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España España · Madrid
Críticas de citos
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Críticas 103
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
31 de octubre de 2018
55 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cosa queda clara cuando uno termina de ver “La maldición de Hill House”. Nos han dado gato por liebre. Esto no es terror, siquiera miedo, esto es un drama familiar de libro.

Realmente es meritoria la omnipresente publicidad que Netflix ha pagado para su nuevo “niño mimado”, en la que hemos contribuido los usuarios ávidos de producciones del género, cayendo en sus redes y creando un hype intenso que sin embargo y decepcionantemente, el producto final no lo merece (oh, sorpresa!) . Todos hemos visto noticias de dudosa credibilidad sobre gente anónima que ha sufrido mareos o ha tenido vómitos en su visionado o que los actores han quedado traumatizados tras su rodaje. Ni siquiera han sido originales en sus artificios propagandístico…. Cualquier cosa vale para crear expectación en el público. Una absoluta exageración expuesta en los medios, pagada generosamente por la productora. Parece que esa publicidad funciona, porque para la gente esto supone un reto, nos llama la atención, es el efecto “casa del terror” en el Parque de Atracciones: deseamos entrar aunque sepamos que va a ser una experiencia angustiosa. Y es que disfrutamos pasándolo mal, como si no fuera suficiente con leer las noticias a diario, que eso sí que es para ponerse a llorar.

El concepto inicial de esta serie de Mike Flanagan no aporta nada nuevo, sólo que han desordenado la secuenciación de los hechos. Tenemos una enorme mansión encantada donde se mudan el matrimonio Crain junto a sus cinco hijos de corta edad. La felicidad les embarga el primer día, los niños se pelean por elegir habitación, los padres sonríen ante la escena… nada nuevo bajo el sol.
Pronto nos encontramos con los “nada recurrentes” efectos del género: Puertas que no se abren, sótanos intransitados, fuertes golpes en las paredes, presencias fantasmagóricas de aspecto atroz que se aparecen mientras duermen, bichos que salen de la boca de los muertos… todo muy original como podréis imaginar.

No podemos pasar por alto que, tal y como indicaba al principio, aún con los sustos de catálogo del género que aquí se exponen, esta serie a fin de cuentas es sobre todo un culebrón familiar, con personajes que luchan contra sus monstruos internos (que se representan también externamente, donde cada uno ve el suyo propio). Un drama que podría haber encajado perfectamente entre los que las cadenas públicas emiten los fines de semana, pero al que han añadido una factura intachable a nivel técnico, con una fotografía y ambientación sobresaliente y un guión con más enjundia de la habitual. Sobresaliente ese capítulo 6 con el ya laureado plano secuencia de veinte minutos.

Los amantes del género no verán saciada su dosis de terror porque aquí aparece con cuentagotas. Sobre todo, tenemos mucho diálogo, que por supuesto es necesario para darle credibilidad y empaque a la obra, presentado en discursos reveladores que sus protagonistas, donde cada uno tiene dedicado un episodio, van desarrollando con lentitud exasperante entre frase y frase provocando en más de una ocasión el bostezo y la irremediable cabezada. ¿Era necesario conocer tan al detalle, y por partes, la evolución de cada personaje? No, no lo es, sobre todo cuando no todos los personajes despiertan el mismo interés en el espectador. En este punto, destacar la interpretación de Elizabeth Reaser, en su papel de Shirley, la hermana mayor “perfecta” y de la guapísima Kate Siegel como la más visceral de la familia, Theodora. Ambas se comen la pantalla. Sin embargo, otros personajes como el de Luke o la madre, se hacen más prescindibles y aburridos en el espectro global, siendo sus capítulos los más soporíferos y los que más "paja" tienen en toda la serie. El resto del elenco cumple sin más.

No sólo hay clichés en su formulario genérico de terror, también los hay en su concepción dramática. Personajes que han tenido una infancia traumática tras su paso por esa maligna casa y que debido a un acontecimiento trágico sucedido en su etapa adulta, empiezan a hacer terapia entre ellos para dar respuesta a las preguntas que nunca antes se han atrevido a formular.
Esto es muy evidente en el capítulo 8, donde la mayor parte transcurre en el interior de coches y las interminables conversaciones se suceden, pero en el momento en que empiezan a crisparse, aparece alguien para recordarles que no pueden seguir con esa actitud.

Así que una vez resuelto todo el embrollo en el último capítulo, al que llegas cansado, con ganas de que termine y con pocas expectativas de que la traca final cambie tu parecer de “menudo rollo me he tragado”, uno confirma esa sensación decepcionante, porque no hacía falta alargar esto hasta la extenuación y porque en una historia coral, es hartamente complicado hacer que todos los personajes salgan airosos. Se podía haber contado más con mucho menos. Quizás si el concepto hubiera sido diferente, como por ejemplo, centrar la atención en los papeles más relevantes, que más tengan que decir y por supuesto dejar de lado el dramatismo protagonista e innecesario que impregna toda la obra, para otorgar a la historia un empaque más dirigido al terror, probablemente habría ganado más puntos.

A mí me ha resultado mucho más terrorífica la serie de “Heridas abiertas”, pero claro, cada uno se impresiona con lo que quiere.
citos
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3
19 de octubre de 2017
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Annabelle, o Bee, para los amigos más cercanos, es una muñeca de lo más chunga que tiene un odio metido dentro que no se puede quitar de encima. Lleva contenida la tira de años y aprovecha que la ocasión se la pintan calva para resarcirse y entonces sale del armario con más fuerza que Boris Izaguirre.

