Desconocía la existencia de esta película, pese a la importancia de su destacado reparto y de su director, J. Lee Thompson, cuyas Los cañones de Navarone y El oro de Mackenna me gustaron mucho en mi infancia. Así que al descubrirla en una biblioteca pública, no dudé en hacerme con ella.

Está protagonizada por un Anthony Quinn que ya fue o sería posteriormente en el cine... griego, rumano, español, italiano, (pintor) francés, apache, árabe, huno, esquimal y -por supuesto- mexicano. Así que parece que sólo le faltaba ser un pastor vasco, y aquí lo tenemos en esta que nos ocupa, oyes :D

A la película, aunque se deje ver y tenga cierto encanto del cine de su época, me temo que el paso del tiempo la ha perjudicado. No convence demasiado debido a ser bastante defectuosa en varios aspectos, como la realización e imagen toscas (en alguna secuencia ni se ve bien lo que pasa), lo inconexo de la narración en algunos pasajes o la inverosimilitud y las muchas conveniencias del muy mejorable guion, ante todo. La salvan algo el carisma de los actores principales y la ambientación y localización de la historia, en ese periodo histórico y los Pirineos.

Como curiosidad, sorprende la crudeza de ciertas escenas (las que involucran al -casi siempre- psicopático Malcolm McDowell), casi insólitas en el cine del género (pseudo)bélico de su época. Y la presencia de Christopher Lee como patriarca gitano.

A principios de los años 90, Hollywood abordó (en el que fue un semiéxito comercial nada desdeñable) una de las tragedias humanas más impactantes que han ocurrido: aquella en la que el accidente aéreo de un equipo de rugby uruguayo en la cordillera de los Andes, derivó en un acto colectivo de canibalismo forzoso. Se tituló ¡Viven!, la dirigió el artesano Frank Marshall y la protagonizaron actores estadounidenses, no uruguayos, que no hablaban en español sino en inglés. Además de esta "licencia", el tono de la película convirtió aquella trágica historia de supervivencia en más bien una aventura que podía verse hasta en familia, al no incidir excesivamente en el desgarrador drama ni apostar por el realismo y verismo extremos.

Ahora, un cineasta español, ya con experiencia internacional en Hollywood (dirigiendo una entrega de la saga jurásica, y dos episodios de Los anillos de poder, una de las series más caras de la historia), ha decidido recrear aquel tan extremo suceso andino, con producción española y reparto uruguayo y argentino, y en español, claro, y dándole una vuelta a la aventura noventera hollywoodiense -sin renunciar a la espectacularidad cuanto toca (las secuencias del accidente o del alud están asombrosa y magistralmente recreadas)- para centrarse en el aspecto más dramático, psicológico y crudo (no pretendía ser un chiste fácil, pero me ha salido así, mira XD) de la trágica experiencia vivida por aquel equipo de jóvenes jugadores de rugby en su vuelo de la Fuerza Aérea Uruguaya.

El resultado es una espectacular, inmersiva y definitivamente sentida y emocionante película donde todo funciona, con un altísimo nivel por parte de todos los departamentos implicados en la producción (destacando los de montaje, sonido, escenografía y efectos especiales), y es ya la mejor obra del estupendo realizador cinematográfico que es J. A. Bayona, quien le ha cogido el gusto a este tipo de historias extremas de dramatismo humano, pues ya recreó -con similar gran despliegue de producción- el tsunami del sudeste asiático ocurrido en 2004 en la también espectacular (aunque algo sensiblera de más; Bayona ha madurado en este sentido) 'Lo imposible'.

"Para vivir, hay que comer"

Con un estilo y factura a la antigua usanza (dicho esto sin un ápice de intención peyorativa), con sentido del despliegue de producción cuando la historia a contar lo requiere (y es el caso de la que nos ocupa, indudablemente), y un actor protagonista magnífico (como es habitual en Mads Milkkelsen), el cineasta danés Nikolaj Arcel (quien ya nos regaló otra joyita hace unos años, 'Un asunto real'), nos ofrece en este 'Bastarden' una de las grandes películas del año.

En esta citada concepción clásica no falta un villano (de esos tan odiosos que soliviantan al espectador alimentando su odio extremo), así como un personaje-contrapunto a aquel, para enternecer y reconfortar a ese mismo espectador.

Un nuevo triunfo del cine danés, sin duda una de las cinematografías más en forma del mundo en los últimos... ya muchos años.

Muy interesante y sugerente película del denominado "nuevo cine catalán", generalmente realizado por mujeres, intimista, de autor, catalanoparlante y con mirada feminista (en unas ocasiones más coherente que en otras). Se le agradece a su joven autora, Elena Martín (que debutó con la ya interesante 'Júlia ist'), que rompa un aun casi tabú del cine como el de la sexualidad en la infancia (que no excluye la curiosidad incestuosa), así como que no sea puritana en unos tiempos de regresión en el que las mujeres en el cine follan con sujetador...

La mirada inteligente sobre este asunto y las relaciones familiares, así como la delicadeza y el intimismo con el que está narrada, son los mayores valores de una película que no carece tampoco de los puramente cinematográficos en su vertiente técnica, como la labor del montaje o la planificación de ciertas secuencias como las del agua, especialmente. Merecida la nominación al Goya de Mejor Dirección.

Finalmente, la dirección de actores (que incluye su autodirección como protagonista) es también otro aspecto muy destacado, pues consigue un buen trabajo general del reparto, especialmente conseguido en los casos de Clara Segura y Àlex Brendemühl -como los padres de Mila, el personaje protagonista- y las jovencísimas Mila Borràs y Clàudia Malagelada en el papel de las Mila infantil y adolescente.

Bonita, delicada y muy melancólica. Me ha gustado. Es una sencilla primera película que destaca por la inteligencia y el corazón con el que está escrita, filmada e interpretada.

Pero no me parece una gran película, tampoco. Le falta un "noséqué" para ello; a veces es muy triste pero también en otros momentos es extrañamente fría, cuando no correspondería. Aunque eso la hace también muy sutil, por otra parte, lo cual es bueno.

Pero sopesando pros y contras, esta hermosamente triste (y casi atemporal en su tratamiento) historia del reencuentro -tras décadas separados por emigrar la familia de ella- entre dos íntimos amigos de la infancia (y que si sólo llegaron a ser eso fue debido a su aun temprana edad, pese a lo latente que ya estaba el sentimiento que va más allá de la amistad...) sale ganando, y no dudo de que tendrá bastante que decir en la temporada de premios cinematográficos que se avecina.