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Machuca

Drama Santiago de Chile, 1973. Gonzalo Infante y Pedro Machuca, dos niños de once años, viven en dos mundos diametralmente opuestos: el primero en un barrio residencial, y el segundo en un poblado ilegal a pocas manzanas de distancia. El director de un colegio religioso privado, el padre McEnroe, es un idealista que, con el apoyo de algunos padres, intenta integrar en el elitista colegio a chicos procedentes del poblado. Es así como Pedro ... [+]
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
13 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aviso antes de comenzar que si no tenéis ni idea de los hechos históricos que sucedieron en los 70 en Chile, la crítica llevará algún spoiler de eso, ya que es el contexto histórico donde se mueve la película.
Machuca es la historia de dos niños, uno de familia acomodada y el otro que vive en un poblado ilegal cerca del colegio del primero. Por una decisión del párroco de la escuela, deciden que, a modo de caridad, algunos niños de ese poblado, que son pobres, puedan estudiar en la misma escuela y formarse.
Arrancando desde esta premisa, Machuca usa como vehículo la mirada inocente de dos críos para realizarnos una radiografía de arriba a abajo de todo lo que era el Chile de los 70, es decir, el Chile en el que estaba a punto de estallar una guerra civil. Nos presenta esas discrepancias entre ricos y pobres que pueden darse en una escuela, cuando esos niños que no deberían odiar tan pronto, ya son racistas unos con otros solo por la clase social, solo porque es lo que han visto en casa. Y lo hace de una forma progresiva, a veces incluso sutil (otras deja la sutileza y golpea al espectador) para que nosotros, que puede que vivamos en nuestra burbuja del primer mundo, veamos qué supone ser pobre y relacionarte con gente que te considera inferior por el mero hecho de tener menos dinero o recursos que ellos. Pero también quiere que veamos que supone ser rico y realmente darte cuenta de que algo no va bien en la sociedad cuando hay ciudadanos de primera y de segunda. Esto lo vehicula a través de esa amistad de dos críos que no deberían ser amigos, pero que lo son porque ven más allá de lo que los separa, para mirar lo que les une.
Posteriormente, la peli pasa a lo que creo que le interesaba más contar, y es todo el trasfondo político y social que estaba ya, en modo de caldo de cultivo, desarrollándose sin freno ni control. Nosotros lo vemos todo desde el ojo de esos niños, pero cualquiera que sepa un poco de historia sabrá que lo que pasó en Chile, también lo hizo en España y en tantos otros países. Esta cinta nos habla de amor y de odio, de encajar, de pelear por un futuro mejor cuando otros creen que no mereces nada más que las migajas. Habla de unión y ruptura. Habla de dolor y de pérdida. El director pone su cámara a nuestro servicio para que estemos allí y lo veamos, para que sintamos nosotros también como, además de la inocencia de esos niños, también muere la nuestra.
PELICULÓN
Quique Martín
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7 de julio de 2020
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Profundizando en la distinta vidas de dos niños este film nos adentras en las diferencias de clases que se vivían en el país de la época, nada muy diferente a la actualidad. Mientras nos narra uno de los eventos más importantes del mismo, el Golpe de Estado del 73.

El giro en la historia que genera el cambio de régimen, del cual tampoco se profundiza en exceso, no deja atrás el retrato que hace del Chile de antes del 73, con una sociedad clasista y dividida. Matices que capturan escenas como las de las manifestaciones de dos bandos (muy influenciadas del famoso documental "La batalla de Chile", de Patricio Guzmán) o, una de mis preferidas, la reunión de padres con el cura.

Como buen cine social, denuncia las injusticias, en este caso profundizando mucho, tal vez en exceso, sobre las diferencias de clases. Y no es que sea un tema insignificante, pero a diferencia de más cine chileno, esta solo abarca este tema, ya que en otras hemos visto retratos del país desde el lado más critico sin dejarse ningún matiz, como pueden ser la violencia policías, el alcoholismo en las calles o la religiosidad. Es más, en "Machuca" el papel de la religión es interesante, una Iglesia justa que pretende paliar las diferencias entre los alumnos, y que entiende el entendimiento y la cooperación como forma de educación. Cuanto menos... curioso.

