Fuerza mayor
2014 

6,4
10.337
Drama
Una familia pasa las vacaciones de invierno en los Alpes. El sol brilla y las pistas están magníficas, pero mientras comen en un restaurante, se produce una avalancha que asusta a los clientes. La madre llama a su marido para que la ayude a salvar a sus hijos, pero él ha huido para salvar su vida. La avalancha se detiene delante del restaurante, sin ocasionar daños, pero el universo familiar ya se ha resquebrajado. Tomas buscará ... [+]
6 de febrero de 2018
6 de febrero de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
Los pijos resultan atractivos para el objetivo y si le unes nieve, frío y una panificación desangelada puedes tener la mezcla perfecta para tener éxito, en alguno de los cientos de festivales que poblan el universo. Esto es lo que debió pensar Ruben Östlund cuando dirigió Fuerza mayor (2014) a base de planos formalistas y vacíos, en los que reinan los silencios y las situaciones forzosamente absurdas. Más concretamente todo el guion nos cuenta las plácidas vacaciones en la nieve del prototipo de familia perfecta, hasta que una avalancha hace acto de presencia en una comida familiar y desquebraja la supuesta unión familiar.
Por un lado, es interesante el estudio que la cinta hace a cerca de la masculinidad. Una masculinidad que es vista aquí como un elemento problemático y lleno de cobardía (el padre no es que reaccione muy valerosamente ante la pequeña avalancha), en el que tampoco falta la fanfarronería y el engreimiento de los hombres al encontrarse en una manada de su mismo sexo. En ese sentido está expuesta la secuencia en la que unas chicas confunden a Thomas y Mats. No obstante, al mismo tiempo que Thomas se presenta, ante los demás, como un hombre exitoso, de buen aspecto físico y gran capacidad resolutiva, el absurdo de la cinta aparece cuando se derrumba como un niño (literalmente), frente a su mujer y a sus dos hijos, que al verle copian a su padre, acabando todos en un plano que formalmente recuerda a la Piedad de Miguel Ángel. Ebba (la mujer y madre) no tiene suficiente con aguantar las cobardías de su marido, sino que además tiene que consolarle y callarse sus reproches. En un primer momento, estas actitudes de Thomas pueden parecer fruto del hiperbólico guion, pero después del visionado de la cinta, uno puede pensar que todo forma parte de un plan, que el final de la cinta va a reforzar.
Y por otro lado, tenemos dos interesantes dicotomías que guían la trama. Primero encontramos la dicotomía instinto/razón. Tanto Thomas como Ebba se dejan llevar, en mayor o menor medida, por el instinto, pero mientras Ebba hace uso de la razón, a la hora de configurar su instinto, Thomas desarrolla un instinto primitivo, equiparable al de los animales. En Thomas prima el instinto de supervivencia por encima del de protección, a diferencia de Ebba en la que su mente parece más desarrollada y consciente del cuidado que les debe a sus hijos. Y la otra dicotomía sería la de verdad/mentira. Cuando estamos en una situación de la palabra de uno contra la del otro, ¿puede una mentira a base de ser repetida convertirse en verdad? Esta es la estrategia que parece iniciar Thomas frente al mundo exterior, para sorpresa de Ebba, que con el paso de los minutos se va sintiendo más extraña dentro de la vida que ella creía perfecta. ¿Es posible que la persona con la que convives diariamente, acabe convirtiéndose en un extraño, que por defender su honorabilidad no duda en mentir y recurrir a rebuscadas estratagemas para hacerte a ti pasar por loca? Parece que es posible y no es más que una estrategia que reafirma la incomunicación que también es protagonista en Fuerza mayor.
Desde el inicio vemos una familia sumida en la cerrazón verbal, muy acorde al paraje invernal y gélido que les rodea. Los niños son unos adictos a la tablet y a la interacción a base de gestos y gritos y los padres parecen preferir comunicarse a través de los lavados nocturnos de dientes. Secuencias que se repiten machaconamente y que nos dejan entrever a unos sujetos escindidos y repletos de extrañamiento hacia la pareja que les escruta, al otro lado del espejo. Personajes inundados por el silencio y despojados de su intimidad, ya que el director no duda en enseñárnoslos en la intimidad de sus habitaciones, donde su supuesta aura de familia perfecta se derrumba y el orden da paso al caos. Si bien no dudan, al igual que todos los que le rodean, en hacer uso del móvil para grabar la avalancha que se aproxima a ellos amenazante. Es llamativa como la condición humana puede, en muchas ocasiones, poner en riesgo su integridad, con tal de obtener las mejores imágenes de un suceso y así, en la era del postureo, poder obtener más likes en cualquiera de las múltiples redes sociales.
