Una nueva forma de sentir terror.

Algo dentro de los cables, la electricidad, la misma que le dio vida a Frankenstein, pero que aquí no hace cobrar vida a ningún monstruo, ella es la que tiene vida.

Ella es la que acorrala a una hermosa familia, con Roxanne Har como madrastra, una de mis actrices favoritas, con un montón de películas indie en su haber, vista como el objeto de deseo de Christopher Lambert en "Los inmortales", aquí dos años después de la gran obra de Rusell Mulcahy.

La electricidad tiene voluntad, y el pequeño lo sabe. El hijo del matrimonio, David (Joseph Lawrence) es el primero en sentir como los peones de esta señal, los latidos, dan vida a esta especie de inteligencia artificial que reclama la lealtad de los electrodomésticos y aparatos conectados a ella, como peones en su guerra para acabar con los humanos.

La segunda es la bella madtrastra, Ellen (Roxanne Hart) quien intentará aclarar lo que realmente pasa.

Así la historia familiar se convierte en una cacería. La electricidad contra el padre escéptico, Bill (Cliff de Young) lo cual traerá consecuencias.

Un latido es distinto a un pulso en biología, y sin embargo lo primero da como señal lo segundo y así, los aparatos se intentarán adueñar de la vida de los moradores de la casa.

Un thriller un tanto psicológico que si bien no pasará a la historia ha servido para ver otra forma de mostrar un terror que no tiene control.

El deseo de Blanche, la atroz voz de Stanley en sus fantasías, ah, la pasiva Estela, que encaja en todos los lugares, pero en ninguno.

De nuevo Tennessee Williams nos hace una muestra de su maestría a la hora de abordar el pensamiento femenino, con su maravillosa influencia de Antón Chéjov, como una mujer consigue sobrevivir en un mundo que le ha dado la espalda, creando su propio cuento.
Blanche DuBois la magnífica protagonista de esta historia, luchando Jessica Lange por lograr yo diría el personaje más difícil de su carrera, ya sea sobre las tablas o ante una cámara.

Y está tan bien caracterizada con Jessica Lange como lo estuvo con Vivien Leigh. Se supone que la versión de Marlon Brando debería de ser la mejor, pero no es necesario etiquetar nada, ya que ya la sociedad y la funesta época que nos ha tocado vivir lo hace de sobra con nosotros mismos, así que dejemos respirar al séptimo arte en estas lindes.

Son los personajes, no las versiones lo importante cuando se trata de las grandes obras de Tennessee Williams, y es así que Alec Baldwin no logra hacerme sentir acorralada, ni amenazada como Brando lo lograba, pues es como sí todas fuéramos Blanche en esta historia, o Alba en "Propiedad condenada" del mismo autor, y también llevada al cine de la mano de Robert Redford y la gran Natalie Wood en 1966.

Alba al igual que Blanche buscan ese refugio, ese mundo ideal que construyen entre las ruinas de su vida, pasando de ser meros objetos de deseo de miserables, para ser la reina del Nilo Blanche, mientras que su reino de Alejandría es la desvencijada casa de su hermana Estela en Nueva Orleans, y ser la reina de las nieves Alba, en el ferrocarril viejo y abandonado que su padre dejó con su nombre inscrito.

Esta versión está llena de sorpresas, con las actuaciones femeninas sobresalientes, Diane Lane ha sabido trazar a la hermana anodina, llevada entre la dependencia idólatra hacia un marido abusivo, como viene siendo tendencia tristemente aún, en la época actual, y su hermana y su pureza mancillada.
Así Estela es la quintaesencia de lo que "debería de ser". Aquello que encaja porque simplemente, debe hacerlo. Intenta ser fiel a su legado, y a su nueva vida. Sin mojarse, sin atender a consecuencias.

Estela es encarnada por Diane Lane de un modo más tierno y cercarno, más realista que en la versión clásica. Diane Lane vence a Kim Hunter en esto.

La maternidad no esperada, como resultado de la adoración al marido jugador y primitivo, como jamás he visto a una Blanche que le señale recalcándole quién realmente es.
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Es eso a lo que Stanley no puede sustraerse. a la rudeza de la verdad.

Que fantasía imaginar a Jessica Lange contra Marlon Brando, en una metáfora atemporal en el que se sobrepusiera la actuación en su modo más primigenio, sin estar supeditado a una época u otra.

Alec Baldwin desequilibra una balanza que vuelve a equilibrar la actuación de John Goodman como el potencial interés amoroso de Blanche, y en cierto modo la última esperanza de su cordura.

