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Críticas de FATHER CAPRIO
Críticas 641
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de junio de 2009
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque también suelo caer en las redes de las parafernalias presupuestarias, los efectos especiales y el bombo y platillo con que se revisten muchas películas, especialmente las actuales, no condicionan demasiado mi valoración. Las buenas vibraciones que me dejan algunas películas no guardan relación directa con el número de codiciados papeles con la imagen de George Washington u otros prohombres ilustres, que se han invertido. Todo lo contrario, cuantos menos billetes mi admiración aumenta en progresión geométrica.

En estos tiempos de crisis, un director como Edgar G. Ulmer es una apuesta segura. El rey de la serie B es el ejemplo perfecto de como sacar el máximo rendimiento a los pocos euros de que se dispone (o dólares, que viene a ser lo mismo). Revisar sus películas es toda una lección de economía. Fíjense que para rodar El ser del planeta X se aprovecharon (¡aquí no se tira nada!) unos decorados anteriores, de Juana de Arco nada menos. Claro que las campanas de Orleans seguramente se reconvirtieron en modernas naves espaciales con lucecitas intermitentes y otros adelantos futuristas.

De todos modos, mi admiración y mi reconocimiento a Ulmer por una historia que hoy nos parece nimia y totalmente desfasada pero que, en los años treinta, cuarenta e incluso cincuenta no lo era. El pánico de los habitantes de Nueva Jersey por la invasión extraterrestre y La guerra de los mundos (Orson Welles dixit) estaba superado solo a medias. El espacio, en el año 1951, era una incógnita y estaba lleno de planetas X. La carrera espacial y el Sputnik soviético no llegarían hasta 1957 y hasta que llegó George Lucas con su Star Wars en el 77 arrasándolo todo, especialmente nuestros primigenios miedos y nos familiarizamos con alienígenas, galaxias, clones, etc., los espectadores, allá en la oscuridad de los cines tendrían su gusanillo interior incluso ante extraterrestres tipo El dormilón de Woody Allen.

Hoy, ciertas científicas afirmaciones, producen risa en lugar de inquietud. Decir que el planeta no va a chocar con la tierra, al menos no totalmente, y solo va a producir huracanes y maremotos pues, visto lo visto, ¡las cosas que hemos visto, eh, sir John!, no es poca cosa precisamente. Pero somos proclives a la disculpa. Tal vez si en el 51 se hubiese sabido lo que hoy se sabe, las cosas serían de otro modo y el futuro que nos espera, quizás también...
FATHER CAPRIO
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7
13 de noviembre de 2006
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine,con los años, se ha ido enriqueciendo de efectos especiales, de planos y escenas que no hubiesen sido posibles sin la aportación de la informática. Pero esta película es cine en estado puro... donde lo que nos interesa no es una espectacular persecución de coches ó una caída libre sobre la cordillera del Himalaya.
Aquí, lo interesante es Paul Muni, la historia que escenifica para nosotros. La crítica que supone del sistema de justicia de un país que presume de avanzado en lo social. La crítica de una clase política absolutamente cínica y falsa. La crítica incluso de una sociedad y de un llamado cuarto poder que contemplan casi indiferentes el drama de un hombre que trata de redimirse con esfuerzo de un delito que no cometió.
Desconocía que esta película supuso cambios en el sistema carcelario estadounidense. Es un fantástico epílogo a una producción que consigue lo que pretende, denunciar el sistema de "injusticia "y oprobio de los años de la depresión.
Y lo consigue sin alardes. Solo con cine en estado puro.
FATHER CAPRIO
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5
29 de abril de 2009
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 44 Robert Siodmak ofrece dos de cal pero también una de arena. Junto a las excelentes El Sospechoso y La dama desconocida, Siodmak nos "cuela" Cobra Woman (La reina cobra) colorista pero chirriante trabajo con la dominicana "ciclón caribeño" María Montez en una interpretación dual junto a John Hall, habitual del género de aventuras orientales especialmente recordado por Huracán sobre la isla de John Ford, Sabu y Lon Chaney Jr.

Es probable que el período bélico vivido por toda la sociedad norteamericana propiciase de algún modo un tipo de cine escapista alejado de problemas. Cine de fácil digestión y de palomitas a discreción. Es evidente que en Siodmak había calidad para muchísimo más. Justo en 1945 filmaría La escalera de caracol, otro film excelente y Pesadilla, nunca una taza de café tuvo tan vital importancia. Por ello me pregunto y trato de analizar ¿Qué falla? ¿Por donde se resquebraja todo?

Sin ahondar demasiado en tecnicismos que puedan haber colaborado sustancialmente a la minusvaloración de Cobra Woman, soy de la opinión de que el epicentro del desastre está en el guión. Hay guiones magníficos, otros salvables por si mismos, bastantes que son salvados por los actores y el director, y otros que no hay quien los salve. En el caso de Cobra Woman tan solo la mano de Siodmak confiere algo de coherencia a una historia que se ofrece a los espectadores absolutamente digerida, evitando que estos deban hacer esfuerzo alguno de asimilación. La historia de dos hermanas gemelas con caracteres tan diversos que más bien parece cada una de su padre y de su madre, a las que el destino y la oposición silenciosa vuelven a unir con la noble intención de modificar el sangriento destino de una isla gobernada por una especie de Krakatoa devorador y su sacerdotisa, podría haber dado mucho más juego pero para ello se hubiese necesitado poner algo de interés en ello. Y aquí se pone tan poco que la película dura únicamente 71 minutos. ¿Se les acabó la imaginación o prefirieron acortar el aburrimiento del espectador?.

