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Críticas de John Dunbar
Críticas 707
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de diciembre de 2021
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Sam Mendes vuelve al terreno belicista. Para '1917' construye una tortuosa travesía llena de minas a salvar por dos jóvenes soldados británicos.
Ya pronto, nos quiere meter en harina y sin tiempo para preámbulos, nos pone de lleno en la contienda con un principio delator y su largo plano secuencia que nos hace pasar al barro de las trincheras, un recorrido que supone ciertamente un augurio del que nada sospechamos que se convertirá en el contexto, por de pronto, seguro, en donde presto conocemos la identidad de los imberbes soldados. Como si el destino les comunicara, 'la guerra está ahí fuera, esta es vuestra hoja de ruta a partir de este mismo momento si estáis dispuestos a seguirla', se les encomienda una misión suicida que pondrá a prueba la valentía y la fe de ambos.
La salida a campo libre que el inicio del curso nos hace seguir, se manifiesta como metáfora para los soldados Schofield y Blake, quienes aún verdes al resguardo de la realidad, su trinchera será el parapeto que todos veremos cada vez más lejos. Sentirás la desprotección como tuya propia, como el polluelo que bate sus alas por primera vez lejos de su madre y su nido. Esta vez, los depredadores vendrán al vuelo y silbando, o simplemente, por un desgarro afilado cual mordisco, enemigos incesantes y siempre al acecho que a uno obligan a no detenerse porque, una vez iniciado el vuelo, ya no hay marcha atrás.

Para Mendes, solo existe el recorrido y el acto de supervivencia a través del mismo, la actitud que se aprende por el camino abrupto y del que no existe otra vía más que seguir adelante con final incierto y tembloroso. La mirada a un momento de la guerra, de la llamada Gran Guerra, como otro cualquiera, un seguimiento personalísimo ya aspectado en alguna otra ocasión semejante, que no repara más que en el portador del mensaje y su cometido, y mientras salvamos el pellejo como la diosa fortuna propone por más de una vez, encontrando amigos y enemigos por igual a lo largo del camino, deseamos que esta pesadilla acabe cuanto antes, por mi bien y el de los míos (o sea, mi bando) llegando a buen recaudo. Maldita la hora.

De ritmo trepidante vivido como por etapas de resistencia. Dolorosa y sufrida, su imagen del caos de la batalla es real y sin prerrogativa de gracia. Como ha de ser.
John Dunbar
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6
16 de diciembre de 2021
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El exorcismo de Emily Rose es uno de esos pocos exorcismos constatados por la Iglesia sobre cuyo desenlace recayeron responsabilidades penales, un señuelo de dimensiones poco excusables para ser contado, algo que en la práctica se ha convertido en un extraño contrasentido. La película bascula entre su parte terrorífica y su parte procesal y no termina de aferrarse con firmeza a ninguna de las dos. Muestra de ello es que el hilo conductor es Emily (Jennifer Carpenter), utilizada como un expositor de la verdad o la mentira para acabar siendo la abogada del caso Erin Bruner (Laura Linney), la auténtica protagonista de este anormal cruce de estilos.
Como el juicio termina por ganarle el terreno al hecho, todo acaba por afrontarse como un proceso en que cobran más vida los estigmas presentados por el sacerdote Moore (Tom Wilkinson) y los familiares de la pobre Emily, que aquellos que la mayoría persiguen tras su elocuente gancho publicitario. Una publicidad que termina siendo engañosa, dejando, después de todo, lo misterioso en manos de lo terrenal y dando a medias lo que parecía prometer para quien fuera buscando exorcizar demonios, terminando por dejar una insatisfacción a dos bandas.
Los flashbacks sobre los que recae todo el juicio son espeluznantes, es indudable. Sin embargo, e imagino que haciendo honor a la verdad, nada en torno a la figura de Emily Rose y lo que verdaderamente pasó con ella se llega a desvelar. Para los escépticos será esquizofrenia y para los devotos será posesión. La pregunta que se hace es ¿y tú que crees?
John Dunbar
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6
29 de noviembre de 2021
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Nos habla de una huida y nos enseña lo que es el sufrimiento. Después de un intento fallido de sabotaje por parte de un grupo de hombres de la resistencia en la Noruega ocupada por los nazis, se centra en destapar la historia de la fuga del único de aquellos hombres que logró escapar.
Hay un énfasis especial en cubrir dos acciones: por una parte, la que es evidente, la propia fuga de este combatiente llamado Baalsrud y el suplicio en que la misma se convierte. Del otro lado, se encuentra la persona que convirtió esa huida en algo personal, en una caza al hombre; el oficial alemán que en su empecinamiento sin tregua hace posible que todo termine reducido a una persecución relegada para la posteridad y transformar el martirio de aquel hombre anónimo en toda una hazaña.
Tanto nos da de supervivencia como de orgullo, aunque lo que evidentemente más llama la atención es la ardua tarea en que se convierte el mero acto de sobrevivir al asedio sometido bajo unas condiciones climáticas y anímicas extremas. Contando con la inestimable ayuda de los lugareños a riesgo de sus vidas, el factor fortuna le acompañará con ambivalencia desesperante a lo largo de su periplo, encontrando la verdadera resistencia lejos del frente.