Pero la atadura a este mundo resulta demasiado dolorosa. Y Blanche debe soltar.
Blanche debe irse a sus tierras del Nilo. Jamás he visto a Jessica Lange, ya madura, soltar tanto lastre, despojarse de toda influencia maliciosa como he visto en otros papeles suyos, para ser simplemente Blanche DuBois.

Un deleite.

La ultima etapa de la vida del célebre autor de "Conan el bárbaro", "Kull el conquistador", "Red Sonja" o "Solomon Kane", contada según el libro de su mejor amiga, Novalyne Price, autora a su vez de los libros "One Who walked alone" (dedicado a su amistad con Robert E. Howard que cuentan como fue sus últimos años) y "Day of stranger".

Y es que el gran problema que veo en las críticas es que se toman esta historia entre el singular Robert Howard y Novalyne Price como un dramón romántico en serio.
Así claro que resulta decepcionante, porque la historia no va de amor.

Es como llamar a un peral manzano.

La amistad es una cosa, la amistad romántica otra, y el amor otra muy diferente.

Vicent D´Onofrio actor curiosamente relegado al cine B, con protagonismo secundario en películas ridículas durante su juventud, casi todas basadas en su carisma sexual como hombre apuesto, alto y fuerte al que las mujeres solo quieren para ser sus amantes, sin tomárselo demasiado en serio fue demasiado lejos.

Una figura como D´Onofrio bien llevado debería de haber sido un actor de los grandes, de los que dejan huella en el paso de la fama.

Si esta película se hubiera rodado hoy en día en vez de con Dan Ireland con Scorsesse o con Todd Philips el resultado hubiera sido muy distinto, sería considerado una película feminista ya que es la amiga de Howard, la maestra Novalyne la que cuenta la historia según su punto de vista, por momentos se me olvida quien es el protagonista aquí. Y es que Renée Zellweger está perfecta, en su mejor papel, sin histrionismo, sin drama barato, sin poner sus típicos caretos de Jim Carrey o su ñoñería en "Jerry Maguire", no me parece Zellweger una buena actriz, pero tiene química con D´Onofrio, con razón lo mencionó en su discurso del Oscar.

D´Onofrio borda el papel del errático Howard, un genio del pulp incomprendido por sus semejantes, amado por su círculo de Weird Tales, donde publicaba sus cuentos fantásticos y tenía a Lovercraft bebiendo de la palma de su mano, siendo su favorito.

Este actor plasma un Robert Howard sediento de esta nueva amistad, con ganas de salir de casa, pero pegado a su madre, desgarrado entre la nueva amiga que conoce, su literatura, y el mundo tal y como lo concibe: lleno de seres humanos malvados, toda esperanza perdida. Plasma sus manías, pero no cae en el histrión ni en la exageración mostrando a Howard como un auténtico chalado, y éste es su mayor logro.

Su amiga llega a su vida, y por ser la única mujer con la que trate en esos años es inevitable pensar en qué pasaría sí...si se hubieran casado, si hubieran seguido escribiendo...pero no es así tal y como funcionó.

El amor romántico lo sentí lejos, tal vez una amistad muy arraigada, ambos con ganas de estar el uno con el otro, pero del amor tan solo el tormento si es que hubo algo.

No se puede tapar el sol con un dedo. Pones en google "novia de Robert E. Howard" y sale el nombre de la que fue su mejor amiga y así lo reconoce en su libro. Ella compartió su literatura, de la que no era muy fan, pero que sin embargo la tenía hipnotizada. Sus paseos en coche, su visita al cine.

Y más cosas que hay ahí, que conformaron la amistad entre estos dos.

Novalyne no ofrece la visión de Howard al completo, pero sí visto desde afuera, con sus rarezas que ella disfrutaba, estar con otros novios la aburrían.

Él fue el licor más fuerte que vivió. Pero la audiencia toma su relación en un sentido en el que yo no he visto en la película, parece que no hemos visto la misma.

Yo no vi un amor desesperado, tan solo el dolor de no poder salir del cascarón por parte de él, y la desesperación de ella por no haber llegado a algo más, porque no había lo que tenía que haber....son una pareja bonita, pero no más que simples amigos, a pesar de que intentaran parecer diferente, ambos sometidos bajo la mirada atenta de esa comunidad tejana, donde un simple paseo era sinónimo de matrimonio.


Sin embargo está muy bien narrada la involucración de Howard con su entorno para crear a sus personajes, y la representación de ellos por él mismo, que deja a Novalyne con la boca abierta, como si viniera del cine. Es como llevarlo encima.

El complejo de Edipo de Howard, y el nuevo empleo de esta señora hicieron que su amistad quedase en pause, junto con la desgracia que venía de camino.

Es una película compleja, con ambos personajes muy bien dibujados, y una amistad sin embargo mal entendida, porque parecía que se cortejaban cuando tan solo pasaban tiempo y se sentían libres.

