Hay muchas escenas vergonzantes. Algunas incluso "denunciables" al director y guionista. Veamos. Al inicio la periodista experta le enseña a la periodista joven y sin experiencia que a cubrir conflictos siempre se hace con chaleco y con casco. Bien.. 40 minutos más tarde, en una refriega en un pueblo perdido entre 10 combatientes de ambos bandos aparecen todos los miembros del elenco periodístico de la película con el consabido chaleco y casco...

Ahora viene lo mejor. Escena final. Batalla final. Tanques, bazucas... balas por doquier... ¿adivináis cómo aparecen los periodistas en el conflicto más duro y peligroso de la película? Pues eso.. sin casco. Lamentable tomadura de pelo del guionista y director.

Hay tantas escenas vergonzantes que voy a detenerme en la final. Esa en la que Patel, el "Monkey Man", se presenta en el edificio de los malotes y reparte estopa a diestro y siniestro. Unas simples clases de golpear un saco lo han convertido en un asesino implacable y eficiente. Además, y aquí viene lo vergonzante, va acompañado de unos/as gerreros/as que en una secuencia pasan de ser simples "monjes/as" a luchadores/as expertos/as asesinos/as. Acaban, sin pestañear, con un "ejército" de asesinos experimentados sin prácticamente tener bajas. IMPRESIONANTE!!!! Sí señor.

Va siendo hora de bajar de sus pedestales a estos "genios" que se creen capaces todo.

El inicio es espectacular. Una presentación de Roger Sharpe en plan irónico que intenta sentar las bases desde el primer momento de lo que es un biopic con rigor, a una película basada en "hechos reales", por lo menos parcialmente y en un porcentaje bastante bajo.

El elemento menos desarrollado, habría dado para mucho más, es la creación del libro dedicado a la historia del Pinball y sus creadores. Una pena que el guion no haya afianzado esta parte de la historia, editorial incluida, para conseguir llegar con más claridad a los "retroseguidores", que los hay a millones, de este tipo de historias.

Finalmente suspender la historia amorosa del protagonista. Algo que sin duda ha sido incluido por exigencias de algún productor, ya que ni el mismo Roger Sharpe acaba de creerse ni, ironiza sobre ello, a lo largo del metraje.

La peli plantea la llegada de emigrantes sirios que, efectivamente, sufren en su país una guerra y una dictadura a las que los manifestantes de fin de semana de las islas británicas y resto de Europa no parecen prestar la más mínima atención. Pero ahí está Ken para solucionarlo.

Lo que nos cuenta Ken, perdón, ilustra, es que los que reciben a los inmigrantes en una ciudad minera venida a menos, es que todos ellos, niños incluidos (no hay piedad Ken) son unos putos racistas. Sí! putos... porque son la versión más intolerante de los ciudadanos de las Islas. Pero ahí que llegan estos sirios, que son todos un encanto, sobre todo las mujeres que son las que soportan este pésimo guión, y se dedican a abrir las puertas de sus casas a todo el que pase frente a ellas (no como los racistas británicos, que los expulsan como basura invasora), a dar las gracias por casi cualquier cosa "shukran" y a ofrecer té y pastas, cuando en la película dejan claro que no tienen nada... bueno, nada nada.. .tienen alojamiento, ayuda social.. y no habla nada, curiosamente, de ayudas económicas.

El inicio de la película plantea la clave para entender lo que Ken intenta inyectarnos en vena: el racismo. Una siria hace fotos desde el autobús que les trae a su nuevo hogar, a esa ciudad racista hasta decir basta... mientras uno de esos racistas le recrimina que le haga las fotos con una actitud pues muy de hooligan inglés (nada nuevo). Bien, pues en vez de adoctrinar a los recién llegados de que quizás no es buena idea fotografíar sin pedir permiso... noooo!! lo malo resulta que es encararse con la susodicha y romperle parcialmente la cámara en una disputa.

Finalmente aplaudir el paupérrimo final que Ken da a tanto rollo integrador. Una muerte que todo el pueblo, incluso algunos racistas arrepentidos, sienten en lo más profundo de sus jardines. Allí que aparecen frente a la vivienda de los sirios ramos de flores y más ramos, en señal de profundo respeto por un sirio al que no conoce nadie ni se explica bien su muerte y qué lo había provocado.

El viejo Ken, perdón, el viejo roble es ya sin duda un pub digno de no ser visitado y de no pedir en él una birra... porque señores, esta película es una BIRRIA.

pd: Ken, intenta hacer una pelicula al revés. La idea sencilla. Unos europeos, cristianos hasta el tuétano, son enviados a Siria o cualquier país árabe de la zona. Seguro que de entrada les ofrecen casa, comida y "solidaridad" de la buena.

Hay tantísimas escenas vergonzosas, que me quedaré con la siguiente:

Tiroteo final. El protagonista está a punto de ser ejecutado por el malo pandillero. En ese momento aparece "milagrosamente" el poli que había sido ametrallado y que tiene cara de sufrir almorranas para salvarle el pellejo. Es decir, que toda la venganza tenía como objetivo matar al menda, y en vez de matarlo el prota y consumar la venganza, lo hace el poli moribundo. Lamentable.