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Críticas de Lucas Liz
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Críticas 132
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
16 de noviembre de 2013
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Este thriller discurre entre el suspense y el escalofrío aprovechando para ello el gancho inicial de los tonos de llamada de un teléfono, elemento siempre recurrente y que no lo vamos a negar, siempre sobresalta y genera algo de angustia. Esa recurrente aplicación de elementos comunes le elimina cualquier intención de originalidad, si es que la hubiese en principio; sonido telefónico, angustia o desesperación de un secuestro o situación límite a través del teléfono, persona afectada por un caso al que se tiene que volver a enfrentar y contra el que se revelará, etc.

La historia hace aguas en algunos puntos (como en el planteamiento y descripción de un villano extraño, inexplicado y casi de dualidad inverosímil) y cae en tres o cuatro casualidades necesarias para el transcurrir de la cinta, pero ante las cuales casi te da la risa, por incredulidad hacia lo que estás viendo, decepcionado por la falta de originalidad y la inventiva reflejada en el guión; plagado de lugares comunes.

Entre lo positivo destacamos la tensión generada y el cómo se consigue sostener en un nivel medio, pero sin decaer prácticamente nunca, aunque para ello recurra algunas trampas y a tópicos del genero. Es lo que es y tampoco pretende ser más. simplemente lo prometido; un producto de bajo presupuesto que busca un entretenimiento sencillo que enganche desde el principio y consiga evadirte de tu cotidiana vida. Podemos decir que lo consigue, aunque falto de clase y calidad, además de adolecer de imaginación o inventiva alguna alguna. Se la podría tildar de fácil efectismo convencional.
Lucas Liz
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4
8 de noviembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simpático cartel repleto de sonrisas, lo que a priori puede hacer pensar en alegría, felicidad, complicidad e incluso comedia. No obstante, el comienzo de la cinta es pausado y lento, lo que no hace presagiar unos minutos entretenidos de cine, pese a los intentos de la vecina “loca”, que parece empeñada en sacarnos una sonrisa, aunque sea soltando barbaridades por su boca.
Todo nos va conduciendo hacia el más profundo aburrimiento. Pero entonces, aparece el personaje de Sam Rockwell llenando la pantalla y acertando en todos sus diálogos y en todos sus gestos; magnífico. Él sólo es capaz de levantar la película y enganchar al público, que hasta ese momento todavía se encuentra preguntando el porqué de la elección cinematográfica. Esta aparición consigue desviarte de la problemática familiar y del tono bajo de la cinta, para involucrarte y centrarte únicamente en sus apariciones, revelándose como el completo protagonista (en alma) de la película. Ese cuarentón excéntrico y alocado que dirige un parque acuático desde la no dirección y se convierte en amigo a la vez que en educador. Una figura paterna que el joven necesita y busca, pero que por desgracia no tiene, ni en su padre ni en su padrastro. Éste último más que ayudarle, por momentos le hunde. Curioso es que la figura de Owen se convierta en educador “responsable” desde la más completa irresponsabilidad; aunque suene paradójico, con su inmadurez aporta las dosis de vitalidad y madurez que el adolescente necesitaba.
En cuanto a Sam Rockwell, sin duda lo único notable de la cinta, sólo podemos decir que si otras veces ha sido criticado desde este espacio, en esta ocasión da forma a una completa interpretación llena de gestos, diálogo, risas, gestos, ironías, etc. Simplemente sobresaliente, Sam. Si tantas veces te hemos "apaleado", hoy sólo podemos quitarnos el sombrero ante ti; nos alegraste la tarde, nos alegraste la semana, nos alegraste el mes, sacándonos ese millar de inocentes sonrisas. Gracias.
No obstante, no perdamos el norte ni nos dejemos nublar por el único mérito del film, al que le acabamos de dedicar un ya excesivo número de palabras. Sin ese papel y sin esa interpretación, la cinta sería vulgar, tediosa y monótona, cual serial dramático de la más aburrida de las sobremesas; sin frescura alguna y excesivamente familiar. Aburrida, típica y "plana". Encasillada y tan encerrada en los tópicos, salvo el final, que llega a asfixiar en su decadencia.
