Meteoro, la película
2008 

5,0
10.163
Ciencia ficción. Acción. Fantástico
Basada en una popular serie de animación japonesa de los años sesenta, sigue las aventuras de Speed Racer (Emile Hirsch), que parece haber nacido para conducir coches de carreras. Es un piloto agresivo y temerario. Su ídolo es su hermano, el legendario Rex Racer, muerto en un accidente durante una carrera. Speed apoya el negocio familiar automovilístico que dirige su padre (John Goodman), el diseñador del potente bólido Mach 5. Cuando ... [+]
20 de julio de 2008
20 de julio de 2008
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más, el trío formado por los hermanos y por su amigo y productor Joel Silver ha conseguido reinventar el cine. "Speed Racer" es toda una revolución visual, una explosión de efectos especiales y sensaciones nunca antes vista ni imaginada, que logra plasmar el espíritu y la espectacularidad de los dibujos animados, concretamente del anime, a la perfección. Es, realmente, un paso más allá, y a partir de ahora cualquier producción que no se le parezca puede correr el riesgo de parecer obsoleta.Y de todo esto, uno se da cuenta nada más comenzar la película. Sin un solo título de entrada, y a ritmo del tema original de la serie, una carrera trepidante se va entremezclando con escenas de la vida del protagonista desde sus inicios, de manera que podamos saber todo lo necesario sobre Speed, desde la devoción por su hermano hasta el fantástico mundo en el que vive, a través de un original montaje de flashbacks desordenados. Son solo meros atisbos de lo que va a dar de sí este gigante, rodado íntegramente en fondos verdes de manera que todo un universo imposible y alucinante se recreara por ordenador.Pero no todo son alegrías.
Al final, uno se queda con una sensación ambigua. Por un lado es consciente de que ha visto algo totalmente nuevo y espectacular que ha revolucionado el cine (ojo a las escenas de acción, donde emulando a los dibujos animados, nada está desenfocado, simplemente más o menos lejos). Pero por otro, no puede olvidar el aburrimiento y lo cargante que resulta toda la parte central de la película, y es que de sus más de dos horas, tranquilamente podrían restarse treinta minutos. Y es una lástima, porque "Speed Racer" tenía el potencial para mucho más. Pero a veces algunos olvidan que el principal objetivo del cine, por muy infantil que sea, es el entretenimiento en vez del aleccionamiento...
Al final, uno se queda con una sensación ambigua. Por un lado es consciente de que ha visto algo totalmente nuevo y espectacular que ha revolucionado el cine (ojo a las escenas de acción, donde emulando a los dibujos animados, nada está desenfocado, simplemente más o menos lejos). Pero por otro, no puede olvidar el aburrimiento y lo cargante que resulta toda la parte central de la película, y es que de sus más de dos horas, tranquilamente podrían restarse treinta minutos. Y es una lástima, porque "Speed Racer" tenía el potencial para mucho más. Pero a veces algunos olvidan que el principal objetivo del cine, por muy infantil que sea, es el entretenimiento en vez del aleccionamiento...
30 de diciembre de 2008
30 de diciembre de 2008
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simplemente increíble, la estética lograda es de una minuciosidad extrema. Esos colores, esa sensación de velocidad pero totalmente perceptible a los detalles de cada escena.
Los hermanos Wachowski han vuelto a lograr romper con la estética del cine, empresa que ya consiguieron con aquella película de la centuria pasada llamada Matrix.
Espero con ansia el nuevo film de estos dos grandes visionarios del séptimo arte
Los hermanos Wachowski han vuelto a lograr romper con la estética del cine, empresa que ya consiguieron con aquella película de la centuria pasada llamada Matrix.
Espero con ansia el nuevo film de estos dos grandes visionarios del séptimo arte
28 de marzo de 2010
28 de marzo de 2010
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Básicamente, “Speed Racer” es un film superinfantil y de argumento supersencillo, y, para colmo de males, de dibujos animados.
Lo malo: los actores (algunos horrorosos, incluso Goodman y Sarandon están en papeles bastante tristes), el metraje (las películas infantiles deberían durar menos de 90 minutos por ley), la estética “waikiki”…
Lo bueno: los efectos, muy logrados. Incluso en las escenas en las que todo va a la velocidad del vértigo, la calidad gráfica de las imágenes es desbordante.
Gustará a los que agraden los argumentos idiotas y/o a los que amen los coches (que sin duda son el mayor atractivo del film).
Lo malo: los actores (algunos horrorosos, incluso Goodman y Sarandon están en papeles bastante tristes), el metraje (las películas infantiles deberían durar menos de 90 minutos por ley), la estética “waikiki”…
Lo bueno: los efectos, muy logrados. Incluso en las escenas en las que todo va a la velocidad del vértigo, la calidad gráfica de las imágenes es desbordante.
