Al no conocerse la verdad sobre el caso y no ser la verdad oficial absolutamente concluyente ni convincente, solo nos queda la especulación. Y ahí aciertan los autores casi plenamente. Porque toman partido por cierta rumorología y la desarrollan con maestría, sobradamente la actriz protagonista, pero cojean al final por no decidirse sobre cómo pudo producirse el desenlace final, cerrando el film nebulosamente y desdibujando lo que venían exponiendo con buen trazo desde el comienzo.

Y hay un error garrafal, que cuando aparece, siembra todo tipo de dudas sobre la veracidad que había aparentado todo lo anterior: se muestra a Sandra contemplando el video de una película en el salón de su casa. No había cintas videocassettes, ni reproductores, en los hogares españoles en el año 1977. Cómo es posible que ninguno de los intervinientes se haya dado cuenta de esto y que hayan incluido la escena de marras. Ahí se desploma y se difumina la seriedad de la película, mostrándose ya increíble.

Aún así es recomendable como aproximación al personaje y al tema, para quienes los desconozcan o no hayan vivido la época, con el propósito de seguir indagando posteriormente para formarse una idea más exacta.

Sesgado por absolutamente parcial. Su narración está empapada con la teoría de Rosa y de su abogada. Más o menos así: ella no fue condenada por pruebas irrefutables sino que fue castigada por dedicar gran parte de su tiempo a follar con todo el que se le antojara.

Cutre porque las declaraciones por videoconferencia taleguera quedan muy rústicas en el aspecto técnico. Y muy sospechosas desde el punto de vista de una entrevista seria, concienzuda y a fondo. Se parecen más a cuando un político hace una declaración pero no admite preguntas. Tal vez Rosa impuso esta condición; si no fue así, da esa impresión por el montaje que han hecho.

Aburrido porque la mayoría de imágenes ya se conocían, especialmente de la serie de 4 capítulos. Su refrito y remontaje ahora no aporta nada nuevo y cansa esperar novedades que no llegan.

El título "Las cintas..." se justifica por los pelos, con unos cuantos segundos, supongo que inéditos, de videos familiares de Rosa en su juventud. Muy poco y sin relación con lo que se trata.

Absolutamente prescindible para los que ya conocen el asunto y/o vieron la serie documental citada.

Absolutamente prescindible también para los demás, para no contaminarse por la versión de una de las partes. Si están interesados en el caso, el relato es más imparcial y está mejor documentado en la serie de 4 capítulos.

Demasiado el microcosmos donde se desarrolla esta historia. En otra época estaríamos hablando de marginación o similares. Ahora todo es normalizar y ¿ensalzar? a esta especie de frikis flipados, como si los avatares desorientados e ignorantes de sus vidas estuviesen impregnados continuamente de genialidades y logros.

Pero ¿porqué será que en los trabajos que ejercemos para sustentarnos o cuando frecuentamos supermercados, o colegios u otros ámbitos cotidianos no es normal toparse con alguno de estos especímenes? Cuando los contemplo en la serie es como cuando veo documentales sobre confines lejanos o faunas y floras extrañas, sabes que existen pero también que no forman parte de la vida corriente, que eso es otro mundo.

En todo caso, la juventud tiene que superar etapas hasta encontrar su sitio y siempre se dijo que, a veces, los caminos del Señor son intrincados. Es la explicación que encuentro para las embrolladas y enrevesadas actitudes, poses o estéticas de estos personajes en busca de su ubicación y conformación. Si no, es que ya están aquí los extraterrestres, ya se produjo la invasión y estos seres trastean, torpemente, para abducir a los terrícolas.

Pero la serie tiene cierta gracia y aciertos al explorar sobre algunas contradicciones que cualquiera puede experimentar en la Cataluña actual. El que quiera que pruebe. Y para eso nada mejor que una Martita cualquiera, lanzada y asistida desde Graná por su madre.

Total, son solo 6 capítulos de 20 minutos. Y en todos hay algún momento de chispa. Se puede ver. Es pasable.

El elenco de profesionales implicados promete. Y hay una buena historia, con gran capacidad para impactar. Pero la narración es torpe, con un ritmo tan irregular, mayormente calmado, que la embarulla y confunde al espectador ¿deliberadamente?

Solo la policía protagonista aporta una cadencia soportable, creíble y no tediosa, ayudando al apático espectáculo que transmite el resto del elenco.

Es una pena que no se hayan aprovechado todas las posibilidades de la historia, tal vez en 6 capítulos no cabían, pero comprobado el fiasco, mejor así. Y las imágenes finales, con mensaje social-ecologista incluido, ponen una guinda irrisoria a este destartalado pastel.

No pierdan su tiempo.

Comicidad muy contenida ¿por el clima nórdico? Acostumbrado a un humor sureño más estridente, echo en falta algún chispazo en algunas situaciones que se pretenden graciosas.

Sus premisas y alertas sobre la sociedad futura y sus ciudadanos son agudas y bienintencionadas, pero su desarrollo es comedido y escaso, a casi todo el conjunto le falta un hervor, la esposa del arquitecto aparte.

Siento que el interés estimulado al principio se va tornando en aburrimiento cansino y desengañado, como en la protagonista. No es una gran obra, ni la más divertida, pero 4 capítulos de 20 minutos bien merecen una ojeada al futuro cuadriculado y sosegadamente amenazante que plantean estos noruegos.