Aunque seguro que habrá quienes encuadren el film entre los de culto, especialmente por la simbología fálica de la danza frente a la cobra enhiesta, a servidor le ha causado cierta decepción, especialmente por ser fruto del incuestionable, en lo que a oficio y calidad se refieren, Robert Siodmak.

Pasable. No más...
FATHER CAPRIO
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4
23 de enero de 2010
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida por la especialista en cine de terror, Hammer Films Productions, Robert Day dirige She, traducida como La diosa de fuego, film de aventuras ligeramente separado de los esquemas básicos del genero de horrores y pavores varios propio de la Hammer. De todos modos la presencia de Christopher Lee y de Peter Cushing presagian cierta conexión, la cual ciertamente existe pero muy leve y difuminada, todo hay que decirlo.

Estamos ante un film de aventuras a lo Indiana Jones, pero a años luz de distancia. Tres licenciados del ejercito con ganas de marcha deciden aventurarse en el desierto con la finalidad de efectuar el descubrimiento arqueológico del siglo, una ciudad con dos mil años de historia pero nunca descubierta por la civilización. Y como aquella pregunta del chiste ¿Pero... hay alguien más? pues si, hay alguien más, está She, ella, "la que debe ser obedecida", y ella es nada mas y nada menos que Ursula Andress, actriz cuyas limitaciones se reducen únicamente a sus capacidades artísticas pues de todo lo demás va sobrada.

La tal She, o La diosa de fuego ha sido pasada por la llama de la eterna juventud y se conserva francamente bien para sus dos milenios de edad. Dos mil años que, como en el tango, no son nada aunque se imite a Penélope esperando a aquel que se marchó porque era humano y la susodicha le pagó el transporte. Claro que aquí no hay bancos en el andén sino tronos y los vestidos de domingo se volvieron sugestivas gasas transparentes. Ah, y los abanicos los menean tradicionales esclavos generalmente negros.

El film empieza prometiendo. No son de esas promesas que te dejan "descolocao". Sabes que la cosa tiene sus fantasías increíbles, pero el cine con este tipo de argumentos consigue películas memorables. Lo que sucede es que hasta en lo increíble debe haber cierta lógica. Y la lógica se va perdiendo a lo largo de un desierto que más que de arena parece de ideas. Pongo el ejemplo de una tribu de oponentes beréberes, quintuplicando en número a nuestros expedicionarios, cuya consigna debía ser impedir a toda costa el avance del trío pero sin "tocarles un pelo" aún a costa de morir todos en el intento. Bueno, el espíritu de supervivencia al parecer no se lleva bien con el calor. Pues bien, de estas, unas cuantas y el interés decayendo que es gerundio.

Al parecer hay una versión de los 30 que promete. Las promesas de esta versión de Robert Day se las llevó el viento. No sé si el simún o el siroco, pero en cualquier caso bien llevadas están.
FATHER CAPRIO
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9
4 de noviembre de 2008
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Bajo su apariencia benigna, la historia atacaba a la estructura misma de nuestra sociedad. Y no obstante, al principio no había querido presentar al público una obra de vanguardia, sino una peliculita normal."

Este párrafo, extraído de la autobiografía de Jean Renoir, creo que ilustra adecuadamente lo que es y lo que significó La Regla del juego. En poco más de dos líneas, Renoir define su película y sus intenciones. Y con toda sinceridad les digo que eso es lo que vi. Una película que pretende, al menos de partida, ser una comedia acerca de la volatilidad del amor en un entramado de clases sociales no tan distintas en el fondo. Volatilidad del amor que me recordó, salvando bastantes distancias, especialmente culturales, Los peligros del flirt de Ernst Lubitsch.

Pero Renoir fue derivando su "peliculita normal", su comedieta ligera, al terreno de la pintura, del retrato o mejor, de la caricatura. Probablemente sus antecedentes pictóricos no fueron ajenos a ello, y poco a poco va esbozando el dibujo de una clase social ociosa, aburrida y desubicada en su tiempo. Y en esta deriva, Renoir pierde una comedia comercial y gana una obra magistral. Muchos espectadores de su tiempo no lo entendieron. Otros, probablemente los más, lo entendieron pero no les gustó como habían salido en la foto. Resultado: Fracaso en las box-office, en las castizas taquillas. ¡Qu,est que ce, ce merdé! exclamaría la audiencia al respecto de esa nobleza que impúdicamente aprovechaban la oscuridad de la representación teatral de esqueletos danzarines para meterse mano o que, como enfants terribles se arrojaban almohadas y simulaban combates de florete. Y todo ello en la misma Francia que decapitó los privilegios nobiliarios.

La crítica y el paso de bastantes años pusieron las cosas en su sitio, que no es otro que el de un trabajo genial de Renoir en todos los sentidos, incluso en el de actor, haciéndolo francamente bien como Octave, piedra angular de toda la película. Y de esta forma, la leyenda de esta película fue tomando forma hasta ser considerada en la actualidad una imprescindible película de culto.
FATHER CAPRIO
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