Gustará a los que agraden los argumentos idiotas y/o a los que amen los coches (que sin duda son el mayor atractivo del film).
14 de agosto de 2013
14 de agosto de 2013
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Speed Racer lleva a la gran pantalla Meteoro, la famosa serie de dibujos animados sobre carreras de coches. La producción va dirigida completamente a un público infantil y, a mi entender, cumple con lo que promete.
Los hermanos Wachowski dirigen Speed Racer y utilizan todos los medios de los que disponen para crear un producto único. El resultado podrá gustar o no, pero nadie puede discutir que no hay otra película en la historia que consiga fusionar tan bien el cine de animación con el que forman los actores con carne y hueso. Los Wachowski, además, se documentan y ofrecen una sucesión de planos y unas transiciones muy del estilo de la serie que adaptan, logrando que al menos la adaptación visual sea más que notable. En lo referente al guion, la historia va destinada de forma íntegra al público infantil en lo referente a la desaparición del hermano del protagonista, aunque se permite la licencia de lanzar una débil crítica al capitalismo que, aunque es necesaria para dar forma a lo que se nos cuenta, no tiene la fuerza que debería, tal vez porque el público al que va dirigida no está preparado para entenderlo ni quiere nada más que dinamismo, colores y coches que saltan.
Emile Hirsch no es un tipo que me caiga demasiado simpático, aunque aquí está correcto dentro de sus limitaciones. Christina Ricci se desprende de esa aura amargada que la ha perseguido en gran parte de su carrera y se nos presenta aquí como una luz intermitente que deja buen sabor de boca. John Goodman está muy metido en su papel (muy Pedro Picapiedra, por cierto) y recuerda al de su mejor época, sobretodo cuando saca su lado cómico. Susan Sarandon, esa actriz gigante, cumple con su cometido desplegando una milésima parte de los recursos interpretativos de los que dispone. Paulie Litt completa la familia con un trabajo gracioso junto al simpático mono (al que interpretan Willy y Kenzie, dos chimpancés diferentes) y Kick Gurry está acertado como el mecánico que no se separa nunca de la familia Racer. Roger Allam, actor británico con un enorme talento, se convierte por momentos en el mejor de la película gracias a que su personaje sí exige algún que otro matiz. El polifacético Rain cumple con su escaso pero intenso trabajo.
Resumiendo, que es gerundio: Speed Racer fue un fracaso a muchísimos niveles. La industria del cine suele atizar con el llamado efecto rebote a los directores que crean obras maestras. Aquí, los Wachowski volvían a escena cinco años después de esa trilogía magistral que fue Matrix y el mundo les estaba esperando con las espadas en alto. El azote que sufrió Speed Racer es exageradísimo pues, sin ser una buena película ni de lejos, sí es un producto muy bueno de cara al público infantil y al público más comercial.
Los hermanos Wachowski dirigen Speed Racer y utilizan todos los medios de los que disponen para crear un producto único. El resultado podrá gustar o no, pero nadie puede discutir que no hay otra película en la historia que consiga fusionar tan bien el cine de animación con el que forman los actores con carne y hueso. Los Wachowski, además, se documentan y ofrecen una sucesión de planos y unas transiciones muy del estilo de la serie que adaptan, logrando que al menos la adaptación visual sea más que notable. En lo referente al guion, la historia va destinada de forma íntegra al público infantil en lo referente a la desaparición del hermano del protagonista, aunque se permite la licencia de lanzar una débil crítica al capitalismo que, aunque es necesaria para dar forma a lo que se nos cuenta, no tiene la fuerza que debería, tal vez porque el público al que va dirigida no está preparado para entenderlo ni quiere nada más que dinamismo, colores y coches que saltan.
Emile Hirsch no es un tipo que me caiga demasiado simpático, aunque aquí está correcto dentro de sus limitaciones. Christina Ricci se desprende de esa aura amargada que la ha perseguido en gran parte de su carrera y se nos presenta aquí como una luz intermitente que deja buen sabor de boca. John Goodman está muy metido en su papel (muy Pedro Picapiedra, por cierto) y recuerda al de su mejor época, sobretodo cuando saca su lado cómico. Susan Sarandon, esa actriz gigante, cumple con su cometido desplegando una milésima parte de los recursos interpretativos de los que dispone. Paulie Litt completa la familia con un trabajo gracioso junto al simpático mono (al que interpretan Willy y Kenzie, dos chimpancés diferentes) y Kick Gurry está acertado como el mecánico que no se separa nunca de la familia Racer. Roger Allam, actor británico con un enorme talento, se convierte por momentos en el mejor de la película gracias a que su personaje sí exige algún que otro matiz. El polifacético Rain cumple con su escaso pero intenso trabajo.
Resumiendo, que es gerundio: Speed Racer fue un fracaso a muchísimos niveles. La industria del cine suele atizar con el llamado efecto rebote a los directores que crean obras maestras. Aquí, los Wachowski volvían a escena cinco años después de esa trilogía magistral que fue Matrix y el mundo les estaba esperando con las espadas en alto. El azote que sufrió Speed Racer es exageradísimo pues, sin ser una buena película ni de lejos, sí es un producto muy bueno de cara al público infantil y al público más comercial.
18 de octubre de 2014
18 de octubre de 2014
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Cuando yo era pequeño, existía una serie de televisión de animación japonesa que día a día me mantenía embobado. No se si era por sus estereotipados personajes que tanto me hacían reír, por sus extravagantes situaciones, en las que siempre acababan liándose a toñas contra los malos del capítulo antes de una carrera, o por sus secuencias de conducción. Esa serie se llamaba "Meteoro", y a mi me encantaba.
Pero la olvidé, como suele pasar con muchas cosas de la infancia. Olvidé a sus personajes. Olvidé sus peleas. Olvidé sus carreras.
Y yo crecí, y me empecé a interesar por el cine. Siendo un adolescente, vi "Matrix", y me alucinó. Ya más crecido, con más conocimientos sobre el tema, volví a ver "Matrix", y me siguió alucinando. Y me comencé a interesar por sus directores. Y los hermanos Wachowski me trajeron hasta aquí.
Y, mientras veía esta película, de repente, algo olvidado volvió a mi cabeza. Y volví a recordar esos personajes, esas peleas, y, vaya que sí, esas carreras.
Esta película te lleva a otra época, en la que soñar estaba permitido, y todo valía. Es obvio que los Wachowski hicieron la película que querían hacer, que no era otra que adaptar un anime tal cual a una película de acción real. No se como convencieron al productor de turno para el desembolse de toda la pasta que tuvo que costar, pero lo consiguieron.
Lo cierto es que la cinta me transmite muchos sentimientos encontrados. Por un lado malos sentimientos, ya que considero que la película falla mucho al no intentar humanizar nada en absoluto a sus personajes o a su argumento. Y por otro lado buenos sentimientos, ya que cada vez que la veo me siento como un crío disfrutando de ese alarde tecnológico, de toda esa saturada variedad cromática que se pasea por la pantalla, con toda esa recreación de escenarios tan especialmente recargada.
Por eso el título de esta crítica va con exclamaciones e interrogaciones. Exclamaciones porque la idea era genial, e interrogaciones porque podrían haberlo hecho muchísimo mejor, si se lo hubieran propuesto.
Y, aun con todo lo malo que le encuentro a esta película, cuando llega su espectacular final, siempre acabo sonriendo como un tontito cuando escucho la sintonía original de la serie, y pienso: "Coño, que mala es. Pero, joder, ¡como ha molado!".
Pero la olvidé, como suele pasar con muchas cosas de la infancia. Olvidé a sus personajes. Olvidé sus peleas. Olvidé sus carreras.
Y yo crecí, y me empecé a interesar por el cine. Siendo un adolescente, vi "Matrix", y me alucinó. Ya más crecido, con más conocimientos sobre el tema, volví a ver "Matrix", y me siguió alucinando. Y me comencé a interesar por sus directores. Y los hermanos Wachowski me trajeron hasta aquí.
Y, mientras veía esta película, de repente, algo olvidado volvió a mi cabeza. Y volví a recordar esos personajes, esas peleas, y, vaya que sí, esas carreras.
Esta película te lleva a otra época, en la que soñar estaba permitido, y todo valía. Es obvio que los Wachowski hicieron la película que querían hacer, que no era otra que adaptar un anime tal cual a una película de acción real. No se como convencieron al productor de turno para el desembolse de toda la pasta que tuvo que costar, pero lo consiguieron.
Lo cierto es que la cinta me transmite muchos sentimientos encontrados. Por un lado malos sentimientos, ya que considero que la película falla mucho al no intentar humanizar nada en absoluto a sus personajes o a su argumento. Y por otro lado buenos sentimientos, ya que cada vez que la veo me siento como un crío disfrutando de ese alarde tecnológico, de toda esa saturada variedad cromática que se pasea por la pantalla, con toda esa recreación de escenarios tan especialmente recargada.
Por eso el título de esta crítica va con exclamaciones e interrogaciones. Exclamaciones porque la idea era genial, e interrogaciones porque podrían haberlo hecho muchísimo mejor, si se lo hubieran propuesto.
Y, aun con todo lo malo que le encuentro a esta película, cuando llega su espectacular final, siempre acabo sonriendo como un tontito cuando escucho la sintonía original de la serie, y pienso: "Coño, que mala es. Pero, joder, ¡como ha molado!".
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