Y puede ser ahí, en el estilo del papel del cura donde encuentro los mayores inconvenientes con la película. Ese docente al más puro estilo de "El club de los poetas muertos", llega a quedar incluso ridículo. Y es a eso a lo que me refiero, esos discursos con carácter heroico o esos momentos algo estereotipados, dejan un poco en entredicho al metraje. Cierto es que esto se debe a que nos enfrentamos ante una película con ambición de gran éxito; películas que suelen recurrir a este estilo de cosas, como es ese tono victimista que rebosa en todo momento, que a mi en particular me repatea bastante.

Pero si no estuviésemos ante una película taquillera, es muy probable que estuviésemos ante una de las películas que más destreza técnica demuestran de Chile. La fotografía es perfecta, planos y movimientos de cámara que te engatusan en todo momento. Por otro lado, la escenografía consigue llevarnos a la época de los 70; las casas, los coches, la indumentaria...

En general una pieza, que aunque puede llegar a caer en un estilo de critica algo convencional, nos adentra a la perfección en la época y que se convierte en un retrato del momento.
toesca2311
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6 de septiembre de 2022
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«Queremos una educación igualitaria y profundamente democrática», declama un apoderado progresista del colegio Saint Patrick. Línea no menor para una película filmada antes de la revolución pingüina (2006) que planteaba un anhelo similar.

Machuca (2004) se ambienta antes del Golpe de Estado de 1973, tiempo en que la diferencia entre colegios privados y públicos también era una realidad. Misma que continuó durante la dictadura y los primeros gobiernos de la transición democrática. Quizás suene simplista, pero luego de todas las marchas estudiantiles y reformas al sistema, hoy en día la educación chilena pasa lejos por su peor momento y la brecha entre particulares y privados se ha acrecentado. La educación pública no es más que un enfermo que agoniza.

Resulta interesante el enfoque de la película de Andrés Wood, debido a que nos da una pista de por qué el país no evoluciona, incluido el aspecto educacional.

El guion plantea la idea del hijo perteneciente a una familia acomodada que gracias a un experimento social de su exclusivo colegio se codeará con otros hijos de una población vecina donde habitan familias de escasos recursos.

El punto de vista se verá reflejado cuando los Hawker Hunter vuelan a ras de suelo antes del bombardeo a La Moneda y Gonzalo sonríe debido a la ingenuidad propia de un niño.

Refleja una sociedad que no acoge la diversidad, incapaz de discutir en forma civilizada, donde cada grupo se quiere imponer sobre el otro, siempre descalificando al bando contrario. No se logró una salida política frente a la inminente guerra civil (los carteles de las calles fueron perdiendo palabras, ocultas por capas de pintura hasta ser definitivamente censurados por los militares) debido a diferencias irreconciliables surgidas a partir de la intolerancia social que ha permanecido inalterable por más de cinco décadas.

Mientras las familias acomodadas acaparaban y tenían acceso a bodegas repletas de mercadería, los otros habitantes se levantaban temprano (luego de las protestas) a hacer filas para obtener raciones de alimentos. Nunca ese conjunto de chilenos funcionó como una comunidad: trabajar por el progreso de todos, sino simplemente sacar ventajas sobre el más desposeído para lograr imponer una postura política.

La bicicleta será una potente metáfora: el vehículo que atraviesa los mundos de distintas clases sociales.

Tanto en Machuca como en Araña (2019) Andrés Wood colocará a la mujer como portadora del odio hacia el otro. Un país donde las mujeres son incapaces de sentir amor por el prójimo. María Luisa, la madre de Gonzalo, mujer que tendrá un buen pasar económico gracias a su amante de mayor edad, deja abandonada a sus hijos durante el bombardeo al Palacio de Gobierno. Ha inculcado clasismo en su hijo y cuando los amigos de Gonzalo se llevan su bicicleta, les dice «rotos de mierda», la sangre lo traiciona y violenta la amistad que cultivó con Pedro y Silvana.

