El título del filme lo dice todo. Es una película sincera que da al espectador lo que busca. Hostia tras hostia hasta que Joe, Dolph Lundgren, se cepilla a todos los malos. No hay que tomársela en serio y es de agradecer que escaseen los diálogos por el bien del espectador.
La trama es sencilla. Las hostias de Dolph Lundgren y de escenario Rusia, la venganza y el secuestro de su presidente y sus hijas.

Defraudado me siento con “300: El origen de un imperio” que es muy inferior a su predecesora y de la que pocas cosas positivas conserva: Lo bien filmada que está, su estilo sangriento y de comic y sus espectaculares (exagerados) efectos especiales.
De esta secuela hay poco más que decir. Su historia está muy mal contada, se sostiene empalmando escenas de acción, y carece de épica. La narración es sosa y sus personajes son muy fríos, no transmiten nada, salvo Artemisa (Eva Green).

La valoro con un cinco porque cumple con su función de cine comercial: el entretenimiento.

After Earth es una triste versión de las relaciones entre el héroe americano y su hijo. La película no tiene pies ni cabeza, con un manido mensaje pseudo-ecologista: todo puede sobrevivir en la tierra, incluso los simios, pero no los humanos. La escena del águila gigante, salvando al niño, raya el ridículo más espantoso. Los diálogos padre hijo son para una parodia de humor.
Los protagonistas están encorsetados en sus papeles, sin transmitir ninguna emoción.
Lo mejor los paisajes y los efectos especiales, lo peor el guión. Recomendable sólo para los amantes incondicionales del cine de ciencia ficción, que sólo quieran ver espectáculo.
La mejor interpretación, se la daría al monstruo, pero queda superado por la manada de primates, la secuencia de la piedra que el líder de los monos lanza al niño expresa con exactitud el sentir del espectador.

Extraño spaghetti western donde la acción se sitúa en un pueblo al sur de España a comienzos del siglo XX. El largometraje consiguió burlar la censura, a pesar de tratar el problema de la tierra, los terratenientes y los explotados.

Ispansi tiene dos cosas buenas: la fotografía y la dirección. El resto pasa desapercibido, salvo el nombre del perro Lenin, y el hijo de la protagonista que parece subnormal perdido. No se puede explicar con otras palabras, es la única manera de comprender porque fue arrollado por un tren al comienzo del filme. Después del trágico suceso, el espectador que lleva un buen rato cazando moscas, tendrá que soportar la historia de Beatriz, amenizado por la banda sonora y los planos artísticos de un tren.

Imprescindible para todo aquel que padece insomnio.