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Críticas de EuTheRocker
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Críticas 291
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
26 de marzo de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine y sociedad son dos conceptos que tienden a caminar de la mano en más de una ocasión, con mejores o peores resultados, pero recurriendo de manera casi generalizada a la ironía como lenguaje a través del cual, sacar provecho a esa mezcla tan explosiva desde el punto de vista cinematográfico, sin abandonar la carga de denuncia que suele acompañar a este tipo de películas. En el punto en el que convergen ambas ideas, se ha generado una simbiosis que a aportado grandes alegrías a los amantes del séptimo arte.

Y con un género tan deudor de la sátira teatral de por medio como el de la comedia social, en el año 1997 Peter Cattaneo nos trajo a una cuadrilla de strippers de la siderurgia que marcarían el devenir del género en la gran pantalla con una renovación formal del género cargada de frescura y buenas intenciones para un tipo de cine que se ahogaba en la seriedad formal. Cattaneo aportó ritmo, buen gusto y, sobre todo, una profundización en el carácter de sus personajes que conseguía hermanar al público con aquellos antihéroes venidos a más. Ese salto estilístico es el que llevo a obras como la ya referenciada, "Full Monty", o "Billy Elliot" (Stephen Daldry, 2000), se instalarán en el corazón y el recuerdo de los espectadores.

"Pride", ópera prima de Matthew Warchus, busca con su buen hacer y el cariño que de ella se desprende, repetir ese éxito cosechado por otros títulos de la filmografía británica, una de las más prolíficas en lo que a este género se refiere. Y al juicio de quien esto suscribe, que lo consigue. Warchus aglutina en dos horas de metraje un conjunto e virtudes que están muy por encima de los defectos de "Pride" y que convierten a este título en un amable y emotivo viaje al fondo del rechazo social y de la cooperación humana como herramienta de cambio. Basada en hechos reales, esta fábula sobre el hermanamiento en situaciones de desarraigo, y sobre la fuerza de la aceptación personal frente a la antipatía general, demuestra la formación tratral de su director con una puesta en escena sobria, sin alardes técnicos, pero efectiva en las distancias cortas, apostando por un trabajo actoral en el que se intuyen los mejores aciertos de la cinta.

La galería de personajes que desfilan por la pantalla, es variada, y en algunos casos, cargada de tópicos, cierto, revisitando situaciones ya vividas en otros títulos. Sin embargo, la cercanía con la que los actores abordan sus personajes, de manera desnuda y sincera, y el mimo que el guión muestra en la descripción de sus caracterizaciones, dotan al conjunto de un encanto que trasciende la pantalla con la ayuda del soberbio trabajo del reparto. Contar con actores de talento y carácter contrastado, como pueden ser Imelda Staunton o Bill Nighy, al lado de jovenes nombres que revitalizan la acción, como es el caso de Ben Schnetzer ("La ladrona de libros") o Andrew Scott (el Moriarty de la televisiva "Sherlock"), conforma un cóctel explosiva en el sobresalen trabajos como el de el genial Dominic West, capaz de ampliar registro con su labor en esta cinta.

"Pride" es una cinta sincera y cariñosa que sabe tocar los corazones sin buscarlos a la desesperada. Un canto a la vida que emociona y se disfruta a partes iguales. Que hace reir con su espontaneidad y que invita al disfrute del cinéfilo. Un título recomendable desde la perspectiva del sencillo retrato de la sociedad en su vertiente más amable.
EuTheRocker
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6
16 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neill Blomkamp no es un director de blockbusters al uso; o por lo menos, eso se empeña en demostrar con cada nueva propuesta. Si con "District 9" llamó con inusitado talento y fuerza a las puertas de la industria cinematográfica, con "Elysium" demostró que sabía adaptarse a los convencionalismos del cine de evasión aportando su particular punto de compromiso social que no abandona en su última película, "Chappie", escrita y dirigida por él mismo. Blomkamp, que se dirige con paso firme a convertirse en un digno sucesor de otros realizadores que ensalzaron el cine como espectáculo en los años 80 y 90, ofrece un festival de entretenimiento y referencias al cine de los 80 en una cinta que funciona como una fábula disfrazada de ciencia-ficción que encierra las características que Blomkamp ha defendido en sus dos obras anteriores. Partiendo de un inicio donde vuelve a emplear ese falso documental que ayuda a transmitir un mensaje con cierto componente social, como es en este caso el abuso de militarización y de poder de las fuerzas de seguridad, vuelve a sumergirse en esas atmósferas cargadas de injusticias y discriminación para construir un cuento que avanza poco a poco, alejándose de ese compromiso inicial para abrazar los esquemas del cine de acción puramente evasivo.