La madre de Machuca increpa a los militares con un odio profundo, alza su voz por sobre los hombres, y Silvana por su parte recibe una bala al proteger a su padre, con una vehemencia alimentada también por el odio. La situación es inhumana, pero esas mujeres estaban resentidas desde su infancia. Silvana se refería a María Luisa como «puta, momia de mierda».

Esa descalificación mutua (sugiere Andrés Wood) hace que las distintas clases sociales lleven ese odio desde la cuna. Las mujeres de los patrones sienten desprecio por esos «rotos» y transmiten a sus hombres ese trato de animales, mientras las mujeres del pueblo inculcan resentimiento en sus hijos como medida de protección. Es un clasismo que opera en ambas direcciones, uno desde la órbita material y el otro desde la carencia, uno provocado por el miedo y el otro como medio de subsistencia.

Ese trato infame entre clases hará imposible avanzar en un sistema de educación más justo y de calidad, el miedo hacia el otro prevalece y esa falta de amor no puede ser soslayada por ningún sistema solidario de esos que inventan los políticos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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8 de julio de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película “Machuca” es del año 2004 y trata de la amistad entre un chico rico y un chico pobre en Chile.
Todo empieza cuando Pedro Machuca va al colegio de los ricos como Gonzalo Infante. Él ve una vida muy diferente en los barrios pobres y también conoce a Silvana. Juntos participan en diferentes manifestaciones y venden banderas chilenas. Después de un incidente en una manifestación todo cambia. Se muestran las grandes diferencias entre estos dos mundos.
Me gusta esta película porque es típica para la época del golpe de estado en Chile. Muestra la vida de los ricos en contraste con la vida de los pobres y la situación política.
Los temas son la amistad, la tolerancia y la crueldad del gobierno chileno.
Hay pocas escenas curiosas y hay mucha violencia pero la película es muy interesante, triste y dramática.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Clase de ELE
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5 de mayo de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
97/16(21/04/24) Manipulador film chileno, que, bajo una premisa interesante sobre la amistad de dos niños y su despertar de la inocencia, da un sermón nada sutil de tufo izquierdista donde remarca con saña que el clasismo marca el carácter, si eres de clase acomodada eres blanco y rubio, abusón, egoísta y adúltero; y si eres pobre, eres de tez morena, buena persona, amable, cariñoso y siempre piensas en lo que es justo, ósea que mereces lo que tienen los de arriba. Escrita y dirigida por Andrés Wood, inspirada en la novela “Tres años para nacer - Historia de un verdadero Machuca”, escrita por el poeta y novelista chileno Eledín Parraguez. Empieza la cinta teniendo una estimable ambientación, con un diseño de producción notable Rodrigo Bazaes Nieto (“El Conde”) y Alejandro González (“La Frontera”), con sus edificios, calles, autos, con el vestuario, en miscelánea con la cinematografía de M.I. Littin-Menz (“Resistencia”), granulada adecuadamente para darnos sensación de estar en los 70.

La historia transcurre en Santiago en 1973 en los días previos al golpe militar, con una sociedad dividida, y tiene como base un experimento real hecho en la época del gobierno socialista de Salvador Allende en el Saint George's College (Saint Patrick's College en la película). Machuca se titula por el rol de Pedro Machuca (Ariel Mateluna), niño pobre inscrito en el mencionado cole, con lo que el realizador desequilibra la historia de la amistad con el chico de clase alta, marca las cartas de para quien van las simpatías del relato nada imparcial, y es que como todos sabemos la zurdería tiene la posesión de la superioridad moral.

El joven de clase alta Gonzalo Infante (Matías Quer) es el punto de vista que se presenta al espectador, seguramente el alter ego del propio Andrés Wood, que fue un niño de familia adinerada, parece tener sentimientos de culpa que polariza de modo simplista. Es inteligente la idea de colocar en el centro la historia de dos niños diferentes que traban fuerte amistad, como símbolo del entendimiento transversal, pero termina pegándose un tiro en el pie cayendo en lo facilón de apuntar con su dedo acusador. Film que desea ser más de lo que es, abarca demasiado y aprieta poco, con subtramas que nada dicen.