Desde luego Östlund parece depositar poca confianza en la condición humana. Los personajes estás más pendientes de conservar el status quo y demuestran gran incapacidad de recurrir al perdón. Es el caso de Thomas que en vez de pedirlo de forma sincera e inmediata decide embarcarse en un viaje a ninguna parte, seguramente avergonzado de haberse mostrado tan poco heroico ante su familia. También es destacable el humor negro que arrebata luz a la historia, a través de la pareja de amigos que se inmiscuyen en la historia y que desquician aún más a la pobre Ebba. No obstante los amigos funcionarán como alivio narrativo a la historia, ya que el asfixiante escenario de Fuerza mayor (en un hotel de una estación de esquí) puede resultar muy incómodo y anticinematográfico. Aún así el ritmo de la cinta es lento y decaído, con conflictos que se entroncan hasta la extenuación, provocando que el punto de giro final tarde en exceso en aparecer. Con situaciones que se repiten y que parece que el director quiera subrayar en fosforito y en general con unas pretensiones demasiado elevadas, que se dejan ver en sus ansias de originalidad y de demostrar la tremenda inteligencia del director. Pero al mismo tiempo hay que reconocer el singular doble final.
Más en planoamericano.wordpress.com
Por un lado, es interesante el estudio que la cinta hace a cerca de la masculinidad. Una masculinidad que es vista aquí como un elemento problemático y lleno de cobardía (el padre no es que reaccione muy valerosamente ante la pequeña avalancha), en el que tampoco falta la fanfarronería y el engreimiento de los hombres al encontrarse en una manada de su mismo sexo. En ese sentido está expuesta la secuencia en la que unas chicas confunden a Thomas y Mats. No obstante, al mismo tiempo que Thomas se presenta, ante los demás, como un hombre exitoso, de buen aspecto físico y gran capacidad resolutiva, el absurdo de la cinta aparece cuando se derrumba como un niño (literalmente), frente a su mujer y a sus dos hijos, que al verle copian a su padre, acabando todos en un plano que formalmente recuerda a la Piedad de Miguel Ángel. Ebba (la mujer y madre) no tiene suficiente con aguantar las cobardías de su marido, sino que además tiene que consolarle y callarse sus reproches. En un primer momento, estas actitudes de Thomas pueden parecer fruto del hiperbólico guion, pero después del visionado de la cinta, uno puede pensar que todo forma parte de un plan, que el final de la cinta va a reforzar.
Y por otro lado, tenemos dos interesantes dicotomías que guían la trama. Primero encontramos la dicotomía instinto/razón. Tanto Thomas como Ebba se dejan llevar, en mayor o menor medida, por el instinto, pero mientras Ebba hace uso de la razón, a la hora de configurar su instinto, Thomas desarrolla un instinto primitivo, equiparable al de los animales. En Thomas prima el instinto de supervivencia por encima del de protección, a diferencia de Ebba en la que su mente parece más desarrollada y consciente del cuidado que les debe a sus hijos. Y la otra dicotomía sería la de verdad/mentira. Cuando estamos en una situación de la palabra de uno contra la del otro, ¿puede una mentira a base de ser repetida convertirse en verdad? Esta es la estrategia que parece iniciar Thomas frente al mundo exterior, para sorpresa de Ebba, que con el paso de los minutos se va sintiendo más extraña dentro de la vida que ella creía perfecta. ¿Es posible que la persona con la que convives diariamente, acabe convirtiéndose en un extraño, que por defender su honorabilidad no duda en mentir y recurrir a rebuscadas estratagemas para hacerte a ti pasar por loca? Parece que es posible y no es más que una estrategia que reafirma la incomunicación que también es protagonista en Fuerza mayor.
