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España España · Sant Just Desvern
Críticas de Osvaldo Denit
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Críticas 13
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
16 de enero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película con una actuación soberbia del nuevo rostro de Sherlock Holmes, en un papel que le va como anillo al dedo, siendo que Alan Turing, el protagonista a quien da vida, fue un genio de las matemáticas, frío en el trato humano, imperturbable en su visión lógica del día a día, poco dado a las metáforas (o así lo pintan en este biopic). En cualquier caso, el film consigue atrapar al espectador y tensar al máximo la acción, a pesar de que la búsqueda principal, la manera de descifrar los mensajes encriptados de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, es de tal complejidad que ningún cerebro común puede entenderla. Pero da igual. La empatía con Turing-Cumberbratch, mientras Londres es bombardeada y los aliados ceden terreno, las ganas que la inteligencia le pueda a la estulticia militar, lo pone fácil; incluida una estructura argumental que, al principio, es compleja, pues mezcla tres tiempos (y aquí, un reconocimiento para el actor que encarna a Turing de niño, nada a envidiarle al adulto).
El título (sin contar el paréntesis) se revela como la perfecta metáfora de la vida del protagonista, que debe aprender a comportarse como lo que no es, como un tipo "normal" para la época, mientras construye una máquina que quiere imitar el cerebro humano para comprender, de alguna forma, como los alemanes cifran sus mensajes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Osvaldo Denit
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5
26 de agosto de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mediados del siglo XXII, la Tierra es un suburbio de si misma. Y los ricos se han montado un Cielo paralelo que orbita alrededor...A pesar de su sencillez, como planteamiento inicial es bueno, más: resulta francamente conmovedor y creíble. Los efectos especiales para la recreación de estos dos mundos son extraordinarios, incluso la forma con la cual el segundo somete al primero. A partir de un arranque así, el planteamiento es eficaz: héroe, amigo de héroe, novia de héroe con problemas, enemigo bueno que acaba siendo aliado (y con toque 15-M) y los malos... A saber: el malo sutil y el malo malísimo bruto. A partir de aquí y, siendo evidente desde el principio que el motor de la película iba a ser entrar a Elyseum (o sea el Cielo de los ricos), había dos posibilidades: centrar el argumento en una reflexión, más o menos profunda, sobre el elitismo, la pobreza y la seguridad de algunos que pasa por encima de los derechos de todos los demás, para conseguir un film que, poco o mucho, pudiera recordar a los grandes hitos del cine futurista como "Blade Runner", "2001", "El planeta de los simios" o incluso "Matrix", "Terminator" y "Mad Max"... O ser una más de tantas películas de acción, persecuciones, fuegos artificiales y explosiones a mansalva. Imaginen ustedes qué eligieron.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Osvaldo Denit
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7
6 de marzo de 2013
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Pasan los días y me queda la sensación que no la supe mirar. Me quedé pasmado con las brillantísimas actuaciones de Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman, qué grandes son y qué grandes están. Todavía no entiendo porqué sólo nominaron al segundo en los Oscar. Pero me queda la idea que los árboles me taparon el bosque: las actuaciones y la fotografía, bellísima, incluso la música. O quizá quedé demasiado atrapado con la polémica previa, la de la cienciología e intenté buscar los guiños. Algo de todo esto le pasa al film de Paul Thomas Anderson, de todas formas: la crítica es sutil, la preponderancia de la figura del "loco" que iluminará al "maestro" y le desnudará, a la vez, es tan contundente -el argumento le sigue a él desde el principio- que uno no sabe si le están contando la vida de alguien que choca con una especie de secta (la Causa) o si lo importante es el retrato que se hace de ésta.
Puede que fuera mi culpa, que tuviera un mal día... pero tengo la sensación que no soy el único que quedó con ganas de un poco más de claridad en la exposición de los motivos que conducen a los dos protagonistas (especialmente Seymour Hoffman) a actuar como lo hacen.
Osvaldo Denit
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9
19 de febrero de 2013
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Excelente. Cómica y angustiante casi a partes iguales, Ben Affleck logra acercarnos a un epidosio histórico que, si justo al empezar no avisara que está "basado en hechos reales", todo el mundo creería que se trata de un guión pasado de vueltas, una película de espías demasiado increíble. Y, a pesar de ello, se dejaría ver como tantos otros filmes de los años 60 o 70 que, lejos de convertir a los agentes secretos en superhéroes al estilo James Bond, tratan de humanizarlos en argumentos sin gadgets y en los que, casi inevitablemente, los malos son la propia agencia (sea la CIA o algún departamento desconocido y obscuro del gobierno). Quizá el film paradigmático sea "Los tres días del cóndor".