Gonzalo Infante (Matías Quer), niño de once años, estudia en el Saint Patrick's, reputado colegio religioso cuyos estudiantes provienen de la clase media alta de Santiago. El director, el padre McEnroe (inspirado en el rector del Saint George Gerardo Whelan e interpretado por Ernesto Malbrán), trae al establecimiento a un nuevo grupo de niños, todos de clase popular, con el fin de educarlos sin discriminación, en intento de promover el respeto mutuo entre estudiantes de diferentes clases sociales. Dentro de este grupo se encuentra Pedro Machuca (Ariel Mateluna), que vive en una población callampa en La Pincoya. Tras algunos conflictos entre los nuevos compañeros de clase, nace la amistad entre Gonzalo y Machuca. Ambos visitan sus respectivas viviendas en diferentes ocasiones, conocen a sus familias y realidades internas ambos viven. En casa de Pedro, Gonzalo conoce y se enamora de Silvana (Manuela Martelli), adolescente vecina de Pedro.

El relato de la amistad entre los dos amigos, en el que flotan temas como el bullying, el abuso del poder, estableciendo buena compenetración entre ambos. Uniéndose posteriormente a ellos y Silvana, resulta entrañable en muchas fases, entrando de lleno con la joven en el terreno de del despertar sexual, muy al modo liberal hippy del amor libre, exponiendo efluvios notorios de un Ménage à trois, ello escenificado con los chicos morreándose tomando leche condensada a orilla de un riachuelo.

Gonzalo a través de la amistad con Machuca descubre que hay otros mundos lejos de la burbuja de su clase acomodada en la que reside, existe una sociedad partida ( aquí expuesta por la ‘frontrera’ de un campo de futbol, a un lado las viviendas de clase alta y al otro las chozas), ve gentes que viven en la precariedad de chabolas, con ropas raídas, calzado ajado, y con ello parece albergar sentimientos de culpa, al menos eso pretende el director, que el niño se sienta herido por esta grieta social y me resulta manipulador. Con Machuca y Silvana asiste a manifestaciones de los dos signos políticos, los que apoyaban a Allende en sus reformas y los contrarios que las padecían, esto la famosa cacerolada de mujeres, que el director enfoca de modo caricaturesco, ridiculizando de modo arrogante estas protestas, donde hasta la madre de Gonzalo discute con Silvana (vende allí banderitas de Chile) y le a la niña: "Vuelve a tu barrio marginal!", dejando aun más claro el guión de parte de quien está en este David vs Goliat.

Durante la primera aparte del film la política está muy de fondo (vemos tangencialmente imágenes en tv de la reunión de Allende con el premier soviético Leonid Brezhnev), todo esto en pequeñas dosis, hasta que entra de lleno, con la intensidad propia de los tiempos que ocurrían. La mencionada leche condensada con la que se besan los jóvenes deriva en motivo de pelea, la acritud reinante explota por la bici, y aquí vuelve la vena izquierdista por la que Andrés Wood toma notable partido, pues viene a decirnos que no es buena la propiedad privada, tomando como epítome la bicicleta (puaj!), y si todo es de todos quien va a trabajar para obtener algo que lo puede tener sin esfuerzo alguno? Ese es realmente el espíritu del comunismo.

Como implosiona en momentos como la reunión de padres en el colegio, con epicentro en el izquierdista párroco McEnroe, donde los padres de los chicos acomodados se quejan de las ideas de los ‘nuevos’, con la respuesta del discurso sentido de la madre de Machuca (buena Tamara Acosta) en el colegio, reflejando el hastío e impotencia de lo que sufre, aunque, como casi todo el film, me resulta maniqueo, cual si fuera el propio director el que habla, pues no me resulta natural este soliloquio… (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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