Una proeza imprevista vivida con máxima desazón.
John Dunbar
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7
29 de noviembre de 2021
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Retrato canalla de las películas de espionaje materializado como solo puede hacer la animación. Lance Sterling (Will Smith) y Walter Beckett (Tom Holland), quienes, por cierto, son caricaturizados facialmente sobre sus respectivos personajes, son el mundo ideal vuelto del revés. El primero es el espía exacerbado por antonomasia, resolutivo y sin mácula; un éxito demasiado perfecto para ser cierto. El segundo es lo mismo, pero en versión 'animal de laboratorio'; un bicho raro lejos de cualquier reconocimiento social, es decir, la antítesis de Sterling. Tan opuestos como complementarios, lo inesperado les obligará a trabajar juntos.
Una ocurrencia genial con la propuesta de que mente y cuerpo disociados son dos caras de la misma moneda condenados a entenderse, en la que 'Mister Perfecto Sterling', frustrado e imposibilitado al transmutar en paloma, un chiste con alas a estrenar, queda relegado a la ayuda forzosa de quien hizo posible su desgracia, Beckett. El tándem imposible que se ve en el deber de salvar el mundo, tanto como así mismos.

¿Alguien se imagina a Bond, James Bond, secundado por Q? El mundo de la animación lo ha hecho posible.
John Dunbar
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6
28 de octubre de 2021
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'Waterworld' fue desde el inicio una obra ambiciosa y acabó convirtiéndose en un descalabro absoluto a nivel presupuestario, es por eso que, aquella que llegara a ser la película más costosa sin haberlo propuesto, fuera también uno de los mayores fiascos de la historia. A la pobre no le faltó de nada: huracanes acabando con decorados para encarecer el producto y alargar el proyecto, un rodaje complejo en el agua... y, por si fuera poco, además de no haber recuperado prácticamente nada de lo invertido, la crítica también se cebó con ella y con su protagonista, Kevin Costner, que siendo malicioso, quiso ser estrella y acabó estrellado. Fue galán, fue héroe y quiso también ser único, en pos de su proyecto megalómano imaginando un mundo rodeado de agua lejos de llanuras plagadas de 'tatankas', saliéndole toda intención errada como un tiro fallido de su viejo rifle Winchester.

Todo esto en cuanto a aspiraciones y consecuencias, con mucho de ambas, aunque en direcciones manifiestamente opuestas; pero yo quiero romper una lanza en favor de éste roto. Sí, porque a pesar de pesares, la magnitud del esfuerzo supone una aventura incomparable, básicamente porque no hay otra igual, lo que no le resta un ápice de esparcimiento a lomos, no de un caballo como más acostumbra Costner, sino de un trimarán muy ocurrente diseñado para la ocasión, tripulado por un marinero (el mismo Costner) de aspecto rudo y muy poco hablador. Las andanzas que le deparan a protagonista y nave transcurren sobre una distopía acuática, con cierto aspecto bíblico ahondado por el propio hábitat en el que se desarrolla adquiriendo un énfasis más realista, y, si se me permite la expresión, bajo esa búsqueda constante de la tierra prometida.

Atolones que alojan pequeños rastros de civilización, piratas a bordo de motos acuáticas liderados por un Dennis Hopper entre lo cruel y lo satírico y un antihéroe hecho de agallas y pies palmeados, forzado por las circunstancias a ser un rescatador improvisado. Tanto es así, que el romance, de aquella manera, hecho a la medida áspera del mundo que habita, tiene también su espacio obligado, porque hasta en la rareza más rara, todos tienen su corazoncito y una recóndita disposición a poder entregarlo a quien buenamente desee el hilo conductor, que no es otro que ser el resultado de la persecución de un fin mayor.

Y el resultado, el real, es que más allá del fracaso se esconde un relato aventurero, una epopeya más grata de lo que los números dicen, que termina por conseguir que uno eche de menos la tierra tanto como los pobladores de ese inhóspito mundo marino. No es broma.
John Dunbar
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