Desde el inicio vemos una familia sumida en la cerrazón verbal, muy acorde al paraje invernal y gélido que les rodea. Los niños son unos adictos a la tablet y a la interacción a base de gestos y gritos y los padres parecen preferir comunicarse a través de los lavados nocturnos de dientes. Secuencias que se repiten machaconamente y que nos dejan entrever a unos sujetos escindidos y repletos de extrañamiento hacia la pareja que les escruta, al otro lado del espejo. Personajes inundados por el silencio y despojados de su intimidad, ya que el director no duda en enseñárnoslos en la intimidad de sus habitaciones, donde su supuesta aura de familia perfecta se derrumba y el orden da paso al caos. Si bien no dudan, al igual que todos los que le rodean, en hacer uso del móvil para grabar la avalancha que se aproxima a ellos amenazante. Es llamativa como la condición humana puede, en muchas ocasiones, poner en riesgo su integridad, con tal de obtener las mejores imágenes de un suceso y así, en la era del postureo, poder obtener más likes en cualquiera de las múltiples redes sociales.
Desde luego Östlund parece depositar poca confianza en la condición humana. Los personajes estás más pendientes de conservar el status quo y demuestran gran incapacidad de recurrir al perdón. Es el caso de Thomas que en vez de pedirlo de forma sincera e inmediata decide embarcarse en un viaje a ninguna parte, seguramente avergonzado de haberse mostrado tan poco heroico ante su familia. También es destacable el humor negro que arrebata luz a la historia, a través de la pareja de amigos que se inmiscuyen en la historia y que desquician aún más a la pobre Ebba. No obstante los amigos funcionarán como alivio narrativo a la historia, ya que el asfixiante escenario de Fuerza mayor (en un hotel de una estación de esquí) puede resultar muy incómodo y anticinematográfico. Aún así el ritmo de la cinta es lento y decaído, con conflictos que se entroncan hasta la extenuación, provocando que el punto de giro final tarde en exceso en aparecer. Con situaciones que se repiten y que parece que el director quiera subrayar en fosforito y en general con unas pretensiones demasiado elevadas, que se dejan ver en sus ansias de originalidad y de demostrar la tremenda inteligencia del director. Pero al mismo tiempo hay que reconocer el singular doble final.
Más en planoamericano.wordpress.com
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Siguiendo una interpretación totalmente libre, primero Thomas planea su redención con una salida a esquiar en medio de una ventisca y fuera de pista. Mientras Ebba duda, ya que cualquiera en su sano juicio no se arriesgaría a salir en esas condiciones y encima con dos niños pequeños, Thomas da su asentimiento y les guía ladera abajo. Pero las condiciones no engañaban y Ebba acaba extraviándose y posibilitando la redención de Thomas que dejará a los niños para rescatar a su mujer y volver, ahora sí, heroico con su familia sana y salva. Y en el segundo final vemos como Ebba, ante otro hombre inútil que no sabe manejar el autobús, que les lleva a todos a casa, decide hacerle parar e incitarles a todos a bajar. Una situación que nos enseña a una Ebba desconocida, atenazada por el miedo y por un instinto que le impide analizar si sus miedos responden a una situación de fuerza mayor o no. Por lo que Ebba se deja traicionar por el instinto y da la oportunidad a su marido de volver a estar en igualdad de condiciones. Los dos han hincado la rodilla ante el instinto, con lo que Thomas puede recuperar su posición de macho alfa.
Más en planoamericano.wordpress.com
Más en planoamericano.wordpress.com
23 de marzo de 2018
23 de marzo de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
En "Fuerza mayor" Ruben Östlund parte de un hecho pequeño, aunque al mismo tiempo muy seductor y con infinidad de posibilidades, pero por desgracia nunca termina de guiarlo por el camino más adecuado, lo que sumado a la manía del sueco con enfangarse narrativamente, da como resultado un film interesante y de esos para meditar, pero que podría haber sido mucho más.
