The Doors
6,8
16.623
Drama
Biopic del legendario Jim Morrison y su banda The Doors, desde sus inicios hasta la muerte del cantante en una habitación de hotel de París en 1971. En los primeros días de la formación del grupo, Morrison está en su momento más benigno; es sólo un tipo que pasa el rato en la playa escribiendo poesía. Pero pronto la fama de los Doors comienza a extenderse, con Morrison como centro de atención. A medida que el consumo de drogas y el ... [+]
11 de diciembre de 2015
11 de diciembre de 2015
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Stone regala una película de uno de los grupos más eclécticos de la historia a sus seguidores, aunque Val Kilmer sea mucho más extrovertido que introvertido... recrea bien la belleza de Jim Morrison, un delirante paseo por la biografía de The Doors al que también le falló una descolocada Meg Ryan que para nada encajaba en el papel de Pamela Courson, si bien es cierto que el ritmo, el espectáculo y la música dejan el sello y la impronta que estos músicos dejaron en la sociedad.
2 de abril de 2025
2 de abril de 2025
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Miércoles 2 de abril de 2025, nos despertamos con la muerte trágica de un hombre tan mitificado, y por momentos olvidado, como fue Val Kilmer. Un hombre que fue el actor mejor pagado de los 90, el hombre más buscado de su tiempo y que de la noche a la mañana, las miríadas de miradas miraron hacia otro lado, quedando el actor en su sombra, luchando con su cáncer y escribiendo sus memorias y documental alabado en Cannes. Hoy, por recordarlo, se antojó la película que consagró al gracioso guapetón de ‘Top Secret!’ en un intérprete a tener demasiado en cuenta.
‘The Doors’ es una película que bien podría enmarcarse en esa amalgama de tantos de biopics musicales que se han hecho, otro más al cajón de sastre de un género lleno de películas excesivamente olvidables. Sin embargo, detrás de esta película hay un hombre, Oliver Stone, que, entre sus brillos y sombras, supo bruñir una vida para que se convierta en ese evento cinematográfico en el que las formas hacen que el fondo, la historia, sobresalga por encima de la media. Un biopic musical que, a través de su planteamiento, trata de acercarse a Morrison más que Morrison acercarse al espectador. Juega a lo que juegan otras joyas similares como ‘Bird’ o ‘I´m not there’.
La película cuenta la historia de Jim Morrison, cara, voz y atractivo del histórico y fugaz grupo legendario ‘The Doors’. Él es ‘The Doors’. Ray Manzarek, John Densmore o Robby Krieger quedan a un segundo plano en una historia sobre un poeta que acabó carcomido por la fama y las drogas. Oliver Stone se adentra en las excentricidades, adicciones, depresiones y euforias del conocido como ‘El Rey Lagarto’.
Stone, además, se adentra en una época contracultural, de ruptura de esquemas. The Doors fueron uno de esos tantos grupos que, a mediados de los 60, a golpe de rock y psicodelia, cambiaron la música, la cultura y el siglo, en general. Fueron esas chispas que llevaron a lo que fue Woodstock, aunque ellos no estuvieron allí.
El punto fuerte de la obra descansa, principalmente, por su puesta en escena. Las imágenes de Stone, llenas de fuerza e impresionismo, tratan de seguir a Jim a través de sus ojos. En cientos de viajes, borracheras, broncas y una rápida degeneración la película entra en el interior de la desgracia. Stone resume la carrera de Morrison en un viaje psicodélico, donde la confusión y la efusión es una sensación unida y las luces construyen figuras oníricas a su paso. Donde convergen obsesiones chamánicas, degeneración, muerte y una music session de dos horas y poco de lo mejor de uno de los mejores grupos de los sesenta, y, por consiguiente, del Siglo XX.
Estación importante son los conciertos, usados como elementos narrativos más que como momentos musicales al uso. Cada concierto es un episodio en la vida de Jim, como cada combate en ‘Toro Salvaje’ es la representación de la vida de Jake LaMotta. De la belleza tanática, hipnótica y psicodélica en Whisky a Go Go cantando ‘The End’ a la degeneración más alcoholizada y drogada en Miami, provocando escándalos públicos, detenciones y juicios a su paso. Incluso su fin en una bañera parisina se siente como un concierto, un requiem de rock sin músicas ni instrumentos. Cada concierto tiene narrativamente una personalidad propia y trata, consiguiendolo, hablar más del artista por su escenario que por su ruinosa, lujuriosa y viciosa vida.
