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Tiempos modernos

Comedia Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a ... [+]
Críticas 185
Críticas ordenadas por utilidad
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9
21 de marzo de 2011 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiempos modernos, muy buena película que en cierta medida refleja los momentos difíciles que tuvo que afrontar su director y productor, a lo largo de la vida. Marcado por el abandono de su padre, la falta de dinero de su madre, el haber tenido que pasar dias enteros en la calle a la buena de Dios en compañía de su hermano, sumido en una pobreza extrema.
La película entre sus argumentos, evidencia la lucha por sobrevivir, en medio de un ambiente de carencias, lo cual sirve de ejemplo a todas las personas que se encuentran en esta situación, para que no decaigan y se mantengan firmes en sus sueños, hasta concretarlos; a pesar de las adversidades y obstáculos que se puedan presentar en el camino.
7
11 de abril de 2011 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Memorable e iconográfico filme de Chaplin, quizás uno de los más conocidos de su filmografía, y uno de los más didácticos por su exposición sobre la revolución industrial y pionero en la crítica social.

"Tiempos Modernos" nos narra la historia de un obrero que trabaja en una fábrica futurista (guiño al "Metrópolis" de Lang) donde se usa el modelo fordiano de producción en cadena. El ritmo de trabajo hace que el pobre obrero se vuelva medio loco y sea ingresado en un hospital. A partir de ahí, se verá envuelto en una serie de avatares en los que se meterá sin pretenderlo, y al final acabará conociendo a una encantadora huérfana (Paulette Goddard) de la que se enamora.

Esta vez Chaplin ha querido utilizar en mayor medida los efectos sonoros de los que renegó en producciones anteriores, aunque aparecen en muy contadas ocasiones: el sonido de las máquinas, la voz del empresario y, sobre todo, la voz de Chaplin cantando una versión muy libre de una canción francesa de Léo Daniderff.

Son claras las alusiones a la alienación del trabajador derivadas del fordismo, a la nueva esclavitud impuesta por el capitalismo (que aún perdura en pleno siglo XXI) y la revolución industrial, y a la manifestación del descontento de la clase obrera. Todo un mensaje, amenizado por sus innumerables "gags", y edulcorado por su romance con una bellísima Paulette Goddard cuya sonrisa da color a todo el blanco y negro.

Como en cualquier filme de Chaplin, hay momentos que permanecerán en la memoria colectiva por mucho que pasen los años, como la máquina diseñada para que los obreros no pierdan tiempo a la hora de comer, el momento en el que la cinta transportadora se traga a Chaplin y va pasando por todas sus ruedas melladas, o la escena con Paulette Goddard que culmina el filme.

Aunque no llega a la maestría de "Luces de la ciudad", "Tiempos Modernos" es otro clásico de Chaplin de obligado visionado, tanto por las generaciones contemporáneas como por las futuras.
9
22 de abril de 2011 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Risas a tope, a la vez que denuncia de la explotación industrial. La primera escena ya muestra las intenciones del autor al comparar la llegada de los obreros al trabajo con... (ya lo vereis). Impagables las escenas con las llaves inglesas y el alimentador automático; ha llegado a dolerme la mandíbula. Futurista el arsenal audiovisual del jefe, parece ser que los plasmas de 80" no son cosa únicamente de estos tiempos.
8
24 de abril de 2011 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La llegada de la sociedad moderna y del proceso supuso un gran cambio en la forma de vida de los seres humanos, sobre todo en las grandes urbes. En ellas convivían todas las características de la época contemporánea desde la Revolución industrial: las grandes fábricas, donde el trabajo se mecanizaba y los obreros se convertían en meros servidores siempre atentos al proceso de producción; también en relación con ellas, las huelgas obreras y las protestas con las que los obreros oprimidos mostraban su descontento; la delincuencia aumentaba y, con ella, el número de prisiones; la diferencia entre las clases sociales, con la burguesía y la gente pobre; y, ligada íntiman¡mente a la primera, se extendió la cultura del consumismo y del ocio para liberar las mentes tras la jornada laboral, con los centros comerciales, cafes... Y todas estos rasgos se relacionan entre sí en las particulares y destornillantes andanzas de un inocente obrero, al que el frenético ritmo de trabajo de su fábrica lleva al nerviosismo desenfrenado y a que lo tenga que abandonar, y de una chica de los muelles que se escapó al fallecer su padre. Con estupendas situaciones cómicas, unas imágenes que los muestran el agetreo y la vorágine de la "nueva" vida urbana, y una curiosa y original pareja formada por los entrañables personajes de Charles Chaplin y Paulette Goddard esta cinta en toda una experiéncia cinematográfica que ningún cinéfilo debería perderse.
9
12 de junio de 2012 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue a principios de la década de 1930 cuando el brillante y multifacético Charles Spencer
Chaplin empezó a forjar las bases de una producción cinematográfica que exhibiera, de manera asombrosa, a una sociedad en plena Era Industrial. Y es que desde 1931 el talentoso británico ya había escrito una serie de textos donde explicaba el gran impacto que la industrialización causaba al hombre como individuo, y cómo ésta lo convertía en un ser sin identidad alguna, completamente mecanizado.

‘Tiempos Modernos’, exhibido en el año 1936, fue entonces el producto de una afilada crítica social llevada a las cámaras, recurrente ya en una diversidad de obras del reconocido cómico, actor, productor, compositor, entre otros tantos oficios. Una obra magnífica, protagonizada por nuestro querido Charlot, memorable y torpe personaje interpretado por el mismo Chaplin, quien nos iba mostrando, entre diversos tópicos, la deshumanización del hombre frente a la nueva industria y la posterior hambruna que acarreó ésta transformación socioeconómica –y a su vez consecuente del famoso Viernes Negro-, en poco menos de 90 minutos.

En ella, Chaplin apela a un estilo discursivo sobresaliente, bajo la herramienta de la historia paralela, donde mezcla una serie de encuentros y desencuentros entre los dos personajes protagonistas, quienes se complementan de manera fantástica, formando una dualidad que traspasó mucho más allá de las cámaras.

Igualmente, aquella desidia que iban padeciendo principalmente los dos protagonistas durante el metraje –con una radiante Paulette Goddard como el amor de Charlot- jamás ahonda en lo melancólico, o en la pesadumbre, no. Chaplin logra cuestionar el sistema social presente, exponer la pobreza, y mostrar a su vez los diversos medios de insurrección existentes en esa época –robos, huelgas, atracos, paros, enfrentamientos armados- sin recurrir a un drama desenfrenado que afecte al espectador. Las escenas, en su inmensa mayoría, se nutren de un humor y una ironía impresionantes.

Y sin dejar atrás las aventuras de Charlot entre palancas, llaves y tubos, composición cinematográfica imprescindible para todo amante del séptimo arte, y con una maquinaria, tan poderosa como misteriosa, que fue construida como fruto de los recuerdos de la niñez de Chaplin frente a una prensa Wharfedale.

Una obra que despide a uno de los personajes más entrañables del cine mudo, maravillándonos con su voz, hasta entonces oculta, cantando enérgicamente una ‘Charabia’, curiosa mezcolanza de francés, italiano, y una que otra pizca de inglés. Un adiós del bombín, del pantalón ancho, del curioso caminar, y de ese bigote tan particular que hacía burla al conocido dictador alemán. Pero de eso último, cuatro años después, ya Chaplin nos contaría una historia.

Saúl Briceño
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