Una familia pasa unos días en una estación de esquí, y durante una comida al aire libre una avalancha los asalta. La madre agarra a sus hijos para protegerlos, en cambio el padre huye misteriosamente para aparecer de nuevo justo cuando la avalancha ya ha pasado sin ocasionar daños. A partir de esa sencilla semilla Ruben Östlund empieza a desarrollar una suerte de drama psicológico en el que vemos como la posición del padre dentro de la familia empieza a quedar en entredicho ante propios y extraños. Este punto de partida lo aprovecha el director sueco para jugar con el espectador, pero a medida que se desarrolla la película da la sensación que esta no siempre va por el mejor camino. Por ejemplo, hay algunos secundarios que en un determinado momento crecen demasiado, casi ascendiendo a protagonistas, cuando su vertiente poco importa para la trama, solamente están para apoyar un mensaje que con haberlo asido bien a la familia protagonista hubiera bastado, pero Östlund prefiere irse demasiado por las ramas. Esa facilidad para dispersarse de Ruben Östlund, unida a un desarrollo demasiado contemplativo, incluso lento por momentos, que deriva en un metraje excesivo, hace que "Fuerza mayor" vaya perdiendo fuelle como producto.
En lo que no pierde ímpetu la cinta es en su curioso mensaje. ¿Podría ser "Fuerza mayor" un alegato encubierto a la figura materna dentro de la família moderna, en particular; y a la mujer, en general?... Desde luego el peculiar desenlace de la cinta apoya mi teoría; un final de obra que, al igual que toda la película, da para un buen e intenso debate sobre la misma.
En definitiva, "Fuerza mayor" es interesante, aunque lo podría haber sido mucho más si Ruben Östlund hubiera cerrado mejor las demasiadas vías de escape por las que se le va muchas veces el aire, lo que hace que el balón nunca termine de estar del todo bien inflado. Es innegable que el director sueco atesora poderío visual y narrartivo, pero le falta canalizarlo.
Una familia pasa unos días en una estación de esquí, y durante una comida al aire libre una avalancha los asalta. La madre agarra a sus hijos para protegerlos, en cambio el padre huye misteriosamente para aparecer de nuevo justo cuando la avalancha ya ha pasado sin ocasionar daños. A partir de esa sencilla semilla Ruben Östlund empieza a desarrollar una suerte de drama psicológico en el que vemos como la posición del padre dentro de la familia empieza a quedar en entredicho ante propios y extraños. Este punto de partida lo aprovecha el director sueco para jugar con el espectador, pero a medida que se desarrolla la película da la sensación que esta no siempre va por el mejor camino. Por ejemplo, hay algunos secundarios que en un determinado momento crecen demasiado, casi ascendiendo a protagonistas, cuando su vertiente poco importa para la trama, solamente están para apoyar un mensaje que con haberlo asido bien a la familia protagonista hubiera bastado, pero Östlund prefiere irse demasiado por las ramas. Esa facilidad para dispersarse de Ruben Östlund, unida a un desarrollo demasiado contemplativo, incluso lento por momentos, que deriva en un metraje excesivo, hace que "Fuerza mayor" vaya perdiendo fuelle como producto.
En lo que no pierde ímpetu la cinta es en su curioso mensaje. ¿Podría ser "Fuerza mayor" un alegato encubierto a la figura materna dentro de la família moderna, en particular; y a la mujer, en general?... Desde luego el peculiar desenlace de la cinta apoya mi teoría; un final de obra que, al igual que toda la película, da para un buen e intenso debate sobre la misma.
En definitiva, "Fuerza mayor" es interesante, aunque lo podría haber sido mucho más si Ruben Östlund hubiera cerrado mejor las demasiadas vías de escape por las que se le va muchas veces el aire, lo que hace que el balón nunca termine de estar del todo bien inflado. Es innegable que el director sueco atesora poderío visual y narrartivo, pero le falta canalizarlo.
27 de mayo de 2018
27 de mayo de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
Fuerza mayor es una película lenta, que nos muestra unos días de vacaciones de lujo de una familia que está teniendo problemas. El matrimonio, con dos hijos, aparece retratado en la cotidianidad de sus vacaciones, y refleja perfectamente en los silencios, las miradas, etc, la situación sentimental de la pareja. Al margen del alud que viven mientras comen en una terraza de un restaurante, la reacción de el hombre, marca un antes y un después, liberando las emociones contenidas.
A las personas que busquen acción, mucho movimiento, tensión o grandes giros en el argumento (o algún giro, a secas) probablemente les aburra. También es probable que disguste a los hombre que tienden a identificarse con los protagonistas masculinos fuertes, incuestionables, y admirables. Sin embargo, a quien le guste ahondar en la psicología de los personajes como personas reales y complejas, con sus defectos y virtudes, creo que esta película le puede gustar. Creo que nos permite analizar los roles de familia, la masculinidad y la feminidad, invitándonos a pensar sobre las diferentes formas de vivir, contraponiendo la familia con, otras parejas que conocemos en la película.