Si bien aún no he terminado de leer este gran libro de Dickens, y a pesar de que la adaptación del 2003 con Charlie Hunnam está mucho más llena de la luz y el optimismo que Charles Dickens quería dar a entender en sus libros, más la esperanza surgida del sufrimiento más letal (por algo era considerado el primer gran escritor social), esta versión de cine clásico posee unas interpretaciones que rozan la perfección.

Sobre todo la némesis de Nicholas, su tío Nickleby interpretado por Cedric Hardwicke, a quien recuerdo por "Salomé" y "Los diez mandamientos" entre muchas otras, quien pone toda su astucia, su codicia, y su maldad bajo una postura de hacer el bien a sus dos sobrinos, Nicholas y Kate, cuando quedan huérfanos de padre.

Diría que es una de las mejores interpretaciones de Cedric Hardwicke y la mejor de Derek Bond.

Es simplemente una historia que cuenta la realidad de los alumnos de algunas de las escuelas más infames de la época victoriana desperdigadas por Inglaterra, en concreto por Yorkshire, ya que en esa época te pedían el título para cualquier profesión excepto de maestro: cualquier rufián podía abrir una escuela, maltratar a los alumnos y sacarles el dinero a familias desestructuradas cuya crianza de ese hijo era casi imposible.

Así las aventuras de Nicholas comenzarán cuando su tío le consiga un puesto de maestro en uno de esos infames colegios internos, y a su hermana la convierta en la pieza de la lujuria de los poderosos y en una trabajadora de costura.
Sin ayudar, parece que ayuda. Remarca así el título de villano bajo una atmósfera de incluso amabilidad y generosidad, no siendo un villano tan obvio en Dickens como otros, Uriah Heep o Marley yéndonos hasta una fría Navidad hace muchas nochebuenas.

La búsqueda del amor, su confusión con la lujuria, el malvado siempre intentando aplastar al que intenta sobrevivir es un continuum en esta gran película en blanco y negro.

El resto de actores son perfectos para los personajes, y si bien este Nicholas no vibra como el de Hunnam, sí que vive aventuras con al menos la misma pasión. Resalta un Smike venido a menos, sin ser soñador, solo triste.

Elvira, la desposeída descendiente de una estirpe de poderosos brujos, que para su pesar viven en un pueblucho de hipócritas mojigatos que se enorgullecen de su llamada "moralidad", trabaja en la TV, pero es despedida, ya que el "toro" dueño de la cadena quiere "montar" esa noche, y así disfrutar de los encantos de Elvira, pero ella no está por la labor.

Su sueño es bailar y cantar en Las Vegas, y podría hacerlo, pero carece de los medios económicos, hasta que recibe la noticia de que su tía Morgana le dejó una casa en herencia.

Y es a golpe de pecho que Cassandra Peterson escribió este guion junto con dos colegas más, y en plena época punk se va al pueblo para tomar posesión, sin saber que un libro de hechizos será lo que le de el verdadero poder.
Al llegar allí toda la atmósfera histriónica que el personaje de Elvira irá conformando al chocar su liberalismo y su exudada sexualidad con las restricciones sociales y morales, subirá como un bizcocho, dando paso a situaciones tan cómicas como pelar al perro Algondoncito para que sea un auténtico macarra o buscar trabajo, mientras tus únicos amigos son los adolescentes del pueblo.

Y es que todos los hombres se mueren por los encantos de Elvira. Los lleva por bandera, con un deslumbrante vestido negro, y unos ojos grandes y pintados.
En la cúspide de su belleza Peterson nos regala un romance de verano, unos hechizos tan malos como macabros, un coche de última generación del que no paga ni la gasolina ni las averías, un show de cine de terror y destape, y un tío mago que será un coñazo.

Sexualizada absolutamente, es este personaje un icono de sex symbol y fatale woman, que no quiere, necesita ni puede ser discreta para conformar su persona y la provocación que va dejando, por encima del potaje de lombrices y de pasar por debajo de una escalera.

Es Elvira, la reina de las tinieblas una auténtica superviviente, que rodeada de carrozas, hace lo que puede dentro de su estilo provocativo, que pone cachondos incluso a los más viejos y venerables.

Dicen que es una película de serie B. Pero sin embargo retrata tan bien como "the dark knight", la sociedad hipócrita en la que nadamos, lo que hace cada uno pero que tapa, la oscuridad que hay dentro de las personas. Elvira saca esta parte a los del pueblo, por eso es un personaje carismático y aunque las bromas fáciles la hacen cansina, sus retaguardia se abre paso tras dejar la vanguardia cubierta.

Un icono para coleccionistas de los 80, indispensable.