Por ahora, cuento esto, más en el spoiler.

La película prometía... prometía que te la colarían y así ha sido. Aunque las niñas son muy monas y actúan dignamente, la historia hace aguas por todos los lados y ni los efectos especiales ni nada de lo que destaque salva este chaparrón.

Funcionan los dos sustos que te llevas, pero el guión en sí es de un absurdo que eso sí que asusta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
citos
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3
29 de setiembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como fiel seguidor de los films de Ozpetek, me duele tener que otorgarle una puntuación tan baja, y dando gracias. Poco se atisba de la genialidad fílmica de "La ventana de enfrente" o la comedia amable de "Tengo algo que deciros".

"Magnifica presenza" es un film con un guión paupérrimo. Carente de chispa, la película decae por segundos a saltos vertiginosos hasta estrellarse en los minutos finales. La trama se muestra insufrimeblemente aburrida en la mayoría del metraje. Lo que en buenas manos podría haber sido una historia de peso, porque la historia tiene su aquel, se queda así en algo liviano que deja al espectador indiferente. Vuela hacia la comedia pero no consigue despegar los pies. Bucea por rachas en el drama, y no existe el mínimo atisbo de conmoción.

El director no profundiza ni en su protagonista, y eso es lamentable. Todo lo que se nos plantea son pedazos con los que intentamos construirnos un personaje, y aún con todo el esfuerzo, nos faltan los brazos y las piernas. No hay forma de terminarlos con tan poca información.

Uno se queda frío, como los fantasmas (pocas veces se han visto unos fantasmas más "humanizados" como aquí) e impávido, como las escenas forzadas de humor que más que otorgarle vida al film le hace sonrojarlo más.

El espectro de Ferzan, en algunos planos escuetos y en la música (más sobria que nunca, aún incluyendo un tema de Lucho Gatica), parece que ha sido el que ha dirigido esta película. No el Ozpetek que conocía y disfrutaba.

Prescindible trabajo. Una pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
citos
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9
17 de noviembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Mike Mills es una oda a la vida, a la vida que se disfruta, que no deja que nos consumamos y que nos lanza hacia delante.

Padre e hijo, Hal (Christopher Plummer) y Oliver (Ewan McGregor) han estado siempre confundiendo sus deseos y aspiraciones hasta que algo les hace explosionar. Hal es gay, ha estado casado toda su vida reprimiendo su homosexualidad. Ha sido feliz, lo quiere dejar claro, ha querido a su mujer como a nadie, pero no ha podido experimentar el amor verdadero en todo su esplendor.

Oliver abandona a las personas, huye del compromiso, ha tenido varias relaciones con chicas y cuando ha llegado el momento del asentamiento, ha salido por piernas. Con 38 años y tras el fallecimiento de su padre, algo cambia en él. No deja de pensar en lo que ha sido el matrimonio de sus padres y tras ser testigo de la felicidad que su padre pudo vivir en los últimos años de su vida, cuando le reconoce que es gay tras haber fallecido su madre, se da cuenta de los errores cometidos en el pasado y analiza su comportamiento. Aquello que en su día parecía lo más sensato, huir de los problemas aún cuando ni siquiera se habían producido, ahora lo atribuye a equivocaciones.

Oliver conoce a una chica en una fiesta de disfraces. Ella se marchó de su casa con 16 años y ha vivido en infinidad de sitios. También rechaza los lazos afectivos, ha dejado todas sus relaciones y valora su estado de libertad como lo que más.

Se encuentran dos personas que se necesitan, que imploran el contacto humano, se gustan y se entienden, pero hay algo en ellos que les impide estrechar su relación, y es esa experiencia acometida en los días atrás lo que les provoca no luchar por lo que quieren.

El padre de Oliver no se rindió, buscó la felicidad hasta el último minuto de su vida. Quería encontrar leones pero se conformó con una jirafa. Así se lo dice a su hijo, y lo que vale para el padre vale para Oliver.

Lo que más nos atrae en el mundo es un león, fuerte, seguro, protector, hermoso. Si se nos cruza por la estepa una jirafa, con todos sus defectos y virtudes, ¿por qué no vamos a aprovechar esa oportunidad? Hal ya no está para leones, así lo reconoce y así se lo hace ver a su hijo.

En "Beginners" todos empiezan a amar a una edad tardía, empiezan a reconocer el verdadero significado del amor, lo que significa dar y recibir, valorar ambas acciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
citos
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3
15 de junio de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El señor Shyamalan ha vuelto a engañarnos, nos la ha vuelto a meter doblada.
Envuelta en un suculento envase tentador y una trama que promete nos presenta otro bodrio sin pies ni cabeza que es una clara ofensa hacia la inteligencia del espectador.

Aunque comienza con soltura y arrojo, cuando esperamos encontrar una razón ya no de peso, sino con algo de coherencia, ante los sucesos mostrados, vuelve a insultarnos a la cara, a dejarnos como unos estúpidos y a dejarnos con la boca abierta. Sobran diálogos cargantes, como los momentos de celos de la pareja protagonista y le falta algo más de chicha, más tensión. Con la buena historia que tenía por delante y qué mal la ha sabido representar.

No pierdan el tiempo, es una película patética.
citos
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