A las personas que busquen acción, mucho movimiento, tensión o grandes giros en el argumento (o algún giro, a secas) probablemente les aburra. También es probable que disguste a los hombre que tienden a identificarse con los protagonistas masculinos fuertes, incuestionables, y admirables. Sin embargo, a quien le guste ahondar en la psicología de los personajes como personas reales y complejas, con sus defectos y virtudes, creo que esta película le puede gustar. Creo que nos permite analizar los roles de familia, la masculinidad y la feminidad, invitándonos a pensar sobre las diferentes formas de vivir, contraponiendo la familia con, otras parejas que conocemos en la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me parece bastante evidente que esta película nos quiere dar el mensaje de que las personas, tanto hombres como mujeres, tenemos ciertas necesidades, marcadas por instintos o no, de exploración, de soledad, de experimentación y de libertad, que si pretenden ser sofocados, se expresan con más fuerza.
También me parece que busca presentarnos a un hombre lejos de los atributos conferidos al hombre habitualmente, y atrapado por ellos: valentía, promiscuidad, heroicidad, frialdad, dureza y autoritarismo; y también a la mujer nos la presenta en su vida cotidiana, tanto lejos de dichos atributos de género asociados a la mujer, como atrapada por ellos: protectora, tolerante, comprensiva, dialogante y dulce. A mi modo de ver ambos están tratando de cumplir con ese estereotipo, como si eso fuera lo correcto, y llega a un punto en que ya no saben qué parte de ellos es instinto y qué parte es cultura, aunque obviamente no hacen una lectura consciente de ello.
Es también claro que la pareja vive una crisis, pues la mujer expresa su rencor al inicio de la película cuando comenta que Thomas no pasa tiempo con la familia. También parece claro que aquí ella ya sabe que él ha sido infiel, pues cuando Thomas menciona sus infidelidades y habla de sí mismo en tercera persona, Ebba, no se sorprende lo más mínimo. Tampoco le conmueven sus lágrimas; de hecho, esta escena, nos da a entender que no es la primera vez que Tomas se pone a llorar y que podría haber fingido su pesar en anteriores ocasiones. Lo duro de la escena en que Thomas llora, es que a pesar de que realmente está llorando, cuando Ebba lo pone en duda, incluso lo pone en duda él.
El personaje de Charlotte, la amiga de Ebba, es primordial. Ella se ha ido de vacaciones sin sus hijas y disfruta de su sexualidad sin sentirse culpable, al parecer, la única relación sin problemas es la de Charlotte, ¿quiere acaso el director hacernos llegar esta convicción? ¿qué el matrimonio solo puede ser satisfactorio si las partes no pierden su individualidad y libertad? ¿que solo podemos ser felices en pareja si entendemos que uno no es propiedad del otro?
También tenemos la pareja formada por el divorciado Matt, que debe rondar los cincuenta, con Fanni, una bonita veinteañera que no tarde en empatizar con Ebba en la situación del alud, mientras Matt quiere pensar que él hubiera reaccionado de otra manera. El hecho de que Matt esté divorciado me parece sostener la idea del film, que el matrimonio al final se desmorona si coarta la libertad, ¿pero solo se desmorona si es la libertad del hombre la que se ve ahogada?
En algunos momentos la película parece señalar a las mujeres como las que más duramente juzgan la masculinidad de los hombres, como las únicas que los ningunean, mientras ellos tratan de comprenderse y apoyarse mutuamente, da la impresión de que sostiene firmemente la tesis de que el hombre es por instinto una serie de cosas, que no es capaz de reconocer porque suponen algún tipo de falta de ética.
Esta película abarca demasiado como para poder fragmentarla y analizarla una sola vez.