Entre medias, la película está llena de la violencia que Jim impregnaba en su entorno conforme disfrutaba más la fama. Cómo su tendencia ruin al adulterio consumió hasta el fin de sus días a su supuesto amor, Pamela. Cómo los compañeros que le reverenciaban ahora esperaban ansiosos el final del disco o gira para librarse de él. Un viaje de ruina, decepción y muerte de una de las mentes más prometedoras de su tiempo, y en parte, le pasó lo que le pasó por ser él.
Igualmente la película no funcionaría igual sin su estrella, Val Kilmer. Que partiendo de la sofisticada ventaja que parte al parecerse al susodicho protagonista, se transforma a la perfección en el poeta torturado, en la estrella del rock, en el yonqui empedernido y en el depresivo hombre. Se aleja de las imitaciones para cantar con el sentimiento de Jim, hablar como él y moverse, enloquecido, como hace él. Val Kilmer es Jim Morrison.
‘The Doors’ acaba siendo un hermoso homenaje a una estrella tan fugaz como meteórica en su explosión. Una vista en una fotografía dorada de un Rey Lagarto que alcanzó su trono adorando al dios del peyote en el desierto. A un poeta en pantalones de cuero que cambió la sensibilidad por la excentricidad obscena en público y se enfrentó al sistema tanto en su forma estricta como hippy.
‘The Doors’ es una película que bien podría enmarcarse en esa amalgama de tantos de biopics musicales que se han hecho, otro más al cajón de sastre de un género lleno de películas excesivamente olvidables. Sin embargo, detrás de esta película hay un hombre, Oliver Stone, que, entre sus brillos y sombras, supo bruñir una vida para que se convierta en ese evento cinematográfico en el que las formas hacen que el fondo, la historia, sobresalga por encima de la media. Un biopic musical que, a través de su planteamiento, trata de acercarse a Morrison más que Morrison acercarse al espectador. Juega a lo que juegan otras joyas similares como ‘Bird’ o ‘I´m not there’.
La película cuenta la historia de Jim Morrison, cara, voz y atractivo del histórico y fugaz grupo legendario ‘The Doors’. Él es ‘The Doors’. Ray Manzarek, John Densmore o Robby Krieger quedan a un segundo plano en una historia sobre un poeta que acabó carcomido por la fama y las drogas. Oliver Stone se adentra en las excentricidades, adicciones, depresiones y euforias del conocido como ‘El Rey Lagarto’.
Stone, además, se adentra en una época contracultural, de ruptura de esquemas. The Doors fueron uno de esos tantos grupos que, a mediados de los 60, a golpe de rock y psicodelia, cambiaron la música, la cultura y el siglo, en general. Fueron esas chispas que llevaron a lo que fue Woodstock, aunque ellos no estuvieron allí.
El punto fuerte de la obra descansa, principalmente, por su puesta en escena. Las imágenes de Stone, llenas de fuerza e impresionismo, tratan de seguir a Jim a través de sus ojos. En cientos de viajes, borracheras, broncas y una rápida degeneración la película entra en el interior de la desgracia. Stone resume la carrera de Morrison en un viaje psicodélico, donde la confusión y la efusión es una sensación unida y las luces construyen figuras oníricas a su paso. Donde convergen obsesiones chamánicas, degeneración, muerte y una music session de dos horas y poco de lo mejor de uno de los mejores grupos de los sesenta, y, por consiguiente, del Siglo XX.
Estación importante son los conciertos, usados como elementos narrativos más que como momentos musicales al uso. Cada concierto es un episodio en la vida de Jim, como cada combate en ‘Toro Salvaje’ es la representación de la vida de Jake LaMotta. De la belleza tanática, hipnótica y psicodélica en Whisky a Go Go cantando ‘The End’ a la degeneración más alcoholizada y drogada en Miami, provocando escándalos públicos, detenciones y juicios a su paso. Incluso su fin en una bañera parisina se siente como un concierto, un requiem de rock sin músicas ni instrumentos. Cada concierto tiene narrativamente una personalidad propia y trata, consiguiendolo, hablar más del artista por su escenario que por su ruinosa, lujuriosa y viciosa vida.
Entre medias, la película está llena de la violencia que Jim impregnaba en su entorno conforme disfrutaba más la fama. Cómo su tendencia ruin al adulterio consumió hasta el fin de sus días a su supuesto amor, Pamela. Cómo los compañeros que le reverenciaban ahora esperaban ansiosos el final del disco o gira para librarse de él. Un viaje de ruina, decepción y muerte de una de las mentes más prometedoras de su tiempo, y en parte, le pasó lo que le pasó por ser él.
