La película retrata esta historia de una manera fría, distante, siquiera denunciando, sino mostrando, cómo es vista la sexualidad (no sólo la homosexualidad) según la comunidad ortodoxa, además de cómo se perjudica uno si no cumple con ciertas "normas de convivencia barriales". Yo nací en Israel, soy descendiente de judíos, he estado con personas de mi mismo sexo, y puedo decir que lo único que me provocó la película fue antisemitismo. La película plantea la homosexualidad como algo a lo que no hay que ceder: filosofía a la que ninguno de sus personajes parece oponerse. Aunque esta postura exista, no sólo dentro de ciertos grupos ortodoxos como cristianos, católicos y ateos, existe también una comunidad más abierta y dispuesta a razonar, lamentablemente esta película no es el caso. El director no se compromete con la temática, ni con los sentimientos. En ningún momento vi una historia de amor. Recomiendo ver "The Secrets" de Avi Nesher, que se acerca un poco más al tema, de lo que Tabakman se anima.

El bello Gael García Bernal, y la bella Michelle Williams, aprovecharon la gran oportunidad de protagonizar una película SUECA escrita y dirigida por uno de mis realizadores favoritos, el talentoso Lukas Moodysson. La historia transcurre en tres países distintos, retratando con mucho respeto distintas vidas y sus conexiones, o "desconexiones". Los arriba mencionados interpretan a una pareja que tienen una hija de 11 años que está siempre acompañada por su Nana Gloria frente la ausencia de sus padres ocupados en sus trabajos, mientras paralelamente vemos a los hijos de Gloria al otro lado del mundo transitando la misma soledad. ¿Quién más lo siente?
Increíblemente construida, yo había oído malas críticas y sinceramente no las comparto. Me alegro mucho de apostar al cine de autor y descubrir que una vez que pueden filmar con estrellas de Hollywood no se vendan a realizar lo que otros quieren, y siguen fieles a su propia voz. (No hay muchos casos) ¡Aguante Moodysson!

Posdata: Al parecer hay personas que no pueden leer más allá de la estructura, y piensan que todas las películas corales que son dramas y transucrren en países distintos son una versión de Babel, y no se dan cuenta que hablan de temas absolutamente distintos.

En resumidas diría que es la versión moderna y femenina de "400 golpes", sólo que más suave y con un ritmo que nada se asemeja a los tiempos actuales. Lenta, vamos conociendo a una niña de 11 años, su adaptación - o falta de ella - en una escuela, y su relación respecto a su madre. Claramente, más allá de la temática, hace gran referencia a la película de Truffaut, pero lamentablemente no adquiere suficiente fuerza para levantar vuelo propio, y después de la primera hora, lo único que sucede es que la película se arrastra por los suelos en busca de ser positiva, y dudo que alguien recuerde esta película unos días después de verla. Absolutamente olvidable.

Algo que me molesta, y que por suerte estas nuevas generaciones logran superar, es cómo grandes mujeres con grandes aportes, no son recordadas por sus méritos sino por ser esposas de alguien. Cuando en la escuela de cine me hablaron de la Nouvelle Vague se han nombrado a todos los directores hombres habidos y por haber, y jamás se dijo que entre los pioneros había una mujer: Agnés Varda.
Claro, también se habló mucho de su marido Jacques Demy, pero nunca se la nombró a ella, entonces cuando vi esta película, con un sentimiento de horrible ignorancia por nunca haber oído de esta mujer tan maravillosa, no me quedó otra que callarme y enterarme.
La película es un documental dirigido por ella, protagonizada por ella, y que habla de ella.
Reconstruye desde su infancia hasta su presenta, pasando por anécdotas cotidianas, familiares y laborales, haciendo uso de un despliegue de surrealismo e instalaciones que reviven los recuerdos.
Absolutamente entretenida e interesante, ya no va a ser para mí la esposa de Jacques Demy, sino que es Agnés Varda. Al fin, mucho gusto! Se las presento.

Aún no sé si Resnais hace con su título alusión a las drogas que tomó al pensarla, o a las drogas que se necesitan para interpretarla, pero de algo tengo plena convicción: adoro cuando alguien tiene muy en claro qué hacer con la cámara, y lo hace.
Yo sólo había visto sus primeras películas, y de pronto me estalló en el rostro un montón de color y un encuentro con el surrealismo. Me hizo acordar mucho a las películas de David Lynch.
La historia no es gran cosa, pero los manejos de la fotografía, el sonido y el montaje, hacen darte cuenta cuán desaprovechado está siendo el cine en las producciones puramente comerciales.
Viva el cine de autor!