También me parece que busca presentarnos a un hombre lejos de los atributos conferidos al hombre habitualmente, y atrapado por ellos: valentía, promiscuidad, heroicidad, frialdad, dureza y autoritarismo; y también a la mujer nos la presenta en su vida cotidiana, tanto lejos de dichos atributos de género asociados a la mujer, como atrapada por ellos: protectora, tolerante, comprensiva, dialogante y dulce. A mi modo de ver ambos están tratando de cumplir con ese estereotipo, como si eso fuera lo correcto, y llega a un punto en que ya no saben qué parte de ellos es instinto y qué parte es cultura, aunque obviamente no hacen una lectura consciente de ello.
Es también claro que la pareja vive una crisis, pues la mujer expresa su rencor al inicio de la película cuando comenta que Thomas no pasa tiempo con la familia. También parece claro que aquí ella ya sabe que él ha sido infiel, pues cuando Thomas menciona sus infidelidades y habla de sí mismo en tercera persona, Ebba, no se sorprende lo más mínimo. Tampoco le conmueven sus lágrimas; de hecho, esta escena, nos da a entender que no es la primera vez que Tomas se pone a llorar y que podría haber fingido su pesar en anteriores ocasiones. Lo duro de la escena en que Thomas llora, es que a pesar de que realmente está llorando, cuando Ebba lo pone en duda, incluso lo pone en duda él.
El personaje de Charlotte, la amiga de Ebba, es primordial. Ella se ha ido de vacaciones sin sus hijas y disfruta de su sexualidad sin sentirse culpable, al parecer, la única relación sin problemas es la de Charlotte, ¿quiere acaso el director hacernos llegar esta convicción? ¿qué el matrimonio solo puede ser satisfactorio si las partes no pierden su individualidad y libertad? ¿que solo podemos ser felices en pareja si entendemos que uno no es propiedad del otro?
También tenemos la pareja formada por el divorciado Matt, que debe rondar los cincuenta, con Fanni, una bonita veinteañera que no tarde en empatizar con Ebba en la situación del alud, mientras Matt quiere pensar que él hubiera reaccionado de otra manera. El hecho de que Matt esté divorciado me parece sostener la idea del film, que el matrimonio al final se desmorona si coarta la libertad, ¿pero solo se desmorona si es la libertad del hombre la que se ve ahogada?
En algunos momentos la película parece señalar a las mujeres como las que más duramente juzgan la masculinidad de los hombres, como las únicas que los ningunean, mientras ellos tratan de comprenderse y apoyarse mutuamente, da la impresión de que sostiene firmemente la tesis de que el hombre es por instinto una serie de cosas, que no es capaz de reconocer porque suponen algún tipo de falta de ética.
Esta película abarca demasiado como para poder fragmentarla y analizarla una sola vez.
3 de noviembre de 2018
3 de noviembre de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
Con el título "Las necesidades del guión" quiero decir que sobre todo en la segunda parte de la película me da la impresión de que el director o el guionista tiene muy clara la idea que quiere transmitir, pero el guión de la película está poco trabajado, como si algunas situaciones fueran forzadas o metidas con calzador para que la película tome el rumbo que se pretende y se transmita esa idea.
Me esperaba más de la película dadas las buenas críticas.
Me esperaba más de la película dadas las buenas críticas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los dos finales (sobre todo el del autobús) son para mí dos ejemplos claros de que se fuerzan situaciones para conseguir que la película tome el rumbo que se desea.
14 de enero de 2020
14 de enero de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Al empezar sus vacaciones en la nieve, el director sueco Ruben Östlund nos presenta a la familia que momentos después hundirá en la miseria emocional. Un fotógrafo los hace posar para que el espectador los conozca: se trata de una pareja joven, acomodada, con un niño y una niña, felices en la superficie y con todos los roles cubiertos y perfectamente establecidos. Los cuatro duermen en la misma cama y se lavan los dientes en coreografía. Pero la intimidad aún no ha llegado a la profundidad que desvelan las reacciones instintivas, aquellas que no obedecen al raciocinio y que son inevitables. La tragedia los asalta durante un almuerzo en la terraza de un restaurante en los Alpes, cuando una avalancha resquebraja todo lo que habían edificado hasta entonces. El padre sale huyendo, mientras que la madre se queda abrazada a los hijos y clamando ayuda. El peligro pasa de largo y solo una fina capa de nieve roza a los comensales, pero la confianza se ha roto por completo. Y durante los cuatro días siguientes, el matrimonio se hundirá y hablará de sus sentimientos como solo el cine sueco puede hacerlo.