Pero aquí Affleck lidia con una trama verídica, que en su día se escondió y que fue desclasificada en la época Clinton. Y a esta historia, le sabe añadir un suspense in crescendo, a pesar de que empieza con la toma de la embajada americana de Teherán, filmando unas masas enfervorizadas que buscan venganza contra unos funcionarios que, a toda prisa, intentan destruir miles de documentos comprometidos. La tensión, por lo tanto, es máxima desde los créditos. Y sube, y sube y sigue subiendo... hábilmente cortada por el director con las capítulos americanos del argumento, a saber: la preparación de un rescate imposible con la tapadera de un film que una productora quiere rodar en Irán. El ácido retrato del mundo hollywoodiense consigue arrancar más de una sonrisa al sufrido respetable, que agradece que le devuelvan el aliento perdido en los capítulos iraníes. Obviamente todo lleva hacia un final que, como toda buena película de espías, hará sufrir a los espectadores, pero sin necesidad de recurrir a explosiones, tiros, sangre y persecuciones en bólidos golpeados mil veces... sino todo lo contrario, extremando los recursos cinematográficos sin salirse ni una línea de la verosimilitud, logrando así que, además de cortar el aliento, el espectador se emocione ante una dosis tal de realidad. O sea: ante una historia verdadera (por más que el guión la extreme) a la que no hace falta añadirle truco alguno.
Osvaldo Denit
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5
19 de febrero de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasan los días y en el recuerdo quedan dos cosas: una magnífica fotografía, con unos interiores cargados de esta semiobscuridad que nos retrotrae a una época sin luces de neón, fantásticamente captada; y él, claro: Daniel Day-Lincoln o Abraham Day-Lewis, llámenle como quieran. Supongo que la imagen, para el público americano, de este ídolo y padre la patria, icono del país, habitual en los bolsillos en forma de billete, hecho carne y movimiento, debe de haber sido tan bestial, que a Spielberg y al resto del film se lo perdonan todo. Sí: la película merece la pena sólo por él, incluso para los europeos que no tenemos al archifamoso presidente americano entre nuestras efigies de referencia. Y quiero suponer que para este mismo público yanqui, los capítulos y subtramas de este momento glorioso de su Historia deben ser tan conocidos y estudiados como la Guerra Civil para los españoles o la Revolución Francesa para los galos, de forma que la lluvia torrencial de nombres y datos y acciones alrededor de la aprobación de la 13a enmienda no sólo no cansan, ni aturden, sino que incluso son gratos de reencontrar en pantalla. Para los no familiarizados con la intrahistoria americana, la primera hora del film es, simplemente, incomprensible. Spielberg y su guionista dan por hecho que todo espectador sabe de qué le hablan, con lo cual, no se molestan en ser mínimamente pedagógicos.
Pero cuando, superada esta primera fase, empieza la búsqueda de congresistas susceptibles de cambiar de opinión, la trama no mejora, empeñado como está el director en mostrarnos la faceta humana del gran Lincoln: esposo abnegado de una mujer medio loca, padre preocupado y bondadoso, que sabe jugar con el hijo pequeño a la vez que se preocupa por el mayor, hombre con un sinfín de anécdotas que disfruta explicándolas y mostrándose cercano a todos sus colaboradores...
Simplemente, aburre. Y eso, contando con la reencarnación del homenajeado y los muchísimos recursos que tenía el director, es imperdonable. Y más después de una serie como "El ala oeste de la Casa Blanca", que sentó las bases para explicar los entresijos de la política como si fueran una película de aventuras o de espionaje. Tal vez el peor error de Spielberg fuera no pedir el guión a Aaron Sorkin. La grandiosidad de los personajes (de Lincoln y de todos los que le rodean, archiconocidos para su público, aunque aquí nadie sepa quien son) le pierde y, preocupado por recrear una atmósfera irrepetible, se olvida de aquello que siempre hizo bien: contar una historia.
Osvaldo Denit
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