! y, sinceramente, si a mi me pretenden hablar de algo con suma importancia, pues considero que temas así deben tocarse con delicadeza, con premeditación y con tacto, no como si un vendaval pasase ante tus narices, te escupiese todo aquello que opina y se fuese.
Probablemente, esta cinta recupera su pulso durante el último tramo (el comprendido entre la separación y el recuerdo), y es ahí donde quizá encuentre un equilibrio, aunque a mi, que quieren que les diga, si durante sus primeros cuartos ya estás pensando "uffff, ¿menudo muermo, ¿no?", pues por mucha estabilidad que se logre al final, y sólo leves dosis de ironía dejadas por el camino (como el momento en que dialoga con la pareja), la cosa no compensa.
Entretanto, mr. Woody juega con esas pantallas partidas donde unos personajes interactúan, mientras otros van a su bola, y el espectador no se entera de nada, y luego mete también unos cuantos instantes donde interactúa con el espectador, y todo le queda de lo más chachi y perspicaz, como con mucho interés. Además, Woody Allen hace de Woody Allen, cojonudamente sí, pero como siempre, así que le nominamos al Oscar, y ya tenemos otro motivo para hacer de "Annie Hall" otra obra maestra imperdible... de la labia, claro.
Cuando me refiero a sus peores ticks, estoy hablando precisamente de ese ritmo sumamente endiablado del que hace gala el film durante el 75 % de su metraje, esos gags que en ocasiones sencillamente se acontecen como un relleno más y un cúmulo de secuencias interconectadas entre ellas que no hacen más que referenciar anécdotas entre el dueto protagonista e intentar mostrarnos ese mensaje tan supuestamente trascendental que Allen esconde tras su propuesta.
Cuando hablo de esa supuesta trascendencia que el neoyorkino intenta introducir en su film, hablo de todo aquello que supuestamente nos cuenta del amor trasladándonos a la historia entre Alvy Singer y Annie Hall (que, por cierto, sigo sin entender porque el título del film es "Annie Hall" cuando gira más entorno al propio Alvy que a la mismísima Annie), a saber, el enamoramiento, la nostalgia, la crisis, el reencuentro, la separación y, finalmente, el recuerdo.
Lo malo de ello, es que todo lo envuelve en un manto de frenesí y uno apenas tiene tiempo para digerir una escena, ¡cuando ya está en la otra! y, sinceramente, si a mi me pretenden hablar de algo con suma importancia, pues considero que temas así deben tocarse con delicadeza, con premeditación y con tacto, no como si un vendaval pasase ante tus narices, te escupiese todo aquello que opina y se fuese.
Probablemente, esta cinta recupera su pulso durante el último tramo (el comprendido entre la separación y el recuerdo), y es ahí donde quizá encuentre un equilibrio, aunque a mi, que quieren que les diga, si durante sus primeros cuartos ya estás pensando "uffff, ¿menudo muermo, ¿no?", pues por mucha estabilidad que se logre al final, y sólo leves dosis de ironía dejadas por el camino (como el momento en que dialoga con la pareja), la cosa no compensa.
Entretanto, mr. Woody juega con esas pantallas partidas donde unos personajes interactúan, mientras otros van a su bola, y el espectador no se entera de nada, y luego mete también unos cuantos instantes donde interactúa con el espectador, y todo le queda de lo más chachi y perspicaz, como con mucho interés. Además, Woody Allen hace de Woody Allen, cojonudamente sí, pero como siempre, así que le nominamos al Oscar, y ya tenemos otro motivo para hacer de "Annie Hall" otra obra maestra imperdible... de la labia, claro.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here