Östlund rememora de Bergman la habilidad para que los personajes se desnuden a través de los diálogos y confiesen su nómina de defectos, en tanto que emula a Haneke al asestar un duro golpe tanto al ideal de amor romántico como a la sociedad burguesa. El padre de familia tratará al principio de negar lo sucedido para preservar su tradicional papel de protector, pero acabará desmoronándose ante su esposa, incapaz de comprender su reacción y superar el bache. El terremoto llegará incluso a los hijos, desconsolados ante las discusiones de sus progenitores, y afectará también a una pareja amiga, de vacaciones en la estación de esquí y que el realizador usará para juzgar el comportamiento del marido y extrapolar su carácter al del resto de los hombres.
A pesar de la original premisa y del calado del guion a la hora de ahondar en los personajes, 'Fuerza mayor' flaquea muchísimo en su narrativa y estilo visual. El cineasta sueco apuesta por unos larguísimos y exasperantes planos fijos para lograr que el espectador se sienta partícipe de la confesión sentimental de los protagonistas y termine entrando en el juego de mirar en su interior, buscando las respuestas a las preguntas que plantea el filme. Sin embargo, si el público no conecta con ese planteamiento, la falta de recursos provocará un aburrimiento extremo, ya que el único interés de la trama radica en la evolución emocional de los miembros de la familia. El buen uso de la banda sonora y de la fotografía en el cambio de capítulos resalta asimismo la pobreza estilística de las demás escenas, vacías de acompañamiento musical y enfocadas solamente a resaltar la relevancia de unos diálogos que no siempre cautivan.
El reparto brinda interpretaciones acertadas, aunque ninguna destaca sobremanera para llamar la atención de quienes no se sientan intrigados por la trama psicológica y las angustiosas situaciones que describen los personajes. Östlund regala un agujero en la pared por el que observar la relación truncada de dos personas que hablan sin pudor de sus sentimientos, demostrando las carencias y las sombras que alberga todo ser humano. Pero el fracaso en la puesta en escena infringe una estocada demasiado mortal para 118 minutos de dialéctica introspectiva.
Diario de Navarra / La séptima mirada
Östlund rememora de Bergman la habilidad para que los personajes se desnuden a través de los diálogos y confiesen su nómina de defectos, en tanto que emula a Haneke al asestar un duro golpe tanto al ideal de amor romántico como a la sociedad burguesa. El padre de familia tratará al principio de negar lo sucedido para preservar su tradicional papel de protector, pero acabará desmoronándose ante su esposa, incapaz de comprender su reacción y superar el bache. El terremoto llegará incluso a los hijos, desconsolados ante las discusiones de sus progenitores, y afectará también a una pareja amiga, de vacaciones en la estación de esquí y que el realizador usará para juzgar el comportamiento del marido y extrapolar su carácter al del resto de los hombres.
A pesar de la original premisa y del calado del guion a la hora de ahondar en los personajes, 'Fuerza mayor' flaquea muchísimo en su narrativa y estilo visual. El cineasta sueco apuesta por unos larguísimos y exasperantes planos fijos para lograr que el espectador se sienta partícipe de la confesión sentimental de los protagonistas y termine entrando en el juego de mirar en su interior, buscando las respuestas a las preguntas que plantea el filme. Sin embargo, si el público no conecta con ese planteamiento, la falta de recursos provocará un aburrimiento extremo, ya que el único interés de la trama radica en la evolución emocional de los miembros de la familia. El buen uso de la banda sonora y de la fotografía en el cambio de capítulos resalta asimismo la pobreza estilística de las demás escenas, vacías de acompañamiento musical y enfocadas solamente a resaltar la relevancia de unos diálogos que no siempre cautivan.
El reparto brinda interpretaciones acertadas, aunque ninguna destaca sobremanera para llamar la atención de quienes no se sientan intrigados por la trama psicológica y las angustiosas situaciones que describen los personajes. Östlund regala un agujero en la pared por el que observar la relación truncada de dos personas que hablan sin pudor de sus sentimientos, demostrando las carencias y las sombras que alberga todo ser humano. Pero el fracaso en la puesta en escena infringe una estocada demasiado mortal para 118 minutos de dialéctica introspectiva.
Diario de Navarra / La séptima mirada
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here