Igualmente la película no funcionaría igual sin su estrella, Val Kilmer. Que partiendo de la sofisticada ventaja que parte al parecerse al susodicho protagonista, se transforma a la perfección en el poeta torturado, en la estrella del rock, en el yonqui empedernido y en el depresivo hombre. Se aleja de las imitaciones para cantar con el sentimiento de Jim, hablar como él y moverse, enloquecido, como hace él. Val Kilmer es Jim Morrison.
‘The Doors’ acaba siendo un hermoso homenaje a una estrella tan fugaz como meteórica en su explosión. Una vista en una fotografía dorada de un Rey Lagarto que alcanzó su trono adorando al dios del peyote en el desierto. A un poeta en pantalones de cuero que cambió la sensibilidad por la excentricidad obscena en público y se enfrentó al sistema tanto en su forma estricta como hippy.
21 de enero de 2011
21 de enero de 2011
12 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película impresentable, necia, incoherente, excesiva, aburrida y nauseabundamente pretenciosa que, a partir de la recreación de la historia del mítico y gran grupo de rock "The Doors", quiere hacer de la cabeza visible de la banda, el legendario Jim Morrison, un símbolo/metáfora absurdo de una década, los 60, particularmente movida en temas políticos, sociales y culturales.
Stone se muestra tan torpe en su propuesta que de la misma se extraen dos patéticas conclusiones: si esto es una metáfora del fracaso de la revolución sesentera, excesiva y muerta de éxito, droga y sexo, viva lo inamovible; y dos: si Jim Morrison fue tal y como se trasluce en la película no queda más remedio que catalogarlo de forma abrupta como un imbécil mesiánico, un irreverente gratuito, un soplapollas inaguantable en su propia paranoia (y quizás desgraciadamente así fue, pero es obvio que también le acompañó la genialidad, el talento, el arrebato artístico).
Con un guión nefasto y licencioso, una realización pseudoespectacular y degeneradora, un montaje esquizofrénico y vomitivo, un abuso de lo mejor del film (algo tan básico como las canciones del grupo, algunas escalofriantes obras maestras) y unas interpretaciones penosas de la pareja protagonista (¡¿QUÉ COÑO HACE LA MOJIGATE DE MEG RYAN EN SEMEJANTE PROYECTO SALVO ESTORBAR E INCREMENTAR LO INAGUANTABLE DEL PRODUCTO?!), no queda sino decir que es una película escrupulosamente a evitar, tal es el nivel de pretendido confusionismo y peligrosa carga subliminal que atesora.
Stone se muestra tan torpe en su propuesta que de la misma se extraen dos patéticas conclusiones: si esto es una metáfora del fracaso de la revolución sesentera, excesiva y muerta de éxito, droga y sexo, viva lo inamovible; y dos: si Jim Morrison fue tal y como se trasluce en la película no queda más remedio que catalogarlo de forma abrupta como un imbécil mesiánico, un irreverente gratuito, un soplapollas inaguantable en su propia paranoia (y quizás desgraciadamente así fue, pero es obvio que también le acompañó la genialidad, el talento, el arrebato artístico).
Con un guión nefasto y licencioso, una realización pseudoespectacular y degeneradora, un montaje esquizofrénico y vomitivo, un abuso de lo mejor del film (algo tan básico como las canciones del grupo, algunas escalofriantes obras maestras) y unas interpretaciones penosas de la pareja protagonista (¡¿QUÉ COÑO HACE LA MOJIGATE DE MEG RYAN EN SEMEJANTE PROYECTO SALVO ESTORBAR E INCREMENTAR LO INAGUANTABLE DEL PRODUCTO?!), no queda sino decir que es una película escrupulosamente a evitar, tal es el nivel de pretendido confusionismo y peligrosa carga subliminal que atesora.
14 de noviembre de 2006
14 de noviembre de 2006
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película en si misma no merecería mas de un 7 (interesante) pero la música de The Doors es suprema, celestial, mágica, maravillosa por lo tanto solo valoro la música y por supuesto merece un 10 porque no hay un 100.
5 de octubre de 2005
5 de octubre de 2005
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película hecha para los funs de los Doors por un fan de los doors, cosa que no quita que su espectacular montaje y la estupenda interpretación de Val Kilmer (llega a cantar sin playback) puedan atraer a otros espectadores...
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