Una palabra tuya
2008 

6,0
4.345
Drama. Comedia
Rosario (Malena Alterio) y Milagros (Esperanza Pedreño) son amigas y son barrenderas. También son jóvenes y no tienen ni novio, ni coche, ni amigos, ni futuro, a pesar de lo cual luchan, se pelean, se divierten, se quejan e incluso ligan... Hasta que un día, un encuentro inesperado dará un vuelco a su vida del modo más sorprendente. (FILMAFFINITY)
8 de noviembre de 2016
8 de noviembre de 2016
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No. Si lo tengo merecido. Esto me pasa por romper los juramentos más sagrados, aquellos que se hacen al Dios del cine, el cual, hace bien, no perdona los falsos testimonios. Y si un malhadado día me dije que nunca más, que nunca vería o por lo menos jamás terminaría una película que recurriese al burdo y muy tópico (está a partir un piñón, a punto de superar en el ranking histórico de lugares comunes más frecuentados al de la cansina mujer de policía o caco que se pasa la vida en el sindiós de la llantina y la queja por su maldita soledad) recurso de sacar un viejo/a para endosarle padecimientos sin cuento, a ser muy posible con clara preferencia de memoria averiada y desorientación constante.
Que no, que no iba a pasar otra vez más por ese aro tan tramposo y sentimental, truculento y gastado. Y ya me veis aquí, otra vez hablar para nada. Que la vi. Y ya no tiene remedio. El castigo fue importante y merecido. Lo pagué caro, por inconsecuente y temerario, por ser hombre de poca palabra (aunque no lo parezca, a veces).
Una junta del León de Aranoa más hermoso, ese que utiliza personajes del pueblo llano para meterles a presión sus dichos y ocurrencias más graciosas; del Chayefsky de Marty, las clases bajas como protagonistas, bien en principio, no tanto si los miras desde tu atalaya, desde arriba, cuando asoma una condescendencia histérico ternurista que da más miedo que un político español justificando sus muy legales extracciones pecuniarias; y, para terminar, tremendismo, tragedia y tormento para dar y regalar. Comprimido todo en noventa minutos agotados, asfixiados por tanto espanto, tontuna y majadería; tanto lloro, desgarro y diálogo soliviantado.
Pero por qué no podían conformarse estas buenas mujeres con barrer los suelos tan ricamente, echar algún polvete ocasional, pasarla bien con la familia, si la hubiera, o amigas, si acaso hacer unas risas y alegrías, para qué tanto martirio y tentetieso, por qué tanta afrenta e infierno al por mayor. Basta ya de sufrimiento, lo pido por favor, que pare el dolor.
Que no, que no iba a pasar otra vez más por ese aro tan tramposo y sentimental, truculento y gastado. Y ya me veis aquí, otra vez hablar para nada. Que la vi. Y ya no tiene remedio. El castigo fue importante y merecido. Lo pagué caro, por inconsecuente y temerario, por ser hombre de poca palabra (aunque no lo parezca, a veces).
Una junta del León de Aranoa más hermoso, ese que utiliza personajes del pueblo llano para meterles a presión sus dichos y ocurrencias más graciosas; del Chayefsky de Marty, las clases bajas como protagonistas, bien en principio, no tanto si los miras desde tu atalaya, desde arriba, cuando asoma una condescendencia histérico ternurista que da más miedo que un político español justificando sus muy legales extracciones pecuniarias; y, para terminar, tremendismo, tragedia y tormento para dar y regalar. Comprimido todo en noventa minutos agotados, asfixiados por tanto espanto, tontuna y majadería; tanto lloro, desgarro y diálogo soliviantado.
Pero por qué no podían conformarse estas buenas mujeres con barrer los suelos tan ricamente, echar algún polvete ocasional, pasarla bien con la familia, si la hubiera, o amigas, si acaso hacer unas risas y alegrías, para qué tanto martirio y tentetieso, por qué tanta afrenta e infierno al por mayor. Basta ya de sufrimiento, lo pido por favor, que pare el dolor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las chicas están bien, de la Torre cumple. Malena, especialmente acertada. Esa huraña, solitaria y un tanto egoísta mujer (se lo recuerdan, a la pobre, unas quinientas veces); además de bastante desnortada y abandonada hija (otras mil veces nos lo explican) de un padre ausente durante ya demasiado tiempo. Esperanza lo tiene más complicado, aunque salva su papel de pajarillo herido de muerte que ha perdido el oremus y el corazón no le cabe en el pecho de tan bondadoso y sensible que es, pero la locura se la quiere llevar de entre los vivos y sanos. Él pasaba por allí. Bien, gañán, plano, rudo, simple, un hombre, un cliché andante, un arquetipo reconocible.
Amistad, amor, pasado ominoso. Vale. En verdad, psicodrama pasado de vueltas, bruto en su tosquedad repetida, poco elegante en su artificiosa naturalidad, sacrificado en aras del espectáculo lacrimoso y doliente; personajes retorcidos con el fin de buscar desgracias y crujir de dientes; no hacían falta estas flojas alforjas para este triste viaje.
El final mejora algo la escabechina relatada. Menos mal. Estaba por meterme debajo de la tierra yo también tras tanta muerte, entierro y cementerio; madre, bebé y amiga, aquello parecía, más que película, carnicería.
Amistad, amor, pasado ominoso. Vale. En verdad, psicodrama pasado de vueltas, bruto en su tosquedad repetida, poco elegante en su artificiosa naturalidad, sacrificado en aras del espectáculo lacrimoso y doliente; personajes retorcidos con el fin de buscar desgracias y crujir de dientes; no hacían falta estas flojas alforjas para este triste viaje.
El final mejora algo la escabechina relatada. Menos mal. Estaba por meterme debajo de la tierra yo también tras tanta muerte, entierro y cementerio; madre, bebé y amiga, aquello parecía, más que película, carnicería.
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