Sin abrumarles con más vocablos y vacías oraciones subordinadas, nos despedimos diciéndoles que en el cine la pueden evitar, y como siempre decimos, déjenla para el salón de casa, que un hueco siempre lo puede rellenar. La nota se la lleva única y exclusivamente por un genial Sam Rockwell, al que desde aquí le volvemos a dar las gracias. El resto de la cinta es pobre.
Lucas Liz
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3
5 de noviembre de 2013
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya saben no es este semi-dios de la mitología nórdica una de nuestras preferencias cinematográficas, aunque la primera entrega fuese motivo de reseña en este espacio, saliendo, por cierto, bastante mal parada. Disfrutada aquella desde el confortable sillón de casa, ya nos sugería que aproximarnos a cualquiera de las entregas de la saga en el cine podría dar algo más de juego (tampoco pensábamos que mucho más o que pudiese modificar nuestras sensaciones al respecto), donde la espectacularidad de Asgard podría merecer la pena. A ello le sumamos el 3D, del que tampoco somos fanáticos, no obstante, después de Avatar, ésta será la segunda cinta que vemos en este formato. Pues bien, qué quieren que les digamos, más de lo mismo; los mismos santos con las mismas telas.
Por un lado, es una pléyade de efectos visuales y sonoros tratando de esconder la falta de guión. Por otro, una pléyade de figuras del celuloide (Hopkins, Russo, Portman, Hemsworth, Skarsgard) que trata de esconder la falta de buenos personajes. Todo fuegos de artificio, detrás de los cuales no hay otra cosa que el más profundo de los vacíos, por mucho que se quiera edulcorar con ingredientes cómicos (incluido ya el recurrente y obligado cameo de Stan Lee), con amorío de por medio o sucedáneos de trama de disputa familiar. Manejan grandes presupuestos para disponer tanto de los efectos como de las estrellas, pero una película no se construye sólo con eso; desde luego que puede ayudar (a la par que esos elementos pueden suponer un gran reclamo), pero se necesita una buena historia y las dosis de maestría necesaria para recogerla correctamente, montarla y hacerla llegar a nuestras pantallas. Toda esta última parte brilla por su ausencia en este despropósito desprovisto de cualquier indicio de mesura.
Esta nueva entrega del mega-proyecto The Avengers centrada en el hombre del martillo, sigue los mismos derroteros que la primera, y se ubica muy lejos de aquel gran ejercicio de entretenimiento audiovisual que nos brindó la primera entrega coral que juntó al peculiar grupo de superhéroes. Ésta cae un los mismos pecados que su predecesora, a los que hemos de añadir alguna coincidencia imposible de creer a la que el guión nos castiga. Craso error. Y es otro de tantos. Lo único que rescatar es la aparición de Tom Hiddleston como Loki, dando el cinismo y la fuerte presencia necesaria, como contrapunto al personaje protagonista.
Si son incondicionales, acérquense a verla, les gustará, posiblemente. Para no asiduos, ahórrensela. Para no iniciados, déjenla a un lado porque les hará aborrecer aún más el género.
Lucas Liz
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4
5 de noviembre de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pseudo-thriller sin recorrido alguno que pronto se nos olvidará, sin dejar en nosotros más que unos alentadores comienzos; un agónico y sin cabeza transcurrir más un desenlace reconocible y lleno de lugares comunes, la ensombrece por completo. Prometedora e interesante al principio, pero que se va desvaneciendo llena de mentiras.
El espectador se queda tan frío y helado como el paisaje que acompaña al transcurrir del tren por las gélidas tierras siberianas.
Nuestra segunda aproximación a la cinta fue igual de infructuosa que la primera. Veredicto; prescindible a todas luces.
Lucas Liz
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2
5 de noviembre de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo último, y para nuestra sorpresa, aún más horrendo, de Jason Statham. Esta exposición de venganza y mamporros está hecha para su exhibición y disfrute, poniéndole a bailar a su lado a una "buenorra" pero venida a menos J Lo, cual mono de feria bajo los efectos de la rara mezcla de ansiolíticos y LSD; todo un despropósito. Por si fuese poco, ahí tenemos a Nick N-OL-te, regando la cuestión con ese elixir que al parecer le es tan propio (-OL, sufijo propio de los derivados alcohólicos).
Lucas Liz
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