"Chappie" cuenta con un guión que se conforma con el planteamiento de interesantes cuestiones morales sin llegar a profundizar en ellas en ningún momento. Si se intuye la idea del abuso de autoridad, rápidamente se superpone a ella la problemática de la educación como cimiento de la educación y arma de doble filo en función de su correcto uso, para terminar mostrando retazos de la disyuntiva de la relación individuo-creador, y al final, sucumbiendo a la vorágine del artificio y el espectáculo. Ninguna de estas posibles lecturas, es fruto de un pretencioso ejercicio de objetividad, sino que aparecen frente al espectadr de manera clara sin llegar a ofrecer respuesta a ninguno de esos interrogantes planteados de manera superficial.

Por contra, Blomkamp prefiere centrarse en la creación de un personaje construido a partir de referencias cinematográficas a títulos como "Robocop", "Cortocircuito" o incluso "E.T.". Acomodado en una posición que le permite desarrollar sus planteamientos visuales sin comprometerse en exceso con el sustrato del relato, la figura del robot Chappie emerge como claro vínculo entre el narrador y el espectador a través de la empatía que consigue desarrollar un personaje cuya creación visual merece elogios a parte, por su excelente plasticidad y realismo. Sólo con disfrutar de los excelentes resultados que el equipo responsable ha conseguido con el trabajo de iluminación de este simpático robot, dotándole de una veracidad desconcertante, ya merece la pena disfrutar de este título. Sumado a un instinto voraz para crear un producto cargado de entretenimiento con un poco de personalidad, Blomkamp demuestra estar por encima de otros directores más preocupados por el continente que por el contenido. Sin embargo, en esta ocasión, no se consigue evitar caer en ciertos clichés que perjudican al desarrollo de los personajes que acompañan al robot protagonista. Es más, nos encontramos ante la cinta más plana a nivel emocional de su director, en la que únicamente Chappie presenta un auténtico arco emocional, siendo el resto del reparto una colección de tópicos que restan originalidad e impacto a la propuesta.

Con todo, "Chappie" tiene todos los ingredientes para hacer pasar un rato divertido y con momentos de buena tensión. Gracias a una banda sonora a cargo de Zimmer que hace un trabajo electrónico soberbio, y a una narración que evoca a las mejores maneras del blockbuster clásico, Blomkamp nos ofrece una buena porción de diversión con alguna que otra idea para digerir tras el visionado de un título que podía haber sido mucho más, pero que se conforma con lo que es... que es bastante.
EuTheRocker
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6
13 de marzo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mantener siempre el ideal en que creemos; no desfallecer aunque el universo conspire en nuestra contra; ser capaces de defender con la razón y el corazón aquello en lo que volcamos nuestras convicciones; aceptar la réplica justificada e incorporarla a nustro credo; no rendirse; continuar con la lucha aún cuando parezca que el sentido se perdió en la senda del fracaso; perseverar y convertirse en compañero de fatigas de la necesidad de mirar hacia adelante... Somos seres humanos imperfectos, iguales y muy distintos, con virtudes y defectos, y sobre todo sueños. Como aquel del que hablara Martin Luther King, una de las personas que mejor supieron defender la lucha pacífica como vehículo hacia un objetivo superior. Un defensor infatigable de sus ideales y un orador capacitado para hacerse un hueco en la historia enfrentándose a la ceguera social de la irracionalidad.

La vida de Martin Luther King, con todo lo que en ella aconteció, bien podría dar para una saga cinematográfica, y en esta ocasión, es la marcha que el famoso reverendo encabezó desde Selma hasta Montgomery la que sirve de epicentro a la última película de Ana DuVernay, una propuesta de cine histórico que cuenta con sus implicaciones morales y emocionales como vínculo directo con el espectador a través de una narración que se instala en los convencionales recursos de este tipo de producciones. Con un cuidado trabajo de recreación, un delicado trabajo de cámara y una dirección que peca de academicismo (lo cual no es necesariamente negativo), "Selma" ensalza la figura de King eludiendo cualquier tipo de polémica, aprovechando el potencial mítico del personaje sobre el que se construye todo el relato. DuVernay roza el documentalismo mostrándonos la constante lucha entre los buenos absolutos y los malos sin posiblidad de redención, obviando cualquier posible comportamiento ambiguo entre los protagonistas de la obra, a excepción de un Lyndon B. Johnson interpretado con maestría por el genial Tom Wilkinson. Su personaje es el único que se atreve a coquetear con la luz y la oscuridad, dejando al personaje de King el cómodo papel de ejercer como héroe supremo de un relato en el que se echan en falta algunas puyas más directas y menos insinuadas.

Pero pese a ello, "Selma" es un más que interesante ejercicio de recreación sustentado en unas interpretaciones mayúsculas de un reparto que gira en torno a la figura de un magnífico David Oyelowo que tiene la difícil tarea de cargar con el peso de todo el metraje. La historia se desgrana poco a poco, volviendo en varias ocasiones sobre sus propios pasos, lo que alarga un poco el esperado y conocido desenlace de la historia. Aún así, conviene aplaudir un correcto trabajo de dirección que cuida con mimo aquello que se transmite a través de la pantalla, y que pese a no ser suficiente para emocionar a un servidor, sí que consigue convencerme de un título que merece un visionado para disfrutar de la calidad de su reparto y del talento de su realizadora.
EuTheRocker
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6
13 de marzo de 2015
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Si hay un lugar en el mundo donde el amor y el odio fecundan irracionales pasiones, ese es Hollywood. Quintaesencia de un estilo de vida deseado por muchos y criticado por tantos otros, la famosa colina de Los Ángeles y sus alrededores han sido prácticamente desde el nacimiento del cine, la cuna de una sociedad que ha ido corrompiéndose a sí misma, reatroalimentando sus errores con la depravación del éxito y la soledad del fracaso. Un lacerante caldo de cultivo que ha pasado por encima de grandes estrellas, idolatradas por un público habituado al ejercicio de la adoración y el olvido a partes iguales. Muchos son los nombres que se han visto en la cima del mundo, luchando con uñas y dientes por alcanzar el ansiado status de estrellas, para después ser empujados al abismo de la inopia con la frialdad más descorazonadora.

Con esa peligrosa dualidad entre el reconocimiento y el olvido de por medio, y acercándose a esa estirpe de falsos ídolos, David Cronemberg disecciona con su meticuloso ojo clínico un universo al que se acerca con su particular estilo desnuso y visualmente violento, utilizando un sarcasmo superficiel que hiere pero no mata, como suele ser habitual en la filmografía de un realizador experto en tirar la piedra y esconder la mano. Cronenberg se mantiene fiel a su espíritu calculador, y maneja su última obra con la técnica del ingeniero, y el ingenio del que desconoce la técnica. Se adentra en un mundo oscuro sobre el que sitúa el punto de mira de unos dardos cargados de un veneno que no mata, sino que deja una insatisfactoria sensación de oportunidad perdida. Cronenberg se propone caricaturizar sin hacer leña del árbol caído, creando un desconcertante juego de luces y sombras por el que asoman las formas de su anterior cinta, la fallida y pretenciosa "Cosmópolis", dejando confusas divagaciones innecesarias, a la vez que muestra la brillantez de muchos de los trabajos de sus inicios. Cronenberg parece posicionarse lejos de su propio relato, y ese distanciamiento choca con la vertiente más exagerada e irreverente de una película que pide a gritos dejarse llevar por los derroteros del descontrol, alejándose del dramatismo existencial.

Una descompensada balanza que envuelve a un reparto cargado de grandes nombres entre los que cabe destacar por méritos propios (y deméritostambién) nombres como los de la siempre genial y descomunal Julianne Moore; el histriónico y sobreactuado John Cusack, cuyo papel funciona a la perfección con el tono que la cinta pide; el insustancial Robert Pattinson, que parece vivir ahogado en la sombra de su propio éxito, queriendo demostrar al público adulto algo que llega a aparecer nunca; la presencia desconcertante de una Mia Wasikowska que parece solvente, pero no termina de deslumbrar; o el sensacional trabajo del jovencísimo Evan Bird.

Y es que "Maps to the stars" funciona, al igual que su argumento, en la línea que separa el éxito del fracaso, acumulando algunos momentos de genial inspiración, con otros de desconcertante y fallida poética visual. Aunque el talento de Cronenberg late en muchos de los fotogramas de un título que funcionaría mejor desde la perspectiva del absurdo más cruel, el circo de los horrores plagado de fantasmas autodestruidos sobre el que orbita este mapa de las estrellas no llega a colapsar on el público por la falta de pasión de un ejercicio excesivamente calculado.
EuTheRocker
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7
12 de marzo de 2015
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Si la vida tiene algún sentido del humor, este debe de ser negro y cargado de ironía. Por lo menos así lo entiende el irlandés John Michael McDonagh que vuelve a su país de orígen en su segunda película para ahondar en las cicatrices de su nación a través de los vicios y virtudes de un pequeño pueblo que sirve como mosaico para disertar sobre los fantasmas e la bella Irlanda.

"Calvary" abandona el humor surrealista y absurdo que McDonagh empleó en su anterior incursión tras las cámaras y se abona al humor negro más caústico e hiriente con una historia que funciona como evangelio de la decadencia moral. A través de un cura que, en conocimiento de su cruel destino, emprende un viaje que pretende ser catártico para su comunidad, nos sumergimos en los pecados y devaneos erráticos de unos personajes extrapolables a cualquier sociedad moderna. Un guión que se construye a través de unos soberbios diálogos, más que de la acción propiamente dicha. Con un ritmo pausado que concede a la palabra la importancia para ser vehículo de hirientes posos de verdad, se desarrolla esta especie de reinvención de Jesucristo y su sacrificio en aras de una humanidad perdida por sus propios fracasos.

Un planteamiento que se sirve de un gigantesco Brendan Gleeson para aportar la consistencia necesaria a una idea que, sin la presencia de este descomunal intérprete, no surtiría el mismo efecto. Gleeson, curtido como secundario en grandes superproduciones, y protagonista de más que interesantes títulos en su Irlanda natal, hace gala de su característica sobriedad para conseguir captar los matices de un personaje que tiene que cargar con sus errores y los del resto de su comunidad, cumpliendo así el tópico papel de pastor de almas perdidas que se le supone, y para el que no siempre está preparado. El peso de esa verdad cobra matices angustiosos en la compleja y triste mirada de un excelente actor merecedor de más crédito entre el gran público.

Es la labor de Gleeson la que consigue mantener la coherencia y el sentido común en un relato donde hacen su aparición secundarios que van del esfuerzo emocional de una genial Kelly Reilly, al histrionismo descontrolado de Aidan Gillen. Es esa variedad de tonos lo que hace que "Calvary" este impregnada de un surrealismo desconcertante que puede alejar a gran parte de los espectadores del amargo trasfondo del relato.

Porque lo nuevo de McDonagh es cine más que recomendable, planteado de una manera que busca esquivar los convencionalismos narrativos, centrándose en los personajes como vehículo de la historia. Una propuesta arriesgada que espantará a muchos y que a otros, como un servidor, les llevará en volandas al calvario de nuestra sociedad, a través de una película con aromas de genialidad.
EuTheRocker
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