Pausado thriller sobre un antiguo capo que investiga la muerte de su hermano. A pesar de su aire clásico, su dirección sobria a más no poder y alguna que otra pizca de tensión, Fuera de control no termina de funcionar. Clive Owen defiende bien su papel, pero es que el argumento da para muy poco. Es una película que quiere ser sesuda, pero que se autolimita constantemente. Su escaso recorrido y el poco atractivo de sus personajes no la dejan ser más que una película mediocre. Prescindible.

Ni siquiera la presencia siempre inmensa de Clive Owen y Jonathan Rhys Meyers es suficiente para salvar a Fuera de control de la quema. La película de Mike Hodges, encuadrada en el cine negro, es un batiburrillo de ideas (pocas) pasadas por un tamiz tremebundo en el que caben toda clase de perversiones y males para los sufrientes protagonistas. El tono es ciertamente telefilmesco y el guión no aguanta la primera media hora entre tanto tedio y tremebundez.

Lo mejor: Los actores
Lo peor: No hay por donde la coja un perro

Mike Hodges, el irregular director de "Flash Gordon" y "La maldición de Damien" entre otras, dirige este drama ambientado dentro del género de cine negro. La trama es bastante facilona y previsible, mostrándonos a un hombre que debe regresar a una vida de la que llevaba huido tres años, dentro de una mafia local, para vengar la muerte de su hermano acaecida en extrañas circunstancias. El protagonista en cuestión es Clive Owen, magnífico en otras interpretaciones, pero bastante inexpresivo en el film que nos ocupa. Otro actor de actualidad por la excelente "Match Point" o la adictiva "Misión Imposible 3", Jonathan Rhys-Meyers, está desaprovechado con un pequeño papel y del resto del reparto, nada destacable. El ritmo es excesivamente lento para una película de estas características y los sentimientos de odio y venganza que deberían aflorar conforme se resuelve la trama, están muy mal representados. Así pues, una flojita producción que no aportará ningún tipo de gloria a sus distintos participantes.

Ajustada producción británica que no cuenta nada realmente nuevo y que se ve con la facilidad que se olvida.
Lo más destacable la participación de unos jovenes y poco conocidos por entonces: Clive Owen y Jonathan Rhys-Meyers, acompañados por dos grandes veteranos del cine, como: Charlotte Rampling y Malcolm McDowell. Poco nuevo para algo muy visto ya.

Argumento soso, actuaciones sosas, dirección sosa, etc.
En definitiva, una película insípìda que no merece la pena ni aunque uno esté muerto del aburrimiento y no